16 feb 2014

¿Quién es el fascista? Imaginemos/Héctor Abad Faciolince


¿Quién es el fascista? Imaginemos/Héctor Abad Faciolince
Texto publicado en El Espectador|16 de Febrero, 2014
Imaginemos que aquí gobernara Álvaro Uribe desde hace 15 años y que hubiera unas marchas estudiantiles que protestan contra los atracos en las calles y por lo escasos que están los productos básicos de la canasta familiar.
Imaginemos que esas marchas terminan con muertos y con más de cien estudiantes presos. Imaginemos que todos los canales colombianos tuvieran prohibido transmitir esas marchas en directo y que solamente lo hiciera Telesur, a través del cable. Imaginemos que Uribe decide sacar del aire a Telesur ese mismo día y prohibirlo por decreto gubernamental. Imaginemos que Telesur sigue transmitiendo por la red, pero que también esa señal es bloqueada por el Gobierno.
 Imaginemos que Gustavo Petro fuera ya exalcalde y hubiera acompañado las marchas de los estudiantes. Imaginemos que Petro pronunciara un discurso enardecido denunciando el gobierno inepto y corrupto de Uribe. Imaginemos que Uribe, en un discurso aún más enfurecido, culpara a Petro de haber provocado los muertos y dijera en tono de capataz: “¡El comunista debe ir preso!”, y ordenara su captura en todo el territorio nacional, en puertos, puestos de frontera y aeropuertos. Imaginemos que en la orden de captura contra Petro se le imputaran los siguientes delitos: “asociación para delinquir, instigación a delinquir, intimidación pública, incendio a edificio público, daños a la propiedad pública, lesiones graves, homicidio y terrorismo”.

 Imaginemos también que hubiera una parte de prensa crítica con el accionar del gobierno Uribe y que éste, enfurecido con ella, exclamara: “¡A los periódicos les va a llegar su hora!”. Imaginemos que a esos periódicos se les impidiera importar el papel donde se imprimen y que sus ediciones fueran cada vez más cortas y esmirriadas. Imaginemos que una docena de periódicos regionales hubieran tenido que cerrar y que sus redactores hubieran perdido el puesto. Imaginemos que hubiera videos donde se ve disparar a la policía contra los estudiantes, y heridos en hospitales que denuncian que en las marchas fueron agredidos por grupos infiltrados del gobierno. ¿Alguien dudaría de que, en un caso hipotético como este, Uribe se estaría portando como un fascista?
 Ahora cambien, en los párrafos de arriba, la palabra “comunista” por la palabra “fascista”, quiten Telesur y pongan NTN24, cambien el nombre de Gustavo Petro y sustitúyanlo por Leopoldo López, y en vez del hipotético presidente Uribe pongan en su lugar al real presidente Maduro. ¿Por el hecho de que este se declare chavista y socialista y bolivariano, dejan sus acciones de ser evidentemente fascistas? La palabra fascista viene de “fascio”, en italiano, que designa a un haz de espigas. Lo típico de los fascistas era atacar en gavilla, con uniformes negros, contra cualquiera que se opusiera al gobierno de Mussolini. ¿Por el hecho de que los uniformes sean rojos, son menos fascistas que los negros?
 Lo típico del fascismo es ser al mismo tiempo revolucionario y reaccionario. Nacionalista, anticapitalista y populista. Le gusta dividir a la sociedad entre amigos y enemigos, en buenos y malos, en fieles y traidores, valerosos y escuálidos. Característico es también que el fascismo apruebe un sistema electoral mayoritario, en el que basta una pequeña mayoría en la votación para obtener una gran mayoría en el parlamento. Típico es también que busquen el poder tirando piedra y al llegar al poder quieran prohibir o matar a los tirapiedras. Actúan como fascistas y acusan a sus contrincantes de ser fascistas. Protestar es legítimo, menos en la fascista Venezuela.
 Para informar allá, doblegadas la prensa y la televisión, quedan todavía las redes sociales, las únicas que hoy están contando y mostrando de verdad lo que pasa. ¿Hasta cuándo estos fascistas que se dicen de izquierda las van a soportar? Cuando a la escasez de leche, pan y arepas se agregue la escasez de información, Venezuela será un país fascista consumado. Parece que les falta poco para llegar allá.

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