14 mar 2014

Triste papel de la OEA


La Organización de Estados Americanos (OEA) definió el pasado 7 de marzo  su postura ante la crisis en Venezuela; y tras ocho horas de discusión, un mayoría logró impedir que los Estados miembros adoptaran alguna de las medidas que se iban a discutir: la convocatoria de una reunión de consulta de los cancilleres, el envío de una misión de observación o la redacción de una resolución ante el conflicto.
“Lo que es evidente es que se han logrado frenar los porpósitos intervencionistas de los convocantes de este Consejo ”, señaló a la prensa el embajador venezolano ante la OEA, Roy Chaderton.
Venezuela ha sabido mover l apoyo de los países del Caribe, un puñado de votos decisivo en el seno de la organización, que le ha permitido decantar la balanza a su favor en muchas ocasiones a lo largo de los últimos años. El apoyo del bloque del ALBA y del Caricom determinó que ni siquiera se llegaran a contemplar ni la posibilidad de una convocatoria de los ministros de Asuntos Exteriores de la OEA para debatir la respuesta conjunta de la organización ante la crisis venezolana, ni el envío de una misión observadora, dos opciones contra las que arremetió duramente el presidente Maduro durante los fastos por el aniversario de la muerte de Hugo Chávez.

A la reunión del Consejo se presentó una propuesta inicial, liderada por Bolivia, en nombre del bloque del ALBA y países afines como Argentina, Uruguay o Brasil, que alababa los esfuerzos del Gobierno de Venezuela por resolver la coyuntura de protestas sociales de su país y la conferencia de paz convocada por Maduro como el foro legítimo para albergar ese diálogo.
A ese texto se pretendió incorporar, a modo de enmienda, una iniciativa promovida por Perú y el bloque de la Alianza del Pacífico, más Costa Rica, Panamá, EU y Canadá, que pedía “un seguimiento” de esas negociaciones que garantizara el envío periódico de información sobre el curso de las mismas al secretario general, José Miguel Insulza.
Se consiguió redactar un borrador con unos cinco puntos básicos que contemplaban, entre otros asuntos, una investigación de la violencia, la garantía de la no injerencia de la OEA en los asuntos internos de Venezuela –como pidió Maduro- y la observación de la institucionalidad democrática y el Estado de Derecho en el marco de la Carta Democrática de la organización, asuntos sobre los que se había llegado a un cierto consenso.
Andrés Oppeenheimer analiza la situación.
El Informe Oppenheimer / Una victoria efímera de Maduro/Andrés Oppenheimer
Reforma (14-Mar-2014).-
El Presidente venezolano, Nicolás Maduro, obtuvo una victoria diplomática al derrotar una propuesta de algunos países en la Organización de Estados Americanos (OEA) de ofrecer una mediación externa para resolver la crisis política de Venezuela, que ya ha dejado más de 21 muertos (van 26) y cientos de heridos. Pero puede que se trate de una victoria efímera.
 Esa es la impresión que saqué tras entrevistar al Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza, poco después de que esa institución aprobó una resolución respaldando el "diálogo nacional" que conduce el Gobierno de Maduro, y rechazando el pedido de la Oposición venezolana de buscar un diálogo con una mediación independiente y creíble para ambos bandos.
La resolución de la OEA del 7 de marzo fue aprobada por 29 votos a favor y 3 en contra (Estados Unidos, Canadá y Panamá). Los tres países que votaron en contra citaron las demandas de la Oposición venezolana de que haya una mediación externa porque el Gobierno de Maduro -que fue proclamado Presidente tras una elección cuestionada, ha arrestado a líderes de la Oposición pacífica y está silenciando a los medios- no puede ser juez y parte del conflicto.
 A juzgar por lo que me dijo Insulza, la propuesta de pedirle a Venezuela que acepte una mediación independiente posiblemente vuelva a ser discutida pronto, porque la crisis venezolana no va a amainar. Tanto el Gobierno como la Oposición necesitarán dialogar para impedir que la crisis se haga aún más profunda, y más sangrienta.
 Venezuela ya tiene la inflación más alta del mundo (56 por ciento anual), una creciente escasez de alimentos, y tasas de violencia sin precedentes que en Caracas han llegado a más de 100 por cada 100 mil habitantes, entre las más elevadas del mundo.
 "No creo que la tensión vaya a amainar mientras subsistan los problemas económicos y sociales que existen en el país en este momento", me dijo Insulza. "Los problemas económicos por los que atraviesa Venezuela hoy en día no los puede resolver el Gobierno solo, tiene que resolverlos con el sector empresarial, con los partidos de Oposición, etc. Y lo mismo con los problemas sociales".
 ¿Y qué opina del argumento de la Oposición venezolana de que el llamado al "diálogo nacional" de Maduro es solo una treta para ganar tiempo y desarticular las protestas callejeras?, le pregunté.
 Eso "no va a ocurrir", respondió Insulza. "No va a amainar la tensión mientras no haya alguna real disposición para dialogar y resolver los problemas entre todos. Por lo tanto, lo que ha ocurrido en estos días es solamente un paso más en este proceso. Mientras no haya soluciones de fondo a la crisis venezolana, seguramente las tensiones van a continuar".
 ¿Eso significa que la OEA puede reabrir el debate sobre una mediación independiente?, pregunté. Insulza respondió que si el "diálogo nacional" que conduce Maduro no va a ninguna parte y la crisis se sigue profundizando, los países "van a volver a discutir el tema" en algún foro.
 Cuando le pregunté por las críticas de la Oposición de que él debería usar sus atribuciones para enviar una misión de observación a Venezuela, Insulza respondió que no tiene facultades para hacer eso a menos de que el Consejo Permanente de la OEA lo decida y haya una grave ruptura del orden democrático, "y de eso estamos lejos" en Venezuela.
Mi opinión: Yo no sería tan categórico en afirmar que no ha habido una grave ruptura del orden democrático en Venezuela.
Maduro fue declarado Presidente por un ínfimo margen del 1.5 por ciento del voto por un tribunal electoral controlado por el Gobierno, después de un proceso electoral sumamente viciado. Además, es difícil considerar democrático a un Gobierno que no respeta la separación de poderes, arresta a los líderes de la Oposición pacífica y silencia a los medios.
Pero Insulza está en lo cierto en que la crisis no desaparecerá, y el tema de una mediación creíble probablemente vuelva a la mesa.
Venezuela solo saldrá de su crisis cuando Maduro entienda que no es dueño de un país en el que la mitad de la población votó en su contra, y mientras no acepte una mediación respetada por ambas partes. Solo entonces se podrá llegar a un acuerdo para que el Gobierno libere a los presos políticos, restaure la separación de poderes y permita un tribunal electoral independiente a cambio de un compromiso de la Oposición para ayudar a resolver los problemas del país.
 El lamentable voto de la OEA a favor de Maduro, así como las declaraciones de la UNASUR en el mismo sentido, probablemente pasen al olvido en la medida en que la crisis venezolana se agrave, y quede claro que el supuesto "diálogo nacional" conducido por Maduro es una farsa. Entonces, habrá que volver a contemplar una mediación independiente, que es la única salida realista para Venezuela.
 Twitter: @oppenheimera


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