26 jun 2014

Mexicanos al grito de puuutooo...Ex Ombudsman del DF


Ese puto grito/Luis de la Barreda Solórzano*
¡Mexicanos al grito de puuutooo!, 
la garganta aprestad y el pulmón, 
y retiemble el estadio completo 
al oír el festivo clamor...".
Excelsior, 26 de junio de 2014

¿Es que, una vez que la FIFA ha marcado la pauta, no queda sino sumarse para ser políticamente correcto?
La diferencia esencial entre el grito de puuutooo de los aficionados mexicanos al portero del equipo rival cuando despeja de meta y los sonidos simiescos que algunos imbéciles imitan cuando toma la pelota un jugador negro es que en el segundo caso se agrede al futbolista precisamente por el color de su piel, mientras que en el primero el clamor multitudinario no está motivado por característica alguna del guardameta sino sencillamente porque juega con el adversario.
Si en lugar del portero el saque de meta lo hiciera algún otro jugador, el grito sería el mismo. Nadie lo está agrediendo por su orientación sexual, seguramente desconocida por el público, ni por sus peculiaridades físicas. Los espectadores van al estadio a ver el partido pero también a echar relajo, a desahogarse de las tensiones, frustraciones y disgustos de la vida cotidiana. La palabra elegida tiene virtudes innegables: es breve, de sólo dos sílabas, cada sílaba con una sola consonante y una sola vocal, es grave, y no carece de cierta musicalidad, acentuada al corearse rítmicamente. Estoy seguro de que los homosexuales en las tribunas también la entonan.

 Ahora bien, el contenido semántico de la voz es multívoco. Las acepciones más usuales son las de homosexual masculino, hombre cobarde o poco arrojado y varón que ofrece sus favores sexuales por dinero. Pero no son las únicas. Un puto dolor de cabeza es un dolor de cabeza fuerte y pertinaz. El partido está de puta madre indica que el juego es de alta calidad, o muy peleado o muy emocionante. Se agarraron a putazos expresa una riña a golpes. Quien exclama qué putazo me di está lamentando haberse golpeado accidentalmente con fuerza considerable. Y emputarse es encolerizarse. El vocablo también tiene significado encarecedor: volvió a ganar, ¡qué puta suerte!, o es el puto mandamás. ¿Alguien podría relacionar con la homosexualidad la memorable referencia de Pep Guardiola a Mourinho como el puto amo del vestidor?
 Ningún portero se siente ofendido cuando al patear el balón el grito acompaña el saque. El coro no se debe a que sea puto. Ningún espectador sabe si lo es. Se le está lanzando la exclamación por quienes en esa forma manifiestan tribalmente su inclinación por el otro equipo. No hay animus injuriandi. En cambio, el árbitro y los abanderados en todo momento, así como los jugadores al faulear alevosa o violentamente o al fallar, se llevan una retahíla de insultos de toda clase. Nadie ha propuesto nunca que esos denuestos puedan ser motivo de una sanción al equipo cuyos partidarios los profieren.
 Por otra parte, hay quien asevera que con ese alarido se muestra desprecio al conjunto de gente a la que alude. ¿Es que al gritarle ciego al árbitro que marcó o dejó de marcar un penalti o un offside se está desestimando a las personas privadas de la vista?
 El grito hoy cuestionado lleva una década oyéndose en los estadios mexicanos. ¿Por qué hasta ahora el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación ha descubierto que, según sostiene, es una expresión homofóbica? ¿Es que, una vez que la FIFA ha marcado la pauta, no queda sino sumarse para ser políticamente correcto? Menos fariseísmo y más sentido del humor. Mexicanos al grito de puuutooo, / la garganta aprestad y el pulmón, / y retiemble el estadio completo / al oír el festivo clamor.
 *Coordinador del Programa Universitario de Derechos Humanos de la UNAM

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