19 nov 2014

Apología del odio/Tonatiúh Medina

 Apología del odio/Tonatiúh Medina
“...Si me dieran a elegir, yo elegiría
este amor con que odio,
esta esperanza que come panes desesperados.
Aquí pasa, señores,
que me juego la muerte…"Juan Gelman

La desafortunada desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa es para nuestro país un hecho tan significativo como lo fue para Irlanda el artero asesinato de Verónica Guerin o para Colombia la muerte del malogrado candidato presidencial Luis Carlos Galán, en todos los casos la mafia logró su cometido, sembrar el terror e intentar modificar el paradigma político en turno, entendido éste último como el modelo político que permea nuestra vida, impunemente nos han orillado a claudicar.
 Ayotzinapa marca un parangón en los tres niveles de gobierno, una gran parte de la ciudadanía culpa directamente al Presidente de la República de los hechos, olvidando selectivamente las facultades y obligaciones legales de las autoridades locales así como de los institutos políticos que directa o indirectamente les apoyaron en sus proyectos de acceso al poder público, curiosamente el enojo ciudadano no se ha canalizado en contra de los asesinos materiales ni mucho menos en contra de las autoridades locales en turno, éstos últimos, gobernador y presidente municipal de Guerrero e Iguala respectivamente, fueron removidos por el poder público, en respuesta tardía sin duda, al clamor social. 
 Ya nadie recuerda al gobernador con licencia ni al ex edil encarcelado, también hemos olvidado al ex procurador y a la ex secretaria de desarrollo social que deseosa de gobernar su estado terminó fuera de la nómina estatal, hemos olvidado a los líderes partidarios locales, a los líderes de las bancadas en el congreso e incluso al ombudsman local y a quién preside el poder judicial estatal, tal parece que la remoción del encargo constitucional es sinónimo de perdón y de olvido. La dimensión del problema se ha trasladado más allá de las fronteras políticas de Guerrero y del territorio nacional.
 A casi dos meses de la desaparición de los normalistas, sin duda llama la atención la campaña de odio en contra de la izquierda mexicana provocada sorpresivamente por ellos mismos, así como en contra de la figura presidencial, el odio ha encontrado su cauce a través de las redes sociales y de los espacios radiofónicos, periodísticos y televisivos, especialmente de los críticos de la actual administración. Hemos sido testigos desde el rumor más banal hasta el reportaje más estructurado, en ambos casos no se siembra la duda sino la semilla de la destrucción.
 Es curioso, aquellos que intentan desarticular la estructura de gobierno lo hacen a través de concesiones públicas o en medios que viven y sobreviven gracias a la propaganda pública o a través de entidades de interés público que tienen como fin promover la participación de los ciudadanos en la vida democrática –partidos políticos- y a poco más de dos semanas del primero de diciembre, fecha en el que el jefe del ejecutivo cumpliría dos años de mandato constitucional, tal parece que el objetivo sea el de derrocarlo y provocar una crisis constitucional que obligue a la organización temprana de elecciones tal cual lo mandata el artículo 84 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
 Los críticos del sistema cual expertos jugadores de ajedrez, atacan toda pieza posible en el tablero nacional con tal de minar la fortaleza de la pieza principal. Peones, caballos, alfiles, torres y reina sufren el cruel embate de la oposición política que busca arrebatar en el tablero lo que no pudo ganar en las urnas…
 El Jefe del Ejecutivo aunque prudente, ya ha salido a la palestra pública a conjurar el movimiento de la fuerza pública –legítima e incuestionable en todo caso- si la masa no decide canalizar su odio a través de otros canales de preferencia institucionales, sin embargo cualquier pretexto es suficiente para llamar al caos y la anarquía.
 A través de ejercicios periodísticos, legítimos aunque cuestionables por la pobreza de la información, los grupos opositores tratan, intentan a como dé lugar crear la percepción de una administración desarticulada, de un estado fallido, de una sociedad perdida. Ni México es Haití ni mucho menos la Franja de Gaza, sin duda existen problemas graves que nos afectan directa o indirectamente, que minan nuestra calidad de vida pero ¿qué sociedad no los tiene?
 Estados Unidos de Norteamérica sufre de graves problemas raciales, Hong Kong se encuentra paralizada por no permitir a sus ciudadanos derechos mínimos como el de elegir libremente a sus gobernantes, España sufre por los altos niveles de desempleo, en la ex Unión Soviética se persigue y da muerte a ciudadanos homosexuales, Venezuela está totalmente paralizada y enfrentada por la falta de democracia y un perverso bipartidismo, China no es exactamente el templo de los derechos humanos, el norte de Europa está al borde de la desaparición por la falta de ciudadanos recién nacidos y así podría seguir hasta el cansancio.
 Es simplemente increíble que nosotros en México en donde a punta de sangre y sudor hemos perfeccionado un sistema democrático, en donde hemos podido reformar la estructura política y económica, en donde a pesar de todo somos libres y gozamos de muchas libertades que en otros países son anhelo y utopía, grupos con gran movilidad operativa pero menor permeabilidad política busquen destruir lo que tanto trabajo ha costado construir.  


@DrThe 

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