22 jun 2015

En nombre del Señor Jesucristo, ¡les pido perdón!, papa Francisco.

En el segundo y último día del viaje a Turín se dió encuentro histórico del papa  Francisco en la Iglesia evangélica metodista: “Perdónennos por las actitudes no cristianas, no humanas, contra ustedes. Caminemos juntos“, les dijo.
Por primera vez en la historia un papa visitó un templo valdense. Pero lo fue aún más después de las palabras del mismo Papa Francisco a los evangélicos metodistas piamonteses: “De parte de la Iglesia Católica, les pido perdón por las actitudes y los comportamientos no cristianos, incluso no humanos que, en la historia, tuvimos contra ustedes. En nombre del Señor Jesucristo, ¡les pido perdón!“. 
Esta mañana del lunes, el pontífice salió del arzobispado de Turín y se dirigió en coche al templo valdense. A la entrada fue recibido por el moderador de la Mesa valdense, el pastor Eugenio Bernardini, por el presidente del consistorio de la Iglesia evangélica valdense de Turín, Sergio Velluto, y por el titular de la Iglesia valdense de Turín, el pastor Paolo Ribet.
Ribet, ha dirigido unas palabras de bienvenida a su “hermano” Francisco.
 Durante su introducción ha recordado que el Evangelio no es una doctrina sino una persona. El moderador de la mesa valdense de Argentina, Óscar Oudri, también ha pronunciado unas palabras que han finalizado con una invitación para tener un encuentro como este cuando el papa Francisco viaje a Argentina.
   
Por su parte, el Pontífice ha asegurado en su discurso que “uno de los frutos principales que el movimiento ecuménico ya ha recogido en estos años es el descubrimiento de la fraternidad que une a todos aquellos que creen en Jesucristo y son bautizados en el mismo nombre”. El descubrimiento de tal fraternidad -- ha añadido-- nos consiente recoger la profunda unión que ya nos une, a pesar de nuestras diferencias.
Por otro lado, el papa ha recordado que la unidad que es fruto del Espíritu Santo no significa uniformidad. De este modo se ha lamentando porque "ha sucedido y continúa sucediendo que los hermanos no acepten su diversidad y terminan por hacer la guerra uno contra otro". Y así, ha asegurado que al reflexionar sobre “la historia de nuestras relaciones”, solo podemos lamentarnos por los conflictos y la violencia cometida en nombre de la propia fe y ha pedido "al Señor que nos dé la gracia de reconocernos pecadores y saber perdonarnos los unos a los otros”. Es por iniciativa de Dios --ha asegurado-- que no se resigna nunca frente al pecado del hombre, que se abren nuevos caminos para vivir nuestra fraternidad, y de esto no podemos escapar.
Asimismo ha dado las gracias al Señor por constatar que las relaciones entre católicos y valdenses “están cada vez más fundadas en el respeto mútuo y en la caridad fraterna”. Un ámbito en el que se abren muchas posibilidades de colaboración entre valdenses y católicos es la evangelización.                 
Otro ámbito, ha subrayado el Papa, es el del servicio a la humanidad que sufre, a los pobres, a los enfermos, a los inmigrantes. “De la obra liberadora de gracia en cada uno de nosotros deriva la exigencia de testimoniar el rostro misericordioso de Dios que cuida a todos, en particular, a quien lo necesita”, ha subrayado Francisco. Igualmente, ha reconocido que “la elección de los pobres, de los últimos, de los que excluye la sociedad, nos acerca al corazón mismo de Dios, que se ha hecho pobre para enriquecernos con su pobreza” y como consecuencia  “nos acerca más los unos a los otros”.
Finalmente, el Santo Padre ha dado las gracias a los presentes por este encuentro que “quisiera nos confirmara en una nueva forma de ser los unos con los otros”. Mirando antes que nada --ha precisado-- la grandeza de nuestra fe común y de nuestra vida en Cristo y en el Espíritu Santo, y solamente después, las divergencias que aún existen.                 
El Movimiento Valdense nació hace más de ocho siglos, por una experiencia de conversión espiritual de un laico, Valdo, mercante fundador de un movimiento llamado “los pobre de León”, que se difundió después como un movimiento de protesta eclesial en Italia y Europa. En 1532, los valdenses que sobrevivieron a las persecuciones se unieron a la Reforma protestante en su forma calvinista.  Perseguidos y aislados los tres siglos sucesivos, los valdenses obtuvieron los derechos civiles en 1848 e iniciaron a difundirse en todo el país.  

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