Todos
somos griegos y alemanes/ Michel Rocard, Miguel Ángel Moratinos, Philippe Maystadt, Pierre Larrouturou.
Miguel
Ángel Moratinos es exministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España.
Michel Rocard es exPrimer Ministro de Francia. Pierre Larrouturou es portavoz
de Nouvelle Donne. Philippe Maystadt es exministro de Finanzas de Bélgica y
Presidente Honorario del Banco Europeo de Inversión.
Publicad en El
País |21 de Julio de 2015
En
primer lugar, un cobarde alivio: Europa ha estado tan cerca del abismo que
hemos preferido no mirar los detalles del acuerdo. Lo peor ha sido evitado:
Grecia no ha sido expulsada de Europa y la zona euro no ha estallado; las
consecuencias geopolíticas de la salida de Grecia ya no tienen por qué temerse.
Pero, ¿a qué precio? ¿Cómo no compartir las preocupaciones del Spiegel que
describe este acuerdo como “un catálogo de agravios” impuesto a Grecia y “un
retroceso para Europa”? ¿Cómo no compartir la ira de miles de griegos que tienen
la impresión de que su voto ha sido pisoteado?
Sabiendo
que los dos primeros planes de rescate, aprobados por “unanimidad”, han llevado
a un desplome de un 25% de la actividad del país y a que se disparen el paro y
la pobreza sin que jamás disminuya la ratio deuda-PIB ¿quién puede pensar que
este tercer plan puede sacar a Grecia de la crisis? ¿Cómo no ver el sufrimiento
del pueblo griego cuando uno mira a esos jubilados cuyos ingresos han
disminuido de un 30 ó 40% e intentan ayudar a sus hijos y a sus nietos sin
tener con qué vivir dignamente? ¿Cómo aplaudir un acuerdo de contables cuando
vemos a hombres y mujeres sufrir en carne propia la falta de acceso a la
sanidad? Tras varios años de sacrificio que han permitido pasar de un déficit
presupuestario de un 12% a un leve superávit, ¿cómo no compadecerse de los
sufrimientos y de la ira del pueblo griego?
Pero
también, ¿cómo no entender a los alemanes que ya están hartos de pagar? Porque
los alemanes ya han pagado, y mucho. Pagaron por la reunificación: cuando cayó
el muro de Berlín, todos los dirigentes europeos manifestaron una inmensa
alegría y su apoyo total…, pero Alemania se quedó sola a la hora de pagar las
consecuencias de una división impuesta por los vencedores en 1945. Y a mediados
de los años 2000, los alemanes también pagaron por las reformas Hartz 4 para
impulsar el crecimiento de una Europa paralizada por una gobernanza anticuada.
Desde
1989, los dirigentes alemanes, tanto de derechas como de izquierdas, han
declarado de forma regular que tenemos que cambiar radicalmente nuestras
instituciones y construir una Europa política. Ahora, una Europa paralizada,
donde cada uno piensa en sí mismo, el único instrumento del que dispone un país
que busca relanzar su crecimiento a corto plazo es el dumping fiscal o
salarial. Con Hartz 4, los asalariados alemanes sucumbieron en pocos años a una
bajada de su salario real de 7% de media… Reunificación y Hartz 4: los alemanes
ya han pagado dos veces la carencia de Europa. Por tanto, se puede entender que
ya no quieran pagar por los griegos. Pero, ¿y nosotros? ¿Estamos seguros de que
los franceses, los españoles o los belgas queramos pagar?
Todos
somos griegos alemanes. Todos queremos ser solidarios pero no queremos pagar.
¿Cómo salir de semejante esquizofrenia? Primero, explicando a los ciudadanos
que la contabilidad de los Estados no es la de una familia y, luego,
construyendo cuanto antes una nueva Europa.
Durante
esta crisis nos han dicho durante que debíamos hacer un esfuerzo de solidaridad
y también de responsabilidad. Estamos de acuerdo si sabemos utilizar
correctamente estos dos conceptos.
Sí,
fuimos solidarios con Alemania en 1953, cuando este país pidió que se
reestructurase su deuda y el conjunto de los acreedores aceptó una quita del
62%. Alemania se benefició también de un plazo de cinco años para pagar los
intereses y de un período de 30 años para reembolsarla, sabiendo que se podían
suspender los reembolsos si representaban más de un 5% de los ingresos debidos
a las exportaciones. Y fuimos también responsables y nadie le pidió a Alemania
que saliera de la Europa naciente. Y ningún contribuyente francés o italiano
tuvo que pagar más impuestos por ello.
¿Por
qué lo que fue posible en 1953 para Alemania no es posible en 2015 para Grecia?
Ser responsable hoy exige ser solidario y proponer soluciones. Una situación
aún más fácil hoy ya que, desde principios de año, el BCE compra deuda pública
por 60.000 millones de euros al mes; 60.000 millones de euros creados ex
profeso y puestos a disposición gratuitamente de los bancos privados. En total,
el BCE prevé inyectar al menos 1,2 billones. ¿No se podrían coger de esa
canasta los 80.000 millones necesarios para que Grecia satisfaga sus
compromisos los próximos tres años?
Vemos
claramente que el problema no es financiero sino, sobre todo, político: ¿es
posible aún que un pueblo de Europa elija una política que rompa con las
políticas neoliberales que guían el mundo desde hace unos treinta años? Si
queremos liberar a Europa del “rapto” de los mercados y del “dictado” financiero,
si queremos sacar a Europa del oscurantismo fatalista, de su noche profunda,
sólo tenemos que recuperar de nuevo el impulso, la visión y la metodología de
los “padres fundadores”. Jean Monnet y Robert Schuman cuando se propusieron
crear la CECA tomaron una decisión política, con un programa económico pero,
sobre todo, con un compromiso político fuerte. Sí, es la política la que ha
imaginado y concebido la Unión Europea de hoy.
Grecia
tiene que emprender reformas de gran calado. Nadie lo cuestiona. Es inaplazable
modernizar el Estado, luchar contra el clientelismo y la corrupción, hacer más
sostenible el sistema de pensiones e instaurar una fiscalidad eficiente. A
primera vista es lo que quiere emprender el nuevo gobierno griego. En vez de
provocar un caos político y social en el país dejémosle un año o dos para
llevar a cabo esta modernización y busquemos el modo de ayudarlo.
Europa
se encuentra en una encrucijada. Desde 2008, se ha dado mucho a los bancos
mientras que los pueblos se siguen apretando el cinturón. La vieja Europa ha
muerto. Más allá de algunas medidas de urgencia para evitar el caos en Grecia,
es prioritario construir una nueva Europa, empezando con un número restringido
de países que compartan la misma ambición social y democrática, y por qué no,
con el Eurogrupo. Una Europa que luche contra los paraísos fiscales y contra el
dumping fiscal (¿saben que la tasa media de impuestos sobre beneficios ha caído
de un 25% en Europa mientras que alcanza un 40% en EEUU?); una Europa que deje
de oponer a unos pueblos contra otros y que alimente una caja de solidaridad
mediante la tasa Tobin (una estrecha cooperación fue lanzada por 10 países en
2013 y pretendió implantar esta tasa sobre las transacciones financieras,
aunque está bloqueada por los lobbies bancarios. Ésta podría reportar cada año
entre 50.000 y 80.000 millones de euros según datos de la Comisión.) Una Europa
que luche contra las deslocalizaciones con un Tratado de Convergencia Social;
una Europa en la que los 1,2 billones que el Banco Central Europeo ha previsto
inyectar al sistema en los próximos años se utilicen para financiar la economía
real y, en particular, la transición energética, lo que permitiría reactivar la
actividad en Francia y Alemania, así como en Grecia, en vez de alimentar la
especulación; una Europa con menos competencias pero dotada de una diplomacia y
defensa propias que la conviertan en una fuerza de paz; una Europa democrática
en la que el poder no esté a manos de los lobbies y los tecnócratas, sino en el
voto ciudadano que determine cada cinco años las políticas implementadas por un
gobierno responsable ante el Parlamento… Pensamos que ha llegado el momento de
reforzar políticamente el Eurogrupo. Necesitamos de nuevas instituciones
políticas que puedan “federar” los estados miembros.
En
mayo de 2012, François Hollande dijo que lucharía por cambiar Europa. En su
alocución del 14 de julio de 2015, afirmó que era necesario construir “a
plazos” un gobierno económico de la zona euro. ¿A plazos? Dada la gravedad de
la situación, no hay tiempo que perder.
Si
Europa es una familia, tenemos que ser capaces, como en una familia, de hacer
las paces y de reanudar el diálogo cuando el cansancio y los nervios han
llevado a la discusión. Todos los que han seguido las negociaciones desde hace
6 años y desde hace sólo 6 meses pueden establecer una lista de los errores
cometidos por unos y otros. Miles de griegos se sienten humillados, pero miles
de alemanes también fueron humillados cuando algunos hablaron de la deuda de
los nazis. Igualmente, miles de europeos, confusos y atolondrados, miran este
partido de ping-pong griego-alemán… En vez de rumiar esas humillaciones, en vez
de grabarlas en los tratados, es urgente completar el acuerdo con Grecia para
reestructurar su deuda e impulsar una negociación para fundar de nuevo Europa
con los ciudadanos.
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