16 feb 2016

El dilema del Papa: le entra o no al caso Ayotzinapa

El dilema del Papa: le entra o no al caso Ayotzinapa/RODRIGO VERA
Proceso # 2050, 13 de febrero de 2016.
Atrás de los reflectores que enfocan la visita del Papa Francisco se pelea un round de sombra: el gobierno ha presionado, en México y El Vaticano, para que el pontífice no se manifieste con dureza acerca de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa –y de los miles de desaparecidos en el país–, edulcore sus discursos, hable de generalidades… Activistas y jesuitas, en cambio, buscan que sí lo haga. Pero más allá de esas pretensiones, el fraile dominico Julián Cruzalta subraya la responsabilidad moral del jerarca católico: en todo caso y por su alta investidura, “los discursos o encuentros que sostenga dependen sólo de él”.
Desde que se anunció que el Papa Francisco visitaría México, la gran duda fue si decidiría pronunciarse respecto de las desapariciones forzadas en México y se reuniría con los familiares de las víctimas –particularmente los padres de los normalistas de Ayotzinapa– o si optaría por rechazar este encuentro para ajustarse al libreto que quiere el gobierno de Enrique Peña Nieto: que pronuncie discursos que hablen de pobreza, violencia, inseguridad y corrupción en términos muy generales y sin aterrizarlos en la realidad mexicana.
Según una encuesta del Gabinete de Comunicación Estratégica dada a conocer días antes de la llegada del Pontífice, la mayoría de la población mexicana, 63.7%, consideraba que Francisco debía reunirse con los padres de Ayotzinapa, porque en este momento ellos representan el sufrimiento de las víctimas de la violencia en México.

Varias organizaciones de familiares de desaparecidos solicitaron formalmente tener una audiencia privada con Bergoglio para narrarle sus experiencias. Algunos obispos mexicanos las apoyaron en sus gestiones. Incluso la misma congregación religiosa a la que pertenece el pontífice, la Compañía de Jesús, desde hace meses ha pedido un espacio en la agenda papal para estas víctimas, a través de la Nunciatura Apostólica y la Secretaría General de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

Proceso ha dado cuenta de estos esfuerzos y de las maniobras gubernamentales para impedir esta reunión, pues llevarla a cabo significaría un golpe de dimensiones internacionales para el actual gobierno mexicano.

El religioso franciscano Salvador Rangel, obispo de Chilpancingo-Chilapa, diócesis a la que pertenece Ayotzinapa, intentó que el Papa fuera a Iguala y ahí se reuniera con parientes de desaparecidos de todo el país. En noviembre pasado comentó a este semanario:

“Tengo un deseo muy personal de que el Papa vaya a Iguala para darnos ahí un mensaje de paz y reconciliación. Sería muy bueno para las víctimas de la violencia de todo el país. La tierra de Guerrero –bronca y violenta– en estos momentos está sufriendo mucho. Podría ser una visita muy breve, una especie de escala en sus trayectos.

“Me han dicho que el itinerario del Papa ya está marcado, pero de cualquier manera yo voy a consultar y a ver qué posibilidades hay de una visita a Guerrero. Hay que realizar gestiones. Como obispo, daría de brincos por que el santo padre nos visitara.”

–¿Usted ya se reunió con el Papa para hablar sobre el tema?

–Sí, estuve con él el pasado 7 de octubre. Fue un encuentro muy breve. Le recordé que él me acaba de enviar como obispo a la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, donde apenas tengo tres meses. Y él se sonrío. Lo que me dijo es estrictamente privado. Sólo puedo decir que está bien consciente de lo que sucede en Guerrero… Creo que el Papa, quien siempre ha estado a favor de las causas imposibles, estaría dispuesto a tener un encuentro con esas víctimas (Proceso 2038).

El empuje jesuita

Con un enfoque de “derechos humanos” y por considerar “prioritario” el grave problema de los desaparecidos, la provincia mexicana de la Compañía de Jesús también busca un encuentro entre Bergoglio y parientes de víctimas de desapariciones forzadas. El jesuita Sergio Cobo, director de la Fundación Loyola, explicó:

“La iniciativa para que se dé la audiencia con el Papa proviene de los propios familiares de desaparecidos. Nosotros en la Compañía los apoyamos. Y echaremos toda la carne al asador para conseguir el encuentro.”

–¿Qué gestiones realizan para lograrlo?—se le pregunta.

–Hemos recurrido a los dos canales formales en México: la Nunciatura Apostólica y el Episcopado Mexicano. Ya hablamos directamente con el nuncio (Christophe Pierre) y con el secretario general del Episcopado (Eugenio Lira Rugarcía). Quizás ellos, por cuestiones de discreción, no quieren hacer públicas estas gestiones. Pero estamos en eso. Nuestro provincial en México nos delegó esta encomienda a varios jesuitas.

–Pero el Papa también es jesuita, ¿no le han hecho directamente la petición?

–Mire, el Papa nos pide que todo lo tratemos vía los canales formales, para darles su lugar a los obispos y a los nuncios, y así no haya una doble vertiente.

–Tampoco favoritismo…

–Sí, para que no haya favoritismos, aunque se trate de causas justas, como ésta, de los desaparecidos. Pero nosotros tampoco queremos brincarnos los canales formales. Esto incluso nos ayuda a mantener una relación coordinada con la Iglesia.

–Entre tantas víctimas de la violencia, ¿por qué ustedes piden una audiencia justo con familiares de los desaparecidos? ¿Lo consideran el problema más grave?

–En nuestros servicios como defensores de derechos humanos, hemos visto que estos familiares son los peor atendidos por las autoridades. Son gente muy pobre que se está acercando a nuestros centros de derechos humanos en busca de atención psicológica y jurídica, sobre todo al Centro Pro.

“Además, el de los desaparecidos es un problema de gran magnitud; se habla de 26 mil a nivel nacional. ¡Son muchísimos! Y casos como el de Ayotzinapa se están replicando en otras partes, como los cinco jóvenes recién desaparecidos en el estado de Veracruz, que al parecer también fueron entregados por la policía a una banda de narcotraficantes. Para la Compañía el problema de los desaparecidos es una prioridad.”

–¿En qué puede ayudar a los familiares tener un encuentro con el Papa?

–A estas familias se les ha querido acallar y cansar con el fin de que todo se olvide. Pero pese a todas las presiones en su contra han logrado que esos crímenes se mantengan a la luz pública. El Centro Pro, junto con otras organizaciones, logró que el caso Ayotzinapa fuera tomado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, justamente para que no quede impune.

“De manera que un encuentro con el Papa iría en la misma línea de derechos humanos; serviría para que el problema de los desaparecidos no se olvide. Él les podrá dar ánimo a los familiares para que continúen en su lucha. El Papa quiere tocar esa llaga durante su visita, más que convivir con políticos en recepciones palaciegas” (Proceso 2047).

Varias organizaciones de familiares de desaparecidos, por medio del nuncio Christophe Pierre, le solicitaron por escrito al Papa una audiencia. Entre estos peticionarios está el grupo guerrerense Los Otros Desaparecidos de Iguala, que intenta encontrar a más de 400 personas; el Movimiento Nacional por Nuestros Desaparecidos en México, formado por 35 colectivos; el Centro de Derechos Humanos de las Mujeres, que busca a 736 víctimas; y algunas otras organizaciones que, hasta el cierre de esta edición, no habían obtenido respuesta.

La reacción soterrada

En las últimas semanas, fuentes cercanas al Vaticano y a la Presidencia de la República han difundido que el gobierno mexicano realizó gestiones diplomáticas en la Santa Sede para impedir que se realice una audiencia de Bergoglio con los padres de Ayotzinapa y para que el pontífice suavice los discursos que pronuncie en México.

Fuentes confidenciales revelaron a este semanario que ése fue el propósito del intempestivo viaje que, el pasado 22 de enero, realizó al Vaticano la canciller mexicana Claudia Ruiz Massieu, quien, junto con Mariano Palacios Alcocer, embajador de México ante la Santa Sede, se reunió en privado con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano, y con Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados.

En dicha junta –de acuerdo con las fuentes confidenciales, una vaticana y otra de la diplomacia mexicana, que pidieron el anonimato–, Ruiz Massieu trató de persuadir al cardenal Parolin para que el Papa no se reuniera con los padres de Ayotzinapa, pues algunos de los normalistas desaparecidos al parecer habrían estado involucrados en el envío de drogas a la ciudad de Chicago, en Estados Unidos.

Ruiz Massieu entregó a Parolin información que sustenta esta versión, advirtiéndole que, de reunirse Bergoglio con estos familiares, podría enviar la señal de que está apoyando a un cártel de la droga y dañaría mucho su imagen pontificia (Proceso 2049).

Palacios Alcocer –en una entrevista publicada en el diario La Jornada, el lunes 8– negó estas versiones: “En ningún momento se tocaron estos aspectos de matizar o diluir los planteamientos de la Iglesia o del jerarca religioso. Descalifico estos señalamientos, porque me consta que se hizo un trabajo de absoluto respeto. Es ingenuo suponer o imaginar que alguien condicione lo que diga o deje de decir el Papa”.

Y sobre los discursos que pronunciará Francisco, indicó: “El gobierno sabe que los planteamientos que realiza los hace a la luz de la doctrina social de la Iglesia… Los mensajes del pontífice tienen una cobertura global y parten de la buena fe. No llega, como él mismo lo ha dicho, con una varita mágica a resolver problemas, sino a alentar la unidad, el encuentro, la esperanza, la conciliación y la concordia”.

Esa misma postura la externó Humberto Roque Villanueva, subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, quien adelantó que el obispo de Roma sólo hará “reflexiones de carácter general” sobre la situación de violencia e inseguridad del país.

En una entrevista radiofónica con Adela Micha –transmitida el miércoles 3 en el programa La primera por Adela–, Roque Villanueva asentó:

“Lo que tengo apreciado, por conversaciones que hemos tenido con la Iglesia católica, es que el Papa se va a referir a estos casos de forma general, que no va a particularizar. Tengo la impresión de que serán reflexiones de carácter general, por supuesto aplicables a México, pero no tan casuísticas como algunos creen.”

El funcionario descartó la audiencia con los familiares de Ayotzinapa, quienes, aseguró, sólo podrán asistir como espectadores a los actos multitudinarios del Papa y ni siquiera podrán saludarlo:

“Mucho tiempo se pensó que ellos habían hecho alguna gestión para que los recibiera en forma privada. Hasta donde yo tengo información, esto no va a suceder. Lo que sí va a ocurrir es que estarán presentes en algunos de los eventos de carácter litúrgico del Papa Francisco. Y lo que yo no puedo saber es si en ese momento él se va a referir a ellos en particular.”

La frivolización de las televisoras

Juan Carlos Henríquez, del área de Comunicación de la Compañía de Jesús, alerta además sobre la “frivolización mediática” a la que se va a exponer a Bergoglio, algo que puede amortiguar la fuerza de sus mensajes: “Es muy probable que se trate de minimizarlos valiéndose de esta apabullante frivolidad mediática, en la que tienen mucha experiencia sobre todo las televisoras”.

Algunas organizaciones civiles le están pidiendo a Francisco que no ceda ante las pretensiones gubernamentales de suavizar sus discursos o de rechazar la audiencia con los padres de Ayotzinapa.

Por ejemplo, la organización Católicas por el Derecho a Decidir (CDD) le pidió que se reúna personalmente con estos familiares para que escuche de “viva voz sus testimonios”, y que en sus alocuciones hable con “nombres y apellidos” acerca de los problemas de México.

En una conferencia de prensa el miércoles 10, Consuelo Mejía y María de la Luz Estrada, de CDD, expresaron que “el gobierno mexicano le está apostando a que el Papa hable de generalidades en sus discursos, pero nosotras queremos que el Papa le ponga nombres y apellidos a las distintas violencias que padece el país, y que rompa el protocolo que le trata de imponer el gobierno”.

Por su lado, el fraile dominico Julián Cruzalta, quien también participó en la conferencia, soltó categórico: “El Papa ya está perfectamente enterado de los problemas que padece el país, a través de los informes que le han dado los obispos mexicanos. Tan sólo el de Saltillo, Raúl Vera, acaba de entregarle uno muy completo sobre la situación de los derechos humanos en México”.

Y resaltó el hecho de que, al margen de presiones políticas o sugerencias de uno y otro lado, Bergoglio tiene finalmente la completa libertad para hablar y reunirse con quien quiera, pues se lo permite su alta investidura.

“Los discursos o encuentros que sostenga dependen sólo de él. De nadie más. La decisión está en sus manos”, enfatizó Cruzalta. l



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