18 feb 2016

Francisco celebra Misa a 80 metros de la «frontera más militarizada del mundo»

 Francisco celebra la Misa a 80 metros de la «frontera más militarizada del mundo»
Último día del viaje apostólico en México: en Ciudad Juárez, también periferia de Estados Unidos, puerta de entrada para miles de migrantes que tratan de alcanzar el «american dream»
Vatican Insider, 17/02/2016

DOMENICO AGASSO JR. -PABLO LOMBÓ (TURÍN)
 «Bienvenido, Papa Francisco, a la frontera más militarizada del mundo». Ciudad Juárez, en el estado de Chihuahua, es periferia tanto de México como de Estados Unidos. Son muchos los aspectos dramáticos de esta ciudad: puente para tráfico de drogas, armas y personas; «Lampedusa de América», puerta de entrada de migrantes latinoamericanos; capital mundial del feminicidio; emblema de la explotación laboral en las maquilas… Después de visitar por primera vez el Palacio Nacional de México, después de pedir perdón a los indígenas, después de decir a los jóvenes que no dejen sus vidas en manos de los narcos, Papa Francisco cierra con broche de oro visitando Ciudad Juárez en el último día de su viaje apostólico a México. Durante la organización del viaje que hizo a los Estados Unidos en 2014, se consideró la hipótesis de que el Papa visitara esta ciudad, para insistir en la situación de los migrantes, pero al final Francisco cambió el programa e incluyó la etapa en Cuba, desde donde entró a los Estados Unidos.

Ciudad Juárez tiene alrededor de 1 millón 500 mil habitantes, pero si se cuenta la población de la El Paso, Texas, forma una inmensa mancha urbana binacional de alrededor de 2,7 millones de personas, pero dividida por un muro. Un muro que no solo divide dos países, dos ciudades, sino también a muchísimas familias de migrantes. En este territorio desértico las bandas criminales luchan entre sí para controlar el tráfico ilegal (de estupefacientes y personas) hacia los Estados Unidos: un negocio que equivaldría cada año a 40 mil millones de dólares. En este territorio desértico la violencia y la inseguridad han llegado a niveles alarmantes, sobre todo después de la llamada guerra al narco emprendida por los gobiernos mexicanos desde 2006. A principios de 2015, Papa Francisco escribió un mensaje de carácter estrictamente privado e informal a un legislador de la ciudad de Buenos Aires, en el que escribió: «Ojalá estemos a tiempo de evitar la ‘mexicanización’ de la Argentina […] Estuve hablando con algunos obispos mexicanos y la cosa es de terror».
 A pocas horas de la llegada del Papa, la organización estadounidense Border Network for Human Rights organizó una misa en la frontera entre Ciudad Juárez y El Paso, en la que leyeron una carta que intentarán entregar a Francisco: «Miles de personas sufrimos diariamente los ataques de odio y de ira. Bienvenido a esta frontera donde cada año mueren cientos de nuestros migrantes tratando de alcanzar el sueño americano; bienvenido a la frontera más militarizada del mundo, aun cuando Estados Unidos no se encuentra en guerra con México». Y tal vez con sus palabras y gestos Bergoglio logre ayudar para que se evite «la mexicanización de México».
 Inmediatamente después de su llegada al Aeropuerto Abraham González, el Papa visitará el Centro de Readaptación Social Estatal (Cereso), N.3. Esta cárcel forma parte de un proyecto de recualificación de los institutos penitenciarios del estado de Chihuahua, que han obtenido el reconocimiento de estándares internacionales, según explica «Il Sismografo» (blog en tiempo real sobre la Santa Sede). En él hay alrededor de 3 mil adultos (incluidas algunas mujeres). Bergoglio se reunirá con algunos grupos de los familiares de los reclusos y, en la capilla de la cárcel, también encontrará al personal del Cereso y a los sacerdotes de la pastoral carcelaria, con quienes compartirá un momento de oración, en compañía del obispo de Ciudad Juárez, mons. José Guadalupe Torres Campos. Pronunciará también un discurso frente a 700 detenidos, después de haber escuchado el testimonio de uno de ellos, y saludará personalmente a muchos de ellos.
 Después se dirigirá al CoBach (Colegio de Bachilleres) del Estado de Chihuahua, a 9 kilómetros de la cárcel, para reunirse con el mundo del trabajo. Al final de este encuentro el Papa almorzará en el Seminario de la arquidiócesis local, en donde será recibido por cien seminaristas. Almorzará con las personas del séquito papal y con personalidades de la Iglesia local.
 Al final se dirigirá al area de la Feria de Ciudad Juárez, en donde celebrará la misa a 80 metros de la valla metálica que separa a México de Estados Unidos. Habrá fieles de una y otra parte del muro. Será una celebración con la que Francisco demostrará una vez más su cercanía a los migrantes: en este caso particular, su cercanía a todos migrantes que tratan de entrar a Estados Unidos, tanto mexicanos como centro y sudamericanos (que emprenden travesías peligrosísimas por México para llegar a esta frontera). Francisco, en cierto sentido, también volverá a dirigirse, ofreciendo su caricia a los migrantes, a los Estados Unidos. Concluida la celebración, el Papa se dirigirá nuevamente al aeropuerto de la ciudad, desde donde emprenderá el regreso a Italia, donde aterrizará, según el programa a las 14.45 (hora local) del jueves 18 de febrero, en el aeropuerto romano de Cimapino.
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El Paso; el Papa en la frontera visto desde los Estados Unidos
Además de los migrantes que dirigirán sus miradas hacia Ciudad Juárez desde la valla metálica que separa ambas ciudades, otros miles estarán en el estadio para seguir la misa a través de mega-pantallas. El obispo Seitz: «Las naciones tienen la autoridad para vigilar las fronteras, pero también el deber moral de defender los derechos humanos»
Todo listo para la visita de Papa Francisco a Ciudad Juárez
VI, 17/02/2016
GIORGIO BERNARDELLI
Ciudad Juárez, la última etapa del viaje a México de Papa Francisco. Será un momento que esa tarde (hora local) millones de migrantes de todo el continente americano seguirán con emoción. Pero también es una cita muy esperada en El Paso, Texas, la gran ciudad que confina con Ciudad Juárez, divididas por una vigiladísima valla metálica.
Para la Iglesia católica de los Estados Unidos El Paso es desde hace años una de las principales fronteras en la acogida de los latinos que tratan de atravesar de cualquier manera hacia el gigante norteamericano, encomendando sus vidas a los consejos de los «coyotes» (las personas que los «cruzan») y muchas veces muriendo en el desierto. Justamente en El Paso y en las demás ciudades fronterizas, la cooperación entre los obispos de México y los de Estados Unidos se ha hecho más intensa durante los últimos años. Aquí, por ejemplo, nació el «Hope Border Institute», un centro que, en colaboración con muchas otras realidades que ofrecen asistencia a los migrantes, trata de promover, partiendo de la doctrina social de la Iglesia, una cultura del encuentro a favor de los pobres en la frontera.
Por esta razón El Paso también recibirá hoy al Papa. Una representación de migrantes estará en la frontera, más allá de la valla, en territorio estadounidense. Francisco los verá desde un palco a 80 metros, a orillas del Río Grande, desde donde rezará por los miles de migrantes que han fallecido tratando de llegar a los Estados Unidos. Pero la que se verá en El Paso será una pequeña representación, pues toda la comunidad católica se reunirá en el Sun Bowl Stadium, de football americano, en donde se espera la presencia de miles de fieles que seguirán la Misa del Papa a través de mega-pantallas.
«A pesar de las fronteras que existen —explicó el Obispo de El Paso, mons. Mark Seitz—, nosotros nos consideramos una única gran comunidad católica. Tenemos grandes esperanzas en esta visita. No hay duda —comentó— de que habrá algunos que criticarán al Papa, diciendo que al venir a la frontera impulsa la inmigración clandestina; pero se equivocan de objetivo. Con su presencia, el papa pide lo contrario: la reforma de las estructuras y de las leyes para permitir que los migrantes y los refugiados no deban sufrir ni morir buscando un lugar seguro o un sostén económico para las propias familias. Las naciones tienen la autoridad para vigilar las fronteras, pero también tienen la obligación moral de defender los derechos humanos y la vida de las personas».
La comunidad católica de El Paso no estará sola hoy en los Estados Unidos. Con los migrantes de El Paso estará el presidente de la Conferencia Episcopal del país, el arzobispo Lousville Joseph Kurtz, quien también envió un mensaje a los católicos estadounidenses («El Papa nos pide ver a estos hermanos y a estas hermanas, del norte y del sur, como nuestros compañeros en el peregrinaje hacia Cristo»). Otros obispos estadounidenses estarán del otro lado, en México, para concelebrar con el Papa. Entre ellos estará el cardenal arzobispo de Boston, O’Malley, que hace dos años, durante la visita de Francisco a Lampedusa, otro lugar simbólico de la odisea de los migrantes, presidió una Misa en la frontera de Nogales, en el estado de Arizona. O’Malle dijo hablando de esta visita del Papa que «buenos muros no hacen buenos vecinos», utilizando un juego de palabras con el conocido proverbio estadounidense que dice exactamente lo contrario.

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