29 jul 2016

El papa visita el hospital pediátrico universitario en Cracovia

Programa del Papa en Polonia – Viernes 29 de julio
Visita a Auschwitz y Birkenau por la mañana. Hospital pediátrico y vía crucis con los jóvenes por la tarde.
Viernes 29 de julio:
Por la mañana, Francisco celebra la misa en privado.
9.30 horas –  Visita al campo de concentración de Auschwitz y Birkenau
13:00 horas - Regresa a Cracovia.
 16:00 horas -Visita el hospital pediátrico universitario. El Papa dirigirá unas palabras.
 18:00  horas Participará en el Vía Crucis con los jóvenes en el Parque Jordán en Błonia.
 Por la noche el Papa saluda desde el palacio arzobispal, en particular a los ‘sin techo’ y marginados.
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Como ya se ha hecho habitual en su pontificado y, de modo especial en sus viajes internacionales, Francisco hizo una visita al Hospital Pediátrico universitario de Prokocim en Cracovia.
Ahí como horas antes lo hizo en Auschwitz,  el papa fue recibido por la Primera ministra Beata Maria Szydło.
En el atrio Francisco fue acogido por 50 pequeños pacientes, acompañados por sus padres. 
Los niños y las niñas estaban sentados en sillas de ruedas, muchos de ellos llevan en los rostros las señales inconfundibles de los tratamientos contra el cáncer. 

El jesuita saludó uno por uno a los pequeños que escucharon sus palabras, les acarició los rostros y los bendijo. Una niña le regaló al Papa un dibujo.
 Al final, Francisco prosiguió su visita, de manera privada, por los corredores de la sección de Emergencias. Antes de abandonar la estructura se detuvo en la capilla a rezar en silencio.
Este fue su mensaje:
Queridos hermanos y hermanas:
No podía faltar, en esta mi visita a Cracovia, el encuentro con los pequeños ingresados en este hospital. Los saludo a todos y agradezco de corazón al Primer Ministro por las amables palabras que me ha dirigido.
Me gustaría poder estar un poco cerca de cada niño enfermo, junto a su cama, abrazarlos uno a uno, escuchar también por un momento a cada uno de vosotros y juntos guardar silencio ante las preguntas para las que no existen respuestas inmediatas. Y rezar.
El Evangelio nos muestra en repetidas ocasiones al Señor Jesús que encuentra a enfermos, los acoge, y también que va con gusto a encontrarlos. Él siempre se fija en ellos, los mira como una madre mira al hijo que no está bien, siente vibrar dentro de ella la compasión.
Cómo quisiera que, como cristianos, fuésemos capaces de estar al lado de los enfermos como Jesús, con el silencio, con una caricia, con la oración. Nuestra sociedad, por desgracia, está contaminada por la cultura del «descarte», que es lo contrario de la cultura de la acogida.
Y las víctimas de la cultura del descarte son precisamente las personas más débiles, más frágiles; esto es una crueldad. Sin embargo es hermoso ver que, en este hospital, los más pequeños y necesitados son acogidos y cuidados. Gracias por este signo de amor que nos ofrecen. Esto es el signo de la verdadera civilización, humana y cristiana: poner en el centro de la atención social y política las personas más desfavorecidas.
A veces, las familias se encuentran solas para hacerse cargo de ellos. ¿Qué hacer? Desde este lugar, donde se ve el amor concreto, diría: multipliquemos las obras de la cultura de la acogida, obras animadas por el amor cristiano, el amor a Jesús crucificado, a la carne de Cristo. Servir con amor y ternura a las personas que necesitan ayuda nos hace crecer a todos en humanidad; y nos abre el camino a la vida eterna: quien practica las obras de misericordia, no tiene miedo de la muerte.
Animo a todos los que han hecho de la invitación evangélica a «visitar a los enfermos» una opción personal de vida: médicos, enfermeros, todos los trabajadores de la salud, así como los capellanes y voluntarios. Que el Señor los ayude a realizar bien vuestro trabajo, en este como en cualquier otro hospital del mundo. No quisiera olvidar aquí el trabajo de las religiosas, muchas religiosas que dan la vida en los hospitales. Y los recompense dándoles paz interior y un corazón siempre capaz de ternura.
Gracias a todos por este encuentro. Los llevo conmigo en el afecto y la oración. Y también vosotros, por favor, no se olviden de rezar por mí.
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 En 1991 Juan Pablo II vivitó el mismo hospital, y ahora algunas reliquias del Pontífice polaco se conservan en la pequeña iglesia en su interior. El capellán, el padre Lucjan Szczepniak, recibió hace algunos años el título de «samaritano de la misericordia», por sus actividades con los niños. (Vatican Insider).

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