Revista
Proceso #2080, 11 de septiembre de 2016..
José
Antonio Meade Un hombre de mucho capital político/MATHIEU TOURLIERE
De
diciembre de 2012, cuando entregó la Secretaría de Hacienda a Luis Videgaray,
al jueves 8, cuando éste se la devolvió, el itinerario administrativo y
político de José Antonio Meade ha sido fructífero. En el ínterin, estuvo en la
cancillería y en la Secretaría de Desarrollo Social, donde supo congraciarse
con los sectores más necesitados, pero sobre todo cultivó amistad con la clase
política, los empresarios y representantes del clero. Hoy que está otra vez en
Hacienda, vuelven a mencionarse sus aspiraciones presidenciales para 2018. Sin
embargo, el camino está muy accidentado.
Bajo
ese perfil voluntariamente discreto, Meade dedicó su corta estancia en la
Sedesol –donde estuvo sólo 378 días– a realizar una intensa campaña política
para posicionarse en la administración peñanietista.
Durante
ese periodo Meade no movió una coma a las estrategias de combate a la pobreza
implementadas por su predecesora Rosario Robles Berlanga. Eso sí, viajó, y
mucho. Encabezó 246 actos públicos, 145 de ellos fuera de la Ciudad de México,
de acuerdo con una revisión exhaustiva de su agenda y los discursos que
pronunció.
Como
titular de la Sedesol aprovechó las “giras de trabajo” y otras reuniones para
tejer alianzas con actores clave de la vida política del país, las cuales
quedaron plasmadas en 85 acuerdos o convenios; uno cada cuatro días.
Reforzó
también sus vínculos con gobernadores –a la mayoría los trata con
familiaridad–, alcaldes, empresarios, banqueros, líderes de organizaciones
campesinas y ganaderas, militares, académicos y representantes religiosos. Y,
por supuesto, se lució repartiendo despensas a los beneficiarios de programas
sociales y anunció mayores recursos para entidades federativas y municipios.
Y
aunque no milita de manera formal en ningún partido, ha sido funcionario en dos
administraciones federales del PAN y otras dos del PRI. En los últimos cinco
años, Meade, hijo del priista Dionisio Meade y sobrino nieto de Daniel Kuri
Breña, uno de los fundadores del PAN en 1939, ocupó sucesivamente las
secretarías de Energía (Sener) y de Hacienda en el sexenio de Felipe Calderón;
así como las de Relaciones Exteriores (SRE), de Desarrollo Social, y de
Hacienda bajo la administración de Peña Nieto.
El
miércoles 7, El Universal publicó una entrevista con Meade, en la que se centró
en la controvertida visita del estadunidense Donald Trump a México, que
desembocó en la renuncia de Videgaray, presunto autor intelectual de la
invitación al candidato republicano.
En
esa entrevista, Meade comentó que la visita de Trump “sirvió al país y a los
mexicanos”. Los costos, dijo, eran menores. Al día siguiente fue nombrado
titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Las
giras
De
acuerdo con el recuento que Proceso hizo con base en la información pública
disponible, como titular de la Sedesol, Meade viajó 17 veces al Estado de
México, 12 a Guerrero, nueve a Oaxaca, siete a Puebla y Michoacán, seis a
Hidalgo, Jalisco, Chihuahua y Baja California Sur, cinco a San Luís Potosí y
Nayarit, y cuatro a Querétaro, Nuevo León y Chiapas.
A
principios de este año, Meade firmó con los gobernadores de las 32 entidades
federativas un “Convenio por un México sin pobreza”. Sin embargo, en sus “giras
de trabajo” el funcionario lucía más como candidato en campaña de seducción que
como titular de la Sedesol.
En
sus alocuciones frente a los beneficiarios de programas sociales acarreados
–después de sesiones de entrega de bienes, ya fueran televisiones, cuartillas
sociales o alimentos– solía hablar de su amistad con algunos gobernadores.
En
Tlaxcala, por ejemplo, donde gobierna el priista Mariano González Zarur,
declaró: “De las primeras cosas que hacía yo después de asumir un nuevo puesto
era ir a ver a Mariano. En la casa somos amigos de Mariano. Yo, desde hace 15
años; mi papá, desde hace más”.
Durante
2015, Meade extendió elogios similares a los mandatarios Eruviel Ávila
Villegas, del Estado de México; Carlos Lozano, de Aguascalientes; Manuel
Velasco Coello –El Güero, lo llama Meade–, de Chiapas; Javier Duarte Ochoa, de
Veracruz; Arturo Núñez, de Tabasco; Egidio Torres Cantú, de Tamaulipas; Silvano
Aureoles Conejo, de Michoacán; y Héctor Astudillo Flores, de Guerrero, a cuya
tome de posesión asistió.
Ante
los beneficiarios de los programas sociales, Meade se mostró como un
funcionario comprometido con el pueblo, aunque en muchas ocasiones su actitud
derivó en demagogia y paternalismo.
“Cada
vez que llega un funcionario a trabajar en el sector rural y que no conoce bien
el campo, cómo lo criticamos. ¿Qué es lo que decimos? ¿Que el único campo que
conoce es cuál? El campo de golf, ¿verdad? Yo ni siquiera juego golf”, declaró
Meade en Jalisco el pasado 24 de junio.
“¿Para
quién trabaja el gobernador? ¿Para quién trabaja el presidente Peña Nieto?”,
preguntó el pasado 29 de junio en Michoacán. Y añadió: “Ningún otro color nos
importa, ningún otro nos divide. Quienes aquí estamos venimos a recordarles que
el presidente Peña Nieto los tiene en el corazón y que está trabajando por
ustedes”.
El
Estado de México fue la entidad que más recorrió Meade acompañado por Ávila
Villegas. El pasado 22 de enero se reunió con Ana María Chimal Velasco, la
presidenta municipal de Atlacomulco, de donde proviene el grupo priista en el
poder, Peña Nieto incluido.
El
entonces titular de la Sedesol tampoco descuidó al estado de Hidalgo, del que
es originario el secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. Entre el
18 de enero y el 7 de febrero de este 2016 viajó tres veces a la entidad.
Alianzas
empresariales
El
8 de septiembre de 2015, apenas 10 días después de asumir el cargo en la
Sedesol, Meade asistió a la comida anual de los 300 líderes más influyentes de
México, organizada por la revista del mismo nombre.
Este
año multiplicó los encuentros con las élites empresariales del país, las cuales
reprobaron en muchas ocasiones la gestión de Videgaray en Hacienda.
Meade
viajó a Chihuahua en enero pasado, donde firmó un convenio con el magnate de
las telecomunicaciones Carlos Slim Helú. Posteriormente acordó convenios con
Banamex, Nestlé, Grupo Bimbo, PepsiCo, Femsa y Soriana, el Consejo Ejecutivo de
Empresas Globales, la International y la American Chamber of Commerce y Grupo
Bafar, entre otros.
Asimismo,
participó en reuniones de la Confederación Patronal de la República Mexicana,
la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación, la Confederación de
Cámaras Industriales, la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio,
Servicios y Turismo y el Consejo Coordinador Empresarial.
También
asistió a la Cumbre Financiera Mexicana, al Congreso Nacional del Colegio de
Ingenieros Civiles de México, a la asamblea general de socios del grupo de
consultoría Deloitte México y al de la Confederación Nacional Campesina.
Sostuvo encuentros con la Asociación Mexicana de la Industria del Petróleo, la
Academia del Derecho Fiscal y el Foro Forbes Mujeres Poderosas.
El
17 de enero, durante la celebración del 50 aniversario de la ordenación
episcopal de Antonio Chedraoui, arzobispo de la Iglesia Ortodoxa de México y
pieza importante en la élite político-empresarial mexiquense, Meade se
encontraba en primera fila, sentado al lado de Carlos Hank Rhon. Ofreció un
discurso, no como ciudadano, sino como titular de la Sedesol. Lo acompañó su
equipo de Comunicación Social.
En
la entidad mexiquense, Meade firmó convenios de colaboración con las empresas
Chedraui y Walmart, pero también con la Fundación Teletón, dirigida por
Fernando Landeros Verdugo, y la Universidad Anáhuac, operada por los
Legionarios de Cristo. En la Ciudad de México rubricó otro con la Universidad
Panamericana, la institución del Opus Dei de la que egresó Peña Nieto.
En
dos ocasiones viajó a Acapulco, en donde asistió a ceremonias sobre el Buque
Escuela Cuauhtémoc, junto con Salvador Cienfuegos Zepeda, titular de la
Secretaría de Defensa Nacional, y Vidal Soberón Sanz, a cargo de la Secretaría
de la Marina, con la que la Sedesol firmó un convenio en marzo pasado.
También
se presentó a las reuniones plenarias de los senadores y diputados del PRI y
del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), y participó en dos ocasiones en
las conferencias de congresos locales, a las que asisten los legisladores
estatales de toda la República.
Incluso,
con el pretexto de promover el programa “Futbol por la inclusión” –patrocinado
por la trasnacional Coca Cola–, Meade visitó a la Selección Nacional de futbol
el pasado 24 de mayo. A menos de dos meses de arrancar el Mundial, el
funcionario posó para la fotografía junto a los jugadores.
Operadores
El
20 de agosto de 2015, cuando todavía estaba al frente de la SRE, Meade estuvo
en la investidura de Manlio Fabio Beltrones y Carolina Del Mazo como presidente
y secretaria general del PRI, respectivamente.
La
aparente cercanía del funcionario con Beltrones y su intromisión en los asuntos
internos del partido provocaron molestia y asombro en varios sectores del
tricolor. Las sospechas se confirmaron ocho días después, cuando Peña Nieto
anunció el nombramiento de Meade como titular de la Sedesol.
Meade
distribuyó los puestos clave de la dependencia entre personas muy cercanas que
trabajaron para él en Hacienda y lo siguieron en la cancillería.
Así,
ofreció la subsecretaría de Planeación, Evaluación y Desarrollo Regional a
Vanessa Rubio Márquez; a Ignacio Vázquez Chavolla lo nombró oficial mayor; su
amigo Juan Manuel Valle Pereña heredó la paraestatal Diconsa; Julio César
Guerrero Martín quedó al frente de la Oficina del Secretario, mientras Mario
Zamora Gastélum fue colocado en la Unidad de Coordinación de Delegaciones de la
Sedesol.
Zamora
Gastélum, quien trabajó para Meade en Financiera Rural en 2003, aprovechó su
puesto clave en la Sedesol para realizar operaciones políticas. En Sinaloa, por
ejemplo, reveló malas prácticas del PRI al secretario estatal panista Roberto
Cruz para dañar al tricolor, según pláticas telefónicas filtradas a El
Universal en junio pasado. La Sedesol confirmó la veracidad de las grabaciones,
pero negó que se tratara de una operación política.
El
pasado 3 de mayo, Meade movió sus aspiraciones políticas a un nivel superior:
reclutó como “asesor especial” a José Ramón Martel López, priista potosino de
la vieja guardia, quien asesoró a José López Portillo entre 1976 y 1978, cuando
estuvo en Los Pinos.
Martel
pasó las siguientes tres décadas moviéndose en las más altas esferas del PRI.
Ocupó, entre otros cargos, la secretaría adjunta de Roberto Madrazo cuando éste
fungía como presidente del Consejo Ejecutivo Nacional del PRI; como diputado
federal –de 2009 a 2012– asumió la vicecoordinación del partido en San Lázaro,
e incluso encabezó durante un mes el Sistema Nacional de Seguridad Pública, a
principios de 2013.
Al
frente
Durante
sus primeros dos años en la cancillería, Meade asumió la tarea, relativamente
fácil, de alimentar el llamado Mexican Moment. Peña Nieto lucía entonces en el
ámbito internacional como un presidente reformista y modernizador.
Sus
reformas estructurales, según los medios, abrían la puerta a la inversión
extranjera. Meade promovió esa imagen en los foros internacionales y en los
encuentros bilaterales.
Sin
embargo, a partir de 2014 el funcionario pretendió apagar los señalamientos internacionales
sobre la evidente crisis de derechos humanos que sacude el país, marcada por la
desaparición forzada de los 43 normalistas de Ayotzinapa. El 17 de diciembre de
ese año, Meade trató de presentar un panorama positivo de la situación en México;
incluso negó que la tragedia de Iguala afectara la imagen del país ante el
mundo.
Pero
en febrero de 2015 la cancillería de Meade envió una nota diplomática al
Vaticano en la que expresó su “preocupación e inconformidad” ante las
advertencias del Papa Francisco de la posible “mexicanización” de Argentina.
Apenas
un mes después la dependencia entró en conflicto abierto con Juan Méndez, el
relator especial sobre tortura de la ONU, quien aseveró en un informe que la
práctica de la tortura era “sistemática” en el país.
La
cancillería descalificó el informe y a su autor, con el pleno respaldo de
Meade. A partir de ese entonces, el gobierno mexicano rechazó todos los
informes que documentaron la crisis de derechos humanos en el país.
En
la Sedesol, Meade respaldó las declaraciones de Peña Nieto cuando atribuyó al
“mal humor social” la situación del país. En Campeche, el pasado 14 de abril,
dijo: “Vale la pena que dejemos el mal humor, vale la pena que dejemos la
crítica sin fundamento y vale la pena que nos demos cuenta que tenemos un gran
país”. Afirmó también: “Tenemos mucha suerte, hoy, de que el presidente Peña
Nieto sea el presidente de México”.
A
finales de junio, Meade nutrió durante varios días la versión del gobierno
federal según la cual los bloqueos carreteros que mantenía la Coordinadora
Nacional de los Trabajadores de la Educación en Oaxaca impedían el
abastecimiento de las tiendas Diconsa y Liconsa en ciertas regiones.
Mediante
una escena teatral, Meade instaló un puente aéreo y protagonizó la salida del
primer avión militar con su cargamento de maíz.
Un
mes más tarde estalló la polémica generada por el cambio de metodología que
operó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en el
levantamiento de la encuesta de Módulo de Condiciones Socioeconómicas, con el
que “creció” 33% el ingreso del decil más pobre de México.
Se
sospechó que el gobierno maquilló las cifras para reducir de manera artificial
la pobreza, pero Meade defendió al Inegi.
Hoy,
Meade está en Hacienda, dependencia que recibió en una coyuntura singular,
donde la amenaza de crisis es creciente por los desmanes cometidos por
Videgaray y sus operadores.
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