Coro de Regensburg; carta del obispo: “Solo puedo pedir humildemente perdón por los abusos”
Monseñor Rudolf Voderholzer escribió a la diócesis después de la publicación del Informe final sobre los abusos contra los “Domspatzen”: «Informe indigerible, pero puede ayudar a las víctimas»
El Coro de Regensburg
Vatican Insider, Pubblicato il 24/07/2017
SALVATORE CERNUZIO
CIUDAD DEL VATICANO
«Todo esto me duele profundamente y me llena de vergüenza. Solo puedo pedir humildemente perdón, en nombre de los culpables, la mayor parte fallecidos, pido que se acepte esta petición». Faltaba solamente su voz entre todas las que han comentado el triste caso de la violencia y los abusos que sufrieron los pequeños miembros del coro de los “Domspatzen”. El obispo de Regensburg, Rudolf Voderholzer, decidió publicar una carta a los fieles, del 22 de julio, y pidió que se leyera durante todas las celebraciones dominicales de ayer.
En el texto Voderholzer comentó el resultado del Informe final redactado y publicado por el abogado Ulrich Weber, después de una cuidadosa y larga investigación encomendada por la misma diócesis. La investigación demostró que a lo largo de alrededor de medio siglo 547 niños del coro de la catedral fueron víctimas de maltratos y violencia carnal, 60 de ellos sufrieron también abusos sexuales. El obispo expresó a las víctimas su agradecimiento por haber contribuido con la investigación ofreciendo sus testimonios, algunos pronunciados después de décadas de traumas y silencios. «A pesar del sufrimiento vivido, se pusieron en contacto con los representantes de la diócesis, en particular con el señor Weber».
Monseñor Voderholzer alabó también el trabajo que llevó a cabo el abogado, pues logró «esclarecer» las «estructuras» y «contextos» que permitieron «o incluso favorecieron» estos delitos. Una conclusión fundamental para evitar que se repitan en el futuro. El religioso también se refirió al «aislamiento», a las «barreras comunicativas» y a las «omisiones» por parte de los responsables políticos y eclesiales como circunstancias que hicieron posible el horror al que fueron sometidos aquellos chicos, algunos incluso muy pequeños, día tras día.
No se trata solo de «bofetones», escribió Voderholzer. Es más, esta era une medida punitiva corriente en la época, incluso en las escuelas, socialmente aceptada para obtener disciplina y obtener mejores resultados, sobre todo en el ámbito artístico. En el informe se describen violencias «muy superiores»: niños encerrados en sacos negros, puñetazos, patadas, golpes con objetos contundentes y otras atrocidades. Sin olvidar las violaciones perpetradas principalmente en la Vorschule Etterzhausen, la escuela de formación adyacente al coro.
«Quien lea estas descripciones solo podrá sentir horror y consternación», se lee en la carta del obispo de Regensburg. Muchos niños y chicos «vivían en un terror constante» de castigos «arbitrarios e inminentes», e incluso en la actualidad, después de casi cuarenta años, sufren por las «humillaciones que soportaron». «Estos niños fueron encomendados de buena fe a sacerdotes y al personal eclesial» cuyo compromiso era vivir «los diez mandamientos y el mandamiento del amor», afirmó monseñor Voderholzer, quien no dejó de admitir todo su dolor y toda su vergüenza: «Solamente puedo pedir humildemente perdón», dijo el obispo, también en nombre «de los culpables, la mayor parte fallecidos», implorando que sea acogida su petición.
No es fácil. Estos resultados «son difíciles de digerir también para nosotros», confió el obispo. Sin embargo, era necesario llegar a los resultados del informe. Era necesario para las víctimas, que consideraron muy positivo el informe pues «les ayudará a tener paz frente a este doloroso capítulo de su historia». Y también era necesario el informe para las autoridades competentes del Gobierno federal, que pudieron ver, por escrito, y evaluar el trabajo que ha hecho la Iglesia al respecto, sobre todo a partir de 2010, cuando la diócesis activó medidas, estructuras y a personas que se ocuparon no solo de los casos de abusos sexuales, sino también de las agresiones físicas.
Aunque se ha hecho mucho en escuelas, coros, guarderías e institutos para la tutela de los menores, se necesita mayor «apoyo», dijo el obispo, para otras iniciativas que pretenden prevenir casos semejantes. «Apoyar a los niños y a los jóvenes, ofrecer testimonio de la fe con la palabra y con el ejemplo, pero también aprender de ellos, esta es nuestra tarea para el futuro».
Al final de su carta Voderholzer recordó que se están esperando los resultados de otros dos estudios que «deberán aclarar más los contextos históricos y sociológicos» de los abusos contra los “Domspatzen”, y aseguró que la diócesis continuará comprometiéndose por las víctimas con apoyo económico (en los últimos años las víctimas recibieron una indemnización de 2550 euros) y psicológico, basado en nuevos estudios. Al mismo tiempo solicitó que «todos aquellos que fueron víctimas de violencia o de abusos sexuales en otras instituciones eclesiásticas, y que hasta ahora no lo han señalado», encuentren el valor «para confiar en nosotros», para que «puedan experimentar reconocimiento y justicia, y encuentren ayuda».
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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