"Estoy en desacuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo," ...Evelyn Beatrice Hall, el seudónimo Stephen G. Tallentyre, falsamente atribuido a Voltaire..
De nuevo Federico Arreola quiere que Ricardo Alemán se calle...
Mmm.
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Un Pubpeer periodístico exigiría a @Milenio disculparse por @RicardoAlemanMx
FEDERICO ARREOLA/@FedericoArreola
SDPnoticias, vie 14 jul 2017
La buena columna de Carlos Marín no merece estar al lado de los insultos de Ricardo Alemán.
Tiene razón Carlos Marín en su artículo Camada súbita de “ingenieros” y “peritos”: en la tragedia del socavón cuánto “distrae y estorba para llegar a la verdad la caterva en medios de ingenieros y peritos repentinos que, con lugares comunes, generalizaciones y juicios sumarios, dicen saber ya quiénes son los culpables de la desgracia”.
A veces pienso que los medios de comunicación mexicanos necesitan, urgentemente, un arbitraje como el de las revistas científicas antes de publicar artículos, algo así como el peer review o la revisión por pares, mediante el cual —cito a Wikipedia— se deja abierto el trabajo a publicar “al escrutinio, y frecuentemente a la anotación o modificación, por autores de rango semejante o superior al del autor. Generalmente se considera válida una publicación científica sólo cuando ha pasado por un proceso de arbitraje como el de admisión para publicación en una revista arbitrada”.
Como ese procedimiento puede no resultar práctico en el negocio del periodismo, entonces quizá valdría la pena diseñar para los medios un sistema de revisión como la web Pubpeer que simplemente —cito a Carlos Quispe-Gerónimo— “es un servicio en línea que busca crear una comunidad que opine sobre los resultados expuestos en artículos científicos y que pueda generar una discusión al respecto… este servicio es una muy buena alternativa para validar trabajos que no hayan tenido una revisión exhaustiva por un proceso de peer-review. Sin duda, la apertura del proceso de publicación científica no solo trae beneficios al autor sino que también permite que sus trabajo tenga mayor credibilidad. De igual modo, el proceso de peer-review tradicional está en serios aprietos”.
En efecto, Pubpeer nació porque hay deficiencias notables y hasta fraudes en no pocos artículos científicos publicados en revistas de gran prestigio.
El citado Quispe-Gerónimo cuenta que Shoukhrat Mitalipov, experto en biología celular, denunció en Nature que su paper titulado Human Embryonic Stem Cells Derived by Somatic Cell Nuclear Transfer contiene errores… "Lo interesante del asunto radica en cómo se lograron evidenciar los errores. Un usuario anónimo en Pubpeer envió un comentario que fue recogido por la revista Cell, que publicó el artículo de Mitalipov, e inmediatamente se comunicó con el autor y le alcanzó las observaciones”.
Algunos investigadores denunciados en Pubpeer han dicho que este arbitraje no se puede tomar en serio porque es una especie de Twitter científico en el que se opina anónimamente.
Lo cierto es que Pubpeer ha sido bastante útil para incrementar la seriedad y por lo tanto la calidad de los trabajos científicos.
En fin, para evitar “la caterva en medios de ingenieros y peritos repentinos” que correctamente ha denunciado Carlos Marín haría falta para el periodismo algo parecido al Pubpeer que permita a los propios periodistas participar en la revisión por pares después de publicadas las columnas, de tal forma de que los medios se comprometan a retirar —al menos a borrar de sus versiones en internet, desde luego dando una explicación— escritos con serias deficiencias.
Un Pubpeer de medios, por ejemplo, exigiría al director editorial de Milenio, el mencionado Carlos Marín, no solo retirar una columna como la de hoy de Ricardo Alemán, sino una disculpa del periódico por haber permitido a su columnista insultar con tanta ligereza a la “jauría de idiotas” que ha convertido a las redes sociales en “el reino del maniqueísmo y la estupidez”, “idiotas” a los que el señor Alemán les ha pedido al finalizar su escrito que “¡no mamen!”.
¿Por qué insultó Ricardo Alemán a los usuarios de las redes? Nada más porque han opinado sobre la crisis del socavón. Y no es la primera vez, por cierto, qué tal columnista ofende a tuiteros y feisbuqueros.
Estoy seguro de que Carlos Marín entenderá que un artículo periodístico no solo debe estar bien escrito y desde luego basarse en investigaciones serias y en datos duros, sino que además tiene que abstenerse de insultar al público que se toma la molestia de opinar en Twitter, Facebook, etcétera.
Si permitió la publicación de la columna de Alemán, seguramente se debió a que Marín no la leyó antes. Un Pubpeer periodístico podría servirle para leerla con sentido crítico después de publicada y, si fuera justo hacerlo, retirar el artículo mal hecho y hasta disculparse con el público.
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Columna Itinerario Político/ Ricardo Alemán
Milenio, 14 de julio de 2017
El socavón: “¡Que renuncie Peña!”
No es novedad que la jauría de idiotas de las redes haya convertido en el reino del maniqueísmo y la estupidez la tragedia del socavón.
No es nueva la campaña para demoler la confianza en el gobierno federal, sobre todo luego de éxitos como el del empleo y de reformas como la energética y la educativa.
Lo nuevo, en todo caso, es la facilidad con la que ciudadanos, periodistas e intelectuales compran el maniqueísmo y la estupidez que acompañan al escándalo de la tragedia del socavón.
Y es que si bien nada justifica las fallas técnicas que hicieron posible el socavón y si bien nada perdona el error criminal que hizo posible el accidente y luego la tragedia, también es cierto que una sociedad democrática no puede tolerar el maniqueísmo y la destrucción institucional a manos de una legión de idiotas a sueldo.
Sin duda que algo se hizo mal para que a tres meses de inaugurado el libramiento carretero se haya producido un socavón como el de la tragedia.
Sin duda que existen responsables en muchos niveles de gobierno y de las empresas privadas.
Pero tampoco hay duda de que hasta hoy nadie sabe quién es el responsable y por qué se produjo la tragedia; de quién o de quiénes fueron el o los errores que provocaron la tragedia y menos si se trató de una deficiencia técnica, estructural, un error de cálculo, de planeación, de presupuesto y/o de corrupción.
Lo que hoy se conoce son los resultados: una deficiencia en la carretera que provocó un accidente y la tragedia.
Sin embargo, las babeantes fieras de la jauría de idiotas y no pocos periodistas ya encontraron un culpable, ya juzgaron, rindieron su veredicto y hasta establecieron una sentencia.
“¡Que renuncie Peña!”, gritan desde el coliseo romano de las redes.
“¡Que renuncie Ruiz Esparza!”, corean otros desde la comodidad de sus celulares, convertidos en revelación de los misterios del mundo.
Y es que hoy toda la babeante jauría de idiotas se creen ingenieros civiles, capaces de entender y explicar que el socavón se produjo porque Peña Nieto quiso desviar la atención por la llegada a México de Javier Duarte y porque el secretario Ruiz Esparza fue el operador de esa decisión engañabobos. ¡Maniqueos sin freno!
Lo cierto es que nadie quiere ver y menos entender que antes de hacer un juicio y pedir la renuncia de nadie, el sentido común, el sentido jurídico y el sentido periodístico ordenan realizar una investigación cuidadosa, con estándares científicos, para conocer el origen del error, la falla técnica y, por tanto, la responsabilidad humana. Hasta entonces se podrán fincar las responsabilidades respectivas.
Y hasta entonces se podrá saber si son culpables los responsables de la obra, los supervisores, el municipio, el gobierno estatal, la SCT, Hacienda y otras instancias que tenían que ver con la obra, la construcción, la supervisión y la autorización final para ponerla en marcha.
Pero el colmo del maniqueísmo y la estupidez de la legión de idiotas y de no pocos periodistas y analistas es que con sus reacciones y declaraciones exhiben su ignorancia elemental del papel del Estado y sus respectivas jerarquías y responsabilidades.
Quisieran ver a Peña Nieto, al titular de Comunicaciones, Ruiz Esparza, y a todos los servidores públicos involucrados, igual que a los dueños de las empresas constructoras, enfundados en overol, con botas industriales, casco y con la pala en la mano, supervisando la obra.
La estupidez no les da a esos ciudadanos, periodistas y opinantes para entender que no es responsabilidad presidencial y tampoco del titular de la SCT supervisar las obras.
Para eso existen subsecretarios, expertos en supervisión, científicos y técnicos, empresas contratadas para verificar las obras y el control de calidad.
La idiotez de la legión y la estupidez de los maniqueos de los medios lleva a suponer que Peña Nieto y Ruiz Esparza hoy son ingenieros civiles para supervisar el libramiento carretero, mañana son expertos en armas para acabar con la inseguridad y pasado mañana son médicos para entender por qué amputaron las ideas a los periodistas espiados.
Peña Nieto y Ruiz Esparza tienen, sin duda, una responsabilidad política, en tanto Ejecutivo Federal y cabeza del sector comunicaciones. Pero no pueden hacer el trabajo de ingenieros y tener la responsabilidad de los técnicos. Suponer que el Presidente y sus colaboradores deben estar al frente de las cuadrillas de albañiles, de policías y hacer de pilmamas de periodistas no es más que otra muestra del periodismo ratonero y militante.
Por eso, a la legión de idiotas y a los necios del periodismo les regalamos un cariñoso “no mamen”.
Al tiempo.
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Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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