9 jun 2019

El mensaje de Porfirio Muñoz Ledo en Tijuana, BC

El mensaje del diputado presidente de la Cámara de Diputados de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo, tarde del sábado 8 de junio de 2019
PORFIRIO ALEJANDRO MUÑOZ LEDO, PRESIDENTE DE LA CÁMARA DE DIPUTADOS: Gracias, muchachos.
Ciudadano presidente de la República, señoras y señores gobernadores y legisladores, muy querido pueblo de Tijuana.
Desde hace 100 años de los tratados de Bucareli no teníamos una relación tan accidentada por el gobierno de los Estados Unidos.
La sustitución del lenguaje diplomático por la procacidad y el cambio de un trato amistoso por la amenaza que obliga a reforzar nuestra unidad mediante el Acuerdo Nacional de Defensa de la Dignidad del país que ha propuesto el presidente.
Aspiramos que al final de este túnel nuestra relación con los Estados Unidos sea mucho mejor de la que ahora tenemos.

Ha habido momentos muy cordiales y muy fructíferos. Se refirió el gobernador a la buena vecindad con Franklin Delano Roosevelt, que atemperó la expropiación del petróleo y nos llevó a la Segunda Guerra Mundial en alianza con los Estados Unidos.
Hoy es un día de celebración, pero también de reflexión y de mirada larga hacia el futuro.
Vivimos un nuevo tiempo histórico, el de la globalidad, este exige la creación de bloques económicos y regionales competitivos hacia el mundo y equitativos en su estructura interna.
Apenas podemos entender que Trump quisiera desarticular nuestras relaciones económicas construidas durante tantos años mediante los aranceles que hubieran tenido efectos imprevisibles sobre nuestra economía.
Yo quiero referirme a un tema principal, no podemos aceptar que la migración sea una palabra maldita. La migración es un derecho humano que debe ser respetado; así lo consagran todas nuestras constituciones, desde la de Morelos y todos los tratados internacionales sobre la materia.
Tampoco podemos aceptar el lenguaje mentiroso que no quiere diálogo, sino acciones; lo que significa que no tiene ninguna intención de llegar a acuerdos.
Saben que nosotros tenemos la fuerza de la razón y ellos la razón de la fuerza.
Dos reflexiones:
Más de cinco millones de trabajadores norteamericanos dependen del intercambio comercial. Es claro que, entre nosotros, los dos países, no existe una sumisión, sino una interdependencia. Lo prueba esta franja fronteriza desde Tijuana hasta Matamoros, donde hay el mayor cruce de personas, de modo pacífico y ordenado, de todo el planeta.
También existe el derecho a no migrar, que significa la creación de condiciones en su país de origen para que los ciudadanos no tengan que trasladarse a otras regiones.
México ha confiado desde hace mucho en la solución bilateral de nuestros problemas. Aunque podíamos haber acudido a la Organización Mundial de Comercio, a la Suprema Corte de La Haya y hasta las Naciones Unidas, yo quiero decir que la vía que hemos encontrado es la mejor. Y quiero felicitar a los negociadores encabezados por Marcelo Ebrard y por Martha Bárcenas que tuvieron una actitud paciente y que jamás se dejaron chantajear.
Lo que es en mi criterio inmoral e inaceptable es el doble rasero entre la frontera norte y la del sur. Por una parte, exigimos que nos abran las puertas; y por el otro lado sellamos el paso de los centroamericanos para hacerle un oscuro favor a los Estados Unidos.
La mejor atenuante del éxodo es la elevación sustantiva y progresiva, las condiciones de vida mediante el aumento sustantivo de los salarios. En eso coincidimos con Canadá y con los Estados Unidos.
Me dirijo, por último, a nuestros compatriotas del exterior con los que hemos tenido durante 50 años las mejores relaciones. Ellos representan nuestra historia y aspiración.
México es una nación que trasciende sus fronteras; de hecho, hay países con varias relaciones y naciones en varios estados. Jamás podríamos abandonar a nuestros compatriotas, ellos son también una réplica del federalismo mexicano, los bajacalifornianos, zacatecanos, de los queretanos, y nuestras autoridades estatales han cuidado con mucho esmero el fortalecimiento de los vínculos solidarios.
Queremos una patria grande, que existirá ahí donde se encuentre un mexicano.
¡Viva la gran nación mexicana!
¡Que vivan nuestros compatriotas del exterior!
¡Que viva la buena vecindad!

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