15 oct 2021

A 10 años de la partida de Miguel Ángel Granados Chapa/Alejandro Olmos Cruz

A 10 años de la partida de Miguel Ángel Granados Chapa/Alejandro Olmos Cruz

Tomado de su Facebook.


A 10 años del fallecimiento de Miguel Ángel Granados Chapa, ¿qué decir de una de las figuras más destacadas del periodismo nacional de los últimos años? Desde luego, que sigue representando una muy sensible pérdida, que impactó en muchos sectores de la vida pública del país, por el tipo de periodismo que producía, siempre con un tono crítico, puntilloso, analítico, en defensa de las clases sociales más desprotegidas y vulnerables.

Pero esto, ya de por sí muy meritorio, no era lo único que lo caracterizaba. Lo interesante de su caso era el modelo que, como como profesionista, proyectaba. Era un periodista de tiempo completo, que investigaba a toda hora, que jamás se quedaba con la primera versión de los hechos, que era dueño de una extraordinaria curiosidad, y muy exhaustivo a la hora de que uno cubría un evento o redactaba una nota.

Recuerdo aquellos años que, como subdirector de La Jornada, nos pedía a quienes hacíamos la guardia, el obituario. Bastaba con una rápida ojeada de éste para exigirnos -en pleno cierre de edición- una nota sobre el fallecimiento de alguna persona, de quien podía recordar, de un plumazo, una gran cantidad de datos biográficos, que por supuesto había que complementar. Tenía una memoria prodigiosa.

A Granados Chapa lo recuerdo siempre con un libro en la mano, era tan disciplinado para la lectura, que alguna vez me llegó a decir que hasta el libro que menos le gustaba, o que no le atraía, lo terminaba, porque nunca había que dejar una lectura a medias.

Granados Chapa, además, era un periodista culto. Gozaba la música y en general las actividades artísticas. Me lo llegué a encontrar en obras de teatro, o en conciertos de música clásica; o rodeado de artistas como Eugenia León, o de escritores como Gabriel García Márquez. Nunca estaba quieto. Para él ser periodista significaba estar bien preparado y formado en las más variadas disciplinas de la actividad humana. 

Otra vertiente de su personalidad era la cercanía con los jóvenes. Recuerdo mi primer encuentro con él. Al día siguiente del asesinato de otro gran periodista, Manuel Buendía, llegué a la redacción de Unomásuno, lo busqué, me presenté y le pedí que a nombre de cientos de estudiantes de Comunicación de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales -a quienes representaba- nos publicara una carta de protesta por el homicidio de Buendía. No dudó ni un minuto en hacerlo. Agradeció la iniciativa.

Ahí nació un vínculo que luego se amplió con mi llegada a La Jornada, y posteriormente en la revista Mira y en el suplemento de libros "Hoja por hoja", a donde me invitó a colaborar.

A 10 años del fallecimiento de Miguel Ángel Granados Chapa, solo hay de mi parte, agradecimiento por su gentileza y generosidad. Hay quienes aún no nos acostumbramos a su desaparición. De ese tamaño era su presencia en la vida periodística de este país

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