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La tragedia de este domingo en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en Grand Blanc, Michigan, es más que una noticia de última hora: es el enésimo, y quizás el más crudo, recordatorio de una patología social profundamente arraigada en Estados Unidos: la violencia armada sistémica. La muerte de una persona y los nueve heridos, algunos críticos, no son meras cifras, sino el costo humano de una inacción política crónica.
El relato es ya un libreto dolorosamente conocido. Un atacante embiste con su vehículo, desata una ráfaga de disparos, es abatido, y el caos culmina en un incendio que consume un lugar de culto. Acto seguido, la respuesta institucional se despliega con una previsibilidad alarmante: la Gobernadora de Michigan lamenta lo "inaceptable"; el presidente Trump, sin esperar a los hechos, lo etiqueta como "otro ataque dirigido contra los cristianos".
Este ciclo, tan repetitivo como un déjà vu macabro, revela una verdad inconveniente: la sociedad y la clase política estadounidense han normalizado la violencia armada.
Cada nuevo tiroteo masivo se convierte en un evento trágico, pero aislado, cuya narrativa se centra en la "salud mental" del tirador o en el "odio" dirigido, desviando la atención de la causa estructural: la facilidad de acceso a armas de fuego diseñadas para matar a la mayor cantidad de personas en el menor tiempo posible. La violencia armada golpea sin distinción a escuelas, centros comerciales, discotecas y, como vimos, templos de diversas religiones.
Nos preguntamos: ¿Por qué un individuo de 40 años pudo obtener un arma con la capacidad destructiva para causar tal masacre en un minuto?
¿Hasta cuándo la Segunda Enmienda se interpretará como un derecho absoluto a poseer armas de guerra en espacios civiles?
El suceso cobra un tinte aún más sombrío al ocurrir apenas un día después del fallecimiento de Russell M. Nelson, el longevo líder de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
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Deja tiroteo en iglesia mormona en Michigan un muerto
Agencia AP/ Reforma..
Michigan, Estados Unidos (28 septiembre 2025) .-
tirador fue abatido. Crédito: Especial
Un hombre armado abrió fuego dentro de una iglesia en Michigan durante los servicios del domingo antes de aparentemente prender fuego al edificio, matando al menos a una persona e hiriendo a nueve más, antes de que la Policía le disparara, informaron las autoridades.
Cientos de personas estaban dentro de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días en el municipio de Grand Blanc cuando un hombre de 40 años embistió la puerta principal con su vehículo, luego salió del auto y comenzó a disparar, dijo a los periodistas el jefe de Policía, William Renye.
Se cree que el sospechoso incendió la iglesia, señaló Renye. Llamas y humo fueron visibles durante horas antes de que el fuego fuera sofocado. Posteriormente, los equipos de emergencia comenzaron a revisar los escombros.
"Creemos que encontraremos algunas víctimas adicionales una vez que localicemos el área donde estuvo el fuego", dijo Renye.
Scott Bennett, supervisor del municipio de Grand Blanc, calificó el tiroteo y el incendio como "una tragedia que nadie quiere enfrentar".
La Policía dijo que aún no tenía un motivo para el incendio ni para el tiroteo.
La iglesia, rodeada por un estacionamiento y un amplio césped, se ubica cerca de zonas residenciales y de un templo de los Testigos de Jehová.
La Gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer, declaró que su corazón está con la comunidad de Grand Blanc.
"La violencia en cualquier lugar, especialmente en un sitio de culto, es inaceptable", afirmó.
El Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, denunció el domingo "un nuevo ataque dirigido contra los cristianos".
"El sospechoso está muerto, pero aún hay mucho por saber. Este parece ser otro ataque dirigido contra los cristianos de Estados Unidos", escribió Trump en su plataforma Truth Social.
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