El 25 de noviembre de 1960, tres hermanas ―Patria, Minerva y María Teresa Mirabal― fueron halladas muertas al fondo de un barranco en La Cumbre, un tramo montañoso de la República Dominicana.
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Hoy, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la conmemoración de las hermanas Mirabal —símbolos de resistencia contra la opresión— se encuentra en un profundo contraste con la escena en el Zócalo capitalino. Mientras miles de mujeres se preparan para marchar, el corazón político de México se ha convertido en una fortaleza amurallada.
Es innegable la legitimidad del llamado presidencial a la marcha pacífica, invocando las figuras de Gandhi y Mandela para evitar la violencia que "genera rechazo." Sin embargo, la respuesta del gobierno, que consiste en blindar Palacio Nacional con un doble cerco metálico y bloques de cemento, proyecta un mensaje de desconfianza institucional hacia las propias manifestantes.
La justificación oficial es la protección del "patrimonio histórico" y la prevención de confrontaciones. Esto genera la lamentable percepción de que la integridad del ladrillo es priorizada sobre la urgencia y legitimidad de la demanda social. La causa del 25N no es un acto vandálico; es un grito de auxilio colectivo por el cese de la violencia que arrebata la vida a cientos de mujeres.
Al justificar las vallas por la presencia de "grupos que buscan confrontarse," se impone una sospecha generalizada sobre toda la movilización. Esta medida diluye la voz pacífica de la inmensa mayoría y estigmatiza el derecho de las mujeres a manifestarse en el día que la propia ONU dedicó a visibilizar su dolor.
Barreras físicas, distancia política
Las vallas no son solo barreras físicas; son símbolos de distancia entre el poder y la ciudadanía. En lugar de ofrecer un gesto de apertura, escucha y empatía ante las demandas urgentes de seguridad y justicia, la respuesta institucional ha sido la defensa y el aislamiento.
El despliegue de 600 policías mujeres es un esfuerzo positivo en la gestión de género de la protesta, pero su valor se ve eclipsado por la imagen dominante de un gobierno que opta por el blindaje y el muro frente a la "marea violeta" de la exigencia nacional.
Es una lástima que, en un día dedicado a honrar la lucha contra la opresión, el Estado mexicano opte por la contención a través de la fuerza material en lugar de liderar con la convicción del diálogo y la apertura.
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