- Un año electoral/Moisés Naím, venezolano; director de la revista Foreign Policy, publicó recientemente el libro Ilícito, ¿Cómo el contrabando, los traficantes y la piratería están cambiando el mundo)? ED. Debate, 2006
Tomado de EL PAíS, 28/01/2007);
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia
En 2007 no habrá ninguna elección importante en Estados Unidos. Y, sin embargo, este año está siendo dominado por la política electoral. Los cálculos con vistas a las elecciones presidenciales de 2008, el debut de un Congreso controlado por el Partido Demócrata por primera vez desde 1994 y el debilitamiento político de George W. Bush son tan importantes para EE UU como la previsible desaceleración económica o la irremediable caída de Irak en la anarquía genocida. Éstos son los temas fundamentales de la política estadounidense a lo largo de este año.
Los demócratas e Irak: se habla pero no se toca. Los demócratas intentan que, para la opinión pública, Irak siga siendo un problema exclusivo de Bush y el Partido Republicano. Es decir, que su intervención directa en la elaboración de las estrategias políticas sea sobre todo retórica. Por supuesto, desde el punto de vista electoral, sería peligroso para los demócratas que parecieran desinteresados de la búsqueda de una salida para el mayor desastre de política exterior en la historia reciente de Estados Unidos. Así que los demócratas hablan de ello. Pero Irak no tiene ninguna una buena solución, es una empresa en bancarrota, ¿para qué comprar acciones? Más vale dejar que el presidente y los republicanos se ocupen del asunto y asegurarse de que todo el mundo se acuerde de cómo se metió el país en ese lío. La mejor herramienta para lograr ese objetivo estará, desde luego, en las sesiones de interpelación del Congreso. Podemos esperar un desfile inacabable de miembros antiguos y actuales del equipo de Bush encargado de Irak ante las cámaras de televisión. Mientras tanto, Irak pasará de ser un error de cálculo geopolítico de EE UU a un inmenso genocidio.
Los demócratas e Irak: se habla pero no se toca. Los demócratas intentan que, para la opinión pública, Irak siga siendo un problema exclusivo de Bush y el Partido Republicano. Es decir, que su intervención directa en la elaboración de las estrategias políticas sea sobre todo retórica. Por supuesto, desde el punto de vista electoral, sería peligroso para los demócratas que parecieran desinteresados de la búsqueda de una salida para el mayor desastre de política exterior en la historia reciente de Estados Unidos. Así que los demócratas hablan de ello. Pero Irak no tiene ninguna una buena solución, es una empresa en bancarrota, ¿para qué comprar acciones? Más vale dejar que el presidente y los republicanos se ocupen del asunto y asegurarse de que todo el mundo se acuerde de cómo se metió el país en ese lío. La mejor herramienta para lograr ese objetivo estará, desde luego, en las sesiones de interpelación del Congreso. Podemos esperar un desfile inacabable de miembros antiguos y actuales del equipo de Bush encargado de Irak ante las cámaras de televisión. Mientras tanto, Irak pasará de ser un error de cálculo geopolítico de EE UU a un inmenso genocidio.
El herido gigante estadounidense, está gravemente incapacitado y no podrá hacer gran cosa. El esfuerzo para intentar impedir el genocidio se convertirá inevitablemente en un problema de todo el mundo. Y, como sabemos, “el mundo” no tiene un historial muy digno cuando se trata de detener a tiempo los genocidios.
Si no se dedican a Irak, ¿entonces qué? La economía, claro está. Los demócratas concentrarán su nuevo poder parlamentario en tratar de corregir el enorme retroceso socioeconómico sufrido por la población estadounidense durante los años de Bush. Las desigualdades económicas en EE UU han aumentado; las políticas fiscales de Bush han beneficiado de forma desproporcionada a los ricos; millones de personas carecen de seguro médico; los puestos de trabajo se exportan a China e India; las inversiones en vivienda y educación para los pobres se han quedado rezagadas; el salario mínimo es demasiado bajo y es preciso elevarlo… Éstos serán los temas a los que se dedicarán los demócratas. Su hipótesis, razonable, es que los votos para las elecciones de 2008 pueden ganarse con asuntos domésticos, y no en función de espinosos problemas de política exterior.
Hillary: ¿imparable e inelegible? Ésta es la pregunta que atormenta a los estrategas del Partido Demócrata. Hillary Clinton tiene demasiado dinero y estrellato, demasiados aliados poderosos y una maquinaria electoral demasiado buena para que sea posible detenerla. Su elección como candidata presidencial del Partido Demócrata en 2008 parece imparable. Pero muchos temen que también sea imparable su derrota. Las reacciones negativas que suscita entre los votantes son tan fuertes como su poder de atracción.
Barack Obama, recién llegado a la política y sin demasiada historia, ha logrado tener resonancia nacional en muy poco tiempo y goza de inmensa popularidad, a pesar de ser negro y de que la mayoría de los estadounidenses no puede decir su nombre. Como decía la columnista de The New York Times Maureen Dowd, su nombre de pila les recuerda a Irak y su apellido al terrorista musulmán más odiado. El hecho de que Barack Obama sea el único que parece tener alguna posibilidad frente a Hillary Clinton en la elección del candidato presidencial demócrata dice mucho del talento de él y los puntos débiles de ella. La evolución que sigan sus respectivas carreras también dirá mucho sobre qué pesa más en la política de EE UU: el sexismo o el racismo.
En busca del alma política de Estados Unidos. Varios grupos religiosos anunciaron hace poco que les parece un error el activismo político sectario de la gran coalición llamada generalmente “la derecha cristiana”. “Salgamos de la política”, es el grito de batalla de esos dirigentes religiosos y de muchos cristianos evangélicos, que piensan que su comunidad está siendo utilizada por unos políticos disfrazados de ministros eclesiásticos. Otros creen que los evangélicos se han convertido, equivocadamente, en una máquina política que se preocupa, sobre todo, por cuestiones como el aborto y los derechos de los homosexuales.
Si no se dedican a Irak, ¿entonces qué? La economía, claro está. Los demócratas concentrarán su nuevo poder parlamentario en tratar de corregir el enorme retroceso socioeconómico sufrido por la población estadounidense durante los años de Bush. Las desigualdades económicas en EE UU han aumentado; las políticas fiscales de Bush han beneficiado de forma desproporcionada a los ricos; millones de personas carecen de seguro médico; los puestos de trabajo se exportan a China e India; las inversiones en vivienda y educación para los pobres se han quedado rezagadas; el salario mínimo es demasiado bajo y es preciso elevarlo… Éstos serán los temas a los que se dedicarán los demócratas. Su hipótesis, razonable, es que los votos para las elecciones de 2008 pueden ganarse con asuntos domésticos, y no en función de espinosos problemas de política exterior.
Hillary: ¿imparable e inelegible? Ésta es la pregunta que atormenta a los estrategas del Partido Demócrata. Hillary Clinton tiene demasiado dinero y estrellato, demasiados aliados poderosos y una maquinaria electoral demasiado buena para que sea posible detenerla. Su elección como candidata presidencial del Partido Demócrata en 2008 parece imparable. Pero muchos temen que también sea imparable su derrota. Las reacciones negativas que suscita entre los votantes son tan fuertes como su poder de atracción.
Barack Obama, recién llegado a la política y sin demasiada historia, ha logrado tener resonancia nacional en muy poco tiempo y goza de inmensa popularidad, a pesar de ser negro y de que la mayoría de los estadounidenses no puede decir su nombre. Como decía la columnista de The New York Times Maureen Dowd, su nombre de pila les recuerda a Irak y su apellido al terrorista musulmán más odiado. El hecho de que Barack Obama sea el único que parece tener alguna posibilidad frente a Hillary Clinton en la elección del candidato presidencial demócrata dice mucho del talento de él y los puntos débiles de ella. La evolución que sigan sus respectivas carreras también dirá mucho sobre qué pesa más en la política de EE UU: el sexismo o el racismo.
En busca del alma política de Estados Unidos. Varios grupos religiosos anunciaron hace poco que les parece un error el activismo político sectario de la gran coalición llamada generalmente “la derecha cristiana”. “Salgamos de la política”, es el grito de batalla de esos dirigentes religiosos y de muchos cristianos evangélicos, que piensan que su comunidad está siendo utilizada por unos políticos disfrazados de ministros eclesiásticos. Otros creen que los evangélicos se han convertido, equivocadamente, en una máquina política que se preocupa, sobre todo, por cuestiones como el aborto y los derechos de los homosexuales.
¿Qué pasa con el cambio climático, Darfur, el VIH-sida, la pobreza en África…? ¿No son éstos problemas que deberían encabezar las prioridades políticas de cualquier cristiano? ¿No afectan a muchos más millones que el matrimonio homosexual, por ejemplo?
Y no son los únicos. La izquierda en EE UU también anda a la búsqueda de su alma política: la deslocalización es mala para los trabajadores estadounidenses, pero varios estudios han demostrado que el impacto que tiene que llevarse puestos de trabajo en el sector de servicios a India es mínimo y que incluso puede ayudar a crear nuevos puestos mejor pagados en Estados Unidos. Además, el desempleo se encuentra en un nivel más bajo que nunca. ¿Qué debe decir un dirigente del Partido Demócrata sobre la deslocalización? ¿Y sobre la inmigración?
El anterior Congreso, controlado por los republicanos, aprobó una ley para construir en la frontera entre EE UU y México una valla que la mayoría de los expertos considera una mala idea. Aparte de oponerse a esa valla, ¿cuál debe ser la postura de un demócrata progresista sobre la inmigración?
Y no son los únicos. La izquierda en EE UU también anda a la búsqueda de su alma política: la deslocalización es mala para los trabajadores estadounidenses, pero varios estudios han demostrado que el impacto que tiene que llevarse puestos de trabajo en el sector de servicios a India es mínimo y que incluso puede ayudar a crear nuevos puestos mejor pagados en Estados Unidos. Además, el desempleo se encuentra en un nivel más bajo que nunca. ¿Qué debe decir un dirigente del Partido Demócrata sobre la deslocalización? ¿Y sobre la inmigración?
El anterior Congreso, controlado por los republicanos, aprobó una ley para construir en la frontera entre EE UU y México una valla que la mayoría de los expertos considera una mala idea. Aparte de oponerse a esa valla, ¿cuál debe ser la postura de un demócrata progresista sobre la inmigración?
¿Y sobre China (es un aliado o un rival)? ¿La energía? ¿Los impuestos? ¿El gasto de defensa? Son dilemas que eran menos urgentes cuando el Partido Demócrata estaba en minoría. Ahora que tiene capacidad de influir en las decisiones políticas e incluso puede recuperar la Casa Blanca en 2008, tendrá que responder a estas preguntas en la práctica. Y, en la práctica, el Partido Demócrata está muy dividido sobre todos estos temas. El debate está en marcha.
El año 2007 va a ser un año electoral en Estados Unidos. Pero sin elecciones.
El año 2007 va a ser un año electoral en Estados Unidos. Pero sin elecciones.
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