4 abr 2008

Kosovo

Un precedente contagioso/Boban Minic, periodista bosnio afincado en L’Escala
Publicado en EL PERIÓDICO, 02/04/08):
Eslovenia es el primer país miembro de la extinta Yugoslavia que ha reconocido la independencia de Kosovo. La decisión tiene su peso porque Eslovenia actualmente preside la Unión Europea. Pero ni en el propio país la decisión ha tenido un respaldo unánime. Los líderes del Partido Radical consideran que Eslovenia, con este acto, ha apuñalado a Serbia por la espalda, lo que, a la larga, puede ser incluso “el principio de la tercera guerra mundial”. Sus palabras, aunque exageradas (por algo se llaman radicales), reflejan muy bien la inquietud que la crisis de Kosovo provoca en la región. Las primeras víctimas colaterales podrían ser Bosnia, Macedonia y Montenegro, pero nadie está a salvo.
Un reciente estudio de la ONU ya situaba a Bosnia-Herzegovina en la vigesimoprimera posición de los países en peligro de desaparición. Por delante están solo estados como Sierra Leona, Costa de Marfil, Chad o, por supuesto, Irak. La veracidad de la encuesta la confirmó, en una de sus cada vez más frecuentes declaraciones antibosnias, un líder serbobosnio: “Si pudo desaparecer Yugoslavia –afirmó–, ¿qué hace pensar a algunos que Bosnia es eterna?”. Los demás nos preguntamos: ¿cómo es posible que, 12 años después del Tratado de Dayton y del mismo tiempo de protectorado de la comunidad internacional, con poderes ilimitados de su alto representante, un país europeo que durante los siglos fue ejemplo de convivencia cotice tan alto en una lista tan negra?
La República Srpska (entidad política serbia en el interior de Bosnia), por ejemplo, se opone a cualquier medida que pueda reforzar la unidad de Bosnia. Los políticos croatas de Bosnia siguen su ejemplo. Así, todas las partes han rechazado la reforma de la policía propuesta por el alto representante como condición sine qua non para la futura, aunque muy lejana e hipotética, integración de Bosnia en la UE. En un ambiente de total desconfianza, todos quieren mantener las fuerzas de seguridad bajo su control político-nacional. Para no perder el tiempo, la República Srpska y Serbia ya han unificado sus redes energéticas y los programas escolares y educativos. Hace tiempo que tienen el mismo espacio cultural, utilizan la misma variante de la lengua serbocroata, están conectados informáticamente, etcétera. La comunidad internacional les está frenando, pero después de haber apoyado a Pristina en la independencia, ha perdido buena parte de sus argumentos.
Últimas noticias de Bruselas dicen que, el año que viene, Croacia podría entrar en el club europeo. Como zanahoria, lo mismo se ofrece a Serbia. Parece que dos países que en su tiempo intentaron dividir Bosnia cometiendo barbaridades y crímenes sin precedente (los familiares de 12.000 desaparecidos aún esperan encontrar sus tumbas) serán premiados, y la víctima, de nuevo, castigada. Con sarcasmo, en Belgrado se explica que los países europeos se dividen en tres grupos: los miembros de la UE, los países candidatos a entrar y… Bosnia-Herzegovina. Después del lío de Kosovo, Bosnia está aún más lejos de Europa, su única salvación.
Así, al final de este artículo, como al final de todos los análisis de la historia reciente de los Balcanes, volvamos a Kosovo, bomba de relojería de la región que ya ha llegado al final de su cuenta atrás. Serbia, con ayuda de Rusia, rechaza la independencia y amenaza con graves consecuencias. Ya ha caído el Gobierno y se han convocado las elecciones anticipadas. Los serbobosnios han anunciado que si el Gobierno bosnio reconoce a Kosovo, harán un referendo de independencia y se unirán a Serbia. Los bosniocroatas en seguida harían lo mismo, y Bosnia desaparecía del mapa político.
La siguiente víctima colateral sería Macedonia, que tiene una minoría de más del 30% de albaneses, eufóricos con el éxito de sus compatriotas de Kosovo, para ellos, un ejemplo a seguir. Si Macedonia no entra en la OTAN en la próxima reunión de la organización, en pocos años desaparecerá como Estado. Pero aquí no acaba el suspense. Antes del referendo en el que se aprobó su independencia, en mayo del 2006, los montenegrinos independentistas empataban con los proserbios, y solo por los votos de la minoría albanesa Montenegro es hoy un país soberano. Por eso, el Gobierno montenegrino tiene la obligación moral de reconocer a Kosovo, pero la mitad proserbia amenaza con la guerra civil si lo hace. Sin embargo, si no lo hace, los decepcionados albaneses de Montenegro emprenderán el mismo camino de la separación.
Todo un rompecabezas, un trozo de un puzzle más grande que, en definitiva, coincide con las fronteras de Europa y va más allá. Pero tampoco debemos irnos demasiado lejos. En febrero de este año, solo poco después de que se atizara el fantasma de la balcanización de España, rechazado con indignación y contundencia en Catalunya, un político catalán declaró que, cada vez más, España se parece a Serbia. Podemos suponer que la continuación de la frase sería que Catalunya o el País Vasco se parecen cada vez más a Kosovo, algo que no es cierto y que, además, sería tema para otro análisis.
En cualquier caso, el precedente que sienta la UE al reconocer la independencia de Kosovo es altamente contagioso. Nos esperan tiempos interesantes.

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