2 may 2008

La bondad de los desconocidos

Historia de un corazón /Juan Villoro
Publicado en Reforma, 2/04/2008;
El 5 de noviembre de 2007 Reforma publicó una nota con el siguiente encabezado: "Pido ayuda, mi hija debe ser operada". El reportero Lev García confirmaba los recursos del buen periodismo: individualizar una tragedia colectiva. García cubría las inundaciones en Tabasco y transmitía el sufrimiento a partir de escenas cotidianas. La niña Michelle había estado a punto de ser operada del corazón en Villahermosa pero el hospital estaba inundado. La familia encontró refugio en un albergue de Coatzacoalcos. El padre, Miguel Ángel Fregoso, vio en el reportero una última oportunidad de salvar a su hija y García transcribió su súplica: "Necesito más ayuda, a mi hijita de un año dos meses la programaron para operarla en diciembre, pero ahora no sé qué vamos a hacer y hay que tener en cuenta que perdimos casi todo y el equipo para su operación cuesta 166 mil pesos".
Ese día, Maite de las Rivas, abogada que se dedica al desarrollo inmobiliario, tomó un avión del Distrito Federal a Monterrey. En el trayecto leyó el reportaje de Reforma. La niña tenía la edad de su hija menor.
¿En cuántas ocasiones leemos algo que nos afecta y no hacemos otra cosa que murmurar "pobre gente" y pasar a la siguiente página donde se anuncia un paraíso en el Pacífico? Al aterrizar en Monterrey, Maite se propuso que esa noticia tuviera otro desenlace. Buscó contactos en Coatzacoalcos y en pocas horas recibió una llamada del padre de la niña desde el albergue. Michelle necesitaba material para un cateterismo y condiciones para ser operada. Tenía una malformación congénita que le impediría vivir si no se actuaba con rapidez.
Mientras la normalidad se restablecía en Villahermosa, Maite inició una colecta. Pero el único médico que podía practicar la operación en Tabasco tuvo que regresar al Distrito Federal porque su hijo tenía una enfermedad que ahí no era tratable.
La asociación Reporteros sin Fronteras reúne a quienes buscan la verdad. Quizá habría que crear la asociación Lectores sin Fronteras para quienes, como Maite, deciden mejorarla.
Después de las inundaciones, Fregoso perdió su puesto de chofer y sobrevivía a base de trabajos eventuales. Su situación no era tan desesperada como la de quienes perdieron todo, pero el corazón de su hija crecía como un reloj de tiempo. A los gastos del material había que sumar ahora los de un traslado al Distrito Federal. Para ser operada, Michelle necesitaba estar en condición estable, pero su enfermedad hacía que padeciera infecciones. Una y otra vez era internada en hospitales donde no había suficientes antibióticos.
"Me encanta la bondad de los desconocidos", dice un personaje de Tennessee Williams. No siempre es fácil que un extraño ayude sin otro interés que hacer el bien. La cadena iniciada por Maite adquirió cómplices decisivos: los muchos donadores que reaccionaron a su llamado y algunos enlaces indispensables. Aldonsa Prioux interesó en el caso a su padre, el doctor Jaime Ramírez Mayans, subdirector del Instituto Nacional de Pediatría. Él logró que la niña y su madre viajaran a México gracias al convenio que el hospital tiene con Mexicana de Aviación, y la canalizó con el cardiólogo infantil Alexis Palacios. El drama cobró otro giro en este punto: el diagnóstico había sido erróneo; no había que hacer un cateterismo sino una operación a corazón abierto. Acaso fue éste el único momento en que los padres dudaron de la ayuda que recibían. La intervención parecía demasiado radical.
Uno de los problemas de la medicina pública es que los médicos están rebasados y no tienen tiempo para explicar en detalle la situación del paciente. El doctor Palacios pertenece a la estirpe de quienes ejercen la medicina por una vocación de hierro. En un país donde los cirujanos se pueden enriquecer sin trabas (el precio de una operación es un "contrato privado" entre médico y paciente, ajena supervisión externa), Palacios ha decidido trabajar por los más pobres y hacer todo lo necesario para que esta lucha contra la adversidad prospere. Sentó a los padres de Michelle ante su computadora y, con detallada paciencia, los llevó al corazón de su hija. Los padres aceptaron la operación.

Durante cuatro meses de negociaciones, trámites y posposiciones, el corazón de Michelle siguió creciendo. Finalmente, el lunes 21 de abril fue operada. La intervención duró cinco horas y la niña pasó dos días en terapia intensiva.
Palacios se formó en la UNAM y se especializó en Houston. Este último detalle llamó la atención de Maite. Su padre murió del corazón y estuvo hospitalizado en Houston. Quizá en algún momento ellos se cruzaron en un pasillo del hospital. El padre de Maite no había sobrevivido, pero otro corazón podía salvarse.
Maite de las Rivas se resistía a contar esta historia. Su actuación fue desinteresada y no deseaba protagonismo alguno. Si se animó a hablar fue porque el doctor Palacios preside una asociación para niños enfermos del corazón que carecen de recursos, y este empeño necesita ayuda. Kardias ya cuenta con un equipo de tecnología de punta y está formando a médicos en Houston, pero es mucho lo que falta por hacer. Los interesados en aportar trabajo o donativos se pueden dirigir al teléfono 5575-9641, al sitio web www.kardias.org y al correo electrónico almudena@kardias.org (la cuenta bancaria de Kardias AC es la 420386587, en HSBC).
Un padre alerta buscó a un reportero en medio del desastre; el periodista supo resumir el drama; una lectora decidió que el periódico no sólo sirve para conocer el mundo sino para transformarlo; una red solidaria apoyó la causa y puso el destino en manos del doctor Palacios, a quien le gusta citar una frase de Tolstoi: "Un corazón enciende otro".
El círculo del periodismo a veces se cierra en forma venturosa y la noticia de ayer cambia de signo: Hoy Michelle tiene cita con el doctor Palacios. Se espera que sea dada de alta.

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