Portada de la revista Cambio, EDICIÓN No. 783, 3 al 9 de julio
¡LIBRES!
En una espectacular operación, el Ejército le puso fin al inhumano drama del secuestro de Íngrid Betancourt, los tres contratistas de Estados Unidos y 11 militares y policías. Jaque mate a las Farc.
A LA 1:30 P.M. del miércoles 2 de julio, el presidente Álvaro Uribe sobrevolaba el río Magdalena entre las localidades de Puerto Wilches y Barrancabermeja, cuando entró una llamada al teléfono celular de uno de sus edecanes. El ayudante le pasó el aparato al mandatario y le dijo en voz alta que era el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos.
A esa hora Uribe recorría el Magdalena Medio en compañía del gobernador de Santander, Horacio Serpa Uribe, y de los altos mandos militares de la región, quienes le habían solicitado ayuda para enfrentar la ola invernal que ha afectado a numerosas poblaciones.
Al cabo de una charla de un minuto ahogada por el ensordecedor ruido de los motores del helicóptero, Uribe sonrió nervioso y les dijo a Horacio Serpa, y a los oficiales que lo acompañaban: "Acabamos de liberar a Íngrid Betancourt, a los tres norteamericanos y a 11 compatriotas más". Cuando aterrizaron en Barrancabermeja, Uribe les comentó que la operación de rescate estaba en marcha desde hacía tiempo y que los responsables de ella eran oficiales de inteligencia militar.
La incruenta acción militar desarrollada en las selvas del sur del país no deja duda de que si la muerte de 'Raúl Reyes', la ejecución a mano por uno de sus hombres de 'Iván Ríos', el deceso de 'Tirofijo' -ocurridas en marzo pasado-, y la deserción de más de 3.000 de sus combatientes en menos de un año, mostraban que el proceso de deterioro interno de las Farc era inocultable, este nuevo episodio será recordado como el día en que quedó sellado para siempre el futuro político y militar del grupo rebelde más viejo del mundo.
Lo que ocurrió este miércoles 2 de julio no se le hubiera ocurrido al mejor novelista de ficción de Hollywood: el rescate sin disparar un solo tiro, ni derramar una gota de sangre, de la ex candidata presidencial Íngrid Betancourt, de tres asesores estadounidenses y de 11 miembros de la fuerza pública colombiana que estaban sometidos a un largo y penoso secuestro en el corazón de las selvas del sur del país.
Los responsables de la que será recordada como la hazaña militar más grande de la historia reciente del país fueron miembros de un destacamento de fuerzas especiales y de Inteligencia del Ejército que actuaron con la paciencia y la destreza de un jugador de ajedrez para sacar adelante una misión bautizada con el nombre de Jaque.
El general Fredy Padilla de León, comandante de las Fuerzas Militares, explicó que las primeras claves para conseguir el éxito que hoy celebra el país entero las ofreció en mayo de 2007 el subintendente de la Policía John Frank Pinchao, quien protagonizó una cinematográfica fuga del campamento de las Farc en las selvas del departamento de Vaupés.
Los oficiales de Inteligencia encargados de diseñar la operación hablaron con Pinchao horas enteras para conocer, con el máximo detalle de precisión, las características de la zona y las rutinas de las estructuras guerrilleras que estaban a cargo de la custodia de los rehenes.
Las dudas que quedaron al cabo de ese extenuante ejercicio serían resueltas con el análisis de los relatos de Clara Rojas y Consuelo González, liberadas el 11 de enero, así como con la liberación de Gloria Polanco, Luis Eladio Pérez, Jorge Eduardo Géchem y Orlando Beltrán, el 27 de febrero siguiente.
Cada uno de ellos aportó detalles sustanciales que les permitieron a los militares elaborar el mapa de los sitios donde, sin lugar a dudas, se encontraban la ex candidata Íngrid Betancourt, los tres asesores militares estadounidenses y más de 30 militares y policías mantenidos como rehenes.
En una operación encubierta, integrantes de las fuerzas especiales lograron aproximarse desde entonces a los campamentos de la guerrilla y lo hicieron con una habilidad tal que, según lo contó el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, les permitió el 20 de febrero ver a los militares norteamericanos mientras se bañaban en el río Apaporis en compañía de dos colombianos.
Para eso contaron con el apoyo de un guerrillero que inicialmente había desertado pero que, luego, con el respaldo del Ejército, regresó a sus viejas filas para trabajar como infiltrado.
Como la orden impartida por el presidente Álvaro Uribe era que la vida y la integridad de los secuestrados estaría por encima de cualquier otra consideración, la operación de rescate planeada fue diseñada en tres fases, una de las cuales consistiría en el establecimiento de un cerco humanitario alrededor del área donde se encontraban los rehenes en caso de que los otros dos intentos de rescate fracasaran.
Los responsables de la Operación Jaque descartaron de entrada una confrontación armada para reducir a los captores y diseñaron, en cambio, un ingenioso plan para penetrar sus huestes sin rastro de violencia. Así, con la ayuda técnica de expertos estadounidenses, consiguieron por medio de un informante monitorear el teléfono satelital usado por 'Alfonso Cano', sucesor de 'Tirofijo' en el mando de las Farc.
Uno de los agentes secretos consiguió hacer una imitación de la voz de 'Cano', favorecida por las distorsiones propias de ese sistema de comunicaciones, y se comunicó con Gerardo Aguilar Ramírez, 'César', comandante del primer frente de las Farc, quien hacía más de cinco años tenía bajo su responsabilidad a los secuestrados.
El oficial que imitó la voz de 'Cano' le insistió a 'César' en la necesidad de reunir cerca de su campamento a los secuestrados y le anunció que representantes de una acreditada ONG internacional llegarían al sitio escogido, en las riberas del río Inírida, a 72 kilómetros al sur de San José del Guaviare y a 58 kilómetros de Tomachipán.
El supuesto 'Cano' le hizo creer a 'César' que la misión internacional llegaría en helicópteros rusos MI 17 pintados de rojo y blanco y similares a los enviados por el presidente venezolano Hugo Chávez en las liberaciones humanitarias de enero y febrero pasado. Mientras tanto, el Ejército alistó en la base de Tolemaida, en Melgar (Tolima), dos naves que cumplirían las características descritas. El Ejército aprovechó los anuncios sobre una supuesta visita de emisarios de Francia y Suiza que buscaría contacto con 'Cano' para conseguir que los helicópteros volaran sin problemas en zonas de influencia guerrillera. El supuesto 'Cano' le pidió a 'César' que acompañara a los secuestrados para garantizar la seguridad del grupo. A las 5:00 a.m. del miércoles, los guerrilleros les dijeron a los secuestrados que recogieran sus pertenencias porque serían trasladados a otro lugar, pero no les aclararon cómo ni a dónde. Al promediar la mañana, un guerrillero conocido con el alias de 'Asprilla' les dijo a los secuestrados que estaba a punto de llegar un helicóptero en el que viajarían a otro lugar para encontrarse con un comandante de las Farc, al parecer 'Alfonso Cano'.
En efecto, poco antes de las 12:00 m. aterrizó una aeronave de la cual bajaron varios hombres vestidos con uniformes de fatiga, armados con fusiles. Parecían guerrilleros de las Farc, que hablaban como tales. Algunos tenían camisetas del 'Che' Guevara. Los secuestrados subieron con alguna dificultad al helicóptero y 'César' les ordenó a sus hombres que los ataran de los pies.
De repente, 'César' y 'Gafas' fueron golpeados con violencia por los otros supuestos guerrilleros, cuando uno de ellos gritó: "¡Somos el Ejército Nacional; ustedes están libres!".
Los militares comprobaron complacidos que 'César', atraído por su señuelo, había llevado hasta el helicóptero a Íngrid Betancourt Pulecio, a los estadounidenses Keith Stansell, Thomas Howes y Marc Gonçalves, y a los miembros de las Fuerzas Armadas de Colombia: Juan Carlos Bermeo, Raimundo Malagón, José Ricardo Marulanda, William Humberto Pérez Medina, Erasmo Romero Rodríguez, José Miguel Arteaga, Armando Flórez Pantoja, Julio César Buitrago, Armando Castellanos, Vianey Javier Rodríguez y Jhon Jairo Durán.
Mientras esto ocurría en la espesura de la selva, la noticia del rescate solo era conocida en Bogotá por un puñado de altos funcionarios del Estado. El Ministro de Defensa concentró en su despacho la información, al tiempo que el comandante del Ejército, general Mario Montoya, se desplazaba a San José del Guaviare para coordinar el traslado de los recién liberados.
Simultáneamente, e ignorante del episodio, el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, John McCain, recorría las calles de Cartagena y visitaba la zona aduanera en compañía de una nutrida comitiva de empresarios de su país y de Colombia.
A esa hora el presidente Uribe ya se había despedido de McCain y se encontraba recorriendo el Magdalena Medio santandereano, desde donde se comunicó telefónicamente con los presidentes de Estados Unidos y de Francia, George Bush y Nicolas Sarkozy, les informó la buena nueva y les dio todos los detalles de la operación.
Finalmente y cuando los principales medios de comunicación del país estaban tras la pista de una noticia de grandes proporciones, el ministro Santos ofreció una rueda de prensa en la que dio cuenta de la Operación Jaque. El funcionario reveló detalles de la tarea desarrollada por los miembros del Ejército y contó que los recién liberados llegarían a la capital del país al caer la tarde.
El arribo de Betancourt, los estadounidenses y los demás rescatados se produjo pasadas las 5:00 p.m. al aeropuerto militar de Catam, donde esperaban los familiares y decenas de periodistas de todo el mundo, que registraron el momento en que Íngrid y los otros 14 liberados bajaban de un avión de la FAC y se fundían en un largo abrazo con sus seres más queridos.
Jaque, ¿mate?
El éxito del impecable operativo, y el rescate de 15 de los secuestrados con mayor connotación política y reconocimiento internacional, es un duro golpe para las Farc. Si en los últimos meses ya se habían hecho evidentes los síntomas de desmoralización, división y debilitamiento militar, ahora estos fenómenos se van a sentir con mayor profundidad. Más que el triunfo de un plan, -"perfecto" en palabras de la recién liberada Íngrid Betancourt- para la guerrilla fue una enorme humillación: perdió su botín de canjeables, fue engañada y sumó un nuevo eslabón a la ya larga cadena de descalabros. La percepción de que las Farc van en caída libre quedó reforzada ante los ojos de la opinión pública nacional y de la comunidad internacional.
Seguramente es prematuro decretar la desaparición total de las Farc. Todavía hay varios frentes con capacidad de supervivencia y con una rica financiación proveniente del narcotráfico. Pero las Farc de los últimos años, la que logró las más vistosas victorias hace una década en Las Delicias y Patascoy, tiende a volverse un fenómeno del pasado. En especial porque en ese entonces iniciaron la inhumana serie de secuestros de solados y policías que, posteriormente, incrementaron con congresistas, los diputados del Valle y la candidata presidencial Íngrid Betancourt.
Con la liberación de los 15 ex canjeables se cierra un capítulo: el del chantaje de las Farc a favor de un 'canje' -la obsesión de 'Manuel Marulanda' hasta el fin de sus días- y de un nuevo despeje en los municipios de Pradera y Florida. Aunque aún queda un grupo de 25 secuestrados (ver recuadro), la capacidad de negociación de la guerrilla ha quedado reducida prácticamente a cero. Y aún si es prematuro decretar el fin absoluto de la guerrilla, o del conflicto armado, es muy posible que sí haya quedado superada la etapa en que el conflicto tuvo al secuestro como columna vertebral.
Lo anterior tiene un corolario: a partir de ahora cambiará el tipo de intervención de otros países, y de la comunidad internacional, en la guerra interna colombiana. Después del proceso de paz del gobierno de Andrés Pastrana, los gobiernos extranjeros se habían dedicado a abrir espacios y a tender puentes para la negociación de un acuerdo humanitario. Sin duda alguna, esas acciones se originaron en parte por la sensibilidad que generaba Íngrid Betancourt en Francia y los tres contratistas estadounidenses en su país. Con la libertad de estos cuatro ex rehenes, es muy probable que el tratamiento del resto de los secuestrados quede más reducido a las manos nacionales del Gobierno. O a la Iglesia, que ha recibido del presidente Uribe el encargo de explorar contactos. En ese escenario, las aventuras unilaterales de los Sarkozy y Chávez pierden terreno. En particular la intromisión de este último, tratada con desdén por Íngrid Betancourt cuando afirmó que "bienvenida la ayuda de Chávez, pero primero está la democracia colombiana".
Finalmente, el presidente Uribe y su política de seguridad democrática se anotan su éxito más rotundo. Más valioso que todos los anteriores, porque significa haber resistido toda suerte de presiones -externas y de las familias de las víctimas- para que desechara la opción de rescates militares. Un operativo tan sofisticado y productivo cambia totalmente la percepción paralizante de que no se podía hacer nada por los plagiados, diferente a negociar con la guerrilla.
Las declaraciones de Íngrid y de su madre, Yolanda -que había sido una dura crítica de las actitudes del Gobierno frente a los secuestrados- reflejan el alcance del significado político que, a favor de Uribe, deja la Operación Jaque. "La reelección había sido el golpe más duro contra las Farc en toda su historia", dijo Íngrid. Una frase que, por su significado, por quien la pronunció y por el momento en que lo hizo se convierte en el mejor activo de Álvaro Uribe para su futuro político. Falta ver cómo lo usa.
"LA OPERACIÓN FUE IMPECABLE"
Este es un resumen de las palabras pronunciadas por Íngrid Betancourt a su arribo a Bogotá.
"Los invito a que nos demos la bendición para agradecerle a Dios que nos acompañó, a nuestras Fuerzas Militares, a nuestros soldados. La operación fue absolutamente impecable. No sabíamos lo que estaba pasando. No hubo un solo tiro, no se mató a nadie, nos sacaron con grandeza. Los guerrilleros que nos tenían secuestrados quedaron vivos.
"Yo creo que esto es una señal de paz para Colombia. Nosotros debemos confiar en las Fuerzas Militares porque ellas nos van a llevar a la paz. Yo quiero realmente agradecerles a cada uno de los soldados de Colombia porque están demostrando que la paz es posible con inteligencia, prudencia y sabiduría. Quiero expresarles agradecimiento al presidente Uribe, al ministro Juan Manuel Santos, porque si ellos no hubieran tomado el riesgo probablemente quién sabe cuántos años más habríamos estado en calvario.
"Hoy, en nuestro último día de cautiverio, nos levantaron a las 5:00 de la mañana. Nos hicieron recoger los equipos, nos estuvieron entreteniendo toda la mañana, diciéndonos que no sabían lo que iba a pasar, que de pronto nos teníamos que mover de sitio. Unas horas antes de que llegaran los helicópteros, hablé con el comandante 'Asprilla' y me dijo que nos iban a montar a todos en uno de ellos y que nos iban a llevar a un sitio que no sabía dónde era e íbamos a poder hablar con un comandante que yo pensaba que era 'Alfonso Cano'.
"Cuando nos dijeron eso nos sentimos muy tristes porque todos albergábamos, de alguna manera, la esperanza de que una comisión internacional pudiera liberarnos. Debo confesar que cuando vi los helicópteros blancos sentí algo muy raro porque siempre que oíamos los helicópteros nos tocaba salir corriendo y esta vez estábamos esperando que aterrizaran. Ya cuando la gente estuvo en el sitio y bajó, el desconcierto fue total. Yo me pregunté qué misión era esa, a qué organización correspondían sus emblemas y concluí que se trataba de personas de las Farc por la manera como hablaban. Incluso había algunos que tenían camisetas del 'Che' Guevara.
"Nos subimos con mucha dificultad al helicóptero. Nos ataron las manos y los pies, cosa que me indignó. Nos dieron chaquetas blancas porque nos decían que íbamos a un clima frío. Yo dije: 'Eso no me lo voy a poner'. Rogaba a Dios que me diera fuerzas para aceptar las humillaciones que se iban a venir.
"Cuando ya estábamos volando sucedió algo raro que en primer momento no podíamos entender. De pronto oímos un golpe y vimos que el hombre que nos humilló en cautiverio estaba en el suelo casi desnudo, cosa que, pese a todo, no me alegró. Entonces el jefe de la operación gritó: '¡Somos el Ejército Nacional; ustedes están libres!'. Saltamos, gritamos de alegría, nos abrazamos y le dimos gracias a Dios...".
QUEDAN 25
El ex gobernador del Meta, Alan Jara, el ex congresista Óscar Tulio Lizcano y el ex diputado del Valle, Sigifredo López, y 22 militares no pudieron abrazar a los suyos y permanecen hoy secuestrados por las Farc. En este grupo se encuentran los suboficiales Pablo Emilio Moncayo Cabrera, Libio José Martínez Estrada y Luis Arturo García, cautivos desde el 20 de diciembre de 1997 durante la toma de la base militar de Patascoy (Nariño) y quienes más tiempo llevan en poder de ese grupo armado ilegal.
La situación de estas 25 personas generó ayer temor entre las familias que desesperadas pidieron a las Farc que les respeten la vida y los devuelvan cuanto antes. Mientras que solicitaron al Gobierno buscar la manera de traerlos a casa por la vía negociada en caso de que el rescate militar signifique ponerlos en riesgo.
Los otros militares secuestrados son Luis Alfonso Beltrán, William Donato Gómez, Róbinson Salcedo Guarín, Juan Carlos Bermeo Cobardea, Luis Alfredo Moreno, Arbey Delgado Argote, Luis Herlindo Mendieta, Enrique Murillo Sánchez, César Augusto Lasso Monsalve, Édgar Yezid Duarte Valero, Guillermo Javier Solórzano, Luis Hernando Peña Bonilla, Jorge Humberto Romero, José Libardo Forero, Jorge Trujillo Solarte, Carlos José Duarte, Wilson Rojas Medina, Álvaro Moreno y Elkin Hernández Rivas.
ESO DIJERON...
"Fue verdaderamente admirable. Quiero agradecer a todos los líderes mundiales y en especial a los de Suramérica porque en un momento u otro nos ayudaron y no se dieron por vencidos. Uribe tiene toda la gratitud del pueblo francés".Nicolas Sarkozy, presidente de Francia.
"Este es el momento que he esperado por tanto tiempo y doy gracias a Dios, a las autoridades colombianas, al presidente Nicolas Sarkozy y al Ejército por todo lo que sucedió. No veo la hora de abrazar a mi madre. Hoy tenemos de vuelta a nuestra mamá. Siento como si recién me hubiera despertado de una pesadilla y pienso en la gente que nos ha ayudado. Mamá está libre y todavía hay rehenes en la selva y no debemos olvidarlos".Melanie Delloye, hija de Íngrid
"Es una alegría inmensa, una alegría indescriptible. No acabo de creerlo. Es la culminación de seis años de lucha. Es un combate que merece llegar hasta el final. Eso demuestra que no hay que abandonar. Sabía que había negociaciones en curso, pero no pensaba que se pudiera producir una liberación tan rápidamente".Lorenzo Delloye, hijo de Íngrid
"Todo el país sabe de mis peleas con el presidente Uribe. Pero hoy quiero agradecerles primero a Dios y luego al presidente Uribe y a las Fuerzas Militares".Yolanda Pulecio, madre de Íngrid.
"Mi dolor de padre continúa pero seguiré marchando por mi Pablo y por los que quedan. Me alegro por los hoy liberados pero los queremos abrazar a todos. Les pedimos a Dios y a las Farc que nos permitan abrazarlos a todos libres".Gustavo Moncayo, padre del cabo Pablo Emilio.
"El terrorismo no paga, el secuestro no paga. Hay que acompañar a los secuestrados que quedan en manos de la guerrilla. El Liberalismo, acompaña al Gobierno en cualquier iniciativa de paz".César Gaviria, ex presidente de la República.
"Hay que seguir trabajando por el resto y no llenarnos de triunfalismo para no descartar la salida negociada... Con esta nueva derrota las Farc de seguro se percatarán de que no queda otra opción que sentarse a la mesa".Carlos Lozano, director Semanario Voz.
"Ojalá las Farc entiendan que hoy tienen que negociar. Ya está claro que lo que sigue es un juicio político a 'Alfonso Cano' que debe estar pensando que solo queda el diálogo".Andrés Pastrana, ex presidente.
"Esta liberación sin sangre va a permitir oxigenar una cantidad de cosas. Hay que hacer una radiografia de lo que está pasando y buscar la paz duradera para voltear esta hoja".Álvaro Leyva, ex candidato presidencial.
¡LIBRES!
En una espectacular operación, el Ejército le puso fin al inhumano drama del secuestro de Íngrid Betancourt, los tres contratistas de Estados Unidos y 11 militares y policías. Jaque mate a las Farc.
A LA 1:30 P.M. del miércoles 2 de julio, el presidente Álvaro Uribe sobrevolaba el río Magdalena entre las localidades de Puerto Wilches y Barrancabermeja, cuando entró una llamada al teléfono celular de uno de sus edecanes. El ayudante le pasó el aparato al mandatario y le dijo en voz alta que era el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos.
A esa hora Uribe recorría el Magdalena Medio en compañía del gobernador de Santander, Horacio Serpa Uribe, y de los altos mandos militares de la región, quienes le habían solicitado ayuda para enfrentar la ola invernal que ha afectado a numerosas poblaciones.
Al cabo de una charla de un minuto ahogada por el ensordecedor ruido de los motores del helicóptero, Uribe sonrió nervioso y les dijo a Horacio Serpa, y a los oficiales que lo acompañaban: "Acabamos de liberar a Íngrid Betancourt, a los tres norteamericanos y a 11 compatriotas más". Cuando aterrizaron en Barrancabermeja, Uribe les comentó que la operación de rescate estaba en marcha desde hacía tiempo y que los responsables de ella eran oficiales de inteligencia militar.
La incruenta acción militar desarrollada en las selvas del sur del país no deja duda de que si la muerte de 'Raúl Reyes', la ejecución a mano por uno de sus hombres de 'Iván Ríos', el deceso de 'Tirofijo' -ocurridas en marzo pasado-, y la deserción de más de 3.000 de sus combatientes en menos de un año, mostraban que el proceso de deterioro interno de las Farc era inocultable, este nuevo episodio será recordado como el día en que quedó sellado para siempre el futuro político y militar del grupo rebelde más viejo del mundo.
Lo que ocurrió este miércoles 2 de julio no se le hubiera ocurrido al mejor novelista de ficción de Hollywood: el rescate sin disparar un solo tiro, ni derramar una gota de sangre, de la ex candidata presidencial Íngrid Betancourt, de tres asesores estadounidenses y de 11 miembros de la fuerza pública colombiana que estaban sometidos a un largo y penoso secuestro en el corazón de las selvas del sur del país.
Los responsables de la que será recordada como la hazaña militar más grande de la historia reciente del país fueron miembros de un destacamento de fuerzas especiales y de Inteligencia del Ejército que actuaron con la paciencia y la destreza de un jugador de ajedrez para sacar adelante una misión bautizada con el nombre de Jaque.
El general Fredy Padilla de León, comandante de las Fuerzas Militares, explicó que las primeras claves para conseguir el éxito que hoy celebra el país entero las ofreció en mayo de 2007 el subintendente de la Policía John Frank Pinchao, quien protagonizó una cinematográfica fuga del campamento de las Farc en las selvas del departamento de Vaupés.
Los oficiales de Inteligencia encargados de diseñar la operación hablaron con Pinchao horas enteras para conocer, con el máximo detalle de precisión, las características de la zona y las rutinas de las estructuras guerrilleras que estaban a cargo de la custodia de los rehenes.
Las dudas que quedaron al cabo de ese extenuante ejercicio serían resueltas con el análisis de los relatos de Clara Rojas y Consuelo González, liberadas el 11 de enero, así como con la liberación de Gloria Polanco, Luis Eladio Pérez, Jorge Eduardo Géchem y Orlando Beltrán, el 27 de febrero siguiente.
Cada uno de ellos aportó detalles sustanciales que les permitieron a los militares elaborar el mapa de los sitios donde, sin lugar a dudas, se encontraban la ex candidata Íngrid Betancourt, los tres asesores militares estadounidenses y más de 30 militares y policías mantenidos como rehenes.
En una operación encubierta, integrantes de las fuerzas especiales lograron aproximarse desde entonces a los campamentos de la guerrilla y lo hicieron con una habilidad tal que, según lo contó el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, les permitió el 20 de febrero ver a los militares norteamericanos mientras se bañaban en el río Apaporis en compañía de dos colombianos.
Para eso contaron con el apoyo de un guerrillero que inicialmente había desertado pero que, luego, con el respaldo del Ejército, regresó a sus viejas filas para trabajar como infiltrado.
Como la orden impartida por el presidente Álvaro Uribe era que la vida y la integridad de los secuestrados estaría por encima de cualquier otra consideración, la operación de rescate planeada fue diseñada en tres fases, una de las cuales consistiría en el establecimiento de un cerco humanitario alrededor del área donde se encontraban los rehenes en caso de que los otros dos intentos de rescate fracasaran.
Los responsables de la Operación Jaque descartaron de entrada una confrontación armada para reducir a los captores y diseñaron, en cambio, un ingenioso plan para penetrar sus huestes sin rastro de violencia. Así, con la ayuda técnica de expertos estadounidenses, consiguieron por medio de un informante monitorear el teléfono satelital usado por 'Alfonso Cano', sucesor de 'Tirofijo' en el mando de las Farc.
Uno de los agentes secretos consiguió hacer una imitación de la voz de 'Cano', favorecida por las distorsiones propias de ese sistema de comunicaciones, y se comunicó con Gerardo Aguilar Ramírez, 'César', comandante del primer frente de las Farc, quien hacía más de cinco años tenía bajo su responsabilidad a los secuestrados.
El oficial que imitó la voz de 'Cano' le insistió a 'César' en la necesidad de reunir cerca de su campamento a los secuestrados y le anunció que representantes de una acreditada ONG internacional llegarían al sitio escogido, en las riberas del río Inírida, a 72 kilómetros al sur de San José del Guaviare y a 58 kilómetros de Tomachipán.
El supuesto 'Cano' le hizo creer a 'César' que la misión internacional llegaría en helicópteros rusos MI 17 pintados de rojo y blanco y similares a los enviados por el presidente venezolano Hugo Chávez en las liberaciones humanitarias de enero y febrero pasado. Mientras tanto, el Ejército alistó en la base de Tolemaida, en Melgar (Tolima), dos naves que cumplirían las características descritas. El Ejército aprovechó los anuncios sobre una supuesta visita de emisarios de Francia y Suiza que buscaría contacto con 'Cano' para conseguir que los helicópteros volaran sin problemas en zonas de influencia guerrillera. El supuesto 'Cano' le pidió a 'César' que acompañara a los secuestrados para garantizar la seguridad del grupo. A las 5:00 a.m. del miércoles, los guerrilleros les dijeron a los secuestrados que recogieran sus pertenencias porque serían trasladados a otro lugar, pero no les aclararon cómo ni a dónde. Al promediar la mañana, un guerrillero conocido con el alias de 'Asprilla' les dijo a los secuestrados que estaba a punto de llegar un helicóptero en el que viajarían a otro lugar para encontrarse con un comandante de las Farc, al parecer 'Alfonso Cano'.
En efecto, poco antes de las 12:00 m. aterrizó una aeronave de la cual bajaron varios hombres vestidos con uniformes de fatiga, armados con fusiles. Parecían guerrilleros de las Farc, que hablaban como tales. Algunos tenían camisetas del 'Che' Guevara. Los secuestrados subieron con alguna dificultad al helicóptero y 'César' les ordenó a sus hombres que los ataran de los pies.
De repente, 'César' y 'Gafas' fueron golpeados con violencia por los otros supuestos guerrilleros, cuando uno de ellos gritó: "¡Somos el Ejército Nacional; ustedes están libres!".
Los militares comprobaron complacidos que 'César', atraído por su señuelo, había llevado hasta el helicóptero a Íngrid Betancourt Pulecio, a los estadounidenses Keith Stansell, Thomas Howes y Marc Gonçalves, y a los miembros de las Fuerzas Armadas de Colombia: Juan Carlos Bermeo, Raimundo Malagón, José Ricardo Marulanda, William Humberto Pérez Medina, Erasmo Romero Rodríguez, José Miguel Arteaga, Armando Flórez Pantoja, Julio César Buitrago, Armando Castellanos, Vianey Javier Rodríguez y Jhon Jairo Durán.
Mientras esto ocurría en la espesura de la selva, la noticia del rescate solo era conocida en Bogotá por un puñado de altos funcionarios del Estado. El Ministro de Defensa concentró en su despacho la información, al tiempo que el comandante del Ejército, general Mario Montoya, se desplazaba a San José del Guaviare para coordinar el traslado de los recién liberados.
Simultáneamente, e ignorante del episodio, el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, John McCain, recorría las calles de Cartagena y visitaba la zona aduanera en compañía de una nutrida comitiva de empresarios de su país y de Colombia.
A esa hora el presidente Uribe ya se había despedido de McCain y se encontraba recorriendo el Magdalena Medio santandereano, desde donde se comunicó telefónicamente con los presidentes de Estados Unidos y de Francia, George Bush y Nicolas Sarkozy, les informó la buena nueva y les dio todos los detalles de la operación.
Finalmente y cuando los principales medios de comunicación del país estaban tras la pista de una noticia de grandes proporciones, el ministro Santos ofreció una rueda de prensa en la que dio cuenta de la Operación Jaque. El funcionario reveló detalles de la tarea desarrollada por los miembros del Ejército y contó que los recién liberados llegarían a la capital del país al caer la tarde.
El arribo de Betancourt, los estadounidenses y los demás rescatados se produjo pasadas las 5:00 p.m. al aeropuerto militar de Catam, donde esperaban los familiares y decenas de periodistas de todo el mundo, que registraron el momento en que Íngrid y los otros 14 liberados bajaban de un avión de la FAC y se fundían en un largo abrazo con sus seres más queridos.
Jaque, ¿mate?
El éxito del impecable operativo, y el rescate de 15 de los secuestrados con mayor connotación política y reconocimiento internacional, es un duro golpe para las Farc. Si en los últimos meses ya se habían hecho evidentes los síntomas de desmoralización, división y debilitamiento militar, ahora estos fenómenos se van a sentir con mayor profundidad. Más que el triunfo de un plan, -"perfecto" en palabras de la recién liberada Íngrid Betancourt- para la guerrilla fue una enorme humillación: perdió su botín de canjeables, fue engañada y sumó un nuevo eslabón a la ya larga cadena de descalabros. La percepción de que las Farc van en caída libre quedó reforzada ante los ojos de la opinión pública nacional y de la comunidad internacional.
Seguramente es prematuro decretar la desaparición total de las Farc. Todavía hay varios frentes con capacidad de supervivencia y con una rica financiación proveniente del narcotráfico. Pero las Farc de los últimos años, la que logró las más vistosas victorias hace una década en Las Delicias y Patascoy, tiende a volverse un fenómeno del pasado. En especial porque en ese entonces iniciaron la inhumana serie de secuestros de solados y policías que, posteriormente, incrementaron con congresistas, los diputados del Valle y la candidata presidencial Íngrid Betancourt.
Con la liberación de los 15 ex canjeables se cierra un capítulo: el del chantaje de las Farc a favor de un 'canje' -la obsesión de 'Manuel Marulanda' hasta el fin de sus días- y de un nuevo despeje en los municipios de Pradera y Florida. Aunque aún queda un grupo de 25 secuestrados (ver recuadro), la capacidad de negociación de la guerrilla ha quedado reducida prácticamente a cero. Y aún si es prematuro decretar el fin absoluto de la guerrilla, o del conflicto armado, es muy posible que sí haya quedado superada la etapa en que el conflicto tuvo al secuestro como columna vertebral.
Lo anterior tiene un corolario: a partir de ahora cambiará el tipo de intervención de otros países, y de la comunidad internacional, en la guerra interna colombiana. Después del proceso de paz del gobierno de Andrés Pastrana, los gobiernos extranjeros se habían dedicado a abrir espacios y a tender puentes para la negociación de un acuerdo humanitario. Sin duda alguna, esas acciones se originaron en parte por la sensibilidad que generaba Íngrid Betancourt en Francia y los tres contratistas estadounidenses en su país. Con la libertad de estos cuatro ex rehenes, es muy probable que el tratamiento del resto de los secuestrados quede más reducido a las manos nacionales del Gobierno. O a la Iglesia, que ha recibido del presidente Uribe el encargo de explorar contactos. En ese escenario, las aventuras unilaterales de los Sarkozy y Chávez pierden terreno. En particular la intromisión de este último, tratada con desdén por Íngrid Betancourt cuando afirmó que "bienvenida la ayuda de Chávez, pero primero está la democracia colombiana".
Finalmente, el presidente Uribe y su política de seguridad democrática se anotan su éxito más rotundo. Más valioso que todos los anteriores, porque significa haber resistido toda suerte de presiones -externas y de las familias de las víctimas- para que desechara la opción de rescates militares. Un operativo tan sofisticado y productivo cambia totalmente la percepción paralizante de que no se podía hacer nada por los plagiados, diferente a negociar con la guerrilla.
Las declaraciones de Íngrid y de su madre, Yolanda -que había sido una dura crítica de las actitudes del Gobierno frente a los secuestrados- reflejan el alcance del significado político que, a favor de Uribe, deja la Operación Jaque. "La reelección había sido el golpe más duro contra las Farc en toda su historia", dijo Íngrid. Una frase que, por su significado, por quien la pronunció y por el momento en que lo hizo se convierte en el mejor activo de Álvaro Uribe para su futuro político. Falta ver cómo lo usa.
"LA OPERACIÓN FUE IMPECABLE"
Este es un resumen de las palabras pronunciadas por Íngrid Betancourt a su arribo a Bogotá.
"Los invito a que nos demos la bendición para agradecerle a Dios que nos acompañó, a nuestras Fuerzas Militares, a nuestros soldados. La operación fue absolutamente impecable. No sabíamos lo que estaba pasando. No hubo un solo tiro, no se mató a nadie, nos sacaron con grandeza. Los guerrilleros que nos tenían secuestrados quedaron vivos.
"Yo creo que esto es una señal de paz para Colombia. Nosotros debemos confiar en las Fuerzas Militares porque ellas nos van a llevar a la paz. Yo quiero realmente agradecerles a cada uno de los soldados de Colombia porque están demostrando que la paz es posible con inteligencia, prudencia y sabiduría. Quiero expresarles agradecimiento al presidente Uribe, al ministro Juan Manuel Santos, porque si ellos no hubieran tomado el riesgo probablemente quién sabe cuántos años más habríamos estado en calvario.
"Hoy, en nuestro último día de cautiverio, nos levantaron a las 5:00 de la mañana. Nos hicieron recoger los equipos, nos estuvieron entreteniendo toda la mañana, diciéndonos que no sabían lo que iba a pasar, que de pronto nos teníamos que mover de sitio. Unas horas antes de que llegaran los helicópteros, hablé con el comandante 'Asprilla' y me dijo que nos iban a montar a todos en uno de ellos y que nos iban a llevar a un sitio que no sabía dónde era e íbamos a poder hablar con un comandante que yo pensaba que era 'Alfonso Cano'.
"Cuando nos dijeron eso nos sentimos muy tristes porque todos albergábamos, de alguna manera, la esperanza de que una comisión internacional pudiera liberarnos. Debo confesar que cuando vi los helicópteros blancos sentí algo muy raro porque siempre que oíamos los helicópteros nos tocaba salir corriendo y esta vez estábamos esperando que aterrizaran. Ya cuando la gente estuvo en el sitio y bajó, el desconcierto fue total. Yo me pregunté qué misión era esa, a qué organización correspondían sus emblemas y concluí que se trataba de personas de las Farc por la manera como hablaban. Incluso había algunos que tenían camisetas del 'Che' Guevara.
"Nos subimos con mucha dificultad al helicóptero. Nos ataron las manos y los pies, cosa que me indignó. Nos dieron chaquetas blancas porque nos decían que íbamos a un clima frío. Yo dije: 'Eso no me lo voy a poner'. Rogaba a Dios que me diera fuerzas para aceptar las humillaciones que se iban a venir.
"Cuando ya estábamos volando sucedió algo raro que en primer momento no podíamos entender. De pronto oímos un golpe y vimos que el hombre que nos humilló en cautiverio estaba en el suelo casi desnudo, cosa que, pese a todo, no me alegró. Entonces el jefe de la operación gritó: '¡Somos el Ejército Nacional; ustedes están libres!'. Saltamos, gritamos de alegría, nos abrazamos y le dimos gracias a Dios...".
QUEDAN 25
El ex gobernador del Meta, Alan Jara, el ex congresista Óscar Tulio Lizcano y el ex diputado del Valle, Sigifredo López, y 22 militares no pudieron abrazar a los suyos y permanecen hoy secuestrados por las Farc. En este grupo se encuentran los suboficiales Pablo Emilio Moncayo Cabrera, Libio José Martínez Estrada y Luis Arturo García, cautivos desde el 20 de diciembre de 1997 durante la toma de la base militar de Patascoy (Nariño) y quienes más tiempo llevan en poder de ese grupo armado ilegal.
La situación de estas 25 personas generó ayer temor entre las familias que desesperadas pidieron a las Farc que les respeten la vida y los devuelvan cuanto antes. Mientras que solicitaron al Gobierno buscar la manera de traerlos a casa por la vía negociada en caso de que el rescate militar signifique ponerlos en riesgo.
Los otros militares secuestrados son Luis Alfonso Beltrán, William Donato Gómez, Róbinson Salcedo Guarín, Juan Carlos Bermeo Cobardea, Luis Alfredo Moreno, Arbey Delgado Argote, Luis Herlindo Mendieta, Enrique Murillo Sánchez, César Augusto Lasso Monsalve, Édgar Yezid Duarte Valero, Guillermo Javier Solórzano, Luis Hernando Peña Bonilla, Jorge Humberto Romero, José Libardo Forero, Jorge Trujillo Solarte, Carlos José Duarte, Wilson Rojas Medina, Álvaro Moreno y Elkin Hernández Rivas.
ESO DIJERON...
"Fue verdaderamente admirable. Quiero agradecer a todos los líderes mundiales y en especial a los de Suramérica porque en un momento u otro nos ayudaron y no se dieron por vencidos. Uribe tiene toda la gratitud del pueblo francés".Nicolas Sarkozy, presidente de Francia.
"Este es el momento que he esperado por tanto tiempo y doy gracias a Dios, a las autoridades colombianas, al presidente Nicolas Sarkozy y al Ejército por todo lo que sucedió. No veo la hora de abrazar a mi madre. Hoy tenemos de vuelta a nuestra mamá. Siento como si recién me hubiera despertado de una pesadilla y pienso en la gente que nos ha ayudado. Mamá está libre y todavía hay rehenes en la selva y no debemos olvidarlos".Melanie Delloye, hija de Íngrid
"Es una alegría inmensa, una alegría indescriptible. No acabo de creerlo. Es la culminación de seis años de lucha. Es un combate que merece llegar hasta el final. Eso demuestra que no hay que abandonar. Sabía que había negociaciones en curso, pero no pensaba que se pudiera producir una liberación tan rápidamente".Lorenzo Delloye, hijo de Íngrid
"Todo el país sabe de mis peleas con el presidente Uribe. Pero hoy quiero agradecerles primero a Dios y luego al presidente Uribe y a las Fuerzas Militares".Yolanda Pulecio, madre de Íngrid.
"Mi dolor de padre continúa pero seguiré marchando por mi Pablo y por los que quedan. Me alegro por los hoy liberados pero los queremos abrazar a todos. Les pedimos a Dios y a las Farc que nos permitan abrazarlos a todos libres".Gustavo Moncayo, padre del cabo Pablo Emilio.
"El terrorismo no paga, el secuestro no paga. Hay que acompañar a los secuestrados que quedan en manos de la guerrilla. El Liberalismo, acompaña al Gobierno en cualquier iniciativa de paz".César Gaviria, ex presidente de la República.
"Hay que seguir trabajando por el resto y no llenarnos de triunfalismo para no descartar la salida negociada... Con esta nueva derrota las Farc de seguro se percatarán de que no queda otra opción que sentarse a la mesa".Carlos Lozano, director Semanario Voz.
"Ojalá las Farc entiendan que hoy tienen que negociar. Ya está claro que lo que sigue es un juicio político a 'Alfonso Cano' que debe estar pensando que solo queda el diálogo".Andrés Pastrana, ex presidente.
"Esta liberación sin sangre va a permitir oxigenar una cantidad de cosas. Hay que hacer una radiografia de lo que está pasando y buscar la paz duradera para voltear esta hoja".Álvaro Leyva, ex candidato presidencial.
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