11 sept 2008

¿Control de confianza?

Concurso de malas policías/Editorial,
El Universal 11 de septiembre de 2008;
Lo peor de los vicios de las corporaciones policiacas y de los malos hábitos de las autoridades afloran en la secuela del secuestro y asesinato del adolescente Fernando Martí.
Con el proceso a medias, hay derroche publicitario para cantar las glorias de una habilidad
investigadora con muchos puntos oscuros. El golpe de suerte del caso es que el guardaespaldas Cristian Salmones Flores, de 25 años, dejado como muerto en la cajuela de un auto, sobrevivió al ataque y hoy es testigo protegido, custodiado en un lugar secreto, y pudo identificar sin titubeos a la agente federal Lorena González Hernández como partícipe en la operación criminal.
Es decir, las nuevas instituciones policiacas, carentes de eficaces mecanismos de selección, capacitación y supervisión de agentes, son vulnerables a la infiltración de presuntos delincuentes, como Lorena, que traman sus redes y emplean equipos, recursos y tácticas oficiales para delinquir, amparados en su doble filiación.
Finalmente, el secretario de Seguridad Pública, Gernaro García Luna, admitió que Lorena era miembro activo de la AFI hasta el día de su captura, “pero que no tenía vínculos de ningún tipo con mandos de la secretaría”, cualquiera que sea el atenuante de responsabilidad que ello signifique.
Las autoridades del Distrito Federal, autoras de la impugnación rechazada al principio como falsa, fueron rápidamente felicitadas tanto por García Luna como por el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño Terrazo, en consonancia con la línea presidencial de dar, a la primera oportunidad, lecciones de urbanidad política al gobierno local.
Más allá de las acedas pugnas entre los responsables de la seguridad en los dos niveles de gobierno, conviene recapacitar en la imposibilidad de dar una lucha efectiva contra la delincuencia mayor con cuerpos de policía infestados de delincuentes. No es que no haya buenos, y hasta heroicos, agentes del orden, pues muchos han muerto en el cumplimiento de su deber, pero todavía sobreviven enclaves del mal que deben ser extirpados.
Hay una ineludible urgencia de acción para tener resultados que no sean producto de la buena fortuna, que también se vale, ni deban esperar los tiempos que pausadamente han de cumplirse como consecuencia del Acuerdo Nacional por la Seguridad, la Justicia y la Legalidad para combatir la delincuencia, firmado hace justamente tres semanas. Más que oro, el tiempo es vida.

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