21 sept 2008

La opinión de Sara Sefchovich

¿Por qué Morelia?/Sara Sefchovich
Publicado en El Universal (www.eluniversal.com), 21 de septiembre de 2008;
Dice Umberto Eco que los humanos pensamos en términos de identidad y similaridad, pues según Thomas Kuhn, así funciona la mente, buscando que las cosas nuevas se parezcan a las conocidas.
Un buen ejemplo de esto fue la primera reacción después del 11-M en España: antes de mirar ya estaban acusando a ETA y sólo después se percataron de que no había sido. Con lo de Morelia fue igual: primero culpamos al narco y luego investigamos.
A los dos días de los hechos, había quien dudaba: algunos le atribuyeron el atentado al
Ejército, porque las granadas utilizadas sólo las consiguen los militares, aunque hay quien dice que no es cierto que se usó ese tipo de granadas de fragmentación, ya que hubo menos destrucción de la que ellas causan. Ricardo Alemán dijo que podrían ser líderes de grupos políticos o paramilitares y Jorge Castañeda fue más lejos diciendo que podía ser cualquier persona por cualquier motivo. No faltó quien, imitando el argumento que circuló en Estados Unidos después del 11 de septiembre, lo atribuyó al propio gobierno que así tendría pretexto para convocar a la unidad y para realizar ciertas acciones represivas.
Nadie parece creer que pudiera tratarse de algún grupo guerrillero, porque se supone que tienen un código que “no acepta daños a la sociedad civil”. Pero esto podría ser válido también para los narcos si les creemos a quienes afirman que nunca ha sido la estategia de esos grupos atacar a civiles, pues, dice Julio Hernández, “se han esmerado en crear una base social de apoyo y critican los excesos de quienes no respetan una especie de código básico de honor del ‘buen’ criminal”. Los propios narcos parecen confirmar esto cuando públicamente un grupo se desliga de los atentados y hasta afirma que va a hacer su propia investigación sobre quién lo hizo.
Lo que por ninguna parte aparece es una hipótesis en la cual ciudadanos comunes y corrientes pudieran de esa manera manifestar su enojo contra el gobierno del señor Godoy. Pero no podemos ignorar que con este gobernador las cosas no marchan, que meses y meses han pasado desde que tomó posesión y no se ve empuje, espíritu creativo, acción.
Ver las cosas de esta manera nos serviría para de una vez tratar de responder a la pregunta de ¿por qué Morelia?
También sobre esto las respuestas han apuntado al lugar común: que si porque el Presidente y muchos panistas prominentes son de Michoacán, o porque gobierna un perredista que no es del grupo de AMLO y que se ha puesto de un lado en la disputa por el partido, o porque es una región en la que hay tanto movimiento de gente que va y viene entre México y Estados Unidos, o porque está en un lugar muy visible y allí sí se nota lo que pasa, no como cuando hay muertos en Creel, Chihuahua, o en algún paraje del estado de México. Pero tampoco aparece por ninguna parte que algo pudiera tener que ver con la propia entidad y con su gobierno, como si pensar así fuera inconveniente, como si fuera obligatorio nada más pensar en términos de fuerzas e intereses externos.
En todo caso, sea quien sea el responsable del atentado y sea cual sea la razón por la cual eligieron Morelia, es un hecho que su afán era desestabilizar. Y por eso la respuesta tendría que ir por el camino de conseguir lo contrario: estabilizar. Para ello, en lugar de seguir el patrón tradicional de respuesta y con el pretexto de los atentados dedicarse a hacer reuniones y a recortar presupuestos dizque para destinarlos a la seguridad, habría que soltar el dinero y empujar la generación de empleos, la construcción de obras y sobre todo lo que más urge: el impulso a la educación, la promoción de la cultura y del esparcimiento.
Esto sería mucho más útil que los discursos compungidos, las promesas de vamos a investigar en las que ya nadie cree y el anuncio de acciones militares o policiacas que ya han mostrado su ineficacia. La manera de generar confianza en los ciudadanos y de verdaderamente repudiar a los criminales es caminando, no paralizando y haciendo, no diciendo.
sarasef@prodigy.net.mx
Escritora e investigadora en la UNAM

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