Se cumplen 150 años del impacto del mayor meteorito caído en España
El detallado informe del ciudadano contra cuyo terreno chocó el bólido permite una reconstrucción fidedigna de los hechos
ELPAÍS.com - Madrid - 24/12/2008
En la madrugada del 24 de diciembre de 1858 "las personas que estaban en las calles, en los caminos y en los campos vieron aparecer un magnífico globo de fuego de una brillantez extraordinaria y deslumbradora que, ostentando los colores del arco iris, oscureció la luz de la luna y descendió majestuosamente desde las regiones aéreas". Este es parte del relato de Rafael Martínez Fortún, vecino del municipio murciano de Molina de Segura, en cuyas tierras impactó aquella Nochebuena el mayor meteorito jamás caído en España, según recoge la plataforma de noticias científicas SINC. Cinco años después, la reina Isabel II aceptó donar el bólido al Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) de Madrid, donde se exhibe desde entonces.
El relato de Martínez Fortún aparece en un reciente estudio publicado en la revista Astronomy and Geophysics por los científicos Jesús Martínez Frías, geólogo del Centro de Astrobiología, y Rosario Lunar, catedrática de Cristalografía y Mineralogía de la Universidad Complutense de Madrid. Martínez Frías ha explicado a SINC que el meteorito de Molina de Segura pesaba unos 144 kilos, pero al caer se dividió en varios fragmentos y el más grande es el de 112,5 kilos que se conserva en el Museo Nacional de Ciencias Naturales.
Además de detallar las características mineralógicas y geoquímicas del meteorito, el estudio se basa sobre todo en el informe de Rafael Martínez Fortún, que se preocupó de registrar legalmente el "testimonio literal de la información ad perpétuam a objeto de acreditar los fenómenos físicos que se observaron al descender un aerolito en la madrugada del día 24 de diciembre de 1858". Este y otros documentos han salido a la luz gracias a la labor de los expertos del archivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales.
"Parecía que descendía a la Tierra una de las estrellas del cielo"
En el informe uno de los testigos declara que, a los "tres cuartos para las tres de la mañana", observó que repentinamente se iluminó el cielo por "un gran lucero de un resplandor que eclipsaba la luna y que caminaba del Mediodía al Norte". Otro comenta que vio descender "un globo de fuego brillantísimo y de hermosos colores, que no parecía sino que descendía a la Tierra una de las estrellas del cielo". "Pasó por encima de esta ciudad a tan poca distancia de la torre de la catedral, que creyeron que iba a tocar en la linterna de dicha torre, pero no sucedió así, sino que recorrió unas tres leguas más, salvando esta ciudad y su término", figura en el documento.
El impacto sobre el terreno produjo tal sacudida que levantó de la cama a los vecinos de Molina de Segura. "Despertaron muchas personas de las que se hallaban durmiendo, y todas, excepto las que observaron el fenómeno al aire libre, creyeron que era una de esas tormentas tan frecuentes en esta localidad, llenándoles de terror", continúa el relato. Varios de los testigos del suceso coinciden en señalar que se oyó un gran ruido "como el de un cañonazo", acompañado de un temblor de tierra "parecido al que ocasiona un terremoto".
Algunos curiosos se acercaron al lugar de la caída unos días después, "y quedaron todos confusos sin saber quién podría haber producido aquello". Removieron la tierra y no encontraron nada, así que "olvidaron completamente" lo acontecido. Posteriormente, "durante la siega de la cebada", a uno de los segadores le llamó la atención el hoyo formado por el meteorito "y escarbando con la hoz tocó un cuerpo duro y resistente, lo que comunicó a sus compañeros", cuya curiosidad les animó a cavar el terreno.
"Encontraron una piedra de figura cuadrangular, color negruzco y de un peso extraordinario comparado con su volumen, pues tenía diez arrobas y quince libras, lo cual, unido a que no se parecía a piedra alguna de las que ellos habían visto hasta entonces en aquellos alrededores ni en otra parte, les llamó sobremanera la atención, quitándole uno de ellos un pedazo con un golpe que le dio con una maza de hierro", detalla el informe.
Rafael Martínez Fortún decidió remitir el aerolito a uno de los museos del Reino, "para que estando a disposición de los hombres de ciencia, lo estudien con la atención debida", recibiendo en 1893 la autorización de Isabel II para su conservación y exposición en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Con el paso de los años algunas piezas pequeñas del bólido se repartieron también por diferentes colecciones e instituciones del mundo, como el Museo de Historia Natural de Reino Unido, el Museo Field de Chicago (EE UU) o la colección de meteoritos del Vaticano.
El detallado informe del ciudadano contra cuyo terreno chocó el bólido permite una reconstrucción fidedigna de los hechos
ELPAÍS.com - Madrid - 24/12/2008
En la madrugada del 24 de diciembre de 1858 "las personas que estaban en las calles, en los caminos y en los campos vieron aparecer un magnífico globo de fuego de una brillantez extraordinaria y deslumbradora que, ostentando los colores del arco iris, oscureció la luz de la luna y descendió majestuosamente desde las regiones aéreas". Este es parte del relato de Rafael Martínez Fortún, vecino del municipio murciano de Molina de Segura, en cuyas tierras impactó aquella Nochebuena el mayor meteorito jamás caído en España, según recoge la plataforma de noticias científicas SINC. Cinco años después, la reina Isabel II aceptó donar el bólido al Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) de Madrid, donde se exhibe desde entonces.
El relato de Martínez Fortún aparece en un reciente estudio publicado en la revista Astronomy and Geophysics por los científicos Jesús Martínez Frías, geólogo del Centro de Astrobiología, y Rosario Lunar, catedrática de Cristalografía y Mineralogía de la Universidad Complutense de Madrid. Martínez Frías ha explicado a SINC que el meteorito de Molina de Segura pesaba unos 144 kilos, pero al caer se dividió en varios fragmentos y el más grande es el de 112,5 kilos que se conserva en el Museo Nacional de Ciencias Naturales.
Además de detallar las características mineralógicas y geoquímicas del meteorito, el estudio se basa sobre todo en el informe de Rafael Martínez Fortún, que se preocupó de registrar legalmente el "testimonio literal de la información ad perpétuam a objeto de acreditar los fenómenos físicos que se observaron al descender un aerolito en la madrugada del día 24 de diciembre de 1858". Este y otros documentos han salido a la luz gracias a la labor de los expertos del archivo del Museo Nacional de Ciencias Naturales.
"Parecía que descendía a la Tierra una de las estrellas del cielo"
En el informe uno de los testigos declara que, a los "tres cuartos para las tres de la mañana", observó que repentinamente se iluminó el cielo por "un gran lucero de un resplandor que eclipsaba la luna y que caminaba del Mediodía al Norte". Otro comenta que vio descender "un globo de fuego brillantísimo y de hermosos colores, que no parecía sino que descendía a la Tierra una de las estrellas del cielo". "Pasó por encima de esta ciudad a tan poca distancia de la torre de la catedral, que creyeron que iba a tocar en la linterna de dicha torre, pero no sucedió así, sino que recorrió unas tres leguas más, salvando esta ciudad y su término", figura en el documento.
El impacto sobre el terreno produjo tal sacudida que levantó de la cama a los vecinos de Molina de Segura. "Despertaron muchas personas de las que se hallaban durmiendo, y todas, excepto las que observaron el fenómeno al aire libre, creyeron que era una de esas tormentas tan frecuentes en esta localidad, llenándoles de terror", continúa el relato. Varios de los testigos del suceso coinciden en señalar que se oyó un gran ruido "como el de un cañonazo", acompañado de un temblor de tierra "parecido al que ocasiona un terremoto".
Algunos curiosos se acercaron al lugar de la caída unos días después, "y quedaron todos confusos sin saber quién podría haber producido aquello". Removieron la tierra y no encontraron nada, así que "olvidaron completamente" lo acontecido. Posteriormente, "durante la siega de la cebada", a uno de los segadores le llamó la atención el hoyo formado por el meteorito "y escarbando con la hoz tocó un cuerpo duro y resistente, lo que comunicó a sus compañeros", cuya curiosidad les animó a cavar el terreno.
"Encontraron una piedra de figura cuadrangular, color negruzco y de un peso extraordinario comparado con su volumen, pues tenía diez arrobas y quince libras, lo cual, unido a que no se parecía a piedra alguna de las que ellos habían visto hasta entonces en aquellos alrededores ni en otra parte, les llamó sobremanera la atención, quitándole uno de ellos un pedazo con un golpe que le dio con una maza de hierro", detalla el informe.
Rafael Martínez Fortún decidió remitir el aerolito a uno de los museos del Reino, "para que estando a disposición de los hombres de ciencia, lo estudien con la atención debida", recibiendo en 1893 la autorización de Isabel II para su conservación y exposición en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid. Con el paso de los años algunas piezas pequeñas del bólido se repartieron también por diferentes colecciones e instituciones del mundo, como el Museo de Historia Natural de Reino Unido, el Museo Field de Chicago (EE UU) o la colección de meteoritos del Vaticano.
1 comentario:
Excelente noticia!!
Pero de acuerdo con la información original que se recoge en la plataforma de Información de Noticias Científicas de la FECYT y en muchos otros medios, donde dice "geólogo" debe decir "geólogo planetario". Por extrañas razones este término, que es importante ya que decir "geólogo" es obviamente demasiado genérico, desapareció curiosamente en la información que da el diario "El País" mientras que sí aparece en todas las demás, salvo en la de la Cadena Ser, que sólo habla de "los expertos" sin citar ni los nombres de los científicos que realizaron el estudio ni la publicación científica (Astronomy and Geophysics).
Saludos,
Irene
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