6 sept 2008

Besando un beso


Poesía de Pedro Salinas; Razón de Amor
Hoy estoy besando un beso
;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no
—¿adónde se me ha escapado?—.
Los pongo
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.

¿Y puedo vivir sin ti?


LA VOZ A TI DEBIDA/Pedro Salinas
Versos 1946 a 1981

Me estoy labrando tu sombra.
La tengo ya sin los labios,
rojos y duros: ardían.
Te los habría besado
aún mucho más.
Luego te paro los brazos,
rápidos, largos, nerviosos.
Me ofrecían el camino
para que yo te estrechara.

Te arranco el color, el bulto.
Te mato el paso. Venías
derecha a mí. Lo que más
pena me ha dado, al callártela,
es tu voz. Densa, tan cálida,
más palpable que tu cuerpo.

Pero ya iba a traicionarnos.
Así
mi amor está libre, suelto,
con tu sombra descarnada.
Y puedo vivir en ti
sin temor

a lo que yo más deseo,
a tu beso, a tus abrazos.

Estar ya siempre pensando
en los labios, en la voz,
en el cuerpo,
que yo mismo te arranqué
para poder, ya sin ellos,
quererte.

¡Yo que los quería tanto!
Y estrechar sin fin, sin pena
—mientras se va inasidera,
con mi gran amor detrás,
la carne por su camino—
tu solo cuerpo posible:
tu dulce cuerpo pensado.

Pedro Salinas. (1891-1951); madrileño, considerado el poeta del amor, uno de los grandes exponentes de la generación del 27, a los que pertenecen poetas como Jorge Guillen, Federico Garcia Lorca, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre y Luis Cernuda, entre otros.
Dice Cernuda que "quien acude a él halla siempre, por lo menos, una palabra cordial, un gesto, un estimulo";

¿Serás, amor?


De Pedro Salinas
Y nunca te equivocaste,
más que una vez, una noche
que te encaprichó una sombra
-la única que te ha gustado-.
Una sombra parecía.
Y la quisiste abrazar.
Y era yo.

***
¿Serás, amor
un largo adiós que no se acaba?
Vivir, desde el principio, es separarse.
En el mismo encuentro
con la luz, con los labios,
el corazón percibe la congoja
de tener que estar ciego y sólo un día.
Amor es el retraso milagroso
de su término mismo:
es prolongar el hecho mágico
de que uno y uno sean dos, en contra
de la primer condena de la vida.
Con los besos,
con la pena y el pecho se conquistan,
en afanosas lides, entre gozos
parecidos a juegos,
días, tierras, espacios fabulosos,
a la gran disyunción que está esperando,
hermana de la muerte o muerte misma.
Cada beso perfecto aparta el tiempo,
le echa hacia atrás, ensancha el mundo breve
donde puede besarse todavía.
Ni en el lugar, ni en el hallazgo
tiene el amor su cima:
es en la resistencia a separarse
en donde se le siente,
desnudo altísimo, temblando.
Y la separación no es el momento
cuando brazos, o voces,
se despiden con señas materiales.
Es de antes, de después.
Si se estrechan las manos, si se abraza,
nunca es para apartarse,
es porque el alma ciegamente siente
que la forma posible de estar juntos
es una despedida larga, clara
y que lo más seguro es el adiós.
Pedro Salinas. (1891-1951); madrileño,
Considerado el poeta del amor, uno de los grandes exponentes de la generación del 27, a los que pertenecen poetas como Jorge Guillen, Federico Garcia Lorca, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre y Luis Cernuda, entre otros.
Dice Cernuda que "quien acude a él halla siempre, por lo menos, una palabra cordial, un gesto, un estimulo"....,
Y no la falta razón a Cernuda!

Poesía

POESÍA/Pedro Salinas
¿Tú sabes lo que eres
de mí?
¿Sabes tú el nombre?
No es
el que todos te llaman
esa palabra usada
que se dicen las gentes,
si besan o se quieren,
porque ya se lo han dicho
otros que se besaron.
Yo no lo sé, lo digo,
se me asoma a los labios
como una aurora virgen
de la que no soy dueño.
Tú tampoco lo sabes,
lo oyes. Y lo recibe
tu oído igual que el silencio
que nos llega hasta el alma
sin saber de qué ausencias
de ruidos está hecho.
¿Son letras, son sonidos?
Es mucho más antiguo.
Lengua de paraíso,
sanes primeros, vírgenes
tanteos de los labios,
cuando, antes de los números,
en el aire del mundo
se estrenaban los nombres
de los gozos primeros.
Que se olvidaban luego
para llamarlo todo
de otro modo al hacerlo
otra vez nuevo son
para el júbilo nuevo.
En ese paraíso
de los tiempos del alma,
allí, en el más antiguo,
es donde está tu nombre.
Y aunque yo te lo llamo
en mi vida, a tu vida,
con mi boca, a tu oído,
en esta realidad,
como él no deja huella
en memoria ni en signo,
y apenas lo percibes,
nítido y momentáneo,
a su cielo se vuelve
todo alado de olvido,
dicho parece en sueños,
sólo en sueños oído.
Y así, lo que tú quieres,
cuando yo te lo diga
no podrá serlo nadie,
nadie podrá decírtelo.
Porque ni tú ni yo
conocemos su nombre
que sobre mi desciende,
pasajero de labios,
huésped
fugaz de los oídos
cuando desde mi alma
lo sientes en la tuya,
sin poderlo aprender,
sin saberlo yo mismo.
Pedro Salinas. (1891-1951); madrileño, considerado el poeta del amor, uno de los grandes exponentes de la generación del 27, a los que pertenecen poetas como Jorge Guillen, Federico Garcia Lorca, Rafael Alberti, Vicente Aleixandre y Luis Cernuda, entre otros.
Dice Cernuda que "quien acude a él halla siempre, por lo menos, una palabra cordial, un gesto, un estimulo";
Decía Salinas que "la poesía se explica sola; sino no se explica. Todo comentario a una poesia se refiere a los elementos circundantes a ella, estilo, lenguaje, sentimientos, aspiración, pero no a la poesia misma. La poesia es una aventura hacia lo absoluto".

Gilberto, la opinión de Paco Gómez Maza





Te vamos a extrañar, camarada inmemorial/Francisco Gómez Maza,
Gilberto Rincón Gallardo, un hombre íntegro
Murió Gilberto Rincón Gallardo -15 de mayo de 1938 – 30 de agosto de 2008 -.
La bandera roja con la hoz y el martillo debería de estar cubriendo su catafalco. Eso digo yo. El luchador, el activista, el político comprometido con la historia, con los de abajo, con los discapacitados principalmente, ahora llamados delicadamente "con capacidades diferentes". Se fue a los 70 años, en la flor de la edad de la experiencia humana y política. Cuando le traté sólo recibí de él respeto y reconocimiento, ternura y cuidado y un ingente interés por los demás, tanto que quiso ser presidente de la república como un gesto más testimonial que real
Murió Gilberto siendo presidente del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación. Gilberto es hijo de la Facultad de Derecho de la UNAM. Y el acto más significativo en su vida fue renunciar al Partido de la Revolución Democrática (PRD) en 1995, del cual fue fundador en 1989, porque desde entonces esa izquierda partidaria no daba ya para más, con líderes convenencieros, timoratos, preocupados sólo por satisfacer sus intereses personales y de eso soy yo testigo.
Nadie me lo puede desmentir. Gilberto venía de las luchas clandestinas del Partido Comunista, comprometido hasta las cachas con la revolución comunista, pero que entendió los signos de los tiempos y cambió en el sentido de las manecillas del reloj: buscar la democracia, pero no la democracia representativa, sino la democracia de la vida, la democracia con la que se entreteje el tejido social de una sociedad urgida de igualdad de oportunidades.
Gilberto fue miembro fundador del Movimiento de Liberación Nacional, encabezado por el entonces ex presidente Cárdenas del Río, junto al inmemorial Heberto Castillo. Ahí colaboró por primera vez con Cuauhtémoc Cárdenas, hijo del general, quien iniciaba en aquel entonces su carrera política. Gilberto formó parte de la dirigencia del Partido Comunista Mexicano (PCM) y fue diputado federal por ese partido en la LI Legislatura, entre 1977 y 1980. En 1981 fue fundador del Partido Socialista Unificado de México (PSUM) y en 1986 del Partido Mexicano Socialista (PMS), el cual tras ceder la candidatura de Heberto Castillo a favor de Cuauhtémoc Cárdenas dio inicio al PRD en 1989.
Gilberto fue el mexicano que más veces estuvo en la cárcel por defender sus ideas y sus ideales. Estuvo encarcelado en 32 ocasiones.
Fue diputado federal en la LI y LV legislaturas de la Cámara de Diputados y desde abril de 2003 fue presidente del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación. También fue miembro del Consejo Consultivo de la UNICEF en México y especialista asesor en la construcción de la propuesta oficial mexicana para la Convención de las Naciones Unidas a favor de las Personas con Discapacidad.
Conocido en el pasado como miembro de la izquierda más tradicional, Rincón Gallardo adquirió renombre cuando fue candidato a la Presidencia de México en el año 2000, al frente del ahora extinto partido de Democracia Social, generando amplias polémicas por sus posturas reformistas y por ser el primer partido del México moderno en denunciar, durante su campaña, la gran discriminación que se vive en el país, además de asumirse abiertamente socialdemócrata. Un partido pequeño, pero que hizo mucho ruido.
A mí, en calidad de reportero me tocó "cubrir" muchas de las actividades de la campaña electoral de Gilberto y me encantaba ponerme a platicar en los salones de su casa de campaña, creo que por allá en los lares de la colonia Del Valle.
El joven Rincón Gallardo, allá en sus remotas juventudes, tras apoyar en su candidatura por la presidencia al otrora líder del derechista Partido Acción Nacional, Luis H. Álvarez, decidió unirse a las luchas obreras y sociales encabezadas por la izquierda socialista en México. Fue compañero de Heberto Castillo —quien a su vez fuese el heredero político del General Lázaro Cárdenas del Río—, de los líderes ferrocarrileros Valentín Campa y Demetrio Vallejo, Rincón.
A pesar de ser hombre de izquierda, en opinión de Wikipedia, Rincón Gallardo no se dejó llevar por el dogmatismo de los comunistas; por el contrario siempre manifestó la idea de la izquierda pacífica y democrática, al grado de pedirle al líder guerrillero Lucio Cabañas que abandonara las armas.
En 1999, tras su renuncia al PRD, formó con un grupo de intelectuales, ex guerrilleros, funcionarios y militantes de diversas ramas de la izquierda, así como de diversas ONG, el partido Democracia Social, que lo postuló como su candidato a la presidencia en 2000. Este pequeño partido se definió abiertamente socialdemócrata e impulso propuestas polémicas como las leyes de sociedades de convivencia y la despenalización del aborto, además de hacer hincapié en la igualdad de género y lucha contra la discriminación.
Te vamos a extrañar, querido Gil. Tus sabios comentarios, tan certeros. Tu seriedad profunda. Tu responsabilidad absoluta. Tu optimismo pese a los infortunios de la vida. Tu amor a México. Tu desdén por la corrupción y la impunidad que ahora nos mata.

La Reina del Pacifico

Narco y corrupión, hermandad que no se extingue
Julio Sherer.
Publicado en la revista Proceso (www.proceso.com.mx), No. 1660, 24 de agosto de 2008;
Desde la cúspide del poder, Felipe Calderón la acusó, la juzgó y la sentenció: era el enlace de los cárteles mexicanos con los grandes capos colombianos. Apenas detenida, sin juicio alguno de por medio, el Presidente de la República llegó a decir que era una de las delincuentes más peligrosas de América Latina. Sandra Ávila Beltrán fue condenada de antemano por obra y gracia del autoritarismo presidencial. Recluida desde hace un año en la cárcel de mujeres de Santa Martha Acatitla, en el Distrito Federal, la llamada Reina del Pacífico -apodo que, según ella, le impuso la PGR- aceptó una prolongada serie de entrevistas con Julio Scherer García -dos visitas a la semana durante varios meses, horas y horas y horas de grabación- en las cuales, a golpe de preguntas, detalló su vida personal, inmersa en la sociedad del narco, sus relaciones con hombres célebres de ese mundo y afirmó, porque lo puede afirmar con las vivencias y testimonios a flor de memoria y de epidermis: los capos y las autoridades corruptas entrecruzan sus vidas y a través de su perversa hermandad explican por qué el narcotráfico es fuego que no se extingue. De La Reina del Pacífico: es la hora de contar, el nuevo libro del fundador de Proceso, que la editorial Random House Mondadori pone en circulación en estos días, extraemos los fragmentos que adelantamos en estas páginas.
Sandra Ávila Beltrán ha vivido como ha querido y ha padeci-do como nunca hubiera imaginado. En los extremos se han tocado la riqueza y la muerte. Ahora habita en la cárcel, soez el concreto negruzco de los muros que cancelan el exterior; soez el lenguaje; soez su estridencia; soez la locura que ron-da; soez el futuro como una interrogación dramática.
En la sala de juntas del reclusorio femenil de Santa Mar-tha Acatitla, la Reina del Pacífico iría dando cuenta de su vida. A lo largo de sus 44 años ha escuchado ráfagas de metralleta que no logra acallar en los oídos; ha escapado de la muerte porque no le tocaba morir; ha galopado en caballos purasangre y ha llevado de las riendas ejemplares de estampa imperial que siguen La Marcha de Zacatecas; ha jugado con pulseras y collares de oro macizo, se ha fascinado con el esplendor de los brillantes y el diseño surrealista de piedras inigualables; de niña, entrenada al tiro al blanco en las ferias, ya mayor ha manejado armas cortas y armas largas; ha disfrutado de las carreras parejeras, las apuestas concertadas al puro grito sin que importe ganar o perder; ha participado en los arrancones de automóviles al riesgo que fuera y ha bailado los días completos con pareja o sin pareja. Absolutamente femenina, dice que le habría gustado ser hombre.
Por escrito, yo había solicitado del licenciado Antonio Hazael Ruiz, director de los reclusorios de la ciudad de México, autorización para reunirme con la señora. La había observado durante su presentación en la tele el día de su captura y había escuchado a un locutor que aludía a su sonrisa, sonrisa cínica, según dijo. Periodismo gratui-to, pensé.
Más tarde, El Universal había anunciado en su primera plana una entrevista espectacular, a cuatro columnas la fotografía de Sandra Ávila. El diario desplegaba la exclusiva con alarde, momento en que di por perdido el proyecto que ya me encendía.
Sin embargo, el periódico engañaba a los lectores. Resultaba evidente que la entrevista no había tenido lugar y el texto, dividido en tres partes sucesivas, con titulares en primera plana, se ocupaba del personaje a distancia, de oídas. No retuve algún dato interesante, una descripción viva, algún diálogo que valiera la pena.
***
En la sala de juntas del reclusorio, aguardaba junto con la directora y algunas otras personas la presencia de la mujer tan famosa, de antemano convencido de su espectaculari-dad. Mientras hablábamos sin conversar y bebíamos café para distraernos, la directora fue informada:
-Me dicen que se está acicalando, que no tarda.
Vestida con el obsesivo color de las internas en proce-so, café claro, se adentró en el salón, pausada, los pasos cor-tos. Tomó la iniciativa y nos saludó de mano, uno a uno. La miré a los ojos oscuros, brillantes, suave la avellana de su rostro. Me miró a la vez, directa, sus ojos en los míos. Con el tiempo llegamos a bromear:
-El que pestañee, pierde.
El cabello, carbón por el artificio de la tintura, descendía libremente hasta media espalda y los labios subrayaban su diferencia natural: delgado el superior, sensual el de abajo. Observada de perfil, la cara se mantenía fiel a sí misma. De frente y a costa de la armonía del conjunto, un cirujano plás-tico había operado la nariz y errado levemente en la punta, hacia arriba.
De estatura media, apenas morena, sus grandes pechos sugerían un cuerpo impetuoso. Desde su cintura, las líneas de Sandra Ávila correspondían a la imagen de una mujer en plenitud. La señora calzaba sandalias, de rojo absoluto las uñas de los pies.
Fue incierta la primera entrevista. El tema que nos reunía era el narcotráfico, pero la palabra no llegaba a la sala de juntas. Yo no quería precipitarme y mencionar antes de tiempo la soga en casa del ahorcado, pero temía un silencio embarazoso que enfriara un ambiente que deseaba calentar. Hablé de los crímenes cruentos y los incruentos, los asesi-nos sañudos, la sangre eternamente limpia de las personas queridas. Hablé también de la impunidad, las insólitas for-tunas personales y la corrupción de empresas descomunales que privan a la sociedad de escuelas, hospitales, caminos, seguridad.
Sandra Ávila, su figura dominante más allá de las pala-bras, dijo:
-En México hay mucha violencia y no creo que el gobierno pueda acabar con ella. La violencia está en el pro-pio gobierno.
La opresión de la cárcel, sin escapatoria el tema circular que impone, me llevó a preguntar a Sandra Ávila si había leído Cárceles, un libro que escribí en 1988. El tema venía a cuento.
-No. De usted apenas me estoy enterando.
u u u
El peral sabe de las peras que maduran en sus ramas y San-dra Ávila sabe de los perales del narcotráfico. Pertenece a ese mundo y participa del mundo de los judiciales, los mili-tares, los políticos. Unos y otros, los hombres del orden y los de la delincuencia, viven vidas que se cruzan y han terminado por formar una única vida desgarrada. Se saludan, conversan, concurren a las mismas reuniones, se agreden entre sí y terminan matándose, espectáculo a la vista de todos, como en el cine.
El encono se da entre fuerzas que no ceden. Los que gobiernan desde el poder cuentan con las cárceles de máxi-ma seguridad, la amenaza permanente de la extradición, la institución del Ministerio Público, el monopolio de la repre-sión. Los narcotraficantes poseen el dinero. Más, siempre más, hace posible que de un día para otro dejen el anonima-to, la vida gris rata sin señoras que todos miren. Los bienes de la tierra son para su ego y también para regalos gran-des, mansiones, carros y más carros, joyas y más joyas. Ahí está Osiel Cárdenas Guillén, ejemplo sobresaliente. El 10 de mayo enviaba a Matamoros, su ciudad natal, montañas de obsequios para las madres: refrigeradores, televisores, estufas, planchas, vestidos, abrigos y hasta Mercedes y BMW para las ganadoras de rifas excitantes, como los duelos del amor pro-pio. En Navidad, las toneladas de juguetes eran para los niños.
Osiel hizo su fortuna en pocos años. Nació pobre el 18 de mayo de 1967 y ya muchacho se desempeñó como ayu-dante de mecánico, mesero y empleado de una maquilado-ra. A los 30 años fue el hombre más buscado por la Agencia Antinarcóticos (DEA, por sus siglas en inglés) y cuatro años después viajó encadenado a Estados Unidos sin un dólar y con fama de hombre sanguinario. Dice Sandra Ávila que fue un líder y lo sigue siendo, el único que, aun preso, conserva el poder intacto entre los suyos.
Rafael Caro Quintero es otro ejemplo de riqueza y popularidad, promiscuo para el amor, dotado como un semental. Cerca de la gente, lo mismo en los bailes que en el cementerio, romántico, enamorado, se quitaba lo que lle-vaba puesto para dárselo a quien se lo pidiera.
Cuenta la Reina del Pacífico:
-Yo lo admiraba por ayudar a su gente, era noble y espléndido con los suyos. Líder también, protector de su familia.
***
Dice Sandra Ávila que si voltea a un lado ve el narco, si voltea hacia el otro observa a las autoridades y si mira al frente los ve juntos. En ese ambiente nació rica, muy rica. Con el tiempo, la violencia se ha ido enseñoreando de su vida.
Los ojos de Sandra Ávila se encierran a veces en una tristeza fúnebre o en un hastío profundo, estados de ánimo que coinciden y se hacen uno en la desesperanza. Así me parece. Pero más allá de la depresión, al final sus ojos son como son: oscuros, simplemente negros.
Le pido que me platique de su infancia, de su familia. Su padre murió a fines del siglo pasado, hombre bueno. Su madre, María Luisa Beltrán, no mantiene relaciones con los narcotraficantes, a pesar de lo que se dice. Los conoce, pero no están vinculados a sus vidas. Su abuela, la Chata, tampo-co. Así fue en Tijuana, así ha sido en Culiacán y así en Gua-dalajara, centros de la vida de Sandra Ávila. Cuando Felipe Calderón lanzó al Ejército contra los narcos, a su juicio sin medir las consecuencias de una decisión tan grave en esas ciudades que son parte de su existencia, la violencia impri-mió tonos aún más sombríos al paisaje cotidiano de vastas regiones de la República.
No ve desenlace en la lucha sin cuartel que ahora se libra. Los muertos se suceden a los muertos, los secuestros a los secuestros y así seguirá siendo. Si cae un oficial, de inmediato es sustituido y si muere o es preso un capo, al rato aparece el sucesor. El Ejército no podría desaparecer, y la plaza narca, tampoco. Creció tanto y tanto sigue creciendo que su poder rebasa el mito. Es tangible como un bosque y de ahí su fascinación.
Platica de su hijo, de 21 años, hostigado por su ori-gen. Ella ha intentado ponerlo a salvo de peligros ciertos e inciertos, largos los insomnios, invisibles las sombras visi-bles, pero ha sido inútil. A los 14 años fue secuestrado y un tiempo largo estuvo en Canadá, otro en Argentina. Regresó a su patria. Ahora, los abogados han recomendado que no viaje a la ciudad de México para encontrarse con su madre. Sería riesgoso para el muchacho, en la mira del gobierno. Lo mismo ha ocurrido con otras personas allegadas a la reclusa, su madre por sobre todas. Que no venga, dicen los asesores. Sandra Ávila se reúne con amigas y amigos, primos, pero no con los de mero adentro, los de su corazón. La directora del penal me dice que apenas tiene visitas.
En un diálogo prolongado, los silencios conversan. A veces, pesa romperlos.
Dice Sandra Ávila, casi íntima:
-Mis captores pueden tener de mí la opinión que les venga en gana, pero no pueden condenarme por mis rela-ciones personales, narcos o no narcos, trátese de quien se tratara. La persecución contra mis parientes me resulta infa-me: el poder desde la sombra es impune y vengativo.
Luego, en lucha por mostrarse dueña de sí:
-Me he emborrachado con la vida y he padecido cru-das de las que me he levantado. Ahora tropiezo con los muros de mi celda entre la depresión y el ánimo, medio muerta y medio viva, caída y vuelta a levantar. Estoy aquí sin delito y esto ya va para 10 meses.
A punto de rodarle las lágrimas, un clínex las contiene en la cuenca de los ojos:
-No llore, señora.
-En la cárcel, lloramos todos.
***
Desde su nacimiento en 1963, la muerte ronda a Sandra Ávila, los círculos cada vez más estrechos. Ella mira la muerte como si la tuviera enfrente. Ha ido sabiendo que la trage-dia es condición de la droga, poder que va rebasando otros poderes. A lo largo del tiempo, ese poder se ha constituido como una sociedad que da forma a códigos con lenguaje propio y a una cultura bárbara. En esas sociedades el gobier-no es marginal, poco cuenta, o ya ni eso. Crece el número de las autoridades subordinadas al narco.
-He sabido de municipios de Michoacán, por ejemplo.
-Los narcos ya imponen autoridades a la luz del día, impo-nen a los presidentes municipales, los jefes de seguridad, los que les importan. Me he ido acostumbrando a esta realidad.
Agrega, la voz neutra, extrañamente impersonal, ausente el diálogo, el mundo adentro de su mundo:
-Me fui quedando sola, en un mundo lleno de adversidades. Ahora en la cárcel, ya no es la soledad la que punza sino el aislamiento, mil soledades juntas.
***No niega la señora su relación con el mundo del narco. Ahí nació, ahí creció, ahí conoció la amistad, el amor, ahí se hizo conocida. Reina del Pacífico se le impuso como un seudó-nimo que rechaza. Ésa es su realidad, pero hay otra, su rela-ción con la sociedad en su conjunto.
Dice:
-Ese mundo [el del narco] me ha traído rabia impo-tente, sufrimiento.
-¿Qué tiene contra su sobrenombre?
-Fui capturada y los medios me exhibieron con todo su poder. Narcotraficante, peligrosa, es lo menos que han dicho de mí en su gritería. A su vez, el gobierno me ha utilizado para hacerse propaganda, necesitado como está de mostrar cartas de triunfo ante un pueblo que le retira su confianza.
-¿Alguna vez alteró usted su rostro? ¿Se pintó el cabello, por ejemplo?
-No cambié mi cara y una sola vez me pinté el cabello entre amarillo y rojizo. De tan negro que era, bajo el sol brillaba un azul intenso y aun morado. En un libro que usted me regaló (Carta a mi madre, de Juan Gelman) se habla del cabello negriazul. Así era el mío. Me gusta largo, me lo acaricio y uso tintura para vencer las canas. El cabello me lo pinté como mínima medida de seguridad en un viaje por carretera de la ciudad de México a Culiacán que realicé acompañada de una prima para pasar las fiestas navideñas con mi familia. Huía de la justicia, consignada por la procuraduría. Ya había dejado los aviones, tan peligrosos en mis circunstancias. Huyendo he pasado cinco años, de 2002 a 2007.
-En tan largo tiempo, ¿se apartó de la vida del narco?
-No puedo negar que a ese mundo pertenezco. Ahí nací, ahí crecí pero también me desarrollé entre personas ajenas al crimen, a la lucha brutal por el poder. La sociedad como tal es compleja y muy amplia.
-¿No lo ha rechazado, así sea un instante, ráfaga de pensamiento que se va?
-No podría hacerlo. El narcotráfico existe y la droga está en todos lados, en el ambiente, en el aire. Son enormes los ríos de dinero que corren por su cuenta y sin ese dine-ro se extinguirían muchos lugares y padecerían aún más ciudades como Tijuana, Culiacán, Guadalajara. El narco se extiende y su dinero hace posible que pueblos y familias enteras del campo dejen el hambre. Habrá que aceptarlo. La realidad es como es. El narco crea fuentes de trabajo y son miles los que han salido de la desesperación que causa el desempleo por lo que la droga deja.
-¿Qué piensa de la droga?
-Mata el cuerpo, mata el alma. Destruye.
-¿La ha probado?
-No. La gente se vuelve irracional con la droga. Yo le he preguntado a un médico de toda mi confianza acerca de los efectos que causa. Me dijo que la droga destruye las neuronas, mata la inteligencia. La droga fabrica zombis.
-Usted está contra el narco y se reconoce en su mundo. ¿Cómo es eso, señora?
-Estoy contra la muerte que provoca, contra los que se matan y mueren por el negocio. En cuanto al consumo, cada cual es libre para consumir la droga o rechazarla. Se es adicto por voluntad propia. Yo la temo y la evito.
-¿Y los niños inducidos a la droga?
-Sus padres y el gobierno deben cuidarlos. Es su obligación.
-¿Compararía la droga con el esmog, la nube oscura que crece y crece?
-El esmog es otra cosa, no tortura, ni mata a traición. Pero ahí está siempre, eso sí, como la droga.
-¿Es usted partidaria de la legalización de la droga?
-Lo dije con mis palabras, con mis palabras ya le dije lo que pienso. Pero le repito: estoy contra la muerte.
u u u
Con una voz que raspa, dice:
-El día de mi captura, Felipe Calderón se lanzó en mi contra. Olvidó que es presidente y me acusó sin pruebas. Dijo que soy enlace con los cárteles de Colombia. Se creyó la ley. El poder no es para eso.
"En mi caso, sus palabras las sentí como una avalan-cha que se me venía encima. Llegó a decir que soy una de las delincuentes más peligrosas de América Latina y en su ignorancia me llamó la Reina del Pacífico o del Sur, así, literalmente, una u otra. Cualquiera sabe que la Reina del Sur es un personaje de ficción del escritor Pérez-Reverte y yo de ficción nada tengo, que de carne y hueso soy. En términos parecidos, Felipe Calderón se lanzó contra Juan Diego Espinosa.
"¿Qué derecho le asistía para abusar del poder como lo hizo? Además, poco sabe de esos asuntos. ¿Tiene idea de que a los capos los resguardan decenas, centenares de guar-daespaldas y que en mi caso no hubo quien me protegiera, un solo hombre, una sola escolta, siendo, como dijo, una de las figuras más importantes del narcotráfico en Améri-ca Latina? ¿Tuvo en cuenta que, peligrosísima como soy, fui aprehendida en el Vips de San Jerónimo, sin un solo jaloneo? Calderón me citó con mi nombre y mi nombre lo infama. Yo siempre podré decir: me marcó. Y él no podrá negarlo. Con él, el abuso del poder se da con todas las ven-tajas. Un presidente, nada menos, que condena desde sus alturas inaccesibles."
-Usted es leyenda y, le guste o no le guste, se le cono-ce como la Reina del Pacífico. ¿De dónde parte la historia, un capítulo de su vida?
-Yo era conocida por mi manera de ser, sociable y amiguera. También por mis parejas. Alternaba con los hombres y me consentían. El día de mi consignación por la Procuraduría de la República todo cambió. Mi casa de Guadalajara fue allanada. También la de mi mamá. Se me involucró con un barco, denunciado por la DEA, que trans-portaba droga; y el escritor Arturo Pérez-Reverte tuvo éxito internacional con La Reina del Sur. La heroína de su libro, Teresa Montoya, es de Culiacán, y yo había vivido en Culiacán, y soy de Tijuana, pero también soy de Culiacán. Mi asunto, la captura escandalosa y simple en un Vips, lle-gó a la procuraduría y se habló de mí. Me cuenta Ricardo Sodi, mi abogado, que precisamente en la Procu se habló del seudónimo. "En 2004 se escuchaba un corrido a la Reina del Pacífi-co. El corrido se llama 'Fiesta en la Sierra'. Los Tucanes de Tijuana no estuvieron ahí, pero alguien tuvo que contarles, narrarles exactamente cómo fue la fiesta, porque en verdad la letra estuvo muy apegada a lo que ocurrió. Más tarde, para halagarme, algunos amigos me regalaron ese corrido en bonita letra escrita."
-¿Por qué no lo canta? Cántelo, señora.
Su silencio es para ella.
El corrido completo, cantado por Los Tucanes, subraya la convivencia entre narcotraficantes y federales:
Llegaron los invitados a la fiesta de la sierra en helicópteros privados y avionetas particulares. Era fiesta de alto rango... no podían llegar por tierra. Era fiesta de alto rango... no podía llegar cualquiera. Además era por aire, no podían llegar por tierra. Los jefes de la plaza ahí estaban reunidos.
Los jefes de cada plaza ahí estaban reunidos, no podían fallar al brother, era muy grande el motivo. Festejaba su cum-pleaños, en su ranchito escondido había gente poderosa del gobierno y fugitivos.
Todo el mundo con pistolas y con su cuerno de chivo, varios francotiradores en el rancho repartidos, protección al festejado, el pesado de la tribu, no hace daño usar sombrero aunque sombra den los pinos.
La fiesta estaba en su punto y la banda retumbaba, ya no esperaban a nadie, todos en la fiesta estaban cuando se escuchó el zumbido y un boludo aterrizaba, el señor les dio la orden de que nadie disparara.
Se baja una bella dama con cuerno y con calvo plagia-da, de inmediato el festejado supo de quién se trataba, era la famosa Reina del Pacífico y sus playas, pieza grande del negocio, una dama muy pesada.
De la fiesta, cuenta Sandra Ávila:
-El rancho estaba muy en alto y era muy grande. Había una explanada arreglada para el festejo, el cerro cortado, ras-pado. No se podía llegar por tierra, ni camino había. Todos llegamos en helicópteros particulares o avionetas de prime-ra. Los aviones, blancos, alineados, se parecían a los estacio-namientos de automóviles. A lo lejos, una mancha blanca formaba parte del paisaje. De la explanada, por carro se lle-gaba al rancho. Iban por nosotros.
-¿Había mucha gente?
-Muchísima.
Sigue:
-A través de un pasillo llegamos a una palapa donde se encontraba mi compadre, Alberto Beltrán, el de la fiesta. Era su cumpleaños. Sin parentela de por medio nos queremos. Luego nos pasaron a un área apartada, lejos de la gente, lejos de la música. Era una palapa donde estaba el hijo del comandante y el Chapo. Había unos pocos más, muy pocos.
-¿Qué comandante?
-Un comandante.
Continúa la señora:
-Yo me quedé platicando con mi amigo, el festejado. Pero insistieron algunos en que me sentara en la mesa del Chapo. Me quedé un ratito. Luego llegó el hijo de mi com-padre y me retiré.
"En el expediente se me relaciona con el Chapo. Lo conocí pero no fuimos amigos ni nada que se le parezca. Yo sólo lo miré en esa ocasión y cambié unas cuantas palabras con él. Es un personaje y no olvido el encuentro, pero fue sólo eso, un encuentro."
-¿Qué impresión le produjo el Chapo?
-Serio, observador, casi no habla. Tiene un rostro sere-no, es sencillo y amable. Me contaron que me había imagi-nado bien plantada y con joyas. Tuve muchas, que ya me las confiscaron. Cuando me ponía algunas, eran tres o cuatro.
-¿Había gente del gobierno en el baile, la música, las conversaciones? -pregunto.
-Sí y no lo digo sólo yo, lo dice el corrido con todas sus letras: "... había gente del gobierno y fugitivos". A todo esto, el director de Los Tucanes es el compadre de Quinte-ro, un amigo. Otra prima, tengo muchas, un día le preguntó a Quintero de dónde habían sacado el corrido y él dice que una persona que estuvo en la fiesta contó todo, y muy bien. Y eso que los federales estaban aparte, ahí en la pala-pa, pero lejos de la gente, lejos de la música.
"A las 5 nos regresamos. Habíamos llegado a las 3. Temíamos que nos agarrara la noche."
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-Usted tiene amigos y familiares entre los capos, persona-jes de inmenso poder, como Ismael, el Mayo Zambada.
-No lo niego ni me avergüenzo.
-¿Puede escapar a su influencia?
-Me hacen narcotraficante, entre otras supuestas prue-bas, por mi relación con el Mayo Zambada, pero mi único encuentro con Zambada fue ocasional y ocurrió el día en que mi esposo y yo bautizamos a nuestro hijo.
"Mi esposo, José Luis Fuentes, después metido en las rondas de capos con militares, de militares con capos, de capos con judiciales y militares, invitó a Zambada a la cele-bración. Zambada fue a la fiesta hogareña y lo recibimos con mucho gusto. Pero eso fue cuando tenía veintitantos años y vivía como cualquiera. No era rico, no era capo, no figuraba en las noticias. El bautizo es una ceremonia y nos tomamos fotos. Yo aparezco con Zambada, a quien nunca volví a ver. Zambada y mi esposo tuvieron relación, pero fue entre ellos. Yo no vivía en el vientre de mi esposo. Era su mujer."
-¿Qué opinión le merece Zambada?
-Ni buena ni mala. Apenas lo conocí. Por ello no pue-do emitir opinión alguna acerca de él.
-¿No se reserva algún juicio moral sobre los narcotra-ficantes?
-Son personas como cualquiera, no lo peor, como dice la prensa. Algunos ayudan en sus pueblos, son bondadosos y humildes y se preocupan por los pobres. Yo querría que no se mataran entre sí, que no se mataran con los soldados, que no arrastraran a la desgracia a tantos hombres, mujeres y niños. Pero no han llegado hasta donde han llegado por-que sí. Han llegado por la fuerza de la droga en su mercado enorme, por la corrupción de los gobiernos priístas y panis-tas, por la miseria de millones de mexicanos. Muchos tra-bajan para el narco. Muertos de hambre, sin empleo, solos con su hambre, ¿qué van a hacer sino acudir a donde hay trabajo y dinero?
u u u
-En la sociedad narca la riqueza como que brota -continúa Sandra Ávila-, un día eres pobre y al siguiente millonario. Pero cómo se hace el dinero sólo lo saben los que lo hacen. Tú no los escuchas a propósito ni averiguas qué tan serias podrían ser las relaciones entre ellos. Pero sí adviertes que de pronto lucen brillantes y piedras preciosas, mujeres de alto vuelo, que compran residencias que habitan y abandonan casi el mismo día, que se hacen dueños de edificios u hospitales, como en Guadalajara, o un hotel, como en Mazatlán, lleno de flores. Yo no sé cómo se arreglan con las autoridades, pero se arreglan. Un día cambian de estilo y se vuelven echadores. Te enteras de reuniones discretas, cerca del misterio, pero no más. Vas sabiendo sin saber que vas sabiendo. Y un día sabes. ¿Cómo es eso? No sé. Pero sé que es así.
-Dice usted que no sabe con detalle y a profundidad de qué manera operan los narcos. ¿No tuvo alguna vez la tentación de saber?
-Cuando sabes de más te arriesgas a que te maten, por eso, porque sabes de más. También te arriesgas si te quieres meter a saber. Te puedes dar cuenta de muchas cosas, pero no debes ni comentarlas, ni decirlas, ni preguntar.
-El que está adentro, está adentro -digo y aludo a la expresión sentenciosa: el que entra no sale y si sale, ya sabe.
-El que está adentro está adentro. Yo no le temo a la vida que he vivido y por eso la hago pública. La cuento y la puedo contar. Nunca he estado adentro.
"El gobierno me relaciona con los capos, como si yo fuera uno de ellos. Pero yo los conocí cuando eran personas comunes y corrientes, las de todos los días. Pertenecíamos a una misma sociedad y no podíamos dejar de tratarnos y saber unos de los otros. Al gobierno le bastó con indicios e informaciones imprecisas para armar su rompecabezas y señalarme como un enlace entre los cárteles, mujer peligro-sísima, además. Mi captura tuvo lugar cuando yo estaba ago-tada por años de persecución. Supe que vendría la cárcel, la pérdida del control de mi propia vida y quién sabe cuántas cosas más, pero finalmente sentí que descansaba."
Habla de recuerdos y estados de ánimo:
-La vida son los amores, la conversación, los senti-mientos, los trastornos, los malos días, los buenos. Parte de mi vida ha transcurrido en una sociedad narca. Yo no la inventé. Este gobierno y los anteriores, tampoco, pero su corrupción ha dado fuego al fuego de la droga.
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A Sandra Ávila le vienen nombres y situaciones a la cabeza. Habla y habla. Hay en ella rabia y desahogo. Va diciendo, diciendo, que ha tenido mucho dinero, pero qué tanto es mucho. Sí, tuvo mucho, sobre todo ranchos, casas, joyas, pero ¿qué tanto es mucho si se compara con las fortunas de los personajes que figuran entre los hom-bres más ricos del mundo, como Carlos Slim? ¿Qué tan-to es mucho si se compara con Raúl Salinas de Gortari, protegido por el entonces presidente de la República, su hermano? ¿Qué tanto sería mucho si pudiéramos llegar a la riqueza del matrimonio Fox, ella que se cambiaba de vestido varias veces al día y combinaba su ropa con joyas que le venían a su atuendo? ¿Cuántas joyas no tendrá? Le regalaban personas, instituciones, empresarios, fundacio-nes, secretarios, gobernadores, presidentes. Insaciable, los modos de su conducta exigían más y más.
"A usted y a su marido les encantaban los purasangre y les gustaban las fiestas. En una visión recogida de su exis-tencia yo diría que cabalgaban de día y bailaban de noche.
Sonríe:
"Mi marido no era así: cabalgábamos hasta ocho horas a campo traviesa, es cierto. Pero a él no le gustaban las fies-tas. Era más bien cerrado, solitario. Era distinto.
"¿Cómo lo conoció?
"Lo conocí cuando era militar, de carro a carro. La persona con la que yo viajaba, me dijo: "Trabaja con noso-tros". Coincidimos en varias reuniones y nos fuimos acer-cando. Rodolfo se hizo agente de la PGR y tuvo problemas con el oficial mayor. De la AFI se fue al Instituto Nacional del Combate a las Drogas.
"Tenía conflictos y los conflictos o se resuelven a tiem-po o terminan mal. Él los enfrentaba y yo trataba de apar-tarlos de nuestra casa. Mi marido hablaba con mucha gente, con todos, autoridades, narcos, militares, el mundo múlti-ple hecho uno. Yo nada averiguaba y nada preguntaba. Pero escuchaba.
"Mi marido tuvo una empresa de tráilers. Yo sabía qué transportaban, pero no conocía los pormenores del nego-cio. He querido ser responsable de mí. Me hubiera gustado que no hiciera muchas cosas. Le decía que nos fuéramos, que deseaba vivir tranquila. 'Vamos a donde nadie nos conozca "le pedí muchas veces" y donde te guste pones tu empresa'."
"¿Por qué siguió su marido un tiempo en la PGR?
"Pienso en la dinámica del trabajo. Él cumplía y le fas-tidiaba que no le pagaran. Deseaba otra vida. Pero los com-promisos se iban renovando. No le gustaba la ostentación. Tenía una Cherokee y los carros de lujo eran para mí. Yo tenía un Mercedes, un BMW, un Intrepid, un Áltima, una Lobo, un Trans Am, un Audi, un Máxima. Tenía de todo. "¿Para qué?", me dije y le dije muchas veces.
Vuelvo a una pregunta, de las que no sueltan:
"Una vez dentro, ¿hay manera de salirse?
La respuesta llega:
"Depende. Si empiezas solo, te sales cuando quieres. Pero cuando tienes plaza, ya no es tan fácil.
Vuelvo por donde veníamos:
"¿Y los tráilers de su marido?
"Me prometía uno, el mejor, para pasearme. Sus trái-lers transportaban plátano de Tabasco a Ensenada. Me contaba muchas historias de traileros, del homosexualis-mo entre ellos. A cada rato los sorprendían en las cabinas. En la PGR no resistió. Harto hasta quebrársele la pacien-cia, se apartó de la PGR. Al ingresar a la AFI había dejado su empresa, pero volvió a ella. En Estados Unidos buscaba la tecnología más avanzada para adaptarla a sus tráilers. Le gustaban sus camiones y transportar sin complicaciones. Los quería perfectos.
"¿Por qué una tecnología tan sofisticada, que así la imagino?
"No me decía.
"¿Dejó compromisos en la PGR, en la AFI?
"No lo creo. Era muy estudioso, callado, astuto. Leía tres o cuatro periódicos y tenía información. No bebía y no cayó en la droga. Su único vicio era el cigarro. Se pensaba ermitaño, pero se acomodaba conmigo. Hablaba de historia, de política. Me contaba de soldados que cazaban guerrilleros.
"Lo más sucio, pensaba mi marido, estaba en el gobier-no. Sus hombres y algunas mujeres ya hasta arriba, se quedaban con mucho, que todo nadie lo tiene. Marta Saha-gún, por ejemplo, pertenece a esa especie: sin fortuna en la mañana y ya rica en la noche. Roban como quieren y detrás de tanto robo y tanta corrupción se ocultan la venganza, la traición, la muerte, como en el caso de Colosio. También me contaba mi marido de los narcos que torturaban, sádi-cos hasta el descuartizamiento de sus víctimas. Pero la mala carga del gobierno siempre estaba ahí."
Algo recuerda Sandra Ávila que su sonrisa se extiende por sus labios pintados de un rojo no muy rojo. Le pregun-to qué la entretiene:
"Pienso en mi marido. Un día me dijo, en la burla, que la impunidad debiera incorporarse al texto de la Cons-titución. La impunidad, práctica común de tantos, podría figurar con honor entre los artículos más socorridos de nuestras leyes. En otro tono comentaba y tenía por cierto que el gobierno no podría tener éxito contra el narcotrá-fico, porque a esa guerra llega con las manos sucias. Si hay que ofrendar el cuerpo, decía, el cuerpo debe estar aseado.
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Escuchando a la señora me he ido haciendo una idea acerca de la sociedad narca: es expansiva y su dinero está por todos lados. Adentro son las intrigas, los chismes, las perversas acusaciones infantiles, los amores, los desamores, las pasio-nes que surgen porque sí y se apagan porque sí. También están ahí las lealtades a costa de la vida y los compromisos juramentados que duran poco o son para siempre. Junto a todo esto, las grandes fiestas, los grandes carros, las mansiones sólo unos días ocupadas, o ni eso, las señoras, siempre las señoras y la adrenalina, el riesgo que da luz fantasmagó-rica al presente. Y si la vida es como es, corta, no importa gran cosa el porvenir y no hay para qué hacerse de planes. En el narco importa el día a día. En cuanto a los capos, se miden por el tiempo que operan. Ellos son distintos. Tienen que vivir prendidos a la hora que viven. Y si van haciendo tiempo, se van volviendo poderosos.
-La sociedad narca es dura, cruel y en su propio espa-cio es una sociedad en sí misma. No hay código que valga en la disputa por el poder. Tampoco hay leyes que resuelvan las disputas y no se ve autoridad que pudiera imponerse al caos que va y viene, siempre presente y haciéndose sentir.
Refiere Sandra Ávila:
-Usted me contó que un sacerdote tabasqueño le dijo que las personas que informan acerca de la pobreza son turistas de esa realidad oscura, que la pobreza sólo la conocen los que la viven. Así con el narco. Muchos hablan de su origen, su significado, la profundidad de la tragedia, los muertos uno a uno o en racimo. Pero a la sociedad nar-ca la conocemos los que estamos ahí. Yo no soy turista en el mundo del narco, mujer marginal de su intensa complejidad. He estado ahí y no tendría sentido que negara la realidad. Pero eso no me hace delincuente. No he matado, no he robado, no pertenezco al crimen organizado, no he lavado nada. Nací rica, rica vine al mundo y no puedo regre-sar al vientre de mi madre y nacer distinta.
-¿Qué mantiene sus lazos con la sociedad narca?
-Tengo lazos con la sociedad narca, pero en ella no está mi mundo completo. Yo pertenezco a la sociedad en su conjunto, tengo relaciones con todos y con la sociedad narca también, lazos que no tendría por qué ocultar.
Sandra Ávila cae en un silencio. Ahí están el café y las galletas para disimularlo.
-A usted la señalan y le han dicho Reina del Pacífico. ¿Qué es de su intimidad, señora?
-Adentro de mí hay mucho dolor.
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Sandra Ávila fue detenida el 28 de septiembre de 2007. El 29 de septiembre de 2007, el Ministerio Público de la Federa-ción adscrito a la Subprocuraduría de Investigaciones Espe-ciales en Delincuencia Organizada (SIEDO), informó del ejercicio de la acción penal en contra de la Reina del Pacífi-co, quien fue recluida en el Centro de Readaptación Social Femenil Santa Martha Acatitla, por su probable comisión de los delitos de delincuencia organizada, contra la salud en la modalidad de fomento para posibilitar la ejecución de dicho ilícito y operaciones con recursos de procedencia ilícita.
-La víspera de mi captura dormí mal. A las 9:30 de la mañana recordé un pendiente. Unos amigos me esperaban en Vips de San Jerónimo. Al llegar al desayuno, estacioné mi camioneta BMW, miré alrededor, temerosa de las personas y de las sombras. Ya sabía sin saber lo que me esperaba.
"El desayuno duró un par de horas. Mientras platicába-mos, una señora me alteró. De pie, mirándome, hizo una llamada por teléfono y después fue a su carro.
"Pedimos la cuenta y aún tardamos un rato platicando en el estacionamiento. Ahí pude observar un vehículo lleno de gente. Les digo a mis amigos: 'No me gustan ésos'. Me contestaron: son gente del senador Bartlett, que está aden-tro, en el área de las revistas. Nerviosa, quise platicar como si nada. Nos besamos todos en la mejilla. Nos despedimos, y al tiempo que abría la portezuela de mi camioneta y me disponía a abordarla, se me vinieron encima esas sombras a las que tanto temía y de las que ya sabía, porque las había soñado, sombras horribles.
"Yo ignoraba de quiénes se trataba, si policías, secuestradores o enemigos encubiertos. Les pedí que se identifi-caran y me enseñaron una credencial. Me jaloneaban. Eran monólogos autoritarios, en el tono de un tú despreciativo:
'Identifícate, identifícate'. 'Bájate, acompáñanos.' 'Identifícate.' 'A ver, a ver, déjame verla bien.' Tuve ante la cara, casi pegadas, las credenciales, una, dos, tres. Me sentí un poquito mejor. A lo mejor hasta eran policías y, de serlo, por lo pronto no me matarían."
-¿Eran policías?
-Era la PGR. En el trayecto, uno sacó un oficio al tiempo que me preguntaba: "¿Usted es Sandra Ávila Beltrán?" "Sí." Tuve entre las manos una hoja que llevaba mi nombre y escuché: "Es una orden de presentación con fines de extradición". Me calmé un poco. Había una causa: mi detención. En fin, no era la fatalidad del secuestro o el crimen o lo que fuera.
"Enseguida, me preguntaron por Juan Diego. Respondí que de él, nada sabía. Me amenazaron. Me llevaron supuestamente a las oficinas de la SIEDO. Después me entero de que no es la SIEDO la que me detiene sino la Policía Federal Preventiva (PFP). Vuelve la angustia: los policías también secuestran y matan.
"En la SIEDO me ofrecieron comida, evitaron los sepa-ros y me tuvieron en las oficinas. Cuando ya me iban a sacar para trasladarme aquí, a Santa Martha, en la noche, como a las 11:30, me di cuenta de que también tenían a Juan Diego."
-¿Cómo se da cuenta?
-Cuando me van sacando, alcanzo a ver que a Juan Diego le están tomando fotos.
-¿Y hablan ustedes?
-No.
-¿Cómo siguen las horas?
-No me toman declaración. Me hacen muchas pre-guntas, me toman varias fotografías. Y me muestran otras. Señalando a un sujeto, preguntan: "¿Lo conoces?" Se trata de una fotografía donde estamos él, mi esposo, yo. Contes-to que no. "¿Cómo se llama?", insisten. "No sé." "Sí sabes. ¿Cómo se llama? Dinos cómo se llama." "No sé su nom-bre." Siguen insistiendo, cuatro o cinco veces. Entonces, uno me dice: "Es el Mayo Zambada". A lo que respondo: "Entonces para qué me estás preguntando, si tú sabes. Han de ser hasta amigos." Y nada más se me quedan mirando, así como con rabia, con ganas de muchas cosas. Les dije: "A ustedes es a quienes debían detener, no a mí. Ustedes son los que protegen a la delincuencia". "¿Nos has visto alguna vez?" "Sí -les dije-, a todos ustedes, en fiestas siempre, aquí no entra nada ni nadie si no es por ustedes."
Me mostraron varias fotografías de mi esposo, mías, de otras personas. Unas fotos de mi boda con gente que de veras asistió, pero que yo no conozco o no recuerdo. "¿Éste quién es?" "Pues no sé, invitados de mi esposo." Imagínense, eran fotos de hace 20 años. Esas mismas personas habrán cambia-do. Al Mayo Zambada no lo reconocería después de 20 años de haber conversado con él. "La foto puede ser una prueba, pero por ahora es un indicio serio. Aténgase", escuchaba.
-¿Qué sigue, señora? -le pregunto.
-Me trajeron aquí, a Santa Martha. Me internaron a la media noche. Me sentía helada. Estábamos a finales de sep-tiembre. Yo traía un abrigo de mink por el frío de la maña-na, era un abrigo corto. Me lo quitaron.
-¿Reclamó el abrigo?
-Sí, pero no me lo devolvieron. Son unos rateros. Aquí me metieron en una celda, sola, y no me dieron ni una cobi-ja para taparme. Pasé toda la noche tiritando, agachada, metiendo mi cabeza entre las piernas para calentarme un poquito. Me echaban las luces y me gritaban: "Duérmete". Callada, nada más los miraba y volvía a agachar la cabeza y al rato venían y me echaban las luces.
"Pensé que se trataba de un proceso, y que éste tarde o temprano tendría que suceder. Sería mejor aclararlo todo y demostrar la verdad. Mis amigas me platicarían, entre otras cosas, que también se decía que alguien me quería matar."

Los aviones del narco

Cortan alas a la flota aérea de ‘El Chapo’
Autoridades de México y Estados Unidos frustraron compra de 5 naves hace dos años
Francisco Gómez, reportero
El Universal, Sábado 06 de septiembre de 2008
El cártel del Sinaloa que encabeza Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, estuvo a punto de adquirir en Estado Unidos cinco aeronaves más para el transporte de droga.
Entre las aeronaves se encuentra un avión Gulfstream y otro Pilatos, junto a un helicóptero McDonnell Douglas, cuya compra se evitó justo cuando las investigaciones de las autoridades de México y Estados Unidos descubrieron cómo la Casa de Cambio Puebla fue utilizada por esa organización criminal mexicana para adquirir 13 aeronaves.
La investigación internacional contra la Casa de Cambio Puebla que dura ya casi dos años —una de las mayores investigaciones de lavado de dinero entre Estados Unidos y México—, permitió dar uno de los más importantes golpes al financiamiento logístico del cártel de Sinaloa, de acuerdo con informes oficiales contenidos en el expediente PGR/SIEDO/UEIORP/FAM/119/2007 al que tuvo acceso EL UNIVERSAL.
La Agencia Antinarcóticos estadounidese (DEA) y la Procuraduría General de la República (PGR) establecieron que desde la Casa de Cambio Puebla la citada organización criminal en la que participan El Chapo Guzmán, Otho Roberto Herrera García, Ismael El Mayo” Zambada, Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, además de colombianos y venezolanos, adquirió una flota de aviones para contrabandear cocaína de Colombia con destino a Venezuela, Guatemala, México y EU.
También entre esas aeronaves se encuentra el jet, matrícula N987SA, que realizó vuelos para la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EU y posteriormente para el cártel de Sinaloa, hasta septiembre de 2007 cuando se estrelló cerca de Mérida, con casi 3.5 toneladas de cocaína pertenecientes a la organización que encabezan los narcotraficantes antes citados.
El que fue identificado por las autoridades como el responsable financiero de las operaciones del cártel de Sinaloa para adquirir las aeronaves desde la Casa de Cambio Puebla, Pedro Alfonso Alatorre Damy, El Piri, quien se encuentra bajo proceso penal, operó desde julio 2003 y hasta noviembre de 2007, con la encomienda de reclutar promotores de casas de cambio, constituir empresas “fachada”, suplantar empresas legalmente constituidas, utilizar la identidad de personas físicas ajenas a la organización, entre otras actividades, con la finalidad no sólo de “lavar” el dinero de la organización sino de adquirir las aeronaves.
***
Tenían en la mira tráfico de drogas a Argentina
Silvia Otero y Francisco Gómez, reporteros.
El Universal Sábado 06 de septiembre de 2008
Desde hace siete meses, el gobierno mexicano inició una investigación sobre el tráfico de precursores químicos de Argentina a México, al descubrirse la existencia de una red que utilizaba empresas de mensajería para hacer llegar los cargamentos de efedrina y clorhidrato de seudoefedrina a territorio nacional.
Las autoridades buscan establecer la posible relación de narcos mexicanos con organizaciones criminales argentinas, que desde julio pasado han desatado en ese país sudamericano una ola de ejecuciones relacionadas con el tráfico ilegal de precursores químicos que se emplean en la producción de metanfetaminas.
En México, una de las presuntas piezas claves de esta red de traficantes es Diana González Reyna, detenida por policías federales en febrero pasado y que hoy está sujeta a juicio por delitos contra la salud y delincuencia organizada, en su modalidad de introducción al país de clorhidrato de efedrina y seudoefedrina.
A partir de su captura, las investigaciones continúan para ubicar a otros integrantes, que a través de empresas de paquetería enviaban cargamentos desde Buenos Aires, Argentina, utilizando el servicio de las compañías Mensajería Federal Express Holding’s y Compañía Sociedad en Nombre Colectivo de CV, radicadas en Toluca, estado de México.
En tanto, el mexicano Jesús Martínez Espinoza a quien las autoridades de Argentina buscan por estar vinculado con el tráfico de efedrina, cuenta en México con antecedentes penales y también es uno de los hombres considerados entre los más buscados por la PGR.

Rincón a la Rotonda

Gilberto Rincón Gallardo, a la Rotonda
Don Gilberto Rincón Gallardo Meltis (1939-2008) fue un hombre políticamente ejemplar. Un hombre honesto hasta sus últimas consecuencias. Lúcido, generoso, combativo.
Esas características lo definieron como serhumano, como ciudadano pleno.
Sus aportaciones a la vida democrática del México moderno son invaluables y se requiere que sean perennes.
Poseedor de firmes convicciones políticas, nunca dejó de luchar por lo que creía que era de elemental justicia humana: libertad, democracia, tolerancia,igualdad.
Mantuvo un combate irrestricto a la discriminación de cualquier índole. Por ello, por sus contribuciones políticas, por sumilitancia activa, por su civilidad a toda prueba, por su compromiso inquebrantable con los valoresd emocráticos, por su gran talento, por su coherencia personal, por su infranqueable integridad, porque siempre se echará de menos a voluntades como la suya, hacemos pública nuestra propuesta de que sus restos sean depositados en la Rotonda de las Personas Ilustres, en los términos de la reglamentación vigente.
Este acto constituiría un digno homenaje para sumemoria y un magnífico ejemplo para las nuevas generaciones de mexicanos.
Atentamente, Guadalupe Acosta Naranjo, Héctor AguilarCamín, Emilio Álvarez Icaza, René Avilés Fabila, Agustín Basave, Alberto Begné, Pascal Beltrán del Río, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Santiago Creel Miranda, José Antonio Crespo, Alejandro Encinas, Jorge Fernández Menéndez, Pedro Ferriz de Con, Gerardo Galarza, Enrique Krauze, Vicente Leñero, Joaquín López-Dóriga, Francisco Martín Moreno, Germán Martínez Cázares, María Luisa La China Mendoza, Humberto Musacchio, Jesús Ortega Martínez, Beatriz Paredes Rangel, Marcelino Perelló, Elena Poniatowska, José Elías Romero Apis, Jorge Saavedra, Maruxa Vilalta, Jorge Volpi, José Woldenberg, Leo Zuckermann.
Desplegado en Excelsior, 5 de septiembre de 2008;
Responsable de la publicación: Víctor Manuel Torres

Gilberto, la opinión de Sergio Ramírez

Gilberto, constructor de puentes/SERGIO RAMÍREZ ROBLES
Pulicado en El Centro (www.centrodc.com.mx) 6 de septiembre de 2008;
En abril de 1998 Ricardo Raphael y Gilberto Rincón me encargaron junto con Jorge Javier Romero, Arturo Whaley y Teresa García, la difícil tarea de llenar los requisitos para obtener el registro de “Democracia Social”, partido que postuló a Rincón a la Presidencia de la República en el año 2000. Rápidamente me di cuenta que Gilberto tenía un largo y retorcido colmillo político que ejercía a través de un complejo juego de contra pesos. Y no sé si voluntaria o involuntariamente esta habilidad política generó la posibilidad de que muchas generaciones y mundos totalmente disímbolos se conocieran, se relacionaran y construyeran puentes que aún hoy permanecen.
Me tocó estar con Rincón en la construcción del partido y conocer a Arturo Whaley del SUTIN, Abel Alcántara y Rodolfo Echeverría (Chicali) del Partido Comunista, a los dirigentes de ARIC Unión de Uniones de Chiapas o al legendario profesor Othón Salazar de la montaña de Guerrero y escuchar de todos ellos las anécdotas de un México autoritario, represor y antidemocrático que era el fundamento real de su lucha política y su trabajo social. Rincón tendió así el puente entre socialdemócratas y comunistas, hacia el futuro de sus ideas y luchas.También me tocó estar abiertamente en CONTRA de Rincón y sentir en toda su intensidad su capacidad de operación política (de la que hoy poco se habla), la cual dejó en sólo un intento la posibilidad de que la mujer que más votos ha obtenido en ninguna elección en México, Patricia Mercado, fuera nuestra candidata enel 2000.
Rincón nos ganó esa vez no sólo en los votos, tambiénen el discurso y en el liderazgo. Perdimos por tres, pero el peso de su figura los hacía parecer tres mil. Una vez más Rincón logró, involuntariamente, que dos mundos se conocieran y se relacionaran tendiendo otro puente hacia el futuro entre socialdemócratas y el mundo de la diversidad. Finalmente me tocó volver a estar CON él en su campaña presidencial, en la cual, sin tomar en cuenta que abiertamente había encabezado su oposición interna, me ratificó como Secretario de Elecciones, así como lo hizo con todos los que habíamos estado con Patricia, forzando una cohesión partidista que nos permitió al mundo de la diversidad, los comunistas y los social demócratas promover cohesionadamente su candidatura, creando el primer y, en mi opinión, el último proyecto político progresista y ciudadano en México. Rincón logró materializarla lucha común de los tres mundos, la lucha contra la discriminación, la cual se consolidó en el único momento de igualdad que tuvo esa elección, el debate presidencial del 25 de abril en el que los puentes que construyó Rincón lo catapultaron, y a nosotros con él, hacia un puente más, uno en el presente, uno de respeto de nuestras ideas de parte de la clase política nacional y que hoy permite que haya una ley contra la discriminación, que el estado intente estar sólo lo necesario impulsando todo el mercado que le es posible, que se hable deseguridad ciudadana y no de seguridad pública y que la búsqueda de una democracia efectiva sea una constanteen los discursos políticos de todos los partidos.
Al morir, Rincón construyó un puente entre quienes lo conocimos y quienes sin haberlo conocido, hoy lo quieren llevar a la rotonda de los hombres ilustres ya que en ese puente muchos estamos de acuerdo.