19 feb 2009

Día del Ejército


El Presidente Felipe Calderón afirmó este jueves en Gra. Escobedo, Nuevo León, que el Ejército es baluarte de la defensa de la soberanía de México y sus instituciones.
Acompañado el Gobernador José Natividad González Parás, y por los Secretarios de la Defensa Nacional, General Guillermo Galván Galván, y de Gobernación, Fernando Gómez Mont, así como otros integrantes del Gabinete de Seguridad, el Presidente Calderón expresó:
“Que nadie se equivoque, que nadie confunda los bandos; los enemigos del país, los enemigos de todos los mexicanos, incluyendo de las familias de los propios soldados, los enemigos de quienes aspiramos a seguir viviendo de manera honrada y en un clima de certidumbre y seguridad, esos enemigos son aquellos que atentan contra las instituciones, que asedian a la sociedad, amenazándola y extorsionándola, los que envenenan a los hijos, los que traicionan al país”.
En ese sentido, señaló que la delincuencia organizada está condenada a la derrota en esta lucha, porque del lado de los mexicanos están las Fuerzas Armadas y está toda una Nación, nuestra historia de libertad y está nuestro derecho a un futuro de bienestar y de seguridad.
Discurso:
General Guillermo Galván Galván, Secretario de la Defensa Nacional.
Señor licenciado José Natividad González Parás, Gobernador del Estado de Nuevo León.
Distinguidos integrantes del presídium.
Secretarios, legisladores, alcaldes.
Señores Generales, Jefes, Oficiales y Tropa.
Señoras y señores:
Hoy nos convoca a los mexicanos uno de los días más importantes del Calendario Patrio, una fecha que recordar, una institución que reconocer.
Hace 96 años, Venustiano Carranza, forjador de instituciones, convocó a la formación de un Ejército para defender la Constitución y restaurar la legalidad en la República.
Herederos de episodios épicos y de nobles gestas, el Ejército Mexicano nació del pueblo y para el pueblo. Es un Instituto Armado que nunca mudó su vocación y que jamás ha olvidado su origen; un Ejército popular, baluarte de la defensa de la soberanía de México y de sus instituciones.
Como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, me llena de orgullo que hoy la Nación se una en el reconocimiento al Ejército Mexicano. Gracias a la labor cotidiana de todos ustedes, mujeres y hombres que conforman al Instituto Armado, los ideales nacionales han prevalecido por encima de cualquier interés distinto al de la Patria.
La historia lo recuerda y el momento actual lo confirma. El Ejército es, sin duda, una de las instituciones más respetadas y admiradas por todos los mexicanos. Quienes portan el uniforme del Ejército son herederos de la tradición de honor de los soldados que han escrito con sangre páginas de gloria en la historia nacional.
Desde la Gesta de los Niños Héroes o la victoria de las Tropas del General Zaragoza sobre el ejército más poderoso del mundo, hasta el fiel acompañamiento de los cadetes del Colegio Militar al Presidente Madero.
Nuestros soldados siempre han estado ahí, para defender la soberanía de la Nación, su seguridad interior y para apoyar las mejores causas del pueblo de México.
En tiempos más recientes, el Ejército también ha acudido en auxilio de los mexicanos afectados por las tragedias provocadas por la fuerza de la naturaleza.
Nuestra gente tiene la seguridad, sabe que frente a cualquier amenaza nuestro Ejército acudirá en su apoyo con voluntad y lealtad inquebrantable.
Durante décadas esta gallarda institución ha ofrecido al Estado mexicano una sólida columna de estabilidad y certidumbre. En todo momento, con lealtad y nobleza, el Ejército Mexicano asumió el lugar que la Nación y la historia le tenían reservado: al lado de la sociedad y como garante del Estado de Derecho, de la Constitución General de la República, que materializa en ley los anhelos de una Nación tan grande, como es la Nación mexicana.
Soldados de México:
El país encara hoy no sólo nuevos retos, sino insólitos enemigos, criminales que desafían al Estado mexicano y a sus instituciones, que asedian a la sociedad, que envenenan a la juventud, que amenazan a la Nación.
Hoy vivimos tiempos de definición. México enfrenta el desafío histórico de convertirse en un país seguro; el desafío de transformarse en un país verdaderamente de orden y de leyes.
Y por eso, hemos emprendido una lucha sin cuartel contra un enemigo, que a la sombra de la impunidad se convirtió en una amenaza para la tranquilidad de los mexicanos: la delincuencia y la criminalidad organizada, enemigo declarado que pretende imponer sus intereses y saciar sus ambiciones mediante la intimidación y la violencia.
El Ejército Mexicano, fiel a su misión constitucional de salvaguardar la soberanía exterior y la seguridad interior de la República, ha estado ahí, respaldando con su indomable fuerza la tarea de las instituciones civiles, protegiendo a los ciudadanos más indefensos frente a la acción de la criminalidad.
Las pretensiones de quienes amenazan a México han encontrado un valladar insuperable porque México cuenta con ustedes, soldados de la Patria, ejército de valientes, sostenidos por su amor a México y por el reconocimiento de toda una sociedad, que de manera abrumadora repudia la acción de los criminales y aplaude al Ejército Mexicano.
Quienes han visto así afectados sus intereses, quienes se percatan de que su actuar impune se ha topado con la acción decidida del Gobierno Federal y de las Fuerzas Armadas.
Quienes ven con preocupación en esa acción la merma operacional, logística y financiera de su estructura criminal, han pretendido provocar el repliegue del Ejército Mexicano y del Gobierno. Fieles a su condición de cobardes, han utilizado, incluso, mujeres y niños para sus mezquinos propósitos. Actúan a traición.
Como Presidente de la República, refrendo el compromiso del Estado mexicano para seguir combatiendo sin tregua ni cuartel a la criminalidad y a la delincuencia, para seguir utilizando toda la fuerza de la ley y las instituciones en contra de los enemigos de México.
Que quede claro, ahí donde prevalezca la extorsión generalizada y la intimidación del crimen organizado sobre una sociedad indefensa, ahí estará el Ejército Mexicano.
Ahí donde operen grupos delictivos violentos que intenten apoderarse de comunidades enteras, merced a la inacción, al temor y en ocasiones a la franca cooptación de las autoridades encargadas de defenderlas, ahí estará el Ejército Mexicano.
Ahí donde la sociedad y las autoridades civiles sigan requiriendo apoyo subsidiario, ahí las Fuerzas Armadas seguirán presentes.
No sólo en justa reciprocidad, sino por elemental sentido del deber del gobernante, la sociedad está urgiendo a las autoridades civiles y policiacas del país acelerar el paso de su propia recomposición, a depurar sus cuadros, a estar a la altura de los ciudadanos que gobiernan y, en pocas palabras, a cumplir con su deber de garantizar la seguridad pública de los habitantes que los eligieron.
Pero hasta que llegue ese momento, todos los mexicanos debemos cerrar filas en la lucha de nuestro Ejército contra el enemigo común.
Y una vez que los esfuerzos por dar a los mexicanos instituciones policiales profesionales y confiables, rindan fruto; cuando se haya recuperado el Estado de Derecho en las zonas alcanzadas o vulneradas por la delincuencia y las autoridades estén en plena capacidad de combatir este flagelo, entonces el Ejército habrá cumplido con su misión de proteger a los mexicanos en defensa de la seguridad interior de la Nación y podrá abocarse a otras y trascendentales misiones.
Que nadie se equivoque, que nadie confunda los bandos; los enemigos del país, los enemigos de todos los mexicanos, incluyendo de las familias de los propios soldados, los enemigos de quienes aspiramos a seguir viviendo de manera honrada y en un clima de certidumbre y seguridad, esos enemigos son aquellos que atentan contra las instituciones, que asedian a la sociedad, amenazándola y extorsionándola, los que envenenan a los hijos, los que traicionan al país.
La delincuencia organizada está condenada a la derrota en esta lucha, porque de este lado, del lado de los mexicanos, están las Fuerzas Armadas y está toda una Nación, está nuestra historia de libertad, está nuestro derecho a un futuro de bienestar y de seguridad.
Y porque somos más, muchos más, más de 100 millones de mexicanos más los que queremos defender esa libertad y las leyes, las instituciones y la Constitución que la hacen posible.
A todos los que pretenden estar por encima de la ley, hoy les decimos que nuestras Fuerzas Armadas, desde el más joven de los soldados, hasta el Comando Supremo, ni se arredran ni desistirán jamás, porque están integradas por mexicanos a carta cabal, comprometidos en cuerpo y alma con la defensa de nuestro querido México.
Hoy siguen vivas las palabras que pronunciara en 1867, el General Mariano Escobedo, gloria de Nuevo León, a las Tropas de la República al luchar contra los traidores a la Patria al servicio del Imperio: Nada importa, decía, que hombres ambiciosos hayan querido disfrazar vuestros hechos, la veraz historia colocará a cada uno en el lugar que le corresponde y los enemigos de la República no se sobrepondrán a los que, como vosotros, habéis combatido sin tregua ni reposo por los sagrados principios de independencia y libertad.
Es ese el mismo combate, sin tregua ni reposo de las mujeres y hombres de las Fuerzas Armadas, el que nos permite que todos los días asestemos nuevos golpes a las redes de las principales bandas delictivas.
Que se lleve a la justicia a peligrosos criminales y que se incauten drogas y armas en cifras sin precedentes en la historia de México y, en algunos casos, en la historia del mundo.
En esta lucha han perdido la vida en los últimos dos años, 78 valiosos integrantes del Ejército. Para estos verdaderos héroes evoco las palabras del Presidente Benito Juárez, al hablarle a los soldados caídos en la Intervención Francesa: Los buenos hijos de México, decía, han derramado su sangre con sublime patriotismo, arrastrando todos los sacrificios antes de consentir en la pérdida de la República y de la libertad. En nombre de la Patria agradecida, tributo al más alto reconocimiento a los buenos mexicanos que la han defendido.
En su memoria, con el mayor respeto y aprecio por sus familiares, deudos y amigos de los caídos, pido ahora que guardemos un minuto de silencio en honor de ellos, que han dado la vida por el hacer de México y preservarlo como un país libre.
(MINUTO DE SILENCIO)
Gracias.
Este Día del Ejército es tiempo de conmemorar, pero también es tiempo de reconocer.
Como su Comandante Supremo, me emociona el haber entregado condecoraciones a los militares que se han distinguido en la lucha contra el narcotráfico.
Con gran orgullo hicimos entrega de la Condecoración de Primera Clase al Capitán Segundo Jesús Peñuelas Villanueva y a los Cabos Ramiro Hernández Romero, Alejandro Bautista Vázquez y Sergio Cisneros García por su heroica actuación, que contribuyó a que se realizara uno de los mayores aseguramientos de armas en la historia de nuestro país.
Muchos de ustedes se destacan por su conducta valerosa en situaciones de alta peligrosidad. Por eso ha sido satisfactorio entregar la Condecoración de Segunda Clase al Sargento Primero Luis Germán Velázquez y al Cabo David Rodríguez Silva, quienes resultaran heridos en un operativo contra el enemigo.
Algunos más de ustedes, además, se distinguen por realizar tareas meritorias como cuerpo colectivo en la lucha contra la delincuencia organizada. Por eso también me fue grato entregar la Mención Honorífica de manera simbólica a todos los integrantes del LXXVII Batallón de Infantería de Ciudad Victoria, Tamaulipas; al I Regimiento de Caballería Motorizada de Nuevo Laredo y al X Regimiento de Caballería Motorizada de Reynosa.
Que estas condecoraciones sirvan como aliciente para ustedes y para sus familias, quienes los han visto trabajar sin descanso, muchas veces lejos del hogar para defender lo más valioso que tiene México: el futuro y la salud de sus niños y de sus jóvenes.
Para todos ustedes, soldados de México, mi mayor reconocimiento y reciban el reconocimiento de la Nación entera.
Reconocer también es retribuir. La Patria ha contado en todo momento con ustedes y por eso me comprometí desde el primer día de mi Gobierno, en el Campo Marte, a velar por la Tropa.
En esta Administración nos hemos esforzado, en particular, por mejorar sus condiciones de vida e incrementar en lo posible los ingresos de todo el personal del Ejército, en especial de los elementos de Tropa y Oficiales.
Durante los dos años anteriores he instruido el otorgamiento de compensaciones económicas por encima de los incrementos habituales en los haberes. Este año 2009 he decretado nuevamente, que además del incremento en el haber, se otorgue una nueva compensación de mil pesos adicionales para el personal de Tropa, con lo cual se han incrementado sus ingresos en más de un 60 por ciento.
Así, en el caso de un soldado raso, por ejemplo, la compensación técnica es, incluso, ya superior al haber. El salario que recibe ha pasado integradamente de cuatro mil 500 pesos a más de siete mil 400, en lo que va de esta Administración.
Igualmente, se han fortalecido los programas de crédito para el personal de las Fuerzas Armadas, a fin de que puedan adquirir una vivienda.
Desde la implementación del Programa se han aprobado y entregado siete mil 500 créditos para que nuestros soldados cuenten con un patrimonio propio.
Además, otras prestaciones tradicionalmente relegadas presupuestalmente, como son las raciones alimentarias, también han visto, por primera vez en muchos años, un incremento.
Por otra parte, como lo ha mencionado el General Secretario, en septiembre pasado envié al Congreso de la Unión una iniciativa de reforma a la Ley del Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas, que fue aprobada y la publiqué en el Diario Oficial de la Federación el 20 de noviembre pasado.
Con ella se fortalecen las pensiones y las prestaciones sociales que recibe el personal en retiro, y también se mejoran las condiciones laborales de los militares en activo.
Luego de varios años de estancamiento e incluso de reducciones frecuentes en el presupuesto de la Secretaría de la Defensa Nacional, hemos buscado aumentar el presupuesto de la institución; y de este año 2009, con respecto al pasado, ha registrado un notorio incremento.
Pero sabemos, soldados de México, que esto no es suficiente para retribuir a quienes día con día arriesgan su propia vida para proteger a las mexicanas y a los mexicanos y salvaguardar la paz y la tranquilidad de la Nación.
Ustedes han consagrado su vida al servicio de México. Pero sé que además de su amor a la Patria, el otro gran aliciente que les mueve es el amor a su familia, el amor a los suyos, el amor a los hijos.
Sé que una de las más legítimas aspiraciones de todos ustedes es que sus hijos puedan salir adelante, que puedan superarse y tener éxito en la vida a partir de su propio esfuerzo y de sus estudios.
Todos los padres de familia quisiéramos asegurarle a nuestros hijos que puedan prepararse en las mejores escuelas, porque una educación de calidad puede hacer la diferencia y puede cambiar la vida.
Y sé también que muchas veces el costo de esa educación puede representar grandes sacrificios económicos para ustedes y sus familias, que hacen imposible que ese anhelo pueda convertirse en realidad.
Por esa razón, hoy tengo la enorme satisfacción de anunciarles que he ordenado poner en marcha una medida sin precedentes en las Fuerzas Armadas y quizá en el país: he ordenado la creación de un Programa Integral de Becas para los hijos de todos los militares en activo, de manera tal que a partir del próximo ciclo escolar, el Gobierno Federal, en colaboración con las universidades del país, cubrirá el 100 por ciento de las colegiaturas de bachillerato o de la universidad de los hijos de militares en activo.
Queremos que sus hijos puedan cursar sin preocupación el bachillerato o la carrera que deseen en la institución educativa o universitaria de su preferencia en el país.
De esta manera, sumando el esfuerzo del Gobierno Federal y el apoyo generoso de las instituciones educativas, sus hijos podrán estudiar en la escuela que elijan de entre las mejores preparatorias o universidades de México, sean públicas o privadas.
Para esta prerrogativa no habrá rango, esta prestación se otorgará a los militares en activo de cualquier nivel. Así, los hijos de todos los integrantes del Ejército contarán con nuevas posibilidades de progreso, ya que tendrán garantizado el acceso a una educación de calidad que les abra las puertas de un futuro promisorio.
Estoy convencido de que estas medidas complejas son un acto de elemental justicia y solidaridad con el que el Gobierno mexicano busca retribuir en algo el noble e invaluable servicio que ustedes, mujeres y hombres de armas, brindan a la Patria.
Soldados de la República; señoras y señores:
Como Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, los instruyo a que sigan cumpliendo con su misión, a que lo hagan con el arrojo, la responsabilidad y la disciplina que siempre los ha distinguido, a que sigan enriqueciendo el historial de honor y de heroísmo que es insignia del Ejército Mexicano.
Cumplan con su deber, como siempre lo han hecho, con gallardía y dignidad, con eficacia y lealtad, con profundo amor a México; el país los necesita, la Patria se los agradece y los mexicanos se los reconocen. Muchas felicidades en su día.

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