7 sept 2009

El fuego del Bicentenario

Fernando Gómez Montt en la Ceremonia de El Fuego del Bicentenario
Domingo, 6 de Septiembre de 2009

Don Felipe Calderón Hinojosa, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos; doña Margarita Zavala, su encantadora esposa.
Señores miembros del presídium, señoras y señores, jóvenes, niños, amigos:
Es un privilegio participar en esta ceremonia que marca formalmente el inicio del año del Bicentenario. Es un honor pertenecer a la generación que ha sido definida por éste; a la generación que tiene la oportunidad de contribuir en una fecha de tan importante simbolismo histórico, mediante acciones concretas, a la construcción de una Nación más próspera, más justa, más democrática, más equitativa.
El día de hoy marca el inicio de un proceso de introspección, de vinculación con etapas definitorias de nuestra historia nacional, no para encontrar en las victorias y derrotas la explicación de nuestra realidad, sino para reconocer en nuestra memoria el fundamento de lo que somos.
Sólo la historia nos vincula a todos los mexicanos por igual; es la única realidad que compartimos todos, que nos pertenece a todos, que nos define a todos.
Hoy tenemos la oportunidad, como Nación, de encontrar en esa historia el hilo conductor de un proyecto nacional y replantearlo o consolidarlo. De identificar en el pasado la urgencia de renovación, de cambio, de transformación de quienes sintieron reconstruir su realidad para rediseñar su futuro, y así lo hicieron.
La lucha por la Independencia, en 1810, y por la Revolución, en 1910, buscaron incorporar a la vida política, a la Agenda Nacional, a sectores de la sociedad que hasta entonces habían estado marginados del bienestar y de la toma de decisiones.
El 2010, puede y debe marcar la consolidación de este proceso de inclusión para todos los sectores que aún se sienten alejados del ejercicio del Gobierno.
La invitación que extendió el Presidente Calderón en días pasados es, precisamente, a tomar las acciones necesarias para construir un bienestar compartido del que participen todos los mexicanos.
Desde el Gobierno, con una profunda modernización en la concepción de su ejercicio, con la transversalización del poder hacia los ciudadanos, con un gasto más responsable, incorporando eficiencia y equidad como criterios rectores. Desde la ciudadanía, con la participación, con honestidad, con responsabilidad y con solidaridad.
La historia nos sirve como referente, pero también nos sirve como lección.
Sabemos hoy por la experiencia de la Nación, que toda inclusión debe llevarse a cabo por la vía de las instituciones y dejar huella en ellas; porque los cambios en el Gobierno no pueden depender de voluntades personales, ni intereses particulares ni de arbitrariedades del ánimo.
La democracia es la garantía de representación y de participación, desde la coincidencia y desde la disidencia; sólo los procesos institucionales ofrecen la estabilidad necesaria para prometerlo siempre.
Hoy tenemos la oportunidad de construir un ideal que nos corresponda, que nos incluya a todos, de consolidar un proyecto que nos pertenezca, que compartir la historia y el futuro a través de la participación en la transformación del presente.
Hoy tenemos el derecho como generación de hacer propias las ideas que son nuestra convicción y de ejercerlas como realidades.
Hoy tenemos la posibilidad de redefinir nuestra identidad, una identidad que no conozca de intolerancia, de violencia, de marginación, sino construya en la diversidad y se fortalezca con el acuerdo y triunfe con la compasión.
Hoy debemos repensar los logros y los rezagos pendientes, la diversidad y la comunión de la Nación, la inminente realidad
de un país que se construye a través de su propio reconocimiento; y a partir de éste debemos asirnos a la esperanza, sacudirnos la apatía y participar de una historia que se construye todos los días desde nuestros referentes más inmediatos y más personales.
La transformación profunda de nuestras instituciones, de nuestras prácticas y de nuestra realidad, no se sustenta únicamente que tengamos la capacidad de integrar nuestras esperanzas y proyectos como individuos, y así multiplicar las oportunidades dentro de la colectividad.
México tiene hoy la capacidad para hacerlo, México es un país joven, que debe aprovechar el vigor productivo y anímico que ello le ofrece, y que busca hacerlo.
Que el ciclo que hoy comienza sea de instituciones renovadas, de proyectos legislativos reformistas y comprometidos, de una sociedad unida y segura, de gobiernos sensibles y con responsabilidad.
Que la pobreza, la desigualdad, la inequidad, la intolerancia, la ignorancia y la marginación sean parte de la historia que nos fortaleció para transformarla.
Construyamos una Patria más justa, más libre, más ordenada, más democrática y más visionaria. Sustentemos nuestro orgullo como generación, en nuestra capacidad de transformarla.
Gracias.

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