6 jul 2011

Anuario Pontificio 2011

Una ventana a la Iglesia y al mundo. El sentido de una estadística/ Angelo Sodeano, exsecretario de Estado vaticano.
Publicado en 30 Giorni, julio de 2011http://www.30giorni.it/sommario
Con motivo de la publicación del Anuario pontificio de 2011el decano del Sagrado Colegio ha escrito ara nuestra revista este artículo en el que comenta varios aspectos de la presencia de la Iglesia en el mundo, desde el número de pastores y de fieles a las tareas de la Curia romanaBenedicto XVI con el cardenal Sodano el 20 de diciembre de 2010. El cardenal Sodano, que lleva cincuenta años al servicio de la Santa Sede, fue secretario de Estado desde el 29 de junio de 1991 hasta el 2 de abril de 2005, con Juan Pablo II, y desde el 21 de abril de 2005 hasta el 15 de septiembre de 2006 con el actual Pontífice [© Osservatore Romano]
«Creo en la Santa Iglesia católica»: es la profesión de fe que el cristiano a menudo repite con las palabras del Símbolo apostólico.
Como es sabido, “símbolo” es un término griego que indica una tesela, una señal de reconocimiento. En la Iglesia primitiva dicho documento nace justamente para resumir el mensaje de Cristo transmitido por los apóstoles y así ofrecer a los cristianos una tesela de reconocimiento de su identidad.
Es además significativo que dicha fórmula de fe, en todos sus doce artículos, haya sido codificada definitivamente en la Iglesia de Roma. En el artículo nueve, ya desde el siglo III, se afirma de manera explícita la fe en la Iglesia que es «una, santa, católica y apostólica». También la catolicidad de la Iglesia se sentía ya como una nota esencial propia.
Han pasado dos mil años desde que el Señor resucitado dio el mandato misionero universal a su Iglesia y ésta, con alternos acontecimientos, se ha difundido en el mundo y ha llegado hasta nosotros, sostenida por la fuerza vivificante de su Santo Espíritu.
Hoy tampoco los laicistas más obstinados pueden ignorar la existencia de esta realidad eclesial ni pueden desconocer su acción trasformadora en la vida de los pueblos. Basta echar una ojeada sintética a la presencia de la Iglesia en el mundo, a las personas y a las comunidades que la componen, así como a las instituciones que nacen de ella.
El Anuario pontificio
Un instrumento válido para conocer los varios aspectos de la presencia de la Iglesia en el mundo nos lo ofrece el Anuario pontificio que la Santa Sede pública anualmente desde mediados de 1800 hasta hoy.
El pasado 19 de febrero, el cardenal Tarcisio Bertone, con sus colaboradores de la Secretaría de Estado, presentó al papa Benedicto XVI el Anuario pontificio 2011. Se continuaba así una publicación que se remonta al papa Pío IX (1846-1878), si bien entonces tenía un título más limitativo: La jerarquía católica y la familia pontificia.
En varias bibliotecas pueden consultarse aún los volúmenes que se han ido sucesivamente publicando desde los orígenes hasta hoy. Es siempre una investigación confortante sobre la historia de la Iglesia y su progresiva difusión en el mundo entero.
Un precioso complemento del Anuario pontificio es el volumen, igualmente publicado todos los años por la Secretaría de Estado: Annuarium statisticum Ecclesiae. Aquí los datos estadísticos están más atentamente examinados y confrontados, nación por nación, continente por continente, con una mirada comparativa a las varias formas de apostolado existentes en la Iglesia.
Los católicos en el mundo
Según los últimos datos disponibles, los católicos bautizados son hoy 1.181 millones, de una población mundial de 6.698 millones de habitantes.
Los católicos, por tanto, según el último Annuarium statisticum Ecclesiae son el 17,4% de la población mundial. La presencia mayor de católicos se registra en América con el 63,1% de la población. En Europa los católicos son el 40%. La presencia de los cristianos en Europa es, sin embargo, mucho más alta, si se consideran también a los otros hermanos que forman las Iglesias orientales y las varias comunidades que surgieron de la Reforma.
En Oceanía la presencia de los católicos es del 26,2%, en África del 17,8% y en Asia del 3,1%. Es precisamente Asia (en cuyos confines está englobado Oriente Próximo) el gran desafío para la futura obra evangelizadora de la Iglesia. Ya en 1998 el llorado pontífice Juan Pablo II nos había invitado a reflexionar sobre este tema convocando en el Vaticano un Sínodo especial al respecto.
Yo también tuve la alegría de participar en dicha Asamblea sinodal y me acuerdo del compromiso común que entonces asumimos para trabajar en esta dirección. Asia, por lo demás, es el continente más extenso y populoso. Allí nació el cristianismo. Allí el Evangelio de Cristo conoció su primer anuncio. Es comprensible, pues, el compromiso para que también entre esos pueblos la levadura evangélica siga impregnado sus culturas, orientándolas a Cristo.

Pastores y fieles
Como todos los años, el Anuario pontificio 2011 presenta además datos relativos a los Pastores, llamados a guiar la Santa Iglesia de Cristo en la hora presente.
Obviamente, en primer lugar está el Sucesor de Pedro, el papa Benedicto XVI, que el Espíritu Santo ha puesto a presidir la comunidad católica en esta hora importante de la historia, al comienzo del Tercer Milenio cristiano. En torno al Papa figura en primer lugar el Colegio cardenalicio, llamado a coadyuvar al Obispo de Roma en su más vasta misión de Pastor de la Iglesia universal.
Una larga lista de todas las sedes episcopales existentes en el mundo nos introduce luego a conocer la vida concreta de cada una de las Iglesias particulares esparcidas en los cinco continentes, desde las de época apostólica hasta las más recientes, constituidas durante el año 2010.
El Anuario pontificio de 2011 nos dice que hoy las circunscripciones eclesiásticas son casi tres mil (exactamente 2.956). El número de obispos, es, sin embargo, superior, porque al lado del obispo que gobierna cada diócesis, hay a veces un obispo coadjutor, un auxiliar o uno o más obispos eméritos. El número total de obispos es, por tanto, 5.065. En cada diócesis hay además un número adecuado de sacerdotes como providentes cooperadores del obispo. Todos juntos (diocesanos y religiosos) superan hoy los 400.000 (exactamente 410.593). Estas cifras nos dejan intuir la extrema importancia de su labor capilar en el vasto campo de acción de la Iglesia, en todas las realidades humanas. A menudo son ellos los soldados desconocidos del Reino de Dios.
Junto con la lista de las diócesis, el Anuario pontificio nos da también la lista de las varias Conferencias episcopales nacionales e internacionales y nos presenta, en fin, el importante organismo del Sínodo de los obispos, instituido por el papa Pablo VI para favorecer una comunión más estrecha con el Pontífice romano.
La Curia romana
Una rápida mirada al Anuario pontificio permite además conocer más de cerca el instrumento operativo del que se sirve el Papa diariamente para llevar a cabo su misión. Creo necesario subrayar este aspecto particular de la vida de la Iglesia de Roma, porque he dedicado gran parte de mi sacerdocio, cincuenta años, a este trabajo en la Curia romana.
Hojeando el Anuario pontificio se puede pasar revista a los varios organismos de la Curia, desde la Secretaría de Estado a las Congregaciones, desde los Tribunales a los Consejos Pontificios, desde las administraciones a las varias oficinas y comisiones. Como en una película, se entrevé así toda la composición de la Curia romana, como fue rediseñada por el llorado pontífice Juan Pablo II con la constitución apostólica Pastor Bonus del 28 de junio de 1988.
Por mi parte deseo aquí recordar el espíritu de servicio que anima a la gran familia de los colaboradores del Santo Padre. He sido testigo directo, sobre todo durante los 16 años que fui secretario de Estado (15 años durante el pontificado del papa Juan Pablo II y un año al inicio del pontificado del papa Benedicto XVI).
Por lo demás, el papa Pablo VI ya había delineado la Curia romana como «un cenáculo permanente», totalmente consagrado al servicio de la santa Iglesia de Dios.
Las representaciones pontificias
Hablando de los colaboradores del Papa, no quisiera dejar de subrayar el gran servicio que prestan los representantes pontificios esparcidos por el mundo. El Anuario pontificio nos describe su presencia en la mayor parte de los países del mundo. Es una presencia que tiene también un carácter oficial con los 178 Estados con los que la Santa Sede mantiene relaciones diplomáticas regulares.
Como es sabido, con el nacimiento de los Estados modernos en los siglos XV y XVI, comenzaron a constituirse las misiones permanentes entre los Estados. También los pontífices romanos, que hasta ese momento se habían limitado a enviar de manera transitoria representantes propios para algunas finalidades específicas, recurrieron entonces a este instrumento de diálogo y de colaboración permanente. Nacieron así las primeras nunciaturas en España, Francia, Alemania, Polonia, así como en la República de Venecia, que entonces mantenía contactos útiles con todo el lejano Oriente.
La historia nos muestra que el origen de dichas nunciaturas no estaba ligado solamente a las relaciones oficiales con los Estados, sino que estaba encaminado sobre todo a mantener e incrementar la comunión entre la Sede apostólica y las Iglesias particulares. Un ejemplo típico es el envío de los nuncios apostólicos a Alemana, al comienzo de la Reforma, para responder a la expansión del protestantismo en la misma región donde había nacido. Al final del Concilio tridentino, también los representantes pontificios en España, en Francia, en los varios Estados de la península italiana recibieron del papa san Pío V, como del papa Gregorio XIII y de sus sucesores, el encargo de hacer aceptar las decisiones conciliares. En realidad, fue también mérito de los nuncios la actuación en Europa de la reforma tridentina.

Al servicio de los pueblos
El Anuario pontificio de cada año nos hace considerar otras varias facetas de la actividad de la Iglesia, sobre todo su actividad social. Resulta de las estadísticas todo el trabajo que llevan a cabo las grandes familias religiosas, aquellos que han abrazado los consejos evangélicos y que luego se han puesto al servicio del prójimo en los sectores más variados de la asistencia, la caridad y la promoción social.
El Anuario pontificio nos revela además la aportación de la Iglesia a la cultura contemporánea con sus escuelas, universidades y academias.
En síntesis, el Anuario pontificio de cada año nos abre una ventana que se asoma al mundo y nos permite intuir, por lo menos en parte, la obra que la Sede apostólica está desarrollando para difundir hasta los confines de la tierra ese Evangelio de salvación que Cristo nos ha donado.

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