Del odio al amor...
Rosalia Vergara
Revista Proceso # 1829, 20 de noviembre de 2011;
Fueron cinco años de puyas, ataques e invectivas, de alimentar odios y rencores. Pero todo eso se acabó. López Obrador dejó guardado su discurso beligerante y se presentó en el noticiero con más rating del canal más visto de Televisa: en aras de una nueva política, llena de amor, el tabasqueño
olvidó todo lo que a lo largo de un lustro ha dicho de Emilio Azcárraga Jean, patrón del conductor Joaquín López Dóriga, quien aceptó el público regaño del perredista y luego le estrechó la mano franca. Todo fueron sonrisas… Del odio había nacido el amor.
“¡Imagínate, Joaquín, qué es estar yendo pueblo por pueblo a informar! Ahora nos están viendo millones de mexicanos…”. Con esas palabras y un apretón de manos Andrés Manuel López Obrador, por segunda vez aspirante de la izquierda a la Presidencia, selló el compromiso con Televisa para que se le dé “el beneficio de la duda” a su proyecto político-electoral para 2012.
Este encuentro se dio después de cinco años en los que el tabasqueño criticó a Televisa y la implicó con la “mafia del poder” que coadyuvó al “fraude electoral” de 2006.
El miércoles 16, a las 10:30 de la noche el noticiario del Canal 2 empezó con López Obrador en el estudio. Tras el saludo inicial y los agradecimientos a los directivos de la televisora y al conductor, soltó:
“Quiero agradecerte y agradecer a Televisa por esta invitación, por estar aquí luego de cinco años de cerrazón hacia mi persona y hacia el movimiento que represento. Esto me ha llevado, en este tiempo, a criticar a Televisa de manera franca, abierta, directa, como me gusta decir las cosas.
“He venido sosteniendo en las plazas públicas que Televisa ha venido en este tiempo proyectando a Enrique Peña Nieto –del PRI– como candidato presidencial con el propósito –por primera vez en la historia del país– de imponer mediante la mercadotecnia al próximo presidente.
“Esto desde luego no lo comparto. Creo que nadie tiene el derecho de suplantar el derecho del pueblo de México a elegir libremente a su autoridad.”
A cuadro, sin dejar de mirar al conductor de Televisa, el tabasqueño sostuvo: “No podría venir aquí sin decirlo”.
“Yo quiero con ustedes, contigo (López Dóriga), con todos los trabajadores de Televisa, con los que tengo buena relación y respeto, y con los directivos de Televisa, inaugurar una etapa nueva. Quiero que podamos darnos el beneficio de la duda, porque el país así lo requiere, tiene que haber equidad, libertad plena para que podamos sacar todos a México de esta lamentable situación.
“Yo ofrezco la reconciliación y te extiendo mi mano franca”, expresó al tiempo que extendía la diestra a López Dóriga, quien, sonriente, selló con un apretón el pacto propuesto por el tabasqueño.
Del amor y Ortega y Gasset
En la entrevista López Dóriga insistió en el tema del amor:
“Ayer escuchaba esta República del amor”, dijo el conductor. “Me parece quizá de lo más atractivo que planteó ayer. Le escuché el otro día en una entrevista que le hacían, que hay que ser a veces más cristianos. Veo a un… éste no es el López Obrador del 2006; tampoco el que crispaba, el que estoy escuchando ahora, el que escuché en el Auditorio Nacional, el que escuché ayer, el que escucho ahora. No es el López Obrador orador de las plazas, el beligerante, el que señala, el que a veces califica y descalifica.”
“Las circunstancias. Uno es parte de las circunstancias”, reviró el tabasqueño.
“Y si no cambiamos, decía Ortega y Gasset, si no salvamos nuestra circunstancia no nos salvamos nosotros. (…) Creo que se requiere (ser) cada vez más humano. Yo sostengo, como todos sabemos que la diferencia de nosotros y los animales es que somos seres humanos, pero que debemos ser cada vez más humanos y tenemos que ser amorosos, pero si produce ruido la palabra, el término, yo ahora les diría fraternos…”
“No, a mí me gusta”, apuntó López Dóriga y agregó: “Hay un país que mide el producto interno de la felicidad”.
“Por la felicidad, claro. El amor a las familias, el amor al prójimo, el amor a la naturaleza, el amor a la patria…”, precisó López Obrador.
En letra impresa
Aún fresco en la memoria de sus lectores, está el libro La mafia que se adueñó de México… y el 2012 (Grijalbo, 2010), donde Andrés Manuel López Obrador se expresa así de la televisora y de sus dueños, en las páginas 51 y 52, dentro de un segmento al que tituló “Los amos de México”:
“Con Emilio Azcárraga ocurrió al revés. Había desde el principio una buena relación que poco a poco se fue deteriorando hasta convertirse en uno de mis principales adversarios. Cuando murió su padre, Emilio supo mantener a flote la empresa heredada e inició una etapa de mayor apertura en Televisa. Sin embargo, en la medida que fue creciendo su ambición por acumular cada vez más dinero y poder, se fue apagando la pluralidad y el deber de informar con objetividad y profesionalismo.
“El momento decisivo de este quiebre lo ubico en 2006. Si bien ya habían participado en el complot de los videos y en el desafuero, fue durante la campaña presidencial y después del fraude cuando se lanzaron con todo en contra de nosotros. En 2006, no sólo favorecieron a Calderón y al PAN, y nos cerraron espacios con el pretexto de que no les pagábamos por adelantado la propaganda, sino que fueron el principal medio para difundir la guerra sucia promovida por la oligarquía mediante los directivos de los organismos empresariales.
“El proyecto de Emilio Azcárraga va más allá de sus negocios. En Televisa se aglutina el grupo de intereses creados más importante de México. En esa empresa se alimentan y nutren mutuamente el poder económico y el poder político. Son socios y miembros del Consejo de Administración de Televisa, Roberto Hernández, Claudio X. González, Germán Larrea, Alberto Bailleres, Enrique Krauze (el más afanoso ideólogo de la derecha), y quien lo preside es Pedro Aspe, exsecretario de Hacienda del gobierno de Carlos Salinas de Gortari.”
Más adelante, en la página 55 del mismo libro, afirma:
“Además, esa tercia de malandrines –se refiere aquí a Claudio X. González, Gastón Azcárraga y José Luis Barraza González– eran los que más le insistían a Emilio Azcárraga en el sentido de que Televisa debía lanzarse a golpearnos de manera abierta, y cuando éste se resistía con el argumento de cuidar la imagen pública de la empresa, ellos le replicaban que, en todo caso, sólo sería cosa de unos meses y que, luego, Televisa recuperaría la credibilidad perdida.”
Un recorrido de cinco años
A partir de 2006 el ahora precandidato por los partidos de la Revolución Democrática, del Trabajo y Movimiento Ciudadano construyó su “nuevo proyecto de nación” y creó el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) para competir por la Presidencia el año entrante.
Su discurso se transformó en cinco años. Empezó siendo visceral: calificó, acusó, señaló a todo aquel vinculado con esa “mafia que le robó la Presidencia” y “se adueñó de México”.
Así se mantuvo hasta el 7 de octubre pasado, cuando arrancó el proceso electoral y López Obrador comenzó a mostrar una imagen nueva, a reunirse con empresarios y viajar al extranjero.
El nuevoleonés Alfonso Romo Garza, presidente de la Casa de Bolsa Vector –quien en 2000 fue uno de los Amigos de Fox y en 2006 le apostó a Felipe Calderón– ya no lo considera “el ogro que podía llegar al poder”. Ahora lo respalda junto con otros hombres de negocios de Nuevo León, algunos de ellos apellidados Garza, Sada o Canales.
El martes 15 López Obrador ya era el candidato de la izquierda a la Presidencia, luego de conocerse el resultado de la encuesta interna del PRD. Fue ahí cuando propuso por primera vez: “Vamos todos juntos, sin odios ni rencores, a construir una República amorosa, con dimensión social y con grandeza espiritual”.
Un día después acudió a la entrevista en Televisa y el jueves 17 ocurrió lo impensable: el presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Mario Sánchez Ruiz, aseguró que López Obrador ya “no es un peligro para México”.
Los ataques de Televisa
La reconciliación entre Televisa y López Obrador está pintada de pragmatismo. Por ambas partes. La televisora protege sus intereses y el político quiere dar a conocer un proyecto moderado en los medios electrónicos, los mismos que destruyeron su imagen pública hace cinco años, reconocen colaboradores del tabasqueño que pidieron el anonimato.
En 2004, cuando López Obrador era alcalde capitalino, el gobierno de Vicente Fox intentó frenar sus aspiraciones presidenciales usando a Televisa para difundir la grabación de su colaborador René Bejarano recibiendo dinero del empresario argentino Carlos Ahumada.
Después Joaquín López Dóriga presentó otra grabación del entonces secretario de Finanzas del Gobierno del Distrito Federal, Gustavo Ponce, apostando en el casino Bellagio de Las Vegas supuestamente con dinero público. Fueron los videoescándalos.
Esto no impactó la imagen de López Obrador.
En el quinto año del sexenio foxista, el entonces procurador General de la República, Rafael Macedo de la Concha, ejerció acción penal contra el perredista por el caso El Encino, un predio expropiado para construir un acceso a un hospital privado.
Televisa tomó partido contra López Obrador. Nunca cuestionó al dueño del predio, Federico Escobedo Garduño, amigo de la familia Fox y de quien en los tiempos de la expropiación era delegado en Iztapalapa, Ramón Sosamontes, amigo a su vez de la entonces jefa de Gobierno Rosario Robles, pareja sentimental de Ahumada y beneficiaria en decenas de contratos que se le entregaron al argentino, de acuerdo con un video difundido por el Canal 6 de Julio.
La ofensiva mediática benefició al tabasqueño. Lo desaforaron y luego lo exoneraron, lo que elevó su popularidad como presidenciable.
Como candidato a la Presidencia fue víctima de una campaña de desprestigio: “Es un peligro para México”, machacaba un spot del CCE. Para defenderse López Obrador elaboró el programa La otra versión, difundido en Televisión Azteca, donde se le permitió criticar a Salinas de Gortari, parodiar al expresidente y hablar de Televisa y “su campaña de calumnias”.
El 2 de julio de 2006 López Obrador denunció el “fraude electoral”. Invitado por López Dóriga a su noticiario, López Obrador aseguró que había ganado la elección, pero el conductor lo confrontó con sus propios dichos sobre el respeto al resultado de la elección y a las instituciones. El encuentro fue ríspido.
El 18 de agosto siguiente se difundieron videograbaciones en las que Carlos Ahumada aceptaba su participación en el complot de los videoescándalos, organizado el 20 de febrero de 2004 por el expresidente Carlos Salinas de Gortari en complicidad con el entonces senador panista Diego Fernández de Cevallos.
Televisa guardó silencio.
El 6 de octubre de ese año López Obrador denunció un “bloqueo informativo” por parte de Televisa, empresa a la que acusó de estar subordinada a Calderón, pues aunque los reporteros de la televisora cubrían informativamente sus actividades, ninguna se difundía.
Después del 20 de noviembre, cuando fue declarado “presidente legítimo”, López Obrador dejó de aparecer en la televisión. Sólo era criticado por sus acciones, como la protesta contra la reforma petrolera junto con las llamadas Adelitas, su rechazo a las alianzas entre el PRD y el PAN o por su pleito con la dirigencia perredista.
El 26 de julio de 2007, cuando presentó su libro La mafia que nos robó la Presidencia, López Obrador contó una anécdota: dijo que el 2 de julio de 2006 Bernardo Gómez, importante directivo de Televisa, le habló por teléfono a las cinco de la tarde para decirle que él sería el próximo presidente. Eso era, aseguró el tabasqueño, una prueba más del “fraude”.
Bernardo Gómez nunca desmintió la versión.
La “fábrica de mentiras”
Desde entonces López Obrador centró sus críticas en Televisa, pues TV-Azteca seguía transmitiendo en las madrugadas el programa La verdad sea dicha, conducido por él mismo. Al respecto el tabasqueño decía que TV-Azteca “se aventó el riesgo. En cambio la otra cadena (Televisa) es una rastrera al servicio de los intereses del gobierno oligarca del presidente espurio Felipe Calderón”.
Televisa le aplicó la máxima salinista: no lo vio ni lo oyó.
El 23 de julio de 2008 López Obrador entregó una carta dirigida al dueño de Televisa, Emilio Azcárraga Jean, a Roberto Hernández, Pedro Aspe Armella, Claudio X. González, Germán Larrea, José Antonio Fernández y Alberto Bailleres, entre otros integrantes del Consejo de Administración de Televisa, para pedirles derecho de réplica por las críticas en su contra vertidas por los conductores de la televisora:
“Me dirijo a ustedes para expresar mi enérgica protesta ante la actitud parcial y tendenciosa que mantiene Televisa en asuntos de interés público y en particular en lo que respecta al movimiento que encabezo”, escribió.
“Ustedes deciden, de acuerdo a sus intereses, qué informan y qué no informan, a quién promueven y a quién destruyen. En lo que a nosotros corresponde, Televisa nos ha atacado de manera vil. De modo que los invito a revisar la forma como Televisa maneja la información, porque es inmoral lo que están haciendo”, dice la misiva, que tiene acuse de recibo.
El 11 de noviembre siguiente entregó otra carta. Televisa la respondió el 8 de diciembre y aseguró que se daría cobertura a sus actividades. Esa respuesta no satisfizo al tabasqueño. Al siguiente día, 9 de diciembre, encabezó un mitin, acompañado por algunos diputados y senadores de su equipo, para quejarse y protestar por la llamada Ley Televisa.
Ahí comenzó a mezclar a la televisora con los 30 potentados que, dice, mandan en el país:
“Esto lo debemos tener muy claro, para no confundirnos. El grupo de los 30 posee las franquicias del PRI y el PAN. Mantienen a uno de sus empleados en la Presidencia de la República. Y este grupo es dueño de los medios de comunicación más influyentes del país. Sí está claro: 30, dos partidos, un pelele y la tele”.
En respuesta, la televisora difundió un spot de la organización Mejor Sociedad, Mejor Gobierno contra el movimiento en defensa del petróleo que se gestó entonces y donde asociaron a López Obrador con Hitler y Mussolini.
El tabasqueño comenzó la resistencia civil pacífica para impedir la privatización de Pemex, y Televisa arreció sus ataques. El tabasqueño siguió pidiendo derecho de réplica… y se lo siguieron negando.
Durante 2009 López Obrador recorrió otra vez el país. Pueblo por pueblo, mitin tras mitin arremetía contra Televisa, a la que acusaba de ser una “fábrica de mentiras”.
La crítica arreció en marzo de 2010, cuando la televisora dio a conocer una encuesta que mostraba al entonces gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, en primer lugar de las preferencias de cara a la elección presidencial.
“Peña Nieto está muy arriba porque es el candidato de la mafia, de Televisa. Lo están introduciendo al mercado como producto chatarra”, decía.
López Obrador criticó a Salinas de Gortari, a Calderón, a Peña Nieto y a Televisa en cada oportunidad que tuvo: Cuando extinguieron Luz y Fuerza del Centro, durante la huelga del SME, en el conflicto de Mexicana de Aviación, por los gasolinazos, y acusó al gobierno de pretender entregar la concesión para operar la fibra óptica a la televisora de Azcárraga y a Movistar… Y así durante cinco años.
Hoy es distinto: casi 13 minutos a cuadro en El Noticiero ante millones de espectadores, un par de apretones de mano con el conductor estelar de la odiada Televisa, y la palabra amor entrelazada con el intercambio de sonrisas
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