13 nov 2011

Ceremonia luctuosa en Campo Marte

Discurso del Presidente Calderón en la ceremonia en memoria de José Francisco Blake y colaboradores
12 nov 2011 | Discurso
México, D.F., 12 de noviembre del 2011
Muy queridos familiares y amigos de José Francisco Blake Mora, de Felipe Zamora Castro, de José Alfredo García Medina, de Diana Miriam Hayton Sánchez, del Mayor René de León Sapién, del Teniente Coronel Felipe Bacio Cortés, del Teniente Pedro Ramón Escobar Becerra y del Sargento Segundo Jorge Luis Juárez Gómez.
Señor Presidente de la Suprema Corte de Justicia.
Señor Presidente de la Cámara de Diputados.
Señor Presidente de la Cámara de Senadores.
Señora y señores Gobernadores y Jefe de Gobierno.
Señoras y señores Presidentes Municipales.
Señoras y señores miembros del Cuerpo Diplomático acreditado en México.
Señores presidentes y dirigentes de partidos políticos.
Líderes sindicales, empresariales y sociales, que hoy nos acompañan.
Estimados colaboradores del Gobierno Federal.
Muy apreciables integrantes de las Fuerzas Armadas de México.
Señoras y señores:
Hoy, con tristeza y profundo pesar, despedimos a ocho patriotas. A ocho servidores públicos ejemplares, que dieron siempre lo mejor de sí mismos para México y para los mexicanos.
Específicamente, agradezco mucho a ustedes el concurrir a esta ceremonia en homenaje a un Secretario de Estado fallecido en el cumplimiento de su deber.
Todos ellos honraron siempre, con vocación y altos principios, con dedicación a la Patria. Su doloroso deceso ocurrió en la plenitud de su vida, cuando contribuían con su talento, su experiencia, su energía al progreso y al bienestar de la Nación.
En nombre de México y del Gobierno Federal, expreso nuestras más profundas condolencias a las esposas, a los hijos, a los padres, a los hermanos y a todos los amigos de nuestros compañeros fallecidos.
Esperamos que pronto encuentren ustedes la paz, la resignación y el consuelo en este momento de profundo dolor y, también, que el testimonio vivo y ejemplar de cada uno de ellos renazca y permanezca en cada uno de los cercanos a ellos.
He encargado al Secretario de Comunicaciones y Transportes que organice y coordine una investigación minuciosa para conocer con precisión las causas de este lamentable hecho. Esta investigación será exhaustiva y contemplará todas las evidencias e indicios disponibles.
Como siempre, el Gobierno Federal actuará con toda transparencia y mantendremos informada a la sociedad de manera objetiva, puntual y transparente sobre los avances que ésta presente.
Hoy, despedimos a José Francisco Blake Mora, uno de mis más cercanos colaboradores y amigo entrañable. Con su inesperada partida nuestro país pierde a un gran ser humano, a un servidor público ejemplar y a un político excepcional.
Ha perdido a un mexicano honesto, trabajador, leal, patriota y comprometido con las mejores causas del país. A un político congruente, que llevaba sus actos a la altura de sus ideas, que fue el buen ejemplo de su generación y de su tiempo, y cuya acción estuvo siempre guiada por la vocación de servicio a México.
Blake, como le decíamos afectuosamente, un mexicano de origen modesto, que vivió y conoció a fondo la realidad social del país. Cuentan que cuando él nació en su casa, ni siquiera había pavimento en la calle.
Forjado en la cultura del esfuerzo, el trabajo y la perseverancia, desde muy joven se interesó en los problemas que enfrentaban los habitantes de su querida Tijuana y de todo Baja California. Ello creó en él una gran sensibilidad y una permanente cercanía con las necesidades de la gente, lo que lo llevó a incursionar en política.
Como Diputado local y Federal dejó siempre constancia de su enorme inteligencia, su compromiso con los ciudadanos, su gran bonhomía y su gran patriotismo.
En el servicio público brilló con luz propia. Como Secretario General de Gobierno del Estado de Baja California demostró con creces su capacidad para el diálogo y para idear siempre, siempre soluciones de fondo a problemas complejos en donde pudiera caber la concertación política.
Por eso, lo invité a integrarse a mi Gabinete como Secretario de Gobernación, cargo que desempeñó siempre con absoluta entrega, con rectitud y con lealtad a toda prueba. Desde esa alta responsabilidad sirvió con pasión, con dedicación y con alegría a la Patria hasta el último instante de su vida.
Blake fue un funcionario admirable, que siempre mostró su compromiso con la construcción de un México de paz con justicia.
En los momentos difíciles que vive nuestro país, el Secretario Blake no sólo coordinó los esfuerzos del Gabinete de Seguridad, sino que actuó siempre con sensibilidad para reconocer las demandas y las necesidades de la gente.
Lejos de temer a la ciudadanía, buscaba genuinamente gobernar para los ciudadanos. Eso lo llevó a ser un impulsor decidido del diálogo, que hemos sostenido en los últimos años con todos los sectores, sobre los más diversos temas y, particularmente, sobre el de seguridad.
En especial, fue promotor de encuentros francos, directos y abiertos con las víctimas de la violencia. Estuvo siempre dispuesto a escuchar y a trabajar hombro con hombro con las organizaciones de la sociedad civil, a fin de fortalecer el apoyo a las víctimas y ayudarles a encontrar la justicia que tanto anhelan.
De la misma forma, trabajó intensamente para impulsar las reformas estructurales que México necesita. Guiado por su genuino sentido democrático, promovió con decisión la Reforma Política, fundamental para consolidar una democracia que responda, verdaderamente, a los ciudadanos.
Su trabajo discreto y eficaz, fue clave para lograr la aprobación de diversas reformas trascendentes.
Fue, también, un servidor público solidario y sensible, que estuvo al lado de los mexicanos en momentos amargos, en inundaciones, en sequías y en otros desastres naturales.
Como Secretario de Gobernación, como político, Blake jamás cayó en la vociferación, en la descalificación o en el encono. Atinado, fuerte y, a la vez, sereno, nunca un desplante y nunca una declaración imprudente o fuera de lugar.
Su afán no fue ganar la primera plana, sino trabajar para transformar, verdaderamente, al país. Por eso, siempre apostó por el diálogo y el entendimiento para encontrar soluciones de fondo a los problemas de la Nación.
Apostó por el debate de ideas, apostó por la razón, creyó en los argumentos para construir un México de bienestar y progreso. Apostó por la construcción de acuerdos con todas las fuerzas políticas y, con esas convicciones, dedicó su inteligencia, su talento y su vida al fortalecimiento y perfeccionamiento de nuestras instituciones democráticas, particularmente, las responsables de la seguridad pública y la procuración de justicia.
Todo lo que hizo, además, lo hizo con una convicción de entrega total y de generosidad. Él creía, y lo cito: La democracia es un auténtico apostolado. Con una mística propia, que se basa en la profunda convicción de que la persona humana tiene una dignidad eminente a la que debe corresponder un régimen abierto, participativo, incluyente y plural.
Con Blake no solo tuve la satisfacción de compartir experiencias de trabajo, sino, también, principios, valores, ideales y sueños. Compartíamos la visión de un Estado democrático de derecho, donde impere la justicia, la libertad y la legalidad; la convicción de que la acción política solo tiene sentido cuando se basa en el respeto a los demás y a la ley, en la responsabilidad pública y en la participación. Concebimos la política como quehacer humano, orientado a la realización del bien común se esté o no se esté en el poder. Y por eso veíamos en el servicio público la oportunidad de construir un México diferente y mejor.
El gran propósito que nos movía era la construcción de una Nación cada vez más justa, ordenada y generosa, y de una vida mejor y más digna para todos los mexicanos. Por ese México, Blake luchó con total entrega y por ese México ofrendó su vida.
Sé que descansará en paz, y sé también, que muchos, muchos seguiremos su ejemplo de lealtad, de congruencia y de dedicación.
También, venimos a honrar la memoria de Felipe Zamora, Subsecretario Jurídico de Gobernación, un amigo muy querido; un joven y brillante abogado, un hombre de ideas y convicciones no sólo profundas, sino admirables. Fue un impulsor convencido de la agenda de los derechos humanos en el país, trabajó arduamente a favor de la democracia y de las garantías individuales de los mexicanos.
Fue un actor fundamental en la culminación de la Reforma Constitucional en esta materia, sin duda, la mayor ampliación de derechos en la historia contemporánea de nuestro país.
Zamora fue, también, un hombre profundamente convencido de que sí es posible lograr el México que todos anhelamos. Su último mensaje en su blog, en Internet, señala: Hoy, mantengo la esperanza de que podemos construir un México mejor, porque soy testigo de que existen muchos ciudadanos y servidores públicos comprometidos con mi país, gente que hace política de la buena. Todos recordamos hablando así a Felipe.
Mi tocayo y colega era un hombre de principios, una roca. Un hombre que actuó siempre con un profundo sentido de la ética y que se mostró comprensivo y sensible, también, a las necesidades del ciudadano.
Fue, además, y hay que decirlo, un tenaz defensor del derecho a la vida con argumentos inteligentes, ponderados, que terminaban siendo difícilmente refutables.
Descanse en paz. Con mis sinceras condolencias a su esposa e hijos, a sus padres y a todos sus hermanos.
Despedimos, también, a José Alfredo García Medina, el querido tijuano, Director de Comunicación Social de la Secretaría de Gobernación, y que colaborara conmigo durante varios años; primero, en la campaña presidencial y, posteriormente, en la Presidencia de la República.
Alfredo fue siempre muy trabajador. Como él mismo decía de otros, pero lo decimos ahora de él: Muy entrón. Tuvo una carrera destacada, desde sus tiempos universitarios, en Baja California, también.
Fue reportero del Semanario Zeta y ganó, en 1995, el Premio de Periodismo de Investigación que otorga la Asociación de Periodistas de Tijuana. Fue, también, el responsable de la comunicación social del gobierno bajacaliforniano. Y sé que quienes tuvimos la fortuna de conocerlo y de tratar con él, le vamos a extrañar.
Despedimos, además, a Diana Miriam Hayton Sánchez, Secretaria Técnica de la Oficina del Secretario, funcionaria pública, diligente, comprometida, cuidadosa, siempre, siempre trabajando.
Despedimos al Mayor René de León Sapién, del Estado Mayor Presidencial, quien estaba a cargo, con lealtad, de la seguridad del Secretario de Gobernación, y lo acompañó hasta en su muerte.
Debo decir que el Mayor Sapién fue, también, integrante de la escolta que me brinda seguridad.
Ellos eran servidores públicos capaces, profesionales y leales, que acompañaron en todo momento a Francisco Blake en su misión al frente de la Secretaría de Gobernación.
Y, también, despedimos al Teniente Coronel Felipe Bacio Cortés, experimentado piloto del helicóptero; a su copiloto al Teniente Pedro Ramón Escobar Becerra, hijo, también, a su vez, de militar; y al Sargento Segundo Jorge Luis Juárez Gómez. Todos ellos miembros de la Fuerza Aérea Mexicana y adscritos al Estado Mayor Presidencial. Todos ellos, militares leales a la Patria, que honraron siempre el uniforme y estuvieron dispuestos, en todo momento, a servir a México con su vida.
Hemos perdido a estos grandes mexicanos y este momento de dolor, no sólo nos recuerda la brevedad de la vida, sino la importancia de vivirla a plenitud y congruentemente en cada instante de nuestra existencia. De defender con pasión nuestros ideales y de actuar en todo momento conforme a ellos, dándole sentido a la vida por muy amplia o por muy breve que ésta resulte.
La importancia de valorar el amor a la Patria, la lealtad y, desde luego, el cariño de nuestros amigos, como un regalo que, a quienes los conocimos, nos dio la vida. La importancia de compartir la ruta con almas de sueños afines. Así lo hicieron nuestros compañeros y amigos, que hoy se nos han adelantado en el camino.
Señoras y señores:
En estos momentos difíciles, eventos como éste también ponen a prueba a las instituciones. Por fortuna, la fortaleza de las instituciones de México, de su constitucionalidad, de su democracia, que distribuye poderes y que establece equilibrios pasa sobradamente la prueba de la adversidad.
Las distintas muestras de solidaridad, por su parte, que hemos recibido de actores políticos de todos los signos, de representantes de medios de comunicación, de analistas, de empresarios, de intelectuales, de sociedad civil, de los Gobernadores de las entidades de la República, de Gobiernos extranjeros, de Legisladores, todo ello, contribuye a reforzar el ánimo que los mexicanos sin duda, necesitaremos, hoy, más que nunca para seguir trabajando firme e incansablemente por nuestro país.
La mejor manera de honrar la memoria de mexicanos tan valiosos, como los que hoy despedimos, es seguir trabajando unidos, es seguir luchando y con mayor convicción aún, por las cosas por las cuales ellos lucharon.
Es seguir trabajando con tenacidad y redoblado esfuerzo para transformar a México en la Patria que ellos querían. Es honrándolos, potenciando las fortalezas del Gobierno y la sociedad para entregar buenas cuentas a la Nación y a la historia.
Es mirando al futuro y perseverar en la construcción de esa Patria más justa, ordenada y generosa en la que nos empeñamos a diario, junto con ellos y con millones de mexicanos.
Estos son momentos difíciles, desde luego, para el Gobierno y lo son, también, para la Nación. Pero hace, a la vez, la hora demostrar la entereza para superar las adversidades.
Y nuestro querido México ha enfrentado desafíos, qué duda cabe. Hemos enfrentado grandes problemas, hemos enfrentado retos que hubieran doblegado a naciones menos fuertes. Pero México es grande y es fuerte.
Nuestra gente es grande y generosa y por eso hemos sabido enfrentar uno a uno los retos que se nos han puesto en el camino y hemos salido adelante.
Yo estoy absolutamente seguro de que México saldrá, una vez más, adelante con la fuerza de su gente.
Quiero decirles que a pesar del luto que nos embarga, el Gobierno Federal habrá de seguir sirviendo a los mexicanos con total empeño y dedicación, y con mayor ahínco aún, a partir de esta trágica circunstancia.
Sepan, también, nuestros compañeros que estaremos atentos y a cargo de sus familias y de sus hijos. Y haremos, también, que su ejemplo sea conocido y sea, como debe ser, motivo de gran orgullo y de honra a todos sus descendientes.
Si algo me queda claro, señoras y señores, es que, quienes están frente a nosotros, son hombres ejemplares, son gente íntegra: Blake, Zamora, sus colaboradores, eran arquetipo del hombre honrado, del hombre justo, del hombre servicial.
Su ejemplo será inspiración y su muerte compromiso, para seguir luchando por el México que juntos anhelamos y por el que juntos luchamos.
Hombres justos, como ellos, espero de todo corazón y estoy seguro, que donde estén ahora tendrán la recompensa que merecen, precisamente, los hombres justos. Serán saciados de la justicia que estuvieron sedientos.
Y aquí, en la tierra, su ejemplo y su memoria perdurará siempre, porque también está escrito que los justos resplandecerán como el sol.
Descansen en paz estos leales compatriotas. Descansen en paz y sigamos, nosotros, con nuestro trabajo y en el pleno cumplimiento del deber al servicio de la Patria.
Muchas gracias.

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