16 ene 2012

En tres años, 31 ataques a helicópteros oficiales

En tres años, 31 ataques a helicópteros oficiales
Reportaje de Víctor Hugo Michel.
Milenio Diario,  2012-01-16;
Reportes gubernamentales obtenidos por MILENIO revelan que la guerra contra el narcotráfico tiene también un componente aéreo y que volar para las fuerzas federales es hoy más riesgoso que antes.
El piloto, un oficial mexicano que por años ha volado misiones antinarcóticos en helicóptero, escuchó el sonido metálico del lado derecho de su aeronave cuando estaba a unos 20 metros del suelo. Volaba sobre Durango, cerca del triángulo dorado y tenía los ojos abiertos para evitar posibles cables tendidos entre los montes, con los que narcotraficantes suelen tratar de enredar los rotores y tumbar a quien se acerque demasiado.
El ruido de la bala penetrando la cabina apenas fue audible por encima del zumbido de los motores, un ligero golpe que los pilotos policiacos y militares interpretan como señal de que están tomando fuego. No hubo tiempo para evadir: segundos después una bala impactó sobre su pecho, en la placa central de su chaleco antibalas. Luego vino la ráfaga.
Su primera reacción fue elevar el aparato y salir de la zona. Tras aterrizar, una inspección confirmó el daño. Al menos 15 disparos habían hecho blanco en su helicóptero y uno se había incrustado en el techo, cerca de los paneles eléctricos. Por fortuna no tocó ni instrumentos vitales.
Como este piloto, que pide guardar su identidad, en los cielos de México decenas de tripulaciones de agencias militares y civiles juegan a diario a la ruleta rusa y apuestan a que las balas que les están disparando desde tierra no habrán de tocarlos.
Reportes gubernamentales obtenidos por MILENIO —vía ley de transparencia— dan cuenta de que hoy la guerra contra el narco tiene un componente aéreo y que volar para el gobierno es más riesgoso que nunca: al menos 31 helicópteros de distintas corporaciones han sido agredidos a balazos en los últimos tres años del sexenio.
Algunos han sido recibidos a tiros en el despliegue de tropas, como ha sucedido en varias ocasiones a Sedena, Marina y Policía Federal. Otros, como una ambulancia aérea de Chihuahua, fueron atacados por volar cerca de zonas conflictivas en la sierra Tarahumara; uno más, de la PGR, fue agredido mientras fumigaba un plantío de droga. En total, cinco agentes, entre pilotos y tropa, fueron heridos.
Con base en solicitudes de transparencia enviadas a agencias federales y estatales, este diario pudo construir un listado de cómo el crimen organizado ha comenzado a atacar, a veces con eficiencia, unidades de ala rotativa, algunas de las cuales han recibido ráfagas completas o, como en el caso de los Blackhawk de la Policía Federal, disparos de rifles calibre .50 dirigidos a la cabina y los rotores, un intento directo por derribarlas.
Los incidentes iniciaron en 2008; de antes no existen registros de helicópteros oficiales atacados. No fue sino hasta septiembre de ese año que comenzaron a presentarse reportes de que algo estaba sucediendo. En respuesta a la solicitud 0000700159011, la Fuerza Aérea Mexicana indicó que desde entonces y hasta octubre del año pasado 18 de sus aeronaves han sido atacadas, con un resultado de dos oficiales heridos por bala.
Los reportes de la Sedena no detallan en qué estados ocurrieron los ataques y se limitan a señalar el mes, pero no el día. Por ejemplo, la información entregada precisa que hubo un incidente en febrero de 2011, cuando un helicóptero B-206 fue dañado, y que en abril otro similar presentó “un impacto de bala en el parabrisas izquierdo y en la puerta izquierda de tripulación (copiloto)”.
Pero el número de ataques desde tierra podría ser, en realidad, mayor. La información liberada sólo incluye los helicópteros que fueron dañados y no aquellos a los que se intentó disparar sin éxito, como en el caso de dos transportes atacados con armas pesadas en el municipio michoacano de Tzitzio, en enero de 2011, en un operativo contra La Familia michoacana, que es particularmente hábil en responder a operativos aéreos.
En resumen, la Sedena reporta daños por bala a una veintena de helicópteros (B-206, B-212, B-412, MI-8 y MI-17), equivalente quizá a 15 por ciento de toda su flota de ala rotativa (las cifras exactas de cuántas aeronaves posee la Fuerza Aérea Mexicana son secretas).
Los reportes desclasificados dan una idea de lo que enfrentan los pilotos y las tripulaciones y cómo, en algunas ocasiones, las balas han estado cerca de impactar en zonas críticas:
“Cuatro impactos de bala en el fuselaje”, “abolladura por impacto de bala en la cubierta superior del motor del lado izquierdo”, “impacto de bala en la cara inferior de una de las palas del rotor principal”, “impacto de bala en el fuselaje y otro en una pala del rotor principal”, “cuatro impactos de bala, uno en el botalón de cola, uno en la caja de 90 grados, uno en el tanque principal de combustible y uno en el piso de la aeronave”
Para la Marina, la historia ha sido similar. En respuesta a la solicitud 0001300055411, la Armada indicó: “De 2006 a 2009 no se presentaron eventos en los que las unidades aeronavales hayan sido dañadas con amas de fuego, siendo hasta 2010 cuando iniciaron las agresiones por parte de la delincuencia organizada durante las operaciones de apoyo a unidades de infantería de Marina”.
Han sido nueve hechos los registrados, todos en 2010. Como con la Fuerza Aérea, las unidades aeronavales d escriben sucintamente las agresiones de las que han sido blanco. Es el caso del ataque del 18 de febrero de 2010, descrito únicamente como “tres impactos de bala por arma de fuego, en la mica de la ventana lateral del lado del piloto, en la mica frontal, en la cabina del lado del copiloto”. O como el del 8 de mayo de 2010, cuya descripción es: “Siete impactos de bala por arma de fuego; cuatro en la planta de potencia, tres en las palas del rotor principal”.

Estos dos incidentes involucraron a los helicópteros de manufactura rusa MI-17, que conforman el grueso de la flota. De otra aeronave del mismo modelo se reportó el 9 de febrero que recibió “cinco impactos de bala, uno en la pala número 4 del rotor principal, uno en la ventanilla derecha de la cabina de carga, otro en el fuselaje del lado del copiloto” y uno más en la llanta del tren principal en el lado izquierdo. Ese mismo día otro helicóptero —en el mismo operativo— también fue baleado.
Uno de los Panther AS-565MB de última generación, adquiridos por la Marina en 2008, fue también objeto de ataque. Su tripulación reportó haber sido baleada desde tierra el 10 de julio de 2010. Al hacer revisiones en el hangar gubernamental desde el que operaba, se encontró un orificio de bala. Pero el periodo de mayor desgaste para la Marina ocurrió entre el 6 y el 8 de mayo. En esos tres días tres unidades fueron dañadas. Una recibió seis impactos de bala, y las otras dos tres balazos cada una.
La PGR, en respuesta a la solicitud 0001700163411, informó de sólo un ataque documentado, ocurrido en 2010, a un helicóptero Bell 407. “Las balas impactaron de frente, a los lados izquierdo y derecho, en parte inferior y trasera del fuselaje, incluido el estabilizador horizontal que se encuentra en el boom”. Un oficial resultó con lesiones menores por el rebote de una esquirla: la bala se incrustó en su pie.
Reserva de la Policía Federal
••• En contraste con información de Sedena, Marina y PGR, la Policía Federal no dió a conocer cuántos helicópteros han sido dañados y reservó la información por seis años con el argumento de que se pondría en riesgo el contrato con una aseguradora.
La dependencia insistió en que este tipo de datos permitirían a la delincuencia organizada preparar estrategias de defensa contra futuras operaciones aéreas, al revelar las debilidades de las aeronaves empleadas en operativos.
Sin embargo, al menos parcialmente la información ya es pública. En noviembre pasado este diario dio a conocer que la Policía Federal reportó al gobierno de Estados Unidos haber perdido, temporalmente, cuatro helicópteros, dañados con rifles Barrett durante un enfrentamiento armado en Michoacán (MILENIO 22-11-2011). Eran Blackhawks de reciente donación.
En los estados los ataques a unidades aéreas también ha ocurrido, según las respuestas obtenidas a solicitudes de transparencia. En diciembre de 2008 un helicóptero Bell 407 de la SSP de Chihuahua fue atacado desde tierra cuando realizaba un servicio médico en Uruachi. Incidentes similares ocurrieron en Jalisco y Sinaloa.

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