6 nov 2012

La Belisario Dominguez a don Ernesto de la Peña

La Medalla Belisario Domínguez por unanimidad-post mortem- a don Ernesto de la Peña.
Por su sobresaliente contribución al enriquecimiento, construcción, análisis y divulgación de la cultura en México:y por ser uno de los más grandes sabios, humanistas, escritores y poetas del siglo mexicano.”
En el dictamen avalado por se hace notar que la decisión se tomó luego de un análisis riguroso de los logros alcanzados por 22 aspirantes al galardón, entre ellos el Dr. Jorge Carpizo y Carlos Montemayor.
Al exponer sus motivos, destacaron que De la Peña“es uno de los más grandes mexicanos que, de forma pedagógica y humilde, pero con un profundo saber, difundió y comunicó la riqueza de las letras y la música universal”.


Ernesto de la Peña nació en la Ciudad de México el 21 de noviembre de 1927. Egresó de la carrera de Letras Clásicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Estudió filosofía de la ciencia, árabe, sánscrito y lingüística indoeuropea.

El 14 de enero de 1993 fue elegido para ocupar la silla XI de la Academia Mexicana de la Lengua. Recibió los premios Nacional de Ciencias y Artes de Lingüística y Literatura en el 2003, Alfonso Reyes en 2008 yNacional de Comunicación José Pagés Llergo en 2009.

Dictamen por el que se otorga la Medalla de Honor“Belisario Domínguez”, en su edición 2012 al ciudadanoERNESTO DE LA PEÑA MUÑOZ (postmortem)

TRAYECTORIA DEL GALARDONADO

Ernesto de la Peña Muñoz, hombre de memoria portentosa, sabiduría deslumbrante y humildad sorprendente, nació en la Ciudad de México el 21 de noviembre de 1927. Nació, como él dijo en una entrevista, en una biblioteca. Tiempo después, la convertiría en su hábitat, su segunda casa. Su padre volvió a casarse y se crió con la familia materna. El hermano de su madre, médico y helenista de primer orden, fue la figura que marcó su vida: la biblioteca en la cual creció, era de él y fue la que, a la postre, heredó.
Ernesto, el humanista, el políglota y polígrafo, humilde y sereno, era como la poesía joven: inconforme, inquieto, efusivo. Siempre ávido de nuevos mundos, nuevas ideas. Para él, todo lo humano no le era ajeno. Tenía una curiosidad por las creaciones del hombre como no ha habido en mucho tiempo en México. Era un“chismoso”, como él mismo solía decir cada vez que se le preguntaba el porqué tenía siempre la necesidad de aprender algo.

Nos faltarían adjetivos para describir a este gran humanista. Hombre aferrado a la vida –“porque no hay de otra”, solía decir–.Las palabras eran su embeleso. Las consideraba un punto de encuentro y desencuentro; el lugar donde la nada se redescubre y con la poesía, se vuelve verbo.

En su memoria, Vicente Quirarte escribió sobre De la Peña en la Revista de la Universidad: [don Ernesto ha sido] “una de las mentes más nobles y poderosas de nuestra ultrajada patria.”

Egresó de la carrera de Letras Clásicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Estudió filosofía de la ciencia, árabe, sánscrito y lingüística indoeuropea. En su afán de conocer y aferrarse al goce de lo humano, estudió tanto lenguas occidentales como orientales. Le divertía el conocimiento, goce que lo llevó a conocer 33 idiomas, de los que hablaba español, inglés, francés, italiano, alemán y, según él, “antes hablaba algo de ruso, aunque se me ha ido.”

El 14 de enero de 1993 fue elegido para ocupar la silla XI de la Academia Mexicana de la Lengua. Recibió el “Premio Nacional de Ciencias y Artes” de Lingüística y Literatura en el 2003. El “Premio Alfonso Reyes” en 2008. El Premio Nacional de Comunicación “José Pagés Llergo” en 2009, por sus programas radiofónicos Al hilo del tiempo, Música para Dios y Testimonio, entre otros.

Melómano y difusor de la ópera, don Ernesto fue comentarista de la compañía y teatro de ópera “Metropolitan Opera House”, una de las mayores instituciones de la ópera mundial y la mayor institución de música clásica de los Estados Unidos.

Ernesto de la Peña, para quien Wagner era su Dios, también formó parte del Consejo de la Ópera del Instituto Nacional de Bellas Artes. La música fue, desde sus primeros años, su gran fascinación; tanto como las letras.

Recientemente el Fondo de Cultura Económica publicó sus Obras reunidas, entre las que destacan: Las estratagemas de Dios, Mineralogía para intrusos, Los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan (traducidos directamente del griego original), Las controversias de la fe y La rosa transfigurada. Esta última, es –como ha señalado Vicente Quirarte– “uno de los momentos más altos y deslumbrantes de nuestra prosa.”

Fue un estudioso que “dominaba cada una de las habilidades que el lenguaje exige de quienes lo utilizan, lo estudian, lo moldean, lo transforman.” Fue un asiduo conocedor de lenguas y culturas. Compartió con la humanidad otra de sus fases: la de escritor, la de poeta y cuentista, la de un febril erudito convertido en ensayista y divulgador de la cultura. Su sensibilidad era profusa, encontraba en el goce de la vida la belleza de ésta: “en su brevísima cápsula de belleza se encierra una permanencia hecha de una sola certidumbre indestructible: la de haber vivido.”

El estudio y conocimiento de la lengua era, para Don Ernesto, un vehículo de escape hacia la literatura; pues leía a Goethe, Proust, Mallarmé, Dostoievski en su lengua original; lo cual, era –para él– uno de sus más grandes placeres.

Ernesto de la Peña fue también un atinado poeta. Al igual que algunos de los contemporáneos, logró algo complejo en la historia de la poesía mexicana: crear una lírica con uniformidad de estilo, una que trasciende la vivencia inmediata. Su poesía era la poesía inconforme, siempre joven, siempre doliente y siempre hambrienta.

Cuatro días antes de morir, se le otorgó el XXVI Premio Internacional Menéndez Pelayo, en el Colegio de México y no en el Palacio de la Magdalena en Santander, debido a su delicado estado de salud. En aquella ocasión, compartió con sus escuchas una magistral conferencia sobre el Ingenioso Hidalgo, Don Quijote de la Mancha.

Ernesto de la Peña falleció el pasado 10 de septiembre, dejando un vacío no sólo en las letras y la academia mexicana, también en la humanidad. Vivía en permanente asombro, guiado por el gozo estético y el humor.

La patria se alegra, hoy, al reconocer –con todas sus letras– a don Ernesto de la Peña. Recae sobre nosotros la brillantez de su eminente saber; su estudio sobre la lengua y la literatura, su dedicación para comprender los versos y libros de la Biblia, y transmitirlos con arresto y elegancia, pero –sobre todo–con reconocida humildad. Su amor a la ciencia, el arte y la cultura. Sus palabras hacen eco, hoy, entre nosotros, al entregarle esta presea; el máximo galardón que otorga el Senado de la República.

Ernesto de la Peña ha sido, con toda seguridad, uno de los más grandes mexicanos que, de forma pedagógica y humilde, pero con un profundo saber, ha difundido y comunicado la riqueza de las letras y la música universal, así como la cultura.

Don Ernesto fue, pues, un gran democratizador de la cultura y demostró que ésta no puede, ni debe, ser ajena al pueblo de México y al común de los mexicanos, sino todo lo contrario, para ser un México más libre, justo y democrático. Valores que el prócer Belisario Domínguez defendió durante su vida.

En virtud de los méritos anteriormente expuestos y por otros que el Estado Mexicano ha de reconocer, la Comisión de la Medalla Belisario Domínguez considera que la persona idónea para recibir este galardón en su edición 2012, es el CIUDADANO ERNESTO DE LA PEÑA MUÑOZ (postmortem).

Asimismo, la Comisión de la Medalla Belisario Domínguez refrenda su reconocimiento a quienes no resultaron favorecidos y expresamos nuestro agradecimiento a la sociedad y organizaciones que participaron con sus propuestas.

Por los merecimientos anteriores, los integrantes de la Comisión Medalla Belisario Domínguez, suscribimos el presente:

ACUERDO

PRIMERO.- Se confiere la Medalla de Honor Belisario Domínguez correspondiente al año 2012 (postmortem), al ciudadano ERNESTO DE LA PEÑA MUÑOZ, como un justo reconocimiento del Senado de la República a su SOBRESALIENTE CONTRIBUCIÓN AL ENRIQUECIMIENTO, CONSTRUCCIÓN, ANÁLISIS Y DIVULGACIÓN DE LA CULTURA EN MÉXICO. Y POR SER UNO DE LOS MÁS GRANDES SABIOS, HUMANISTAS, ESCRITORES Y POETAS DEL SIGLO XX MEXICANO.

SEGUNDO.- Celébrese sesión solemne del Senado de la República en próximos días, en la antigua sede del Senado en Xicoténcatl, para recordar el XCIX aniversario del sacrificio del apóstol, mártir, doctor y Senador chiapaneco Don Belisario Domínguez.

TERCERO.- Se instruye a la Comisión de la Medalla Belisario Domínguez a publicar la Convocatoria de la Medalla correspondiente al año 2013, y a difundirla en la página de internet del Senado de la República y demás medios electrónicos.

Dado en la Sede del Senado de la República, a los cinco días del mes de noviembre de dos mil doce.

COMISIÓN DE LA MEDALLA BELISARIO DOMÍNGUEZ

Sen. Roberto Armando Albores Gleason
Presidente

Sen. Roberto Gil Zuarth
Secretario
Sen. Zoé Robledo Aburto
Secretario

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