15 jul 2013

Réplica de Mario Rivera a Robles Ganica


Comentario a los comentarios

                                                                                   Mario Héctor Rivera Ortiz
                                                                                  México DF, a 14 de julio de 2013
Con gran placer leo los comentarios del compañero Héctor Guillermo Robles Garnica y de la compañera Lourdes Uranga,  ya que justifican la propuesta que hice al final de mi comentario en El Juglar el día 14 de junio de 2013, acerca de la organización de un foro amplio de científicos sociales y actores para analizar y discutir las experiencias guerrilleras mexicanas de los años 70-80 del siglo pasado. Las opiniones de los compañeros así lo corroboran.
Ocupémonos de las opiniones de HGRG, primero de la más importante, en relación con el asesinato de Carlos Ramírez Ladewig.
No, mi estimado Guillermo, no creo que se trate de elucubraciones ni supuestos basados en generalidades lo que yo he expresado en torno a este punto, en todo caso se trata de que una información diferente y nada más. 
Tu sostienes que la ejecución de Carlos Ramírez fue obra de las las FRAP, mientras que según la información de que dispongo se trató de un crimen perpetrado en realidad por sicarios del gobierno federal. Aclarar este punto es importante para ti y para mí. Mira, yo publiqué un libro que tu conoces El estudiantado, una nueva clase social  en cuya Tercera Parte encontrarás varios capítulos –con hartos nombres y apodos- que informan sobre dicho crimen y su entorno social: “Un par de atentados”, “La cooptación del hampa”, “Carlos Morales, El Pelacuas”, etc. No obstante  estoy lejos de pretender que mi información sea la única que deba tenerse en cuenta, pero creo que he aportado documentos y datos dignos de consideración, como por ejemplo las revelaciones del subdirector de la DFS, Miguel Nazar Haro, según las cuales David López Valenzuela (bajo tortura) había señalado a las FRAP como responsables de ese crimen[1]  y el mismo Nazar, unos meses después, ratificaba esa acusación, informando a la prensa que Ramón Campaña López y María Trinidad Cuevas, miembros de las FRAP habían “confesado” que su grupo era el autor del atentado. 
Hasta aquí parece que los datos mencionados corroboran tus afirmaciones, lo admito, pero resulta que 28 años después el mismo Ramón Campaña Lopez, supuesto responsable “confeso”, excarcelado en 1982 y radicado en Guerrero en el año de 2003, hizo una declaración pública en la que deslindaba a las FRAP de toda responsabilidad en relación con la muerte de Carlos Ramírez Ladewig y categóricamennte acusaba a la policía política que operaba en la Universidad de Guadalajara como autora del asesinato.[2] 
Mucho antes conocíamos las investigaciones policíacas privadas que patrocinó la Familia Ramírez Ladewig y que dieron como resultado la inculpación directa y clara de agentes especiales de la XV Zona Militar dirigidos por el general Federico Anaya Rodríguez y nada sobre las FRAP ni sobre los “Zuno”, que también sobre la familia de don José Guadalupe Zuno Hernández cayó la intriga policíaca. Recuerda que tal investigación trajo como consecuencia la desdoctoración del Luis Echeverría Álvarez por votación unánime del Consejo General Universitario de la U de G el ocho de septiembre de 1979. De todo este affaire se informa ampliamente cuando menos en dos libros, uno el de Álvaro Ramírez Ladewig, hermano del difunto Carlos,[3] y el otro de mi autoría, ya citado.
Entonces mi estimado ingeniero, ¿es o no razonable solicitar un esclarecimiento de un asunto como  la muerte de Carlos, en torno al cual existen contradicciones claras y explícitas? No creo que haya ningún dolo en esa solicitud, es totalmente lógica o ¿nos quedamos con las afirmaciones de cualquiera de los dos partes e incluso con la insana sospecha de que las FRAP podrían haber sido infiltradas por la DFS y sus miembros y actuar con esa cobertura? Por mi parte estoy abierto a recibir  y aceptar las pruebas de tus afirmaciones publicadas.
Y en relación con el segundo párrafo hay que decir que está redactado con frases incompletas e inconexas, probablemente por la prisa, pero hay algunas palabras de las cuales me deslindo definitivamente, como aquello de “los grupitos de ignorantes pequeñoburgueses”, yo nunca he encasillado allí a ningún grupo guerrillero. Otra cosa es que insinúe su composición plural y clasista y sus naturales contradicciones internas, teóricas y prácticas. Y en relación con la supuesta “contradicción escondida” de Mario, ¡por favor!, trata de explicarla Guillermo aunque le hagas un poco a la sicología! He hablado claramente muchas veces de mi respeto y admiración hacia el movimiento guerrillero, pero ello no implica  su sacralización. 
Pasando a otra cosa, hay un párrafo en mi texto que viene subrayado en amarillo por ti que evidentemente es un comentario tuyo y que versa sobre las “buenas relaciones diplomáticas” entre los gobiernos de Cuba y México, con el cual estoy en desacuerdo salvo con la palabra “diplomáticas”, palabra en la que quizá no reflexionaste lo suficiente y que en otra ocasión podemos discutir. Es preferible colocar estas notas amarillas al margen, señalando explícitamente que son de la responsabilidad del comentarista, para que al pasar el tiempo no se confundan los historiadores. 
Y por lo que toca a las opiniones de la compañera Lourdes Uranga, quien en uno de los párrafos de mi texto encuentra  dos objeciones, hay que aclarar lo siguiente:
Primero, he aquí mi frase: Robles Garnica forma parte de un grupo de escritores, no profesionales, de extracción estudiantil que decidió tomar la pluma y hablar por sí mismo sobre las razones de su causa y la historia de sus luchas para enfrentar los silencios y los dichos de quienes gustan defender no la verdad histórica, sino la “verdad” de clase.”
¡Nada más eso me faltaba! Pero si casi todos los escritores de México no somos profesionales de la literatura, salvo un puñado de consagrados, sencillamente porque escribir no fue el quehacer más importante de nuestras vidas. Guillermo, Mario y  X ó Z escriben por una necesidad política a fin de tratar de contrarrestar las mentiras, el  silencio y el boicot de los enemigos  de clase, mucho menos por la paga o por la fama. ¿No es cierto Memo?... Y tampoco es exacto que en mi intervención del día escrito yo haya enfrentado en mi escrito la verdad histórica con la verdad de clase ¡No faltaba más!  En el texto transcrito confronto la verdad histórica con la “verdad” (ojo con las comillas) de la clase burguesa según puede colegirse fácilmente del contexto, o sea la “verdad” de la que escriben los historiadores burgueses y no los historiadores proletarios. ¡Claro, lo comprendo! Probablemente el malentendido deriva de que el lenguaje que utilizo está en desuso en ciertos círculos democráticos y academias de “las izquierdas”, por ello es incompresible para algunas personas. Lo explico, aunque la compañera Uranga dice que no lo quiere saber.
Luego, no podía faltar la gustada cuchufleta esa,[4] propia de los afiliados literarios del partido: “Mario habla pontificando como si su palabra fuera de profeta”, estribillo que suele servir de relleno en los huecos retóricos de los demagogos progress y que es mejor no comentar ahora por irrelevante.   
De ahí, la comentarista pasa a reprobarme, sin examen previo, en la materia de relaciones exteriores, capítulos México-Cuba y del resto del mundo. ¡Vaya, vaya, siquiera!... 
Pero en el párrafo siguiente la redacción se torna ambigua y nebulosa al desaparecer el sujeto de la oración, no oobstante suponemos que está refiriéndose a la Revolución Cubana a la que acusa entre líneas de no haber brindado apoyo “definitivo para un triunfo revolucionario” a ningún país, excepto, dice, el “apoyo que en algún momento se dio a los compañeros de (la) Dominicana”. Duele constatar que nadie haya informado a la compañera Uranga de la batalla de Cuito Canaval (Angola) a fines de 1987 y otras cosas públicas sobre este tenor. ¿Qué hubieron errores y cosas no suficientemente explicadas o incomprendidas? Es muy posible, pero eso no cambia el cuadro general. Por lo demás, ¿acaso se requiere el “triunfo definitivo” de una revolución para calificar o descalificar las acciones solidarias internacionalistas de un partido obrero cualquiera que éste sea? ¿Acaso es tarea de los cubanos obtener el “triunfo definitivo” de la revolución en otros países? ¡Claro que no! Cuba ha hecho más de lo que puede en el cumplimiento de sus deberes internacionalistas, por ello es ejemplo de solidaridad proletaria.  
Y también difiero de la compañera Lourdes Uranga en lo que parece sugerir sobre la supuesta conversión marxista-leninista de la Revolución Cubana, la que según ella ocurrió “hasta que así se decidió después de una reunión con Carlos Rafael Rodríguez”.
Yo no pongo en duda la importancia de la participación de los comunistas cubanos en el desarrollo de la revolución y el papel destacado que desempeñó en ello el respetado camarada Carlos Rafael Rodríguez, pero no me gusta la historiografía de los anécdotas. La Revolución Cubana se orientó por el socialismo hasta que los más distinguidos jefes revolucionarios, encabezados por Fidel Castro, estudiaron y compredieron el marxismo-leninismo; hasta que ocurrió la derrota del ala más peligrosa de la contrarrevolución interna, con la destitución del gobierno liberal pequeñoburgués de Manuel Urrutia, José Miró Cardona y  Pedro Luis Díaz Lanz mediante una poderosa huelga general ocurrida en julio de 1959; hasta que la coalición reaccionaria de gobiernos capitalistas encabezada por los EEUU fue destripada en Playa Girón, en abril de 1961 y, finalmente, hasta que se fundaron las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI, diciembre de 1961), el Partido Unido de la Revolución Socialista (PURS, 1962) y el Partido Comunista Cubano (PCC, 1965). La Revolución socialista cubana lo fue desde que socializó el poder político por medio de las armas, la tierra, la habitación, la salud, la educación y en general todos los medios de producción fundamentales.   
Y aquí concluyo este texto invitando a todos mis críticos a poner su atención en el libro de Héctor Guillermo Robles Garnica y centrar en él sus observaciones para, cuando menos, respetar la regla de la vieja academia de no hacer comentario de los comentarios.  



[1] Miguel Nazar Haro, Informe del subdirectir de la DFS, seis de enero de 1976.
[2] Mural, periódico de Acapulco, Guerrero, 12.09.2003.
[3] Álvaro Ramírez Ladewig. La Historia de una Traición. Apocalíptica S.A. Guadalajara Jalisco.
[4] Cuchufleta, voz popular en Jalisco y otras regiones de México para burlarse o cotorrear al prójimo.

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