6 jul 2014

El chavismo se desgarra


El chavismo se desgarra/RAFAEL CRODA
Revista Proceso # 1966, 5 de julio de 2014
La dura crisis económica, política y social que afecta a Venezuela está impactando la estructura interna del chavismo, a tal punto que el presidente Nicolás Maduro empezó a recibir críticas y graves acusaciones de correligionarios desplazados del juego del poder. Es el caso de Jorge Giordani, estratega económico del fallecido Hugo Chávez y quien culpa del desastre nacional a Maduro. El mandatario, a su vez, responsabiliza a ese marxista ortodoxo del descalabro financiero del país sudamericano.
BOGOTÁ.- En medio de una severa crisis económica y persistentes protestas sociales, el régimen político instaurado por Hugo Chávez en Venezuela comienza a dar muestras públicas de una escisión que tiene en Jorge Giordani, el otrora poderoso estratega económico del fallecido presidente, a su principal protagonista, pero que incluye a otros grupos de interés, entre los cuales figuran los militares y los altos funcionarios civiles que asumieron la conducción de la economía.

En una carta divulgada el pasado 18 de junio, Giordani, un marxista ortodoxo apodado El Monje por su fama de ermitaño y adusto, acusó al presidente venezolano, Nicolás Maduro, de falta de liderazgo y de encabezar un régimen caracterizado por la corrupción, el despilfarro de recursos públicos, la improvisación y el desapego a los postulados sociales de Chávez.
La respuesta de Maduro, designado por el mismo Chávez como su sucesor y líder del chavismo, fue igual de dura: responsabilizó a Giordani del descalabro económico que sufre Venezuela, cuyo Producto Interno Bruto (PIB) caerá este año entre 1% y 3%, mientras que la inflación será superior a 60%, la más alta del mundo, según proyecciones de economistas independientes y organismos financieros multilaterales.­
“Ya es suficiente de esa izquierda trasnochada, grupalista, fraccionalista, que dañó y mató el proyecto y la esperanza popular”, dijo el presidente sin mencionar a Giordani por su nombre.
Giordani, un ingeniero electrónico de 74 años de edad que fue el artífice del control de cambios que rige en Venezuela desde 2003, fue ministro de Planificación desde la llegada de Chávez al poder, en 1999, y Maduro lo destituyó del cargo el 17 de junio anterior, en un movimiento que consolidó el papel del vicepresidente del Área Económica y presidente de la gigante estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), Rafael Ramírez, como el nuevo estratega económico del gobierno.
A diferencia de Giordani, Ramírez es considerado un “pragmático” proclive a flexibilizar los controles cambiarios y de precios y a concertar con el sector privado en un intento por aumentar la producción nacional y paliar la asfixiante escasez de productos básicos que padece el país, lo que ha desatado la inconformidad de amplios sectores de la población.
Grupos de interés
Tomás Straka, doctor en historia y profesor de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), dice a Proceso que las diferencias al interior del chavismo “afloran ahora porque existe un contexto de virtual colapso económico en el que no hay dólares para realizar las importaciones que necesitamos y donde nos encaminamos a la hiperinflación. A esto hay que sumar que el presidente Maduro tiene una popularidad de tan sólo entre 30% y 40%. Esto puede evolucionar hacia una crisis política mayor”.
Para Straka, con la destitución de Giordani y las críticas de éste al presidente y al régimen se comienzan a evidenciar ante la opinión pública las fisuras dentro del gobernante Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV) y las dificultades de Maduro para mantener el control de la estructura política creada por Chávez.
“Los grupos de interés dentro del chavismo siempre han existido, pero Chávez mantenía el equilibrio y dirimía las diferencias con un liderazgo muy fuerte. Al faltar (él), los grupos entran en colisión y Maduro no tiene, ni remotamente, el liderazgo de Chávez para evitar las colisiones”, señala Straka, quien dirige la maestría en historia de la UCAB.
Giordani, quien en su carta pública hizo suya la frase del escritor José Saramago “mientras más viejo más libre y, mientras más libre, más radical”, pertenece al sector más ideologizado y radical del chavismo, y aboga por un mayor control estatal de la economía y la instauración de “comunas socialistas” que controlen los procesos productivos y las empresas públicas.
Luego de su remoción y de sus críticas a Maduro, el exministro de Planificación contó con el público respaldo de figuras del chavismo, como el exministro de Educación Héctor Navarro –quien pidió al presidente responder a los cuestionamientos de Giordani– y la dirigente del PSUV, Ana Elisa Osorio. Ambos fueron suspendidos de sus funciones en el partido oficialista.
Colette Capriles, filósofa y profesora de la Universidad Simón Bolívar, considera que las escisiones dentro del régimen responden a una transición que vive el país desde la muerte de Chávez en marzo de 2013.
“En esta transición tenemos un gobierno que no funciona, una crisis estructural del modelo económico, una serie de protestas sociales que después de cuatro meses el gobierno no ha podido conjurar y, ahora, una fuerte disputa por el poder al interior del chavismo”, sostiene la autora del libro La revolución como espectáculo.
Añade que “en estas condiciones, en el escenario se perfila una eclosión del régimen, que tiene que transitar del chavismo con Chávez hacia el chavismo sin su líder, pero este proceso aún no termina”.
Reacomodos
El abogado constitucionalista y analista político José Amando Mejía considera que el gobierno de Maduro y el PSUV atraviesan por un “reacomodo” en el cual los militares que acompañaron a Chávez en la fallida intentona golpista del 4 de febrero de 1992 contra el entonces presidente Carlos Andrés Pérez ganan protagonismo y poder.
“Lo que observamos es la consolidación de los militares en el poder. En Venezuela tenemos a más de 400 militares de alto rango manejando el país desde los ministerios, las gubernaturas, las alcaldías, las empresas del Estado y, desde luego, las fuerzas armadas”, señala Mejía, doctor en derecho por la Universidad de París II.
Los militares chavistas ocupan la cuarta parte de los ministerios, entre ellos el del Interior, con Miguel Rodríguez Torres, y el de Finanzas, con Rodolfo Marco Torres. Ambos funcionarios son generales en activo. También son militares 52% de los 23 gobernadores del país.
La figura más visible y protagónica del grupo de militares chavistas es el presidente de la Asamblea Nacional (Congreso unicameral), Diosdado Cabello, un capitán retirado muy cercano a Chávez desde antes de la asonada de 1992 y quien hoy por hoy es el segundo hombre más poderoso del régimen.
Cabello es una sombra permanente para Maduro por su involucramiento en asuntos de gobierno y por la enorme cantidad de familiares, amigos y compañeros de armas que ha colocado en posiciones clave de la estructura estatal.
Cabello es además el primer vicepresidente del PSUV y en estos días se dedica a recorrer el país para preparar el III Congreso del partido fundado por Chávez, el cual se realizará en Caracas entre el 26 y 29 de este mes.
El dirigente político y militar en retiro ha dicho que esa cita tendrá como objetivo “eliminar de una vez, y para siempre, los grupitos que le han hecho daño a la revolución bolivariana. Yo estoy aquí para que se acaben de una vez y para siempre los grupos y que el PSUV sea el partido de la revolución bolivariana, que se acabe el sectarismo, el amiguismo y los pedacitos para cada quien”.
El grupo del poder civil dentro del chavismo lo encabeza el propio Maduro y de él forman parte Ramírez, vicepresidente del Área Económica; Nelson Merentes, quien también es presidente del BCV; el canciller Elías Jaua y el vicepresidente ejecutivo Jorge Arreaza, quien está casado con Rosa Virginia Chávez, hija del fallecido líder de la Revolución Bolivariana.
De acuerdo con Mejía, el principal apoyo del grupo de funcionarios civiles “es el régimen cubano, que tiene una gran influencia en Venezuela y que en esta etapa se ha dedicado a reforzar el liderazgo de Maduro, lo que les queda muy difícil por la terrible situación económica que atraviesa el país y la baja popularidad del presidente”.
Según las encuestadoras Datanálisis, IVAD y Keller y Asociados, la popularidad del presidente ha caído alrededor de 20 puntos desde su llegada al poder, en abril de 2013, y en la actualidad no llega a 40%. Los sondeos de esas firmas indican además que dos terceras partes de la población responsabilizan al gobierno de la crisis económica.
“Todo esto consolida el poder fáctico de los militares chavistas, que hasta ahora han dejado la actividad política al frente civil y que pugnan por un manejo más pragmático de la economía para contener la crisis. Esto último es una razón de peso para pensar que ellos respaldan la salida de Giordani del gabinete ministerial. Giordani era la ortodoxia y Ramírez el pragmatismo, aunque esto no significa que se esperen grandes cambios en la conducción económica”, puntualiza Mejía.
El abogado sostiene que “la destitución de Giordani marca una derrota para el sector más ideologizado del chavismo, pero revela una escisión y una confrontación pública que será un elemento más de perturbación para el gobierno de Maduro. El presidente tiene el apoyo de los militares, pero éstos son el poder real y están llamados a ser los que diriman las diferencias dentro del régimen”.
Protestas
La doctora en ciencias políticas de la Universidad Central de Venezuela (UCV) Elsa Cardozo dice que las protestas sociales contra el gobierno de Maduro, que se iniciaron en febrero pasado, han disminuido en intensidad pero se mantienen, en particular en el este de Caracas, en las principales ciudades, y con mayor fuerza en el estado de Táchira, fronterizo con Colombia, en cuya capital, San Cristóbal, hay 3 mil militares enfrentando a los manifestantes.
De acuerdo con Cardozo, frente a la protesta social el gobierno ha respondido con represión, lo que aunado a la crisis económica, al descontento de los ciudadanos y a las divisiones dentro del régimen plantea un “serio problema de gobernabilidad al presidente Maduro”.
Cifras recopiladas por la ONG Foro Penal indican que desde el inicio de las protestas, que hasta ahora han dejado 43 muertos, las fuerzas del gobierno han detenido a 3 mil 197 estudiantes, de los cuales casi 2 mil fueron dejados en libertad con medidas cautelares, sólo 405 fueron eximidos de cargos y 113 permanecen encarcelados.
Las organizaciones defensoras de los derechos humanos Human Rights Watch (HRW) y Amnistía Internacional han acusado al gobierno venezolano de incurrir en “represión sistemática” y “uso excesivo de la fuerza” para controlar las protestas, las cuales tienen su núcleo en un vigoroso movimiento estudiantil.
“Para hacer a Venezuela gobernable no se requiere más represión sino correctivos económicos y políticos, así como una revisión importante de la institucionalidad que limite el control del Ejecutivo sobre los otros poderes del Estado. Un paso en este sentido puede ser la renovación de poderes públicos. Tenemos elecciones legislativas el año próximo (en diciembre de 2015) y es una oportunidad para dar una salida institucional a esta crisis”, considera Cardozo.
La politóloga y experta en relaciones internacionales cree que la oposición venezolana tiene “el enorme desafío de atraer a ese gran segmento de ciudadanos que se han desencantado del chavismo y que buscan otra opción”.
El excandidato presidencial opositor Henrique Capriles ha tenido dificultades para consolidar un liderazgo dentro de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), coalición que congrega a los partidos de la oposición y dentro de la cual los dirigentes Leopoldo López –detenido desde hace cuatro meses– y Corina Machado impulsan medidas más radicales contra Maduro.
“Tenemos una oposición dividida, lo que le dificulta capitalizar el cúmulo de problemas que enfrenta el chavismo y el malestar de los venezolanos con el régimen”, dice Mejía.

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