6 jul 2014

En peligro estructural, el templo metodista El Mesías


En peligro estructural, el templo metodista El Mesías/SARA PANTOJA
Revista Proceso # 1065, 28 de junio de 2014
Catalogado como inmueble histórico por el INAH, el templo metodista de la calle Balderas presenta daños estructurales. La comunidad religiosa del mismo achaca el deterioro a la construcción de un hotel en un predio contiguo, pero la compañía hotelera niega que las afectaciones sean de su responsabilidad. Mientras se espera un dictamen imparcial del caso, los metodistas acusan a la citada dependencia de tomar partido en favor de los empresarios constructores.
Catalogado como monumento histórico por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y como el ejemplar más relevante del estilo neogótico-isabelino del siglo XIX en la Ciudad de México, el templo El Mesías, de la Iglesia Metodista de México, podría estar amenazado por la construcción de un hotel de la cadena internacional IBIS, propiedad de la transnacional Accor.

Desde mediados de 2013, cuando se inició la edificación del hotel –de nueve pisos, planta baja, dos sótanos, restaurante y zona comercial–, representantes del templo, el INAH y la inmobiliaria Solara Bienes Raíces se enfrascaron en una polémica por el origen y la gravedad de los daños que presenta el inmueble religioso.
El asunto llegó hasta los escritorios de Emilio Chuayffet, secretario de Educación Pública, y de Miguel Ángel Osorio Chong, titular de Gobernación, y obligó al INAH a solicitar un peritaje, cuyos resultados estarán listos en las próximas semanas; este documento servirá para deslindar responsabilidades.
En el número 47 de la calle Balderas –colonia Centro y perímetro B de la Zona de Monumentos del Centro Histórico, en la delegación Cuauhtémoc–, el templo fue diseñado por el ingeniero Russell P. Cook y se construyó entre 1881 y 1900. Su fachada es de cantera, sus muros de piedra y la cubierta de viguería de madera.
El 2 de abril de 1980 fue declarado monumento histórico. Según la Ficha Nacional de Catálogo de Monumentos Históricos del INAH (CNMH) su número es 090060071285 y su folio SICNMHI es 44665. El número de expediente en el archivo geográfico del CNMH es C.C. 02/014/00 12907. Dos años después del sismo de 1985 fue sometido a trabajos de reparación, conservación y mantenimiento.
 A partir de ese momento no presentó problemas hasta ahora, cuando los encargados del templo notaron grietas en los muros, una separación entre el techo de la nave central y la pared, desplazamiento de los travesaños que soportan la nave norte y “abombamiento” de las columnas. Además percibieron que los vitrales se habían descuadrado y había un desnivel de 16 centímetros en la capilla sur, el mismo lado donde se construye el complejo hotelero.
 Carlos Aguilar, presidente de la Comisión de Seguimiento y Supervisión de la Construcción de Balderas 49, y Ariel Larios, encargado de la relación con autoridades locales y federales, ambos de la Iglesia Metodista de México, dijeron que desde el inicio de la obra a cargo de la empresa Rocal Project and Construction Management, la estructura del templo aceleró su deterioro.
 Su temor es que ello represente un riesgo para sus feligreses, que los fines de semana son más de 500.
 En entrevista muestran la documentación que han intercambiado con Solara Bienes Raíces, el INAH, el Conaculta, la SEP, la Secretaría de Gobernación (Segob), la delegación Cuauhtémoc y la Secretaría de Protección Civil local. En cada oficio advirtieron de los daños y solicitaron la atención de las autoridades para revisar el edificio y suspender la obra.
 Personal del Conaculta realizó una visita de verificación por orden de la Dirección de Licencias e Inspecciones del INAH. En sus conclusiones, asentadas en el oficio 401.F (22)71.2014/1177, se reporta “la existencia de grietas en muros donde previamente se colocaron testigos, los cuales no se han quebrado. Asimismo se observan asentamientos diferenciales en el inmueble que se han acusado en pisos a partir del inicio de la obra”.

Continúa: “A raíz del seguimiento que ha dado a la obra, (el INAH) observa que las grietas se han ampliado, así como los hundimientos. Existe una empresa que ha verificado que el hundimiento ya es de 16 centímetros, por lo que preocupan los daños causados, además los testigos colocados no son de yeso”.
 Aun con estos escritos, Aguilar y Larios critican: “Nadie se responsabiliza por los daños ocasionados al templo”. Incluso acusan al INAH de omisión: “Parece que está defendiendo a la empresa y no al monumento histórico. Nos dijo que no puede hacer nada hasta que se concluya la construcción”.
 En un oficio enviado el 16 de mayo a la directora del INAH, María Teresa Franco, los encargados del templo fueron enfáticos: “No queremos que nos defienda, queremos que cumpla con su responsabilidad de preservar un monumento histórico, patrimonio nacional que es su razón de ser (del INAH). Y según la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos y la Ley General de Bienes Nacionales, se ha dejado actuar con impunidad y flagrancia a la inmobiliaria”.
 Hartos de andar “de la ceca a la meca” solicitaron la elaboración de un peritaje a José Manuel Díaz Espino, ingeniero, arquitecto y valuador de bienes muebles, inmuebles e industriales, avalado por el Colegio Nacional de Ingenieros Arquitectos de México.
 El dictamen pericial resultante, fechado el pasado 26 de mayo y enviado al INAH, concluye: “El estado de aumento de deterioro es provocado por los trabajos de construcción de la obra vecina ubicada hacia el sur de dicho inmueble, específicamente en lo que se refiere a la protección de colindancias, ya que no se recibió la cimentación superficial del monumento histórico debidamente”.
 Agregó que “separar la colindancia de 2.50 metros y erigir el ‘muro milán’ (de sostén temporal)” –tal como ordenó el INAH antes de otorgar el permiso de construcción– no fue suficiente para proteger el monumento.
 Para mitigar los riesgos de un colapso a mediano o largo plazos, el perito Díaz Espino recomendó “seguir con revisiones y mediciones periódicas tanto en nivelación y plomeo, asentar en bitácora dichas mediciones, signadas por las autoridades, contratista y representantes del templo, y proceder a las reparaciones pertinentes de restauración en forma especializada una vez ejecutado el procedimiento de protección a colindancias”.
 Aguilar y Larios aclararon que su intención no es frenar la edificación del hotel, sino que se determinen las responsabilidades de los daños y se haga un plan de reparación y conservación del templo. De otra manera, anunciaron que podrían entablar una demanda contra la empresa y contra el INAH.
 Somos aliados: INAH
 Arturo Balandrano Campos, coordinador nacional de Monumentos Históricos del INAH y quien ha atendido a los representantes de la Iglesia Metodista, explicó que los movimientos en la estructura del templo El Mesías son “comunes” en inmuebles del Centro Histórico, debido a las características del subsuelo y el hundimiento por la extracción de agua.
 En entrevista menciona que los daños del edificio pueden deberse a diversas causas y no sólo a la edificación del hotel. Una de ellas, expone, podría ser la construcción del inmueble de oficinas que esa misma Iglesia hizo en los setenta en el lado derecho del templo.
 El funcionario reconoce que hay “pequeñas fisuras y grietas y algunos desplomes” en el centro de culto y que varias sí se han agravado a raíz de la obra en cuestión, pero aclaró que “ninguna pone en riesgo la seguridad del sitio ni de sus asistentes”, según reportes de Protección Civil del Distrito Federal y de la Segob.
 Informa que el INAH inició el procedimiento para una posible suspensión a Solara Bienes Raíces. Éste implica audiencias con las partes involucradas. De hecho, informó que el lunes 23 la empresa se reservó su derecho de presentar por escrito toda la documentación que avala su trabajo.
 Además se contrató un peritaje de tercería –a través de la Dirección de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural– que harán la empresa TGC, el despacho Colinas de Buen y el Instituto de Ingeniería de la UNAM, con el fin de revisar la documentación presentada por ambas partes y determinar la causa de las afectaciones al recinto.
 “Ellos (los peritos) están en el proceso de analizar lo que dice el dictamen (que contrataron los representantes del templo). Si lo que dice lo validan, entonces nosotros podríamos tener una causal para suspender la obra. Si el peritaje no es lo suficientemente integral y con el aval científico para determinar que la causa de los movimientos es la colindancia sur solamente, entonces no vamos a suspender, porque el instituto entraría en un conflicto legal con la empresa” y correría el riesgo de una contrademanda.
 Mientras eso ocurre, el INAH también intentará un “camino de conciliación” para alcanzar un acuerdo entre las partes y que la empresa aporte los recursos para reparar los daños.
 “El templo lo vamos a atender, y si hay responsable lo vamos a sancionar. Somos aliados en la defensa y conservación del templo”, remata.
 Inmobiliaria, dispuesta
 Aunque el INAH no ha determinado suspender la obra, la delegación Cuauhtémoc ya le puso sellos preventivos al menos dos veces, con el apoyo del Instituto de Verificación del DF.
 Carlos Resendes, representante legal de Solara Bienes Raíces, puntualiza que la primera suspensión de actividades fue “por un tapial que estaba 10 centímetros fuera de lo que debería estar”. La segunda, que se presentó en Semana Santa y duró alrededor de un mes, fue “porque dijeron que había dos o tres personas sin casco y porque no teníamos una malla de protección”.
 Por lo demás, el representante de la inmobiliaria asegura que desde la solicitud de licencia de construcción de la obra, en 2011, hasta la fecha, la empresa “ha cumplido con toda la documentación” necesaria y con las autoridades correspondientes.
 Comentó que han estado dispuestos a realizar las mediciones que el INAH ordenó, pero acusó que en febrero los representantes del templo ya no permitieron la entrada de su personal, con el argumento de que esperarían el resultado de su peritaje.
 “Nosotros hemos estado en la posición del buen vecino. Hemos hecho todo profesionalmente para que el templo se mantenga, pero en un momento se rompió la comunicación con ellos”, agregó.
 Resendes desestimó el peritaje citado pues criticó que no contempló el estudio de mecánica de suelos. Por ello mostró acuerdo para que el INAH realice un tercer peritaje. “Si somos responsables de algo y nos lo demuestran con hechos, que nos digan lo que tenemos que hacer; estamos en la mejor disposición para reparar el daño, pero que también nos dejen trabajar. Nosotros estamos tranquilos, no tenemos nada que ocultar”.

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