19 mar 2015

Los espacios de Carmen/Jorge Fernández Menéndez

Los espacios de Carmen/Jorge Fernández Menéndez
Excelsior19/03/2015
En el periodismo uno no puede, no debe, trabajar en una empresa en la que siente que su actividad profesional no es valorada o donde no puede coincidir con las grandes líneas editoriales o los intereses que esas empresas representan. Porque no nos engañemos: todos los medios están manejados por empresas que tienen diferentes líneas editoriales e intereses, y en eso no hay una sola excepción, se presenten de derecha, de izquierda o de centro, priistas, panistas, perredistas o lopezobradoristas. Uno de los capítulos más delicados en el trabajo cotidiano de los medios es lograr esa combinación entre comunicadores y empresas. Partiendo de un principio: si no se está de acuerdo con la empresa de comunicación, con sus intereses o su línea editorial, uno es quien debe irse.
En el caso de Carmen Aristegui lo que desconcierta es la forma en la que Carmen se quiere aferrar a un espacio y a una empresa que ella no quiere y donde tampoco la quieren. Conozco a Carmen desde hace muchos años, si mal no recuerdo desde que ella comenzaba a cubrir algunos espacios en Imevisión y en Radio Educación, y yo trabajaba en el viejo unomásuno. Años después coincidimos en MVS, desde 1995 hasta el 99, cuando Carmen, Javier Solórzano y Pedro Ferriz de Con se fueron de esa empresa para asociarse con los hermanos Fernández. Antes, en 1996, Carmen y Javier habían prologado mi primer libro, llamado Desestabilización. 
La alianza empresarial, porque los tres eran accionistas, de Pedro, Carmen y Javier, se rompió poco después de que Grupo Imagen comprara las estaciones de radio a los hermanos Fernández. Carmen y Javier renunciaron a Imagen hace once años. El año pasado, renunció Pedro. En el camino Carmen ha estado en Televisa, donde no se fue en buenos términos y había regresado a MVS luego de una sonada ruptura en W Radio. Sigue en CNN y en Reforma, y cuenta con un portal de Internet muy visto, Aristegui Noticias.
Por lo tanto, no es verdad que Carmen no tenga espacios en los medios o que éstos se le hayan cerrado. Lo que es verdad es que por lo menos desde el año 2000 su relación con los propietarios de los medios en los que ha trabajado ha sido sencillamente mala: en todos (Televisa, Imagen, W Radio, MVS) ha salido en medio de conflictos.
No conozco al detalle todos los casos y seguramente en alguno o varios de ellos Carmen pudiera tener la razón. Pero más allá de eso me parece que en ella, como ha ocurrido en otros casos en radio, prensa y televisión, existe una confusión esencial: los comunicadores hacen, hacemos, un medio de comunicación, pero no somos los dueños de ese medio. Y siempre existen diferencias de opinión, de intereses, de lecturas, pero es en ese trabajo cotidiano donde medio y comunicador definen su coexistencia, que recordemos, además, está marcada por una contraprestación: uno pone a disposición de la empresa, de lectores o auditorio, su poco o mucho talento, capacidad e información, y la empresa paga un salario y pone a disposición del comunicador espacios y equipos. Si no pueden ponerse de acuerdo, si no logran equilibrar opiniones e intereses, simplemente deciden caminar cada uno su propio camino.
Carmen, como ha ocurrido en otros casos, está confundiendo su propia capacidad y su valor, indudable, en el mercado laboral, profesional y periodístico, con el de una empresa que no tiene la obligación de coincidir con ella. En un proceso, además, que lleva años de desencuentros mal resueltos.
Carmen no está fuera de los medios: hoy continúa en CNN, en Reforma, en su propio portal y se le abrirán otros espacios porque tiene talento, pero salvo en los medios que sean de su propiedad tendrá que asumir que sus intereses tendrán que conciliarse con los de la empresa para la cual trabaje. Como cualquier trabajador. Carmen lo sabe tan bien que no asoció a CNN con Méxicoleaks, la iniciativa que desencadenó la ruptura entre Aristegui y MVS. Méxicoleaks no es sólo una iniciativa social, también es parte de empresas (o de ONG’s que trabajan como empresas, con sus propios recursos e intereses): el problema no fue simplemente sumarse a una iniciativa periodística comprometiendo recursos y equipos de MVS, sino que se firmaron acuerdos con Free Press Unlimited y Associated Whistleblowing, con sede en Ámsterdam, como parte de esa asociación. Ninguna empresa, de comunicación o de cualquier ámbito, hubiera aceptado que se firmaran acuerdos en su nombre sin su autorización. Y si todo no hubiera sido parte de una relación que ya estaba rota desde hace mucho tiempo, simplemente se hubiera resuelto con una disculpa de la conductora, que fue la que, en ese caso, evidentemente se equivocó.
Le tengo aprecio a Carmen Aristegui desde siempre. No coincido con su línea editorial de los últimos diez años, pero tiene todo el derecho del mundo a ejercerla, como toda empresa de cuidar sus intereses. El suyo con MVS es un conflicto entre particulares, no de libertad de expresión

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