Palabras del Presidente Enrique Peña Nieto, en la House of
Lords, en el marco de su Visita de Estado
Muy distinguida Presidenta
de la Cámara de los Lords.
Muy distinguido Presidente
de la Cámara de los Comunes.
Muy respetables integrantes
del Parlamento presentes en este evento.
Y muy distinguidas y
distinguidos miembros de esta audiencia que están aquí presentes, conformada
por invitados del Parlamento y también por integrantes de la delegación
oficial, empresarial, académica, rectores de universidades de nuestro país.
Es un alto honor dirigirme
al Parlamento Británico desde esta ilustre e histórica tribuna.
El Reino Unido es la
orgullosa cuna del parlamentarismo y de la democracia.
En junio cumplirá 800 años
su Magna Carta, que al haber establecido el principio de legalidad, se
convirtió en un documento clave en favor de las libertades del hombre.
El Parlamento Oficial
Británico también tiene una larga tradición, desde 1295 en el Palacio de Westminster.
Desde aquí, los británicos han mostrado al mundo la importancia de crear y
mantener instituciones sólidas.
Desarrollaron el principio
de representación y velaron por la protección de las garantías individuales,
dos elementos fundamentales de la democracia moderna.
Las instituciones son
esenciales para el desarrollo de las naciones, ya que aseguran el Estado de
Derecho y dan certeza y rumbo a la sociedad ante cualquier desafío.
A través de la historia,
las instituciones británicas y del mundo entero, también se han fortalecido con
el pensamiento de hombres universales como Thomas Hobbes, John Locke, Adam
Smith o John Stuart Mill.
Más recientemente, en el
Siglo XX, el Reino Unido y sus instituciones democráticas fueron luz y
esperanza para el mundo, frente a la oscuridad y crueldad de los
totalitarismos.
En la actualidad, las
instituciones británicas siguen velando por los derechos humanos, el bienestar
y el progreso de su gente. Son un referente para las naciones democráticas del
mundo.
México, por su parte,
señores Parlamentarios, si bien es un país relativamente joven, con menos de
dos siglos de vida independiente, cuenta ya con instituciones liberales en
constante evolución.
Los mexicanos, al igual que
los británicos, creemos en la democracia y en los derechos humanos; en la
libertad económica y el progreso; en la justicia social y la conservación del
medio ambiente.
Históricamente, hemos sido
pueblos que comparten ideales y valores. No es casualidad que fuera el Reino
Unido el primer país de Europa en reconocer la independencia y la soberanía de
México.
Construir instituciones
democráticas fuertes y sólidas, como las que tiene este país, también ha sido
objetivo y empeño de varias generaciones de mexicanos.
Al igual que el pueblo
británico, en diversos momentos de nuestro pasado, México padeció ataques a su
vida democrática.
El Siglo XIX fue una etapa
convulsa para nosotros, de luchas internas; sufrimos tres intervenciones
extranjeras y una guerra civil, la Guerra de Reforma que sacudió al todo el
país.
La paz llegó en la segunda
mitad del Siglo XIX, pero trajo consigo una dictadura de tres décadas, que
socavó la libertad y la igualdad entre los mexicanos.
Fue a partir de la Revolución
Mexicana que a los derechos humanos se sumaron los derechos sociales, en la
Constitución de 1917, una Carta Magna de avanzada, que con importantes reformas
se ha mantenido vigente en nuestro país.
Este proceso de
construcción institucional ha permitido, desde hace más de 80 años, la
transmisión pacífica y ordenada del Poder Ejecutivo cada seis años.
Junto con el Reino Unido,
México es uno de los pocos países de Occidente con este nivel de estabilidad
política.
Hace tres décadas, el país
inició dos transformaciones de la mayor importancia.
Por un lado, un proceso de
modernización económica y de apertura comercial con el mundo.
Por el otro, un cambio
político, en el que se transitó de un partido hegemónico a un sistema plural,
con plena competencia entre partidos.
Gracias a ello, en el año
2000 se dio la primera alternancia democrática en México; y en 2012 ocurrió la
segunda, cuando fui electo Presidente de la República.
La democracia es hoy
patrimonio de todos los mexicanos.
Tenemos instituciones
públicas sólidas, con una efectiva división de poderes; una ciudadanía madura e
informada; particos políticos fuertes; medios de comunicación libres y
críticos, así como una sociedad civil organizada y cada vez más participativa.
Sin embargo, a pesar de
estas fortalezas, el crecimiento económico y el avance del país en los últimos
30 años, fueron claramente insuficientes. Aún hacían falta cambios
estructurales para acelerar su desarrollo.
En democracia, con la
participación de las principales fuerzas políticas, en donde ninguna cuenta con
mayoría en el Congreso, se logró un gran acuerdo nacional: el Pacto por México.
Con él, a partir de un intenso trabajo político y legislativo, se aprobaron 11
reformas estructurales, que habían sido pospuestas por décadas.
Tres de ellas amplían los
derechos de los mexicanos: la Reforma Educativa, que eleva la calidad de la
enseñanza; el Código Nacional de Procedimientos Penales, que establece las
mismas reglas para los juicios penales en todo el país, y la nueva Ley de
Amparo, que protege a los ciudadanos frente a los actos de autoridad.
Hoy, desde este memorable
recinto parlamentario, refrendo el compromiso de mi Gobierno con el Estado de
Derecho y la defensa de los derechos humanos.
Otras dos reformas
estructurales han fortalecido nuestro régimen institucional: la
político-electoral y la de transparencia; y seis reformas estructurales más
contribuirán a elevar la productividad y competitividad de nuestra economía,
estas son: la Laboral, que flexibiliza el mercado de trabajo, facilitando el
acceso a mujeres y jóvenes a un empleo.
La Financiera, que brinda
mayor certeza jurídica al sector, incentiva que haya más crédito y que éste sea
más barato.
La de Telecomunicaciones,
que incrementa la inversión y competencia para tener mayor cobertura y calidad
en servicios a un menor costo.
La de Competencia
Económica, que combate las prácticas monopólicas y cualquier otro
comportamiento anticompetitivo.
La Hacendaria, que
incrementa la capacidad del Estado para invertir en sectores estratégicos, como
educación, ciencia y tecnología e infraestructura.
Y la Energética, que
representa el cambio económico más importante de las últimas décadas.
Esta reforma preserva la
propiedad de la Nación sobre los hidrocarburos en el subsuelo, pero por primera
vez abre la posibilidad de que el sector privado invierta a lo largo de toda la
cadena de valor de las actividades energéticas.
Este cambio estructural
permitirá que México aproveche sus vastos recursos energéticos y que mejore su
competitividad, al tener menores costos de energía.
Todas estas reformas
constituyen una nueva plataforma para acelerar nuestro crecimiento y desarrollo
como país.
Seguiremos poniendo cada
una de estas reformas en acción con el objetivo de que sus beneficios se
sientan en la vida cotidiana de las familias mexicanas.
Sin embargo, a pesar de
todos estos avances, nuestra democracia no ha estado exenta de dificultades.
En el pasado reciente,
vivimos momentos de dolor por hechos de barbarie cometidos por el crimen
organizado.
Estos actos delictivos han
hecho evidente que tenemos que seguir fortaleciendo el Estado de Derecho, el
respeto y protección a los derechos humanos, lo mismo que el combate a la
corrupción.
Congruente con ello, he
propuesto al Congreso diversas reformas para avanzar en estos ámbitos y estoy
respaldando otras importantes iniciativas, como el Sistema Nacional
Anticorrupción, que la semana pasada fue aprobado en la Cámara de Diputados.
Para enfrentar los desafíos
del presente, México cuenta con instituciones democráticas.
La democracia en México
está abriendo espacios a la transparencia y a la rendición de cuentas para
cerrar el paso a la corrupción y a la opacidad.
La democracia también es el
medio más eficaz para avanzar hacia la justicia social, para crear las
oportunidades que demandan y merecen los que menos tienen.
La democracia, en síntesis,
es la mejor forma de enfrentar y superar los desafíos que tenemos como Nación.
Muy distinguidas y
distinguidos Parlamentarios:
En un momento de la Segunda
Guerra Mundial, los británicos se enfrentaron solos a las potencias del eje.
En 1940, en este
parlamento, Sir Winston Churchill, cuyo 50 aniversario luctuoso recordamos recientemente,
pronunció las siguientes palabras, que quisiera citar textualmente:
Tengo plena confianza en
que somos capaces de defender nuestra isla, para sobreponernos de la tormenta
de la guerra y sobrevivir a la amenaza de la tiranía. Si es necesario, por
años; si es necesario, solos.
Sir Winston Churchill nos
ha legado un ejemplo de valor y entereza a todas las naciones y a todos los
hombres del mundo. Es un ejemplo vigente que pervive en el tiempo.
Las adversidades podrán ser
de grandes dimensiones y los desafíos muy exigentes, pero hay que enfrentarlos
siempre con carácter y decisión.
En este amanecer del Siglo
XXI, hay nuevos desafíos, hay nuevos desafíos globales que debemos enfrentar
juntos y con determinación todos los países del mundo. El cambio climático, los
riesgos de pandemias o el extremismo violento son algunos de ellos.
Pero, al mismo tiempo, cada
nación tiene retos propios por vencer.
Los mexicanos somos
conscientes de los nuestros y los afrontamos con firmeza, con la fortaleza de
nuestras instituciones democráticas y el carácter de nuestro pueblo.
Nos enfrentamos también con
la mente abierta al cambio, con plena disposición de mejorar todo aquello que
se deba mejorar. Creemos, como lo advirtió desde el Siglo XVI, Sir Francis
Bacon, y cito:
Si hemos de lograr algo
nunca antes alcanzado, debemos emplear métodos nunca antes probados.
Por eso, a partir del
trabajo corresponsable de su sociedad y Gobierno, México se está atreviendo a
cambiar para construir un futuro de mayores oportunidades para todos los
mexicanos.
Por su atención, muchas
gracias.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario