28 nov 2015

El Papa en la periferia de Nairobi: ustedes practican valores que no cotizan en la Bolsa

Vatican Insider, 11/27/2015
El Papa en la periferia de Nairobi: ustedes practican valores que no cotizan en la Bolsa
El "slum" de Kangemi(©Reuters)

Francisco visita Kangemi, en donde viven más de cien mil personas sin servicios ni drenaje: no se puede «desconocer la atroz injusticia de la marginación urbana. Son las heridas provocadas por minorías que concentran el poder, la riqueza. Comprometámonos juntos para que toda familia tenga un techo digno, tenga acceso al agua potable, tenga un baño, tenga energía segura para iluminarse, cocinar, para que puedan mejorar sus viviendas»
Nota de ANDREA TORNIELLI
ENVIADO A NAIROBI
«En verdad, me siento como en casa compartiendo este momento». Papa Francisco, en el último día de su visita en Kenya recorre la pequeña calle de Kagemi, una de las zonas más pobres de Nairobi, situada en un pequeño valle que colinda con otras zonas pobres. Aquí viven más de cien mil personas sin una red de drenaje y sin servicios, en viviendas fabricadas con láminas y madera. El encuentro se lleva a cabo en la Iglesia de San José Trabajador, de la que se ocupan los jesuitas. Hay muchos niños sentados en el suelo. Bergoglio saluda a los enfermos en silla de ruedas, pide que lo bendiga un sacerdote en silla de ruedas.

El Papa escucha los saludos de una de los habitantes del «slum», Pamela Akwede, que le recuerda que el 60% de la población de Nairobi vive en estas zonas pobres, que ocupan solamente el 5% del área de la ciudad. La gente aquí «sobrevive con menos de un dólar al día. Hay focos de cólera, especialmente a principios de este año». Mientras sor Mary Killeen recuerda que se necesita una mayor presencia de religiosos en los barrios pobres.
Francisco, cuando era arzobispo de Buenos Aires, mandó a muchos sacerdotes a vivir a las «villas miseria», y está visiblemente contento: «En verdad, me siento como en casa compartiendo este momento con hermanos y hermanas que, no me avergüenza decirlo, tienen un lugar preferencial en mi vida y opciones». Pero antes de «denunciar las injusticias que sufren» los habitantes de los «slums», Bergoglio habla sobre la «sabiduría de los barrios populares», de esos «valores evangélicos que la sociedad opulenta, adormecida por el consumo desenfrenado, pareciera haber olvidado».
«Ustedes —dice el Papa— son capaces de tejer lazos de pertenencia y de convivencia que convierten el hacinamiento en una experiencia comunitaria donde se rompen las paredes del yo y se superan las barreras del egoísmo». Y cita valores como «la solidaridad; dar la vida por otro; preferir el nacimiento a la muerte; dar un entierro cristiano a sus muertos. Ofrecer un lugar para el enfermo en la propia casa; compartir el pan con el hambriento», porque «donde comen 10 comen 12», explica Francisco citando un documento de los sacerdotes argentinos comprometidos en las «villas miseria». «Valores que se sustentan en que cada ser humano es más importante que el dios dinero. Gracias por recordarnos que hay otro tipo de cultura posible. Quisiera reivindicar en primer lugar estos valores que ustedes practican, valores que no cotizan en Bolsa, valores con los que no se especula ni tienen precio de mercado».
Después de haber recordado que «el camino de Jesús comenzó en las periferias, va desde los pobres y con los pobres hacia todos», el Papa dijo que no se puede «de ninguna manera, desconocer la atroz injusticia de la marginación urbana. Son las heridas provocadas por minorías que concentran el poder, la riqueza y derrochan con egoísmo, mientras crecientes mayorías deben refugiarse en periferias abandonadas, contaminadas, descartadas».
«Vemos la injusta distribución del suelo (tal vez no en este barrio pero sí en otros) —continúa el Pontífice—, que lleva en muchos casos a familias enteras a pagar alquileres abusivos por viviendas en condiciones edilicias nada adecuadas. También sé del grave problema del acaparamiento de tierras por parte de ‘desarrolladores privados’ sin rostro, que hasta pretenden apropiarse del patio de las escuelas de sus hijos».
Un problema grave, subraya Francisco, es «la falta de acceso a infraestructuras y servicios básicos. Me refiero a baños, alcantarillado, desagües, recolección de residuos, luz, caminos, pero también a escuelas, hospitales, centros recreativos y deportivos, talleres artísticos». Sobre todo falta agua potable, «un derecho humano básico, fundamental y universal, porque determina la sobrevivencia de las personas, y por lo tanto es condición para el ejercicio de los demás derechos humanos. Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable. Negarle el agua a una familia, bajo cualquier pretexto burocrático, es una gran injusticia, sobre todo cuando se lucra con esta necesidad».
Bergoglio alude también a la violencia que se difunde y a las «organizaciones criminales, al servicio de intereses económicos o políticos, utilizan a niños y jóvenes como ‘carne de cañón’ para sus negocios ensangrentados. También conozco los padecimientos de las mujeres que luchan heroicamente para proteger a sus hijos e hijas de estos peligros. Pido a Dios que las autoridades asuman junto a ustedes el camino de la inclusión social».
Todo esto no es el resultado de «una combinación casual de problemas aislados. Incluso son una consecuencia de nuevas formas de colonialismo que pretende que los países africanos sean ‘piezas de un mecanismo y de un engranaje gigantesco’. No faltan, de hecho, presiones para que se adopten políticas de descarte, como la de la reducción de la natalidad, que pretenden ‘legitimar el modelo distributivo actual, donde una minoría se cree con el derecho de consumir en una proporción que sería imposible generalizar’».
Por ello, insiste Francisco, hay que «retomar la idea de una respetuosa integración urbana. Ni erradicación, ni paternalismo, ni indiferencia, ni mera contención. Necesitamos ciudades integradas y para todos. Necesitamos superar la mera proclamación de derechos que en la práctica no se respetan, concretar acciones sistemáticas que mejoren el hábitat popular y planificar nuevas urbanizaciones de calidad para albergar a las futuras generaciones». El Papa hace un llamado a «todos los cristianos, en particular a los pastores, a renovar el impulso misionero, a tomar la iniciativa frente a tantas injusticias, a involucrarse con los problemas de los vecinos, a acompañarlos en sus luchas».
«Sé que hacen mucho», reconoce Bergoglio, «pero les pido que recuerden que no es una tarea más, sino tal vez la más importante, porque —como explicaba Benedicto XVI— ‘los pobres son los destinatarios privilegiados del Evangelio’». «Recemos, trabajemos y comprometámonos juntos —concluyó Papa Francisco— para que toda familia tenga un techo digno, tenga acceso al agua potable, tenga un baño, tenga energía segura para iluminarse, cocinar, para que puedan mejorar sus viviendas... para que todo barrio tenga caminos, plazas, escuelas, hospitales, espacios deportivos, recreativos y artísticos; para que los servicios básicos lleguen a cada uno de ustedes; para que se escuchen sus reclamos y su clamor de oportunidades; para que todos puedan gozar de la paz y la seguridad que se merecen conforme a su infinita dignidad humana».
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Papa Bergoglio llega a Uganda(©Ap)
Francisco fue recibido por el presidente Yoweri Museveni; elogió al país por acoger a los refugiados y criticó la «globalización de la cultura del descarte»
 IACOPO SCARAMUZZI
Es necesario «garantizar una buena y transparente gestión pública, un desarrollo humano integral, una amplia participación en la vida nacional, así como una distribución racional y justa de los bienes que el Creador ha otorgado con abundancia a estas tierras». Lo dijo Papa Francisco en su primer discurso en Uganda, segunda etapa de su viaje africano, después de Kenya y antes de la República Centroafricana, a donde viajará el próximo domingo. Poco antes de las 17 (hora local), Francisco dirigió un discurso a las autoridades ugandesas, guiadas por el presidente Yoweri Museveni, y al cuerpo diplomático presente en el país, en el salón de conferencias de la State House di Entebbe.
« Mi visita a su país —explicó el Papa— está orientada, sobre todo, a conmemorar el quincuagésimo aniversario de la canonización de los mártires de Uganda por mi predecesor, el Papa Pablo VI. Aunque espero que mi presencia aquí sea vista también como un signo de amistad, aprecio y aliento a todo el pueblo de esta gran nación. También nos recuerdan que, a pesar de nuestros diferentes credos y convicciones, todos estamos llamados a buscar la verdad, a trabajar por la justicia y la reconciliación, y a respetarnos, protegernos y ayudarnos unos a otros como miembros de una única familia humana. Estos altos ideales son especialmente importantes en hombres y mujeres, como ustedes, que han de garantizar una buena y transparente gestión pública, un desarrollo humano integral, una amplia participación en la vida nacional, así como una distribución racional y justa de los bienes que el Creador ha otorgado con abundancia a estas tierras».
«Mi visita pretende también llamar la atención sobre África en su conjunto —añadió el Pontífice—, sus promesas, sus esperanzas, sus luchas y sus logros. El mundo mira a África como al continente de la esperanza. En efecto, Uganda ha sido bendecida por Dios con abundantes recursos naturales, que ustedes tienen el cometido de administrar con responsabilidad. Pero, sobre todo, la nación ha sido bendecida en su gente: sus familias fuertes, sus jóvenes y sus ancianos. Espero con alegría reunirme mañana con los jóvenes, para dirigirles palabras de aliento y desafío. Qué importante es ofrecerles esperanza, oportunidades de educación y empleo remunerado y, sobre todo, la oportunidad de participar plenamente en la vida de la sociedad. Pero también quisiera mencionar la bendición que ustedes tienen en las personas mayores. Ellas son la memoria viva de todos los pueblos. Siempre hay que valorar su sabiduría y experiencia como una brújula que consiente a la sociedad encontrar la dirección correcta para afrontar los desafíos del presente con integridad, sabiduría y previsión».
En el África Oriental Uganda ha demostrado, subrayó Francisco, «ha mostrado una preocupación excepcional por acoger a los refugiados, para que puedan reconstruir sus vidas con seguridad y con el sentido de la dignidad que proporciona el ganarse el sustento mediante un trabajo honrado. Nuestro mundo, atrapado en guerras, violencia, y diversas formas de injusticia, es testigo de un movimiento de personas sin precedentes. La manera como los tratamos es una prueba de nuestra capacidad de humanidad, de nuestro respeto por la dignidad humana y, sobre todo, de nuestra solidaridad con estos hermanos y hermanas necesitados». El Papa denunció la «globalización de la cultura del descarte» y concluyó su discurso con la bendición de Dios en lengua local:«Mungu awabariki!».
El encuentro fue presentado por el presidente Museveni, quien, para usar una expresión utilizada por el portavoz vaticano, el padre Federico Lombardi, «está gobernando el país con mano firme». El jefe de estado recibió a Francisco en el cercano aeropuerto internacional y después se entretuvo con él en un coloquio privado de casi una hora. Pocas horas antes de la llegada del Papa, el parlamento ugandés aprobó una norma bastante controvertida sobre las organizaciones no gubernamentales. Según los activistas, la ley «estrangulará» cualquier forma de contestación contra el gobierno. «La ley fue aprobada por unanimidad», dijo a la France Press la lideresa de la mayoría, Ruth Nankabirwa. El presidente ugandés publicó en YouTube un mensaje de bienvenida para Papa Francisco. «Que su visita pueda reforzar nuestro amor por el prójimo… ¡Bienvenido a Uganda, Su Santidad Papa Francisco!», expresó Museveni.

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