27 jun 2016

El ascenso de la democracia demótica en Europa/Mark Leonard

El ascenso de la democracia demótica en Europa/Mark Leonard is Director of the European Council on Foreign Relations. 
Traducción del inglés de Rocío L. Barrientos.
Project Syndicate, 27 de junio de 2016
Aún queda por asimilar la conmoción causada por la votación británica a favor de salir de la Unión Europea. No obstante, los líderes europeos deben acorazarse frente a lo que está por venir. De hecho, el brexit podría ser el temblor inicial que desencadene un tsunami de referéndums en Europa durante los próximos años.
 A lo largo de toda Europa, hay 47 partidos políticos insurgentes que hacen que la política se pare de cabeza. Ellos están ganando el control de la agenda política, dándole forma según sus intereses – y ganan poder en el proceso. En un tercio de los Estados miembros de la UE, tales partidos son miembros de los gobiernos de coalición, y su éxito ha impulsado a los partidos tradicionales a adoptar algunas de sus posiciones.

 A pesar de estos partidos tienen raíces muy diferentes, todos ellos tienen un aspecto en común: todos están tratando de provocar un vuelco en el consenso sobre política exterior que ha definido a Europa desde hace varias décadas. Son euroescépticos; desdeñan a la OTAN; quieren cerrar sus fronteras y detener el libre comercio. Ellos están cambiando la cara de la política, sustituyendo las batallas tradicionales entre izquierda y derecha con enfrentamientos entre su propio nativismo enojado contra el cosmopolitismo de las élites que desprecian.
 El arma favorita de estos partidos es el referéndum, ya que mediante los referéndums estos partidos pueden obtener rápidamente apoyo popular para sus pequeños temas. De acuerdo con el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, se están solicitando 32 referéndums en 18 países de la UE. Algunos, como el Partido Popular Danés, quieren seguir el ejemplo del Reino Unido y realizar una votación sobre la membresía en la UE. Otros quieren escapar de la eurozona, o bloquear la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP) con Estados Unidos, o restringir la movilidad laboral.
 El esquema de reubicación de los refugiados de la UE ha demostrado ser un tema particularmente divisivo. El primer ministro húngaro, Viktor Orbán ha declarado que va a celebrar un referéndum sobre las cuotas propuestas. Y, el partido de la oposición polaca Kukiz’15 viene recogiendo firmas para su propio referéndum sobre el tema.
Devolver el poder a las masas a través de la democracia directa puede realmente ser la propuesta más revolucionaria que hacen estos partidos. De hecho, refleja una comprensión de las frustraciones que han impulsado una ola mundial de protestas populares durante los últimos años – protestas que, en el mundo árabe, provocaron revoluciones reales. El mismo espíritu de protesta que condujo, por ejemplo, a españoles, griegos, y neoyorquinos a salir a las calles – con diferentes demandas, ciertamente – está alimentando el apoyo a estos nuevos referéndums y a los partidos insurgentes que los provocan.
Esto es una pesadilla no sólo para los partidos establecidos, sino que también para la gobernabilidad democrática. Tal como la experiencia de California con referéndums ha demostrado, el público a menudo vota por cosas contradictorias – por ejemplo, a favor de impuestos más bajos y a favor de más programas de bienestar; o, por la protección del medio ambiente y por tener gas más barato.
Sin embargo, para la UE, esta dinámica es exponencialmente más difícil; de hecho, anula los cimientos de la Unión Europea. La UE es, al fin y al cabo, la máxima expresión de la democracia representativa. Se trata de un organismo ilustrado que se sustenta sobre valores liberales básicos, tales como los derechos individuales, la protección de las minorías, y una economía basada en el mercado.
Pero las capas de la representación sobre las que se asienta la UE han creado la sensación de que una especie de “élite-sobre-la élite” es la que está al mando, una élite que está muy alejada de los ciudadanos comunes. Esto ha proporcionado a los partidos nacionalistas el blanco perfecto para sus campañas anti-UE. Todo esto, más la añadidura de miedos alarmistas sobre temas como la inmigración y el comercio, hace que la capacidad que tienen los partidos nacionalistas para atraer a votantes frustrados o ansiosos sea fuerte.
Se tienen dos visiones de Europa – la diplomática y la demótica – que ahora se enfrentan una contra la otra. La Europa diplomática, encarnada por el padre fundador de la UE Jean Monnet, es la que recibió grandes y delicadas preguntas que surgieron de la esfera de la política popular y las redujo a temas técnicos manejables por los diplomáticos, quienes podían abordarlos a través de compromisos burocráticos a puerta cerrada. La Europa demótica, ejemplificada por el Partido de la Independencia del Reino Unido, que ayudó siendo punta de lanza para el brexit, es como Monnet, pero a la inversa, ya que toma compromisos diplomáticos como el TTIP o el acuerdo de asociación con Ucrania, y los politiza intencionalmente.
Mientras la Europa diplomática se caracteriza por la búsqueda de la reconciliación, la Europa demótica se caracteriza por ir tras la polarización. La diplomacia es un ámbito donde todos ganan; la democracia directa es un ámbito de suma cero. La diplomacia trata de bajar la temperatura; el paradigma demótico la eleva. Los diplomáticos pueden trabajar unos con otros; los referéndums son binarios y fijos, dejando nada de espacio para la maniobra política y para llegar a un compromiso creativo necesario para resolver los problemas políticos. En la Europa demótica, la solidaridad es imposible.
El alejamiento de Europa de la diplomacia comenzó hace más de una década, cuando se rechazó el Tratado por el que se establece una Constitución para Europa en los referéndums populares en Francia y los Países Bajos. Ese resultado puede haber sacado por completo a la UE de la actividad de elaborar tratados, lo que significa que la esperanza de una futura integración también puede haberse arruinado.
Sin embargo, en la estela del brexit, la futura integración no es la mayor preocupación de Europa. En vez de ello, tiene que lidiar con fuerzas cada vez más poderosas que socavan la integración que ya se ha logrado, fuerzas que intentan empujar a Europa hacia atrás. Por supuesto, solo hay que recordar lo que había antes de la UE para realmente darse cuenta cuán peligroso puede ser este camino.
En esta nueva era de “vetocracia” en Europa, la diplomacia que sustentó la creación del proyecto europeo ilustrado y progresista no puede funcionar, dejando a la UE en una situación ingobernable. Ahora que los euroescépticos se han salido con la suya en el Reino Unido, la vetocracia se hará más fuerte que nunca. Las votaciones directas sobre temas como las normas de comercio o la política de inmigración destriparán la democracia representativa de Europa, de la misma forma que las votaciones directas sobre membresías amenazan las entrañas de la propia UE.
En una novela popular escrita por el premio Nobel José Saramago, la Península Ibérica se desprende de la parte continental de Europa y se aleja flotando por el mar. Con un tsunami de plebiscitos presionando al continente, esta puede llegar a ser una metáfora profética.

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