Card. Rivera, digno Gran Canciller de la UPN
Jueves, 03 de agosto de 2017, 09:30 horas
SIAME, DLF Redacción
Como principal responsable de la Universidad Pontificia de México, el Card. Rivera ha puesto especial atención en temas como el cuerpo académico, la economía interna y el desarrollo integral de los alumnos.
Tras la modificación de los Estatutos de la Universidad Pontificia de México (UPM) llevada a cabo en el año 2001, el 12 de abril del 2002 el Card. Norberto Rivera Carrera, en su calidad de Arzobispo de México, tomó la responsabilidad de esta casa de estudios como Gran Canciller; es decir, la autoridad suprema, de quien depende jurídicamente la universidad, a la cual representa ante la Santa Sede, al mismo tiempo que a la Santa Sede ante esta institución.
Interesado siempre por el tema de la enseñanza católica, el Card. Rivera se entregó inmediatamente a las tareas de promover la conservación y progreso de la UPM, de impulsar el quehacer científico y mantener íntegra la Doctrina de la Iglesia dentro de la academia, así como de favorecer las relaciones entre todos los miembros de la comunidad, labores en las que se mantiene firme hasta nuestros días. En este sentido, cabe señalar que la misma cercanía que hoy tiene con el actual Rector de la institución, P. Mario Ángel Flores, la tuvo con los anteriores rectores con los que le tocó trabajar: P. Martín del Campo, P. Roberto Jaramillo y P. Alfredo Vargas.
Durante estos tres lustros como Gran Canciller de la UPM, el Card. Rivera Carrera ha atendido de manera especial algunos temas sustanciales para la vida universitaria. El nivel del profesorado es uno de los principales; en este sentido, ha propiciado la renovación y la diversificación de maestros, mismos que provienen de diversas diócesis del país, y ha tomado la decisión de retirar a profesores en caso de que muestren un comportamiento inconveniente o irregular, entre las principales medidas para contar con un cuerpo académico de gran nivel.
En cuanto al tema de la economía al interior de la institución –otro de los que requieren un trato sumamente responsable–, el Arzobispo de México ha tenido que enfrentar un periodo muy complicado, por lo que se ha visto en la necesidad de impulsar la búsqueda de soluciones en conjunto, con la colaboración del Consejo Financiero, los responsables de la Universidad y bienhechores especiales. En este rubro, promovió además un acuerdo con la Comisión Episcopal para la UMP a fin realizar una colecta anual con el objetivo de obtener recursos para el buen funcionamiento de la institución.
Otra labor digna de mencionarse es la modernización y dignificación de las instalaciones universitarias; en este sentido, en 2007 el Card. Rivera Carrera fundó la nueva biblioteca, un lugar central en la vida de la comunidad, en el que en gran medida se apoya el estudio, la investigación y la docencia; por otra parte, en 2010 fundó la nueva residencia de profesores y echó a andar un proyecto para la ampliación de aulas y servicios. En 2011, con las cuatro facultades debidamente constituidas (tres eclesiásticas y una de Ciencias y Humanidades), la institución recibió el pleno reconocimiento de “Universidad” por parte de la Congregación para la Educación Católica.
Para el Card. Rivera Carrera el desarrollo de los alumnos es sin duda la primera razón de ser de esta casa de estudios, por lo que ha apoyado el crecimiento de los servicios para la comunidad estudiantil, la formación permanente y el desarrollo de especialidades, entre las que destacan la Licenciatura en Teología y Cultura Guadalupana, que se imparte en la Basílica de Guadalupe, pero bajo la autoridad y organización de la Facultad de Teología; o el establecimiento del Centro de Formación para la Protección a la Infancia, creado bajo convenio con la Universidad Gregoriana. Cabe señalar que los principales destinatarios de la UPN son presbíteros, religiosos, religiosas, seminaristas y laicos que buscan la profesionalización en Filosofía, Teología y Derecho Canónico.
Entre otras tantas acciones destacables, el Arzobispo de México, en su calidad de Gran Canciller de la UPM, promovió el otorgamiento del Doctorado Honoris Causa al Card. Javier Lozano Barragán, a Mons. Francisco Aguilera, y a los profesores Francisco Merlos Arroyo, Raúl Duarte y José Loza, por méritos relacionados con la vida universitaria; así como a Fray Gabriel Chávez de la Mora, al empresario Lorenzo Servitje, al Dr. Miguel León Portilla y al Dr. Jean Meyer por méritos en el servicio a la Iglesia y a la sociedad.
La labor del Card. Rivera Carrera ha sido de gran importancia para la consolidación de esta institución, a través de colaboradores que, con amor a la Iglesia y a la Universidad, con preparación y dedicación, la han podido llevar por el rumbo correcto. Así, con compromiso, presencia, dedicación, tiempo y esfuerzo, el Card. Rivera Carrera ha logrado unir los esfuerzos del Episcopado, de los laicos comprometidos, de los empresarios católicos, de los profesores y de los alumnos, para hacer de esta casa de estudios una gran institución educativa.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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