@fredalvarez
AMLO arriba...! Según Reforma..; de plano?....La nota quizá es que ya no subió mas.
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¿Carrrera entre dos?...for now.!, (por ahora!), dice el Wall Strett Journal
AMLO vulnerable; Anaya, menos favorecido para enfrentarlo...
Y por eso va en busca del voto inútil.
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Las columnas políticas hoy, a 2 de mayo de 2018..., faltan 59 días para la jornada electoral....
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Recomiendo antes leer a Huchin
Meade: declinación inviable/Eduardo R. Huchim
Reforma 02 May. 2018
Ante la fundada probabilidad de que Andrés Manuel López Obrador gane por mayoría abrumadora las elecciones presidenciales de julio próximo, se habla con insistencia de que sus dos principales adversarios unirán fuerzas y José Antonio Meade declinará en favor de Ricardo Anaya.
Tal declinación, sin embargo, no tiene viabilidad legal, como explicaré en este artículo.
La versión de la declinación, previo acuerdo con el presidente de la República y su partido, cobró fuerza cuando se divulgó el video (procedente del equipo de Anaya, dijo Proceso) de una reunión del candidato de Por México al Frente (PAN-PRD-MC) con un grupo de directivos de Citibanamex.
El video muestra que, ante la insistencia de Leonardo Curzio sobre el tema, Anaya termina por responder: "Yo estoy absolutamente abierto a construir con quienes haya que construir para ganar esta elección y darle viabilidad al futuro del país". Posteriormente, tanto el candidato como varios de sus seguidores destacados negaron la posibilidad de un pacto cupular.
¿Qué pasaría si José Antonio Meade, tercer lugar en las preferencias, decidiera apoyar a Anaya? La Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales (Legipe) no prevé esa posibilidad, pues sólo regula la sustitución de candidatos. Comoquiera, la hipótesis de declinación abre varios escenarios:
a) Si José Antonio Meade declina sin renunciar formalmente a la candidatura, los votos por los partidos que lo postularon contarían para él. Es decir, se perderían (Legipe, 267). Si no renuncia y queda en tercer lugar, de todos modos sus sufragios también se perderían y por eso Anaya está llamando al voto útil.
b) Si Meade renunciara a su candidatura a más tardar el 31 de mayo, su coalición podría sustituirlo y los votos contarían para el sustituto legalmente registrado. El sustituto no podría ser Anaya, a menos que se cometa fraude a la ley, porque la coalición Por México al Frente ya no puede ser modificada para incluir a otro u otros partidos y éstos, por sí mismos o coaligados, no pueden postular legalmente a quien haya sido registrado por una coalición de la que no forman parte, porque lo prohíbe la Ley General de Partidos Políticos (LGPP, 87).
c) Si el partido o coalición no sustituye al renunciante pudiendo hacerlo, quedaría sin candidato y los votos por los partidos que lo postularon también se anularían al no haber candidato registrado (Legipe, 267).
d) Si la renuncia de Meade se presenta dentro de los 30 días anteriores al de la elección, ya no podría haber sustitución y los votos por los partidos que lo postularon se anularían (Legipe, 241).
e) Una vez que las boletas presidenciales estén impresas (el lunes 6 de mayo empieza su impresión), ya no se podrían modificar, aunque hubiera sustituciones. Si la sustitución de un candidato ocurre cuando ya las boletas estén impresas, los votos para el candidato anterior (en este caso, Meade) contarían para el sustituto (Legipe, 267; como ya se dijo, este sustituto no podría ser Anaya).
f) Cualquiera que fuere el escenario, si el gobierno y su partido lo deciden, la forma pragmática para una virtual declinación sería que Peña Nieto, el PRI y los gobernadores priistas echaran a andar la poderosa maquinaria priista-gubernamental para movilizar sus estructuras en favor de Anaya. Algo como lo que algunos analistas creen que se hizo en 2006, en favor de Calderón.
La revisión a las disposiciones legales que permiten llegar a las conclusiones aquí expuestas la he hecho con el apoyo del jurista y consultor electoral Rogelio Muñiz Toledo. Con todo, no puedo soslayar que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que ha sido capaz de imponer contra viento y marea el registro de Jaime Rodríguez El Bronco y de inaplicar disposiciones legales para multiplicar el financiamiento privado a candidatos independientes, podría sacar un conejo de la chistera y adoptar alguna resolución absurda, si se lo ordena alguno de los personajes ante quienes la mayoría de magistrados son sumisos.
Si López Obrador y sus huestes suponen que la sólida ventaja de las encuestas asegura un triunfo en las urnas, se estarían equivocando dramáticamente. No debieran soslayar que, con declinación o sin ella, deberán enfrentar la muy vasta e ilegal operación de Estado que ya está en marcha en el país, para favorecer a Meade ¿y/o a Anaya?
@EduardoRHuchim
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Voto útil, discusión inútil/Raymundo Riva Palacio
Estrictamente Personal
El Financiero...
La discusión del voto útil es inútil. Plantear, como lo han venido haciendo diversos actores políticos, que frente a Andrés Manuel López Obrador tiene que darse ese voto estratégico a favor de Ricardo Anaya o de José Antonio Meade, es ocioso en el momento actual y soslaya el realineamiento de electores en esta elección presidencial. El más importante lo provocó Anaya por diseño, al recorrerse al campo que ha ocupado López Obrador desde hace dos décadas, y plantear como eje de su campaña la corrupción del PRI y la cárcel para el presidente Enrique Peña Nieto. El candidato de la coalición Por México al Frente se fue al extremo opuesto del régimen, mientras que el candidato de Juntos Haremos Historia se retiró de las antípodas, con lo cual produjo un fenómeno que no se vio en 2006 y 2012, al aniquilar la posibilidad de voto útil entre PRI y PAN, y construir una doble opción para López Obrador, que se convirtió en la segunda mejor alternativa de priistas y panistas.
La dialéctica con la que se están moviendo los militantes de esos dos partidos convierte en retórica pura la posición de Anaya de apelar al voto útil de los electores, sin que esto signifique que el desenlace será un acuerdo cupular. Nadie puede pensar seriamente que esa podría ser una opción pública, como parecen sugerir algunos representantes de la prensa política, que a veces sueñan con una cumbre entre Peña Nieto y Anaya. Los votos útiles en las dos últimas elecciones presidenciales se dieron de facto, por razones coyunturales y decisiones pragmáticas para evitar que López Obrador llegara a la presidencia. Pero en esos dos procesos, el PRI y el PAN estaban en el mismo barco; en 2018, Anaya se metió al barco de López Obrador. La ecuación vigente, por tanto, es diferente a la que se vivió en 2006 y 2012.
Desde hace más de un año, Anaya fue construyendo un discurso de ataque sistemático contra el presidente y el PRI. El discurso sólo fue notado en la 'República de las Opiniones' cuando se definió su candidatura presidencial y en el arranque de campaña, pero en Los Pinos llevan tiempo de tener claro que si había un candidato que llevaría a Peña Nieto a la cárcel, ese sería Anaya. Nunca tuvieron en su mapa de riesgos esa posibilidad con López Obrador, quien se ha corrido al centro-izquierda de la geometría electoral para presentar una imagen, en este tema, conciliadora con el régimen actual. Su postura no es de tolerancia a la corrupción, pero no generaliza, sino personaliza, con lo cual no lastima a los priistas, pero tampoco perdona a quien considera corruptos. Anaya, en cambio, ha disparado con escopeta, generalizando en todos los priistas la rapacidad, y personalizando en Peña Nieto.
“Jamás votaremos los priistas por Anaya”, dijo uno de los cuadros de mayor relevancia y trabajo en el PRI. “La lucha es contra López Obrador porque de lo único que estamos completamente seguros es que Anaya no va a ser presidente”. Escenarios desesperados en la mente de funcionarios del gobierno o miembros del cuarto de guerra de Meade, incluyen que la PGR obtenga una orden de aprehensión contra el panista por presunto lavado de dinero y evasión fiscal, aunque la parte menos contaminada por el miedo a la derrota considera que una acción de esa naturaleza sí podría eliminarlo de la contienda, pero la victoria se habría consumado, antes de la elección, con López Obrador.
El voto útil no funciona bajo este escenario, que es donde se mueven los candidatos presidenciales. Hay otro escenario, no explorado, que es el que utilizaron los estrategas de Mariano Rajoy, el presidente del gobierno español, que entró a un proceso electoral con 70 por ciento de rechazo del electorado, porcentajes similares a los que tiene Meade en su propia lucha por la presidencia. Uno de los responsables de la estrategia que le dio al final la victoria a Rajoy dijo en una reciente visita a México que lo que hicieron fue colocar a todos sus principales oponentes en el mismo lado, identificándolos como lo mismo. Sabían que con ello fortalecían indirectamente a los partidos emergentes Ciudadanos y Podemos, pero beneficiarían a Rajoy con la estrategia, tal y como sucedió.
Extrapolado al caso mexicano, Anaya está impedido por su propia estrategia de marcar una diferencia con López Obrador –aunque haya muchas en el fondo–, mientras que Meade tendría que colocarlos, como hicieron los estrategas de Rajoy, como los radicales del proceso electoral. Es decir, su batalla no sería a partir de dos discursos diferenciados, el de corrupción contra Anaya y el del miedo contra López Obrador, sino ponerlos en la misma bolsa como los radicales antiestablecimiento que quieren alterar el rumbo de la nación. Sólo de esta manera podría darse, en un segundo momento, la posibilidad de un voto útil del electorado, moviendo una elección presidencial que hoy en día se parece más a la de 2000, la del cambio de régimen por el hastío contra el PRI, que a la de 2006, donde ganó el miedo a lo que podría llevar López Obrador al país.
El problema es el tiempo, pero no sólo para persuadir al electorado, sino para construir una campaña competitiva y mostrar confianza hacia el interior del PRI de que pueden ganar, con lo cual se pondrían a funcionar los resortes y las maquinarias electorales priistas detrás de Meade, que hasta este momento están pasivas y dubitativas, lo que será analizado en una columna posterior.
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Por lo pronto, el voto ‘útil’ no alcanza/Enrique Quintana
Coordenadas
El Financiero....
Quienes se oponen a AMLO están esperanzados en que durante los 57 días de campaña que restan se pueda construir el llamado voto ‘útil’.
¿En qué consiste éste? En el voto por la segunda opción.
Para que haya voto útil se requiere que un segmento de electores que perciben que el candidato que tienen como primera opción no tiene posibilidades de ganar, desplacen su voto a otro candidato que crean que tiene mayores posibilidades.
El voto útil implica una transferencia de sufragios entre al menos dos candidatos.
Una de las condiciones para que se presente el voto útil es que los electores estén dispuestos a cambiar su intención de voto.
Una encuesta de Berumen y Asociados, correspondiente a abril, señala que 4.9 por ciento de los entrevistados considera que es “muy probable” que pueda cambiar su intención de voto, mientras otro 10.7 por ciento cree que es “probable”. Sumando los dos porcentajes, pudiéramos estimar el potencial de voto útil en este momento en 15.6 por ciento del total.
Ese porcentaje no es nada despreciable, siempre y cuando se concentrara en un solo candidato.
De acuerdo con la misma encuesta, al preguntarse a los electores por la segunda opción, 18.5 por ciento elige a Anaya; 16.5 por ciento a AMLO y 10.2 por ciento a Meade. Un 45.5 por ciento dice que ninguno o no sabe.
Es decir, el voto útil –sobre la base de las personas que probablemente cambien su intención de voto– podría representarle casi tres puntos a Anaya; 2.5 puntos a AMLO y 1.6 puntos a Meade.
Es decir, en el actual ambiente político, el llamado voto útil difícilmente puede modificar el orden de preferencias de los electores.
Otro análisis es el presentado por Consulta Mitofsky, del llamado voto ‘estratégico’. Este visualiza, en un escenario en el que hay sólo dos finalistas, cómo se distribuye el voto del tercero.
En caso de que la opción fuera entre AMLO y Anaya, los votantes de Meade se van 2.3 puntos hacia Anaya y 2.0 puntos a AMLO. Es decir, por lo pronto no inciden en el resultado. Si el escenario fuera AMLO y Meade, 7.0 puntos de Anaya se van hacia AMLO y 1.2 puntos a Meade.
Esto no quiere decir que esos porcentajes no puedan crecer si hubiera algún cambio en el entorno político, como la declinación de alguno de los contendientes a favor de otro.
En términos legales no puede haber un traslado aritmético de los votos de un candidato a otro, pero sí puede darse una circunstancia en la que el respaldo de un candidato a otro mueva muchos más votos de los que la estadística que le presentamos muestra.
Lo anterior quiere decir que para pensar en que el voto ‘útil’ o ‘estratégico’ incida realmente en los resultados de la votación sería necesario que hubiera un cambio muy significativo en el entorno político.
Nueva incertidumbre
Como ya es usual, un funcionario del gobierno de Estados Unidos volvió a crear incertidumbre ayer. Fue el turno de Peter Navarro, consejero Comercial de la Casa Blanca, quien dijo que México y Canadá no estarán exentos de los aranceles al acero y aluminio. Esa sola declaración llevó el dólar a 18.95 pesos la tarde de ayer.
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HISTORIAS DE REPORTERO /Carlos Loret de Mola
El Universal
Los “anti” y el voto útil
La batalla final de este proceso electoral no será a favor de un proyecto, sino en rechazo de otro. El voto útil puede operar en ambos sentidos…
Tal vez de manera involuntaria, pero a los cinco candidatos presidenciales los ha definido más lo que rechazan que lo que proponen.
López Obrador se ha posicionado como el candidato antisistema. En la primera parte de la contienda Ricardo Anaya se presentó como el abanderado antiPRI. La estrategia de José Antonio Meade, en busca de asegurar el segundo lugar, fue totalmente antiAnaya, y Margarita Zavala fue desde el principio de la construcción de su aventura independiente la natural competidora antiAnaya. El Bronco se autodefinió en el momento que el Tribunal lo metió a la boleta como antiAMLO: “Voy por él”, anunció claramente.
Los dos meses que restan para la elección parecen definirse igualmente en negativo.
AMLO es más el aspirante antiPRIAN que el de la esperanza, como quiso ser en 2006 y 2012. Tiene a su favor lo que muestran las encuestas: el bloque mayor de electores quiere que se vaya el PRI.
Anaya parece haber decidido ya que su estrategia, más que armar un bloque “prianista”, es convertir la elección en un plebiscito antiAMLO. En su confuso llamado de estos días al voto útil pesa más la intención de aglutinar a los que no quieren a López Obrador en la Presidencia que la de ofrecer su proyecto “de futuro”.
Meade ya enfoca más sus baterías a Morena que al Frente aunque no renuncia a seguir buscando el segundo lugar. Margarita se debate entre sus rechazos: ¿es más fuerte su antianayismo que su antipejismo? Y el Bronco ya sabe contra quién va.
La batalla final, pues, no será a favor de un proyecto sino en rechazo de otro. El voto útil puede operar en ambos sentidos.
SACIAMORBOS. 1.— Escribo estas líneas mientras estoy en Guatemala. Vine de “puente” a turistear. Al aterrizar, me topé con un país cimbrado por la noticia de la muerte de un ex presidente, Álvaro Arzú. Después de ser primer mandatario, se postuló para la alcaldía de Ciudad de Guatemala. Ganó y se reeligió (así lo permiten las leyes) una y otra y otra vez. Fue ¡cinco veces! alcalde de la capital del país después de ser presidente. Y si bien en redes sociales hubo polémica, escarceos y cuestionamientos, en las calles de Ciudad de Guatemala y Antigua lo que se vio fue un asombroso y potente funeral de Estado, con ciudadanos haciendo fila para visitar la capilla ardiente tanto en el palacio presidencial como en la sede de la alcaldía. Incluso quienes lo cuestionaban admitieron el arrastre popular de sus funerales. A Arzú, además de esta trayectoria política que le alcanzó hasta para que su hijo sea el actual presidente del Congreso, se le reconoce históricamente haber sido el presidente que firmó los Acuerdos de Paz para finalizar la guerra civil que duró 36 años en Guatemala. Inevitablemente me pregunté cuántos presidentes de México podrían tener un destino así, de popularidad refrendados en las urnas y en la muerte. Tantas lecciones que le da a México su vecino del sur.
(Por cierto, el ministro de Defensa guatemalteco que firmó los Acuerdos de Paz en el gobierno de Arzú fue ni más ni menos que Otto Pérez Molina, quien luego se convirtió en presidente de la República y tras dejar su cargo fue encarcelado por acusaciones de corrupción).
2.— Regresa Tercer Grado, el famoso programa de opinión de Noticieros Televisa. Se tienen contemplados únicamente cinco episodios para entrevistar de manera conjunta a los cinco candidatos presidenciales. Aunque la inmensa mayoría de las emisiones de Tercer Grado fueron discusiones y polémicas entre periodistas, este formato no es ajeno, pues ya se había realizado un ejercicio similar en la contienda de 2012 por Los Pinos. Los programas serán encabezados por el doctor Leopoldo Gómez, vicepresidente de Noticieros Televisa, y participaremos Denise Maerker, René Delgado, Joaquín López-Dóriga, Raymundo Riva Palacio, Leo Zuckerman y un servidor. Agendado para iniciar la serie, Andrés Manuel López Obrador, mañana jueves en la noche después del noticiario de Denise por el canal Las Estrellas.
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No es declinación, son acuerdos tácitos
Razones/JORGE FERNÁNDEZ MENÉNDEZ
Excelsior...
No es declinación, son acuerdos tácitos
La presión para que, a dos meses de los comicios, algunos de los candidatos declinen para fortalecer un polo anti López Obrador es evidente en ciertos sectores. Es consecuencia de la propia polarización de la campaña y también de los errores de Andrés Manuel quien incomprensiblemente cada vez que puede polariza el proceso… en su contra.
Pero lo cierto es que esa propuesta hoy por hoy no es viable, por lo menos, ni como algunos la están planteando.
Por una parte, en términos legales, como bien explicó ayer en su columna Pascal Beltrán del Río, eso no podría hacerse desde el momento en que las que compiten son coaliciones. Por la otra porque no son los tiempos. Hoy Ricardo Anaya y José Antonio Meade siguen estando relativamente cerca uno del otro en la lucha por el segundo lugar y ninguno de ellos se merecería, aún, ser el beneficiario de esa suerte de capitulación.
Margarita Zavala sigue teniendo un porcentaje de votos que, más allá de la elección presidencial, es su capital político para el futuro. No tendría por qué regalarlo. No veo, al día de hoy cómo Ricardo, José Antonio o Margarita pudieran tener estímulo alguno para declinar en favor del otro aspirante.
Si algo de eso ocurre será dentro de un mes y tampoco veremos alguna declinación. Los acuerdos que han permitido polarizar el voto entre dos candidatos han sido siempre tácitos. Ocurrió así en 2006 y en 2012 (en el 2000 quien terminó arriendo bandera fue el Partido de la Revolución Democrática, cuando buena parte de su voto se fue con Vicente Fox).
Por supuesto que, como dijo Anaya, no puede haber acuerdos cupulares, ni pactos de impunidad, pero sí, en la práctica, una alternativa para el voto útil. Pero hoy, el proceso todavía está muy cerrado entre los opositores de Morena por una parte e incluso (aunque Andrés Manuel quiere adelantar los tiempos asegurando que este arroz ya se coció) entre Morena y sus opositores. Los errores cometidos por el candidato de Morena lo demuestran tanto como la comprobación de que entre Anaya, Meade y Zavala no existe aún un terreno favorable para ese tipo de acuerdos. Hay que destacar además que en esos acuerdos tácitos nunca han participado los candidatos. No se les puede pedir eso: ni Cuauhtémoc Cárdenas declinó en favor de Fox, ni Roberto Madrazo por Felipe Calderón ni tampoco Josefina Vázquez Mota por Enrique Peña. Lo que sucede es que ante la carencia de instrumentos institucionales como los gobiernos de coalición y la segunda vuelta, son las fuerzas internas de los partidos, o los sectores de poder, los que ejercen esa acción.
Son, insistimos, acuerdos tácitos, que se dan, si es posible establecerlos, cuando falta mucho menos para la jornada electoral y el escenario está mucho más claro respecto a quién está mejor posicionado electoralmente.
Existen otros elementos que tampoco se pueden dejar fuera del análisis. Hoy el sistema de partidos está algo más que fracturado, las disciplinas partidarias son endebles. Morena, en términos estrictos no es un partido, es un movimiento con bases duras en torno a un líder, pero, por lo pronto, han casi vaciado a un PRD sin rumbo. No sabemos cuánto de ese voto potencial de Andrés Manuel es realmente duro o producto del enojo social, y cuánto se puede transformar de ese enojo en miedo ante el futuro lopezobradorista.
No es un secreto decir que el Partido Revolucionario Institucional tiene tanto divisiones profundas como un problema de identidad: que su candidato sea un independiente lo demuestra. Su futuro dependerá, mucho, de esta elección.
La ruptura de Margarita con Anaya no es un tema coyuntural: es una fractura panista similar a la que tuvo el PRI en 1988, paliada en parte por la alianza del PAN con el PRD y MC. Pero a todo el mundo le tiene que quedar claro que el acuerdo entre esos partidos es de coyuntura, no de fondo.
En ese mundo de divisiones y fracturas, los estímulos para llegar a un acuerdo tácito como el de 2006 o 2012 son menores entre los candidatos, pero paradójicamente la flexibilidad de sus estructuras y militantes es mayor que entonces.
Algo o mucho se rompió en el sistema de partidos y vamos a lamentar, gane quien gane el primero de julio, no haber tomado previsiones políticas para darle al Ejecutivo mayor gobernabilidad y la obligación de asumir mayores corresponsabilidades.
Con la actual volatilidad, más allá del resultado electoral, las mayoría o minorías parlamentarias dependen de muchas cosas, pero casi en absoluto de la lealtad partidaria. Eso es lo que decidirá, inclinará, el voto útil, pero mucho más allá de eso, también los márgenes de gobernabilidad del futuro gobierno.
Por cierto, todos estamos decepcionados con un Congreso que no pudo concluir el Sistema Nacional anticorrupción, la decisión sobre las fiscalías ni la eliminación del fuero, pero preguntémonos también si uno solo de los candidatos y sus partidos tenían o tienen, en este ambiente electoral, algún estímulo para sacarlo adelante. A todos les pareció mejor esperar cartas nuevas en septiembre próximo.
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Frenar a AMLOVE/Andrés Clariond Rangel
Reforma 02 May. 2018
Una duda flota en el ambiente de las campañas electorales presidenciales: ¿hasta dónde llegarán los detractores de López Obrador en su afán de que el Peje no gane la elección? ¿Habrá sido el debate la última esperanza para detener al candidato de Morena en buena lid? ¿Será que una vez agotado ese recurso se tomarán medidas más fuertes? ¿Estará cambiando la forma de la guerra contra Andrés Manuel?
La desesperación por lo que parece inevitable cunde, aunque ni ahora ni cuando había más tiempo para frenar a AMLO quienes le temen consiguieron desarrollar una buena estrategia de combate.
Ahí yace tirada en el pasado la muy anunciada rueda de prensa de Carlos Slim a favor del nuevo aeropuerto de la CDMX. Evento de triste memoria del que la gente se sigue preguntando cuál fue el objetivo del magnate mexicano.
Si lo que Slim quería era algo más que atraer reflectores y sentirse el papá de los pollitos, le falló la jugada. El solo hecho de que alguien con su perfil e historial se queje de una propuesta de Andrés Manuel, a muchos les confirma la bondad e idoneidad de la misma.
¿No hubiera sido más fructífero que Slim, aprovechando su relación con el Peje de cuando éste era jefe de Gobierno del DF, se sentara en privado a exponerle los beneficios del NAIM?
Del error del dueño de Telmex no se aprendió y ahora la organización Mexicanos Primero lanza un spot dirigido a defender la reforma educativa y raspar indirectamente a AMLO. Seguido de la noticia de una supuesta serie sobre populismo que jura no apuntar contra Andrés Manuel aunque cuenta con una publicidad que coloca al Peje en primer plano en enormes anuncios.
Los opositores de López Obrador deberían de serenarse e idear una manera de pasar por debajo del radar de las masas pro-AMLO: grupos de fanáticos con una especial sensibilidad e intolerancia hacia cualquier ataque, seguidores que gritan "¡foul!" a la menor embestida contra su líder. ¿Cómo lograr infiltrar críticas menos obvias, menos descaradas y más efectivas?
Lo primero en cualquier guerra es conocer las carencias del enemigo. Lo irónico en este caso es que derrotar a AMLO sea tan complicado a pesar de tratarse de un sujeto vulnerable en muchos flancos.
Quizá su única fortaleza sea su arrastre emocional y ahí radica el éxito de la campaña sentimentaloide, de postal de Hallmark, que el equipo de López Obrador ha instrumentado. Su ignorancia, torpeza al hablar, repetición de ideas, mala postura, poca energía y cualquier otra falta se derrite ante el Peace and AMLOVE.
¿Será que hasta la poca elaboración de conceptos es una estrategia del Peje para no hacer pensar demasiado a los votantes? ¿Cómo explicar si no su pobreza de ideas? Es lógico pensar que se trata de algo impostado porque, aun en el supuesto de que no tuviera ideas, podría recurrir al método Peña Nieto de memorizar lo que va a decir sin comprenderlo del todo.
Prueba de que es posible abundar en las propuestas es la misma gente que rodea a AMLO. Ahí está la respuesta que sobre combate a la corrupción dio Tatiana Clouthier a Sabina Berman comparada con el disco rayado de AMLO de que siendo él honesto todos lo seguirán.
Clouthier habló de consecuencias para quienes tuercen la ley, de crear un padrón único de proveedores y un sistema de compras únicas. ¿Qué les cuesta? ¿Por qué no le pasan ese script al Peje? ¿O es flojera y soberbia del candidato?
La pobreza de los planteamientos de AMLO abarca la mayoría de los temas. En el debate recurrió a repetir sus frases trilladas cual estribillos de canciones y en el reciente encuentro con estudiantes del Tec de Monterrey se aventó joyas de escasez de argumentos como responder simplemente "muy buena" a la pregunta de cómo sería la relación de México con Estados Unidos en su gobierno.
El error de los enemigos de Andrés Manuel radica en exagerar y dramatizar los ataques. No hacía falta intentar desaforarlo o compararlo con Chávez o Echeverría; si lo hubieran dejado mostrarse como es hubiera bastado. Algo que cada vez costará más trabajo lograr porque, ante tanto y tan exagerado embate, AMLO se ha hecho de una indestructible coraza y los votantes satanizan cualquier crítica en su contra, renunciando a la razón y dando entrada a una ráfaga de pasiones por AMLOVE...
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Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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