20 sept 2018

Conferencia Mundial sobre el tema Xenofobia, racismo y nacionalismo

El Papa Francisco denuncia nuevas formas de racismo y xenofobia y racismo/ Fred Alvarez
@fredalvarez
La mañana de este jueves 20 de septiembre de 2018 recibió en audiencia a los participantes en la  en la Conferencia Mundial de Xenofobia, Racismo y Nacionalismo Populista en el contexto de la Migración Global, en la Sala Clementina del  Palacio Apostólico Vaticano. (World Conference on Xenophobia, Racism, and Populist Nationalism in the context of Global Migration)...
Francisco se mostró cercano a sus invitados, improvisando incluso unas palabras “de todo corazón” y dejando al margen el discurso que llevaba preparado para leer por ser “algo largo”..
Francisco les ha ofrecido unas breves palabras y les ha querido saludar “uno por uno”...
Queridos amigos, ¡buenos días!

He escrito un discurso para leerlo, pero es algo largo…Por eso prefiero deciros dos o tres palabras de todo corazón y después saludaros uno por uno: esto es muy importante para mí. Os pido que no lo toméis a mal.
Estas personas participan en un curso en Roma del 18 al 20 de septiembre de 2018, organizada por el Dicasterio para el Servicio del desarrollo humano integral y por el Consejo Mundial de Iglesias, en colaboración con el Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, que preside el cardenal Peter Turkson,.
Participan representantes de la Naciones Unidas, del Consejo de Europa, y representantes de Iglesias cristianas  y de otras religiones. 

¿Qué dice el papa Francisco en su mensaje?
Señala que hoy se viven tiempos "en los que parecen reavivarse y difundirse sentimientos que muchos consideraban superados. Sentimientos de sospecha, de miedo, desprecio y hasta de odio frente a individuos o grupos considerados diferentes a causa de su origen étnico, nacional o religioso y, como tales, no considerados lo suficientemente dignos de participar plenamente en la sociedad. Estos sentimientos, con demasiada frecuencia, inspiran propios y verdaderos actos de intolerancia, discriminación o exclusión, que dañan gravemente la dignidad de las personas involucradas y sus derechos fundamentales, incluido el mismo derecho a la vida y a la integridad física y moral.
Desafortunadamente, también sucede que en el mundo de la política se ceda a la tentación de explotar los temores o las dificultades objetivas de algunos grupos y de usar promesas ilusorias para intereses electorales miopes.
La gravedad de estos fenómenos no puede dejarnos indiferentes. ...”, subrayó el papa..

  • El trabajo del periodista..
Dice el papa jesuita que “en un mundo en el que el acceso a los instrumentos de información y comunicación está cada vez más extendido, una responsabilidad particular recae sobre aquellos que trabajan en el mundo de las comunicaciones sociales, que tienen el deber de ponerse al servicio de la verdad y difundir la información preocupándose de favorecer la cultura del encuentro y la  apertura hacia el otro, en el respeto mutuo por la diversidad.

Y a los otros (¿Donald Trump?) les dijo:
"Los que, además se benefician económicamente del clima de desconfianza ante los extranjeros, en el que la irregularidad y  la  ilegalidad de su estancia fomenta y alimenta un sistema de precariedad y  de explotación - a veces hasta un nivel que comporta verdaderas formas de esclavitud - deben hacer un profundo examen de conciencia, sabiendo que  algún día tendrán que dar cuenta ante Dios de las decisiones que han tomado....

¡Muy duro!

El papel de las religiones 
Y agregó que “ante la proliferación de nuevas formas de xenofobia y racismo, también los líderes de todas las religiones tienen una importante misión: difundir entre sus fieles  los principios y valores éticos grabados por Dios en el corazón humano, conocidos como  ley moral natural. Se trata de cumplir e  inspirar acciones que ayuden a construir sociedades basadas en el principio de la sacralidad de la vida humana y del respeto por la dignidad de cada persona, sobre  la caridad, la fraternidad - que va mucho más allá de la tolerancia - y sobre la solidaridad."

Pidió  "que las Iglesias cristianas sean testigos humildes e industriosos del amor de Cristo....Consciente de las muchas expresiones de cercanía, acogida e integración hacia los extranjeros ya existentes, espero que de la reunión que acaba de concluir surjan muchas otras iniciativas de colaboración para que juntos podamos construir sociedades más justas y solidarias....

El mundo de la política piensa distinto...
Apenas este martes 18 de septiembre el ministro de Exteriores de España, Josep Borrell, contó durante un almuerzo organizado por el Club Siglo XXI en Madrid, que Donald Trump le aconsejó construir un muro en el Sáhara, para atajar a los migrantes....“La frontera con el Sáhara no puede ser más grande que la nuestra con México”, le habría dicho...
Obviamente Borrell se mostró contrario a esa receta que le regaló el presiente norteamericano ni tampoco dijo donde ni cuando se lo aconsejó. Dice El País que  fuentes diplomáticas precisan que ese intercambio se pudo producir durante el viaje que hizo Borrell a EU a finales de junio, con motivo de la visita de los Reyes a la Casa Blanca.., quizá.
Trump no duerme pensando en el muro...,debería de escuchar al papa Francisco..







l ministro de Exteriores, Josep Borrell, ha revelado este martes una receta drástica de Donald Trump para atajar la llegada de migrantes a España. “Construyan un muro en el Sáhara”, recomendó a España el presidente estadounidense, según el relato del titular de Exteriores. Trump calcaba así la estrategia que él ha promovido para frenar la llegada de migrantes desde México: construir un muro con este país y hacer que las autoridades mexicanas lo sufraguen. Borrell se mostró contrario a esa estrategia, en este caso y en cualquier otro.

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Borrell dice que Trump le sugirió construir un muro en el Sáhara para frenar la inmigración Borrell: “El reconocimiento del Estado palestino está sobre la mesa”

Sin concretar en qué foro aconsejó Trump esa medida, Borrell ha abundado en el descaro del líder estadounidense al proponer algo así. “La frontera con el Sáhara no puede ser más grande que la nuestra con México”, argumentó ante el escepticismo de los representantes españoles, que explicaron que sí era mucho más extensa. El ministro ha relatado la anécdota durante un almuerzo organizado por el Club Siglo XXI en Madrid. Fuentes diplomáticas precisan que ese intercambio se pudo producir durante el viaje que hizo Borrell a Estados Unidos a finales de junio, con motivo de la visita de los Reyes a la Casa Blanca.

Más allá de ese episodio, Borrell ha ofrecido un diagnóstico bastante sombrío del debate migratorio en Europa. “El problema económico mal que bien lo hemos resuelto; el migratorio no porque no se arregla con dinero, es un problema emocional. Las sociedades europeas no están estructuradas para absorber a más de un determinado porcentaje de migrantes, especialmente si son musulmanes”, ha expuesto con crudeza.

El también expresidente del Parlamento Europeo ha abogado por métodos más civilizados que los que aplica Italia para resolver la afluencia de migrantes en las costas del sur de Europa. “No lo vamos a resolver al estilo Salvini”, ha advertido, en referencia a las decisiones que ha tomado el ministro italiano del Interior de impedir la entrada de barcos cargados de extranjeros a los puertos de su país. Al mismo tiempo ha admitido que el episodio del Aquarius no constituye una solución duradera.

Borrell se ha mostrado muy crítico con los políticos que defienden “hipotéticos planes Marshall” para África porque las cantidades que hoy se manejan son muy inferiores a las que destinó Estados Unidos a reconstruir el Viejo Continente tras la Segunda Guerra Mundial. Entretanto, China acaba de poner unos 60.000 millones de dólares (unos 51.700 millones de euros) sobre la mesa para invertir en infraestructuras en el continente africano, ha advertido.






Aquí el discurso que el Papa había preparado para esa ocasión y que ha sido entregado a los presentes..
Sr. Cardenal,
Venerables hermanos en el episcopado y en el sacerdocio,
Queridos hermanos y hermanas:

Me complace recibiros con motivo de la Conferencia Mundial sobre el tema Xenofobia, racismo y nacionalismo populista en el contexto de las migraciones mundiales (Roma, 18-20 de septiembre de 2018). Saludo cordialmente a los representantes de las instituciones de las Naciones Unidas, del Consejo de Europa, de las Iglesias cristianas, en particular del Consejo Ecuménico de Iglesias y de otras religiones. Doy las gracias al cardenal Peter Turkson, Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, por las amables palabras que me ha dirigido en nombre de todos los participantes.
Vivimos tiempos en los que parecen reavivarse y difundirse sentimientos que muchos consideraban superados. Sentimientos de sospecha, de miedo, desprecio y hasta de odio frente a individuos o grupos considerados diferentes a causa de su origen étnico, nacional o religioso y, como tales, no considerados lo suficientemente dignos de participar plenamente en la sociedad. Estos sentimientos, con demasiada frecuencia, inspiran propios y verdaderos actos de intolerancia, discriminación o exclusión, que dañan gravemente la dignidad de las personas involucradas y sus derechos fundamentales, incluido el mismo derecho a la vida y a la integridad física y moral.

Desafortunadamente, también sucede que en el mundo de la política se ceda a la tentación de explotar los temores o las dificultades objetivas de algunos grupos y de usar promesas ilusorias para intereses electorales miopes.

La gravedad de estos fenómenos no puede dejarnos indiferentes. Todos estamos llamados, en nuestras respectivas funciones, a cultivar y promover el respeto de la dignidad inherente a toda persona humana, empezando por la familia - el lugar en el que se aprenden desde muy temprana edad los valores de compartir, de la hospitalidad, de la hermandad y solidaridad- pero también en los diversos contextos sociales en los que operamos.

Antes que nada, pienso en los formadores y educadores, a quienes se les pide que renueven su compromiso para que en la escuela, en la universidad y otros lugares de formación se enseñe el respeto de cada persona humana, no obstante  las diferencias físicas y culturales que la distinguen, superando los prejuicios.

En un mundo en el que el acceso a los instrumentos de información y comunicación está cada vez más extendido, una responsabilidad particular recae sobre aquellos que trabajan en el mundo de las comunicaciones sociales, que tienen el deber de ponerse al servicio de la verdad y difundir la información preocupándose de favorecer la cultura del encuentro y la  apertura hacia el otro, en el respeto mutuo por la diversidad.

Los que, además, se benefician económicamente del clima de desconfianza ante los extranjeros, en el que la irregularidad y  la  ilegalidad de su estancia fomenta y alimenta un sistema de precariedad y  de explotación - a veces hasta un nivel que comporta verdaderas formas de esclavitud - deben hacer un profundo examen de conciencia, sabiendo que  algún día tendrán que dar cuenta ante Dios de las decisiones que han tomado.

Ante la proliferación de nuevas formas de xenofobia y racismo, también los líderes de todas las religiones tienen una importante misión: difundir entre sus fieles  los principios y valores éticos grabados por Dios en el corazón humano, conocidos como  ley moral natural. Se trata de cumplir e  inspirar acciones que ayuden a construir sociedades basadas en el principio de la sacralidad de la vida humana y del respeto por la dignidad de cada persona, sobre  la caridad, la fraternidad - que va mucho más allá de la tolerancia - y sobre la solidaridad.

En particular, que las Iglesias cristianas sean testigos humildes e industriosos del amor de Cristo. En efecto, para los cristianos, las responsabilidades morales mencionadas anteriormente asumen un significado aún más profundo a la luz de la fe.

El origen común y el vínculo singular con el Creador hacen a todas las personas miembros de una única  familia, hermanos y hermanas, creados a  imagen y semejanza de Dios, como enseña la Revelación bíblica.

La dignidad de todos los hombres, la unidad fundamental del género humano y la llamada a vivir como hermanos, se confirman y refuerzan aún más en la medida en que se acoge la Buena Nueva, de que todos son igualmente salvos y reunidos por Cristo, hasta el  punto que - como dice San Pablo - "no hay judío o griego; no hay esclavos ni libres; no hay hombre y mujer, porque todos [... somos] uno en Cristo Jesús "(Gal 3:28).

En esta perspectiva, el otro no es solo un ser que debe ser respetado en virtud de su dignidad intrínseca, sino sobre todo un hermano o hermana para ser amado. En Cristo, la tolerancia se transforma en amor fraternal, ternura y solidaridad operativa. Esto es especialmente cierto en el caso de los más pequeños de nuestros hermanos, entre los que podemos reconocer al extranjero, al forastero, con quien se identificó el mismo Jesús. En el día del juicio universal, el Señor nos recordará: "Fui forastero y no me recibiste" (Mt 25,43). Pero ya hoy nos interpela: "Soy extranjero, ¿no me reconocéis?".

Y cuando Jesús dijo a los Doce: "No sea así entre vosotros" (Mt 20,26), no se refería solamente al dominio de los líderes de las naciones por cuanto respecta al poder político, sino a todo el ser cristiano. De hecho, ser cristiano es un llamado a ir a contracorriente, a reconocer, acoger y servir a Cristo mismo descartado en los hermanos.

Consciente de las muchas expresiones de cercanía, acogida e integración hacia los extranjeros ya existentes, espero que de la reunión que acaba de concluir surjan muchas otras iniciativas de colaboración para que juntos podamos construir sociedades más justas y solidarias.

Encomiendo a cada uno de vosotros y a vuestras familias a la intercesión de María Santísima, Madre de la ternura, y os imparto de corazón la  bendición apostólica a vosotros y a todos vuestros seres queridos.


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