19 oct 2018

El colchón gate de Culiacán/ Ernesto Hernández Norzagaray

“.....se compran colchones, refrigeradores, estufas o algo de fierro viejo que vendan”,...voz de María del Mar Terrón Martínez.....
El colchón gate de Culiacán/ Ernesto Hernández Norzagaray...
Así de sencillo, ¡!Que poca madre!!
SinEmbargo, octubre 19, 2018,...
“Son unos malagradecidos”, por devolver los colchones. Carajo. 
“Estos colchones no sirven ni para que duerman los perros”, declaró enojado uno de los vecinos de las tantas colonias afectadas por las lluvias torrenciales que dejaron desolación, destrucción, perdidas, llanto y muerte, para rememorar luego: “desde que se lo dieron, su cuarto se impregnó de un olor a carne putrefacta, y empezaron a llegar las moscas. Al abrirlo observó una gran mancha que se asemejaba a sangre, y la peste era insoportable…además, la envejecida colchoneta del interior tenía algunos orificios que parecían impactos de bala. El rumor de que alguien hubiera sido baleado en ese colchón empezó a dispersarse de forma inmediata y provocaba coraje y terror” (El Debate, 17 de octubre de 2018).
Este fragmento no corresponde a la novela Las moscas de Mariano Azuela, ni a la parábola William Golding que desarrolla en Los Señores de las Moscas, no, es una estampa viva, inquietante, que se viene haciendo costumbre en nuestro país después de cada drama humano, cuando se rompe de un golpe natural, por una falla humana o corrupción el equilibrio frágil de nuestras sociedades. Basta ver, por ejemplo, a las personas que resultaron afectadas con el sismo del 19 de septiembre del año pasado, y que pernoctan todavía en las banquetas de la Ciudad de México sin que se vea una luz en el horizonte.
Y es que detrás de esa fragilidad estructural, frecuentemente encontramos el desdén de la autoridad por el ciudadano aun cuando es, la razón de sus ingresos pecuniarios o la inconmovible indiferencia ante lo público; pero también el importa madrismo burocrático ante lo que no es propio, a lo que se lo puede llevar el diablo siempre al fin y al cabo “no es mío” salvo, claro, me puedo interesar cuando deja algo para los bolsillos de la corrupción.
Vamos al tema de Culiacán, ningún funcionario responsable va a comprar cientos, miles de colchones, a la primera bodega que se encuentra y menos suelta millones de pesos sin revisar la marca, la calidad o el precio, incluso los antecedentes comerciales o fiscales de la empresa y no aplica los procedimientos de compra que suponemos son claros, estrictos, y es que no por ser dinero del gobierno, deja de controlarse el gasto, hay manuales de operación del gasto público.
Pero, en la compra de los colchones chatarra, hay algo turbio, compraron los colchones en una o varias tiendas que surten basura, total dirán es para menesterosos, damnificados, quizá ya lo habían hecho y no había pasado absolutamente nada, es un regalo y dirán los funcionarios es mejor tener esto que no tener nada. Por ahí, una diputada del PES sinaloense, mando a los damnificados un mensaje desde la tribuna: “Son unos malagradecidos”, por devolver los colchones. Carajo.
Sin embargo, en esta ocasión sucedió, la gente se sintió ofendida en su dignidad al recibir colchones usados manchados de sangre y otros fluidos humanos, balaceados, sucios, y las imágenes de esas piezas de descanso circularon en los medios solidarios que exhibieron la impudicia de esta decisión de gobierno.
Asaltan las preguntas: ¿Qué funcionario tomó la decisión de comprar colchones para ser distribuidos entre los damnificados?  ¿Quién buscó al proveedor de los colchones? ¿Qué opciones de compra tenía y con cuáles marcas de colchones? ¿Por qué se decidió por tal o cual empresa? ¿No se revisó la capacidad instalada de la que se escogió? ¿Nunca se tuvo enfrente uno de esos colchones o se revisó al azar varios de ellos para ver si cumplían los mínimos de calidad? ¿Cuál fue el precio pactado por volumen? ¿Quién y con qué criterio se distribuyeron entre los damnificados? y ¿Por qué la confianza de que lo que se entregaría sería de una calidad al menos media? ¿Hay factura de la compra? ¿Cuál es la razón social de la empresa? ¿domicilio? etcétera, etcétera.
Son muchas las preguntas que rondan a este escándalo de corrupción y humillación pública. Por lo pronto la autoridad, del gobernador para abajo, han dicho que fueron fraudados por un empresario que ya huyó y que se le está buscando, está bien hubo un fraude, pero seguramente es compartido con funcionarios del gobierno, quienes hicieron la compra tienen notoriamente responsabilidad por acción u omisión y deben ser sujetos de investigación porque la chatarra huele a negocio turbio, corrupción, de la que diariamente ocurre al amparo del servicio público y donde se ven involucrados funcionarios y empresarios venales.
Quirino Ordaz, el gobernador constitucional de Sinaloa, ha salido al paso con el ofrecimiento de siempre: “Se hará una investigación a fondo”, “Caiga quien caiga”, “hasta las últimas consecuencias”, sin embargo, no señala a nadie de su administración y menos les dice a los ciudadanos el monto de lo que se compró y mejor a quien se le compró.
Son datos indispensables para garantizar confianza pública y eso lo debe saber el gobernador, quizá no quiere que suba la espuma del escándalo de lo que ya se le llama “colchones gate”, pero con estas omisiones da para pensar que hay funcionarios que no se quiere que salgan perjudicados y la apuesta es que el tema se volatice rápidamente.
El asunto es que la compra de estos colchones basura se volvió noticia nacional y no puede hacerse lo de antes, de que se daba carpetazo a los actos de corrupción, debe intervenir el Congreso del Estado y la Fiscalía General de Gobierno, deslindar responsabilidades y así, realmente, hacer cumplir las palabras del propio gobernador.
En definitiva, Culiacán que frecuentemente es noticia por buenas y malas razones. Su actividad económica es sorprendente como también por ser una de las ciudades de mayor actividad criminal. Pero, esta semana, no fue por la producción de granos o leguminosas, ni tampoco por los muertos que dejó el enfrentamiento entre cárteles de narcotráfico para tener control sobre la ciudad, sino por la actuación de funcionarios de gobierno que quisieron, e hicieron seguramente, negocios con los apoyos a los damnificados.
Así de sencillo, ¡!Que poca madre!!




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