29 sept 2021

Reflexionan sobre monumentos y antimonumentos

 Reflexionan sobre monumentos y antimonumentos

El pasado sábado, colectivos de mujeres víctimas de la violencia instalaron una "antimonumenta" en la Glorieta de Colón, en Reforma, que renombraron "Glorieta de las Mujeres que Luchan". Foto: Alberto Neri

Francisco Morales V.


Reforma, Cd. de México (29 septiembre 2021).- En el caso de la remoción de la estatua de Cristóbal Colón de Paseo de la Reforma, y de su fallida sustitución por la escultura Tlali, un foro organizado por la UNAM da en el clavo, con su nombre, sobre lo que esto ha representado, sobre todo para las autoridades: "Dolores de cabeza: Arte, espacio público y representación".

Ha sido así por las numerosas pugnas, proclamas, dimes y diretes, tanto desde el Gobierno como desde la ciudadanía, por dilucidar qué es el espacio público y quién o quiénes deben decidir qué debe ocuparlo.

Este miércoles, la Coordinación de Difusión Cultural de la UNAM convocó a artistas, curadores, filósofos, investigadores, restauradores y activistas para discutir, a partir del caso en cuestión, temas que van desde las comisiones institucionales de obras de arte público hasta discusiones sobre la verdadera posibilidad de representar "lo indígena".

En la primera sesión, la artista y activista feminista Mónica Mayer, el curador Cuauhtémoc Medina y y la artista Julieta Aranda, moderados por el académico José Luis Barrios, discutieron sobre la naturaleza del arte público y, en una coincidencia unánime, reprocharon el proceso de elección de la escultura Tlali, de Pedro Reyes -a quien nunca nombraron- que se había planteado para sustituir a Colón.

En un texto titulado "Recetas para un desastre", Medina calificó como anacrónicas y colonialistas las intenciones del artista de representar a la mujer indígena como lo hizo, pero puso el foco en el Gobierno que iba a permitírselo.

"Ese narcisismo, por supuesto, es grotesco, pero ese narcisismo sería una anécdota menor si no fuera por la ausencia de un mínimo de responsabilidad de parte de los gobernantes", zanjó.

"Es la ignorancia de los gobernantes, su fatuidad e irresponsabilidad, lo que garantiza que a la hora de emprender una comisión artística, cualquiera que sea, opten todavía por la peor tecnología: querer usar el poder de su firma para definir un símbolo social".

Asimismo, reclamó que, pudiendo haber profesionalizado su relación con el arte público, el Gobierno de la Ciudad de México optara por saltarse sus propias leyes, pues inicialmente no contempló al Comité que debía decidir tanto la remoción del Colón como su sustitución.

"En una circunstancia donde nuestros gobernantes se atrevieran a ser menos ridículos, buscarían una mínima asesoría para evitar encarnar la fábula del emperador desnudo; verían que la mejor manera de acrecentar su poder sería diferenciar la función de conceder fondos públicos a un propósito cultural, de la tarea de decidir sobre quiénes y cómo habrían de generar ese contenido.

"Crearían comisiones, nombrarían curadores profesionales, harían consultas, buscarían profesionalizar la relación entre y poder público", criticó.

Por su parte, Mónica Mayer inició celebrando que, apenas el pasado 26 de septiembre, colectivas feministas instalaran una "antimonumenta" de madera que muestra a una mujer levantando el puño izquierdo, y renombraran al sitio como "Glorieta de las Mujeres que Luchan".

"Desde que pusieron la silueta, yo estoy feliz, no se me quita la sonrisa de la boca. Se me hace que fue una cosa tan oportuna, tan bien hecha, que abre el debate, abre el espacio para que se piense a fondo de esto y, además, es un proyecto que trae... las antimonumentas, los antimonumentos, en general, traen toda una discusión que se ha ido dando en Reforma donde hay una batalla en monumentos y antimonumentos bien, bien, importante", señaló.

Para Mayer, el peor de los mundos posibles sería que el comité que actualmente se encarga de decidir qué pasará en la glorieta decidiera regresar ahí al Colón, e invitó a que, desde ahora la ciudadanía adopte el nombre otorgado al lugar por las activistas feministas.

Asimismo, recordó que existen maneras desatinadas de erigir memoriales para víctimas de la violencia, como en los casos en los que se colocan en sitios intrascendentes, pero también algunas de gran valor, como el memorial para Lesvy Berlín Rivera Osorio, víctima de feminicidio, colocado en instalaciones de la Procuraduría General de Justicia de la CDMX.

En su intervención, Aranda recordó cómo, tras la caída de la Unión Soviética, las estatuas de Vladímir Ilich Lenin fueron llevadas todas a un mismo sitio, destino que, dijo, podrían tener también las estatuas retiradas de la Ciudad de México, en un lugar específico.

En ese sentido, abogó por una discusión en la que se pondere cómo hacer y colocar monumentos que estén hechos para no permanecer 500 años, pues las circunstancias son siempre cambiantes.

La tres sesiones de diálogo, que incluyen a Renato González Mello, Helena Chávez Mac Gregor, al colectivo Restauradoras con Glitter, Aida Naxhielly, Johannes Neurath y Laureana Toledo pueden consultarse en el perfil de YouTube de la cátedra Inés Amor de la UNAM.


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