14 nov 2022

Las columnas políticas hoy, lunes 14 de noviembre de 2022

¡Sí a la democracia!

Miles de personas protestaron este domingo en la defensa del INE. Foto: Grupo REFORMA.


Desde más de 50 ciudades.

Inédita movilización en la Ciudad de México, miles caminaron desde el Ángel de la Independencia hasta el Monumento a la Revolución, donde José Woldenberg, ex presidente del IFE, hoy INE, llamó a defender el sistema electoral de la pretensión de alinearlo a los intereses del Gobierno.

Además, convocó a los partidos políticos representados en la Cámara a defender lo edificado en materia democrática.

Miles de jóvenes, hombres, mujeres y niños, dan la pelea en la calle y concentran su protesta en el repudio al intento por desbaratar al árbitro electoral. Monjas de la grey Servidoras de la Palabra corean "¡Mé-xi-co! ¡Mé-xi-co!", como si el tri hubiera sorteado con éxito su primer cotejo contra Polonia en Qatar. (Reforma)..

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El C. Presidente calificó la marcha de ayer un “striptease” político del conservadurismo.


Dijo que no participó mucha gente y que el INE fue una excusa, pues el fondo de la manifestación era ir en contra de la 4T.

"Lo que más molesta es la hipocresía, la simulación. Yo creo que fue muy importante la marcha de ayer, fue como una especie de striptease político público del conservadurismo en México, y esto es muy bueno, pero muy bueno. Porque, si no emerge esto, se mantiene soterrado y hace mucho daño para tener una sociedad mejor, más justa, más igualitaria, más fraterna", comentó de manera irónica, búrlandose de los ciudadanos que había asistido..

"Entonces fue extraordinaria la marcha de ayer, fuera máscaras. Es un striptease político, público, del conservadurismo. Además, estaba el dirigente del PRI y del PAN, cuántos años, décadas, engañaron de que eran diferentes, cuántos años, muchísimos. Entonces, imagínense, ayuda a aclarar las cosas, que no haya simulación. Imagínense la satisfacción de que se agarran de la mano los supuestos adversarios y caminen juntos porque, según su visión, está en riesgo la democracia".

Calculó que sólo asistieron 60 mil personas, haciedno quedar mal a Martí Batres -Secretario de Gobierno de la CDMX- aseguró ayer que habían sido entre 10 y 12 mil.

"Me dio mucho gusto de que a pesar de la campaña -porque vaya que le metieron, se aplicaron, potentados, voceros, intelectuales orgánicos, articulistas, líderes políticos- no participó mucha gente. No, no, no, les falta más, pues para tener una idea yo calculo que por eso no vinieron al Zócalo, no hubiesen llenado ni la mitad del Zócalo. Deben ser como unos 60, 50, 60 mil, el Zócalo se llena con 125 mil.

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Las columnas políticas hoy, lunes 14 de noviembre de 2022 

Templo Mayor/ REFORMA

SEGÚN Martí Batres, a la marcha por la democracia en la Ciudad de México asistieron entre 10 y 12 mil personas. ¿Ya ven por qué no se les puede dejar el control de las elecciones a los morenistas? Si así cuentan a medio millón de mexicanas y mexicanos, ¡imagínense cómo van a contar los votos!

RESULTA sorprendente que alguien que se formó en las luchas de izquierda, ahora desde el poder pretenda minimizar de esa manera las causas ciudadanas. Si a Martí Batres le pareció tan chiquita la marcha es, quizás, porque el cargo de secretario de Gobierno le quedó muy grande.

DADO que a Andrés Manuel López Obrador le gustan más las enseñanzas bíblicas que las normas constitucionales, con la marcha de ayer habría que recordarle que "quien tenga oídos, que escuche". Es decir, en más de 50 ciudades de todo México se escuchó fuerte y claro el coro: "¡A eso vine, a defender al INE!".

EL PRESIDENTE podría burlarse o insultar en la mañanera a quienes ayer se manifestaron. Podría minimizar la megamovilización por Paseo de la Reforma. Podría, incluso, hablar de todo menos de la marcha. Pero, haga lo que haga, no podrá ignorar que hubo un clamor claro y decidido en favor de la democracia y en contra del autoritarismo.

LOS JILGUEROS de la 4T, las redes que controla Jesús Ramírez Cuevas, los pseudoasesores de Adán Augusto López y los operadores de Claudia Sheinbaum, desde ayer tratan afanosamente de que parezca que fue un fracaso lo que en realidad fue una inédita y formidable muestra de fuerza ciudadana.

LO CURIOSO es quienes realmente tendrán que tomar nota de la exigencia de miles y miles de mexicanas y mexicanos son los legisladores del PRI, que hasta ahora parecen ser los Judas dispuestos a traicionar el avance democrático en el país apoyando la reforma electoral.

EL DIRIGENTE Alejandro "Alito" Moreno recibió en un restaurante una probadita del enojo ciudadano por su doble juego diciéndose de oposición, pero poniéndose al servicio de Morena. Los gritos de "Mé-xi-co, Mé-xi-co" seguramente se escucharon hasta el rancho del Presidente, pero donde más vale que hayan tomado nota es en San Lázaro y en el Senado.

¡MARE, LINDO! Dentro del panismo están un poco desconcertados porque el yucateco Mauricio Vila quiere ser candidato presidencial, promoviendo como su mayor virtud... ¡que tiene la bendición de AMLO!

CASUALMENTE el jefe del Ejecutivo federal alabó en su gira de hace unos días al gobernador de Yucatán y prácticamente lo destapó como corcholata del PAN, pues le gusta más que otros albiazules para candidato. Sin embargo, para los panistas más que una bendición, ese espaldarazo lo ven como el beso del diablo. ¡Bomba!

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Confidencial/El Financiero

Va por México, con los santos óleos

En los pasillos azules de San Lázaro comentan que el líder del PAN, Marko Cortés, de plano “ya le dio los santos óleos” a la coalición Va por México y mostró que le ha perdido toda la confianza al PRI. “Nuestra alianza segura va ser con la sociedad civil, que cada vez levanta más la voz con liderazgos sociales y partidistas que no se doblan y que no le tienen miedo al régimen, y con las instituciones políticas que realmente quieran ser opositores en los hechos”, dijo el michoacano en la Asamblea Nacional. Después de escuchar su discurso, los albiazules estimaron que “es difícil que haya reversa”, pues el mensaje al tricolor es claro.

Adán López, tan cerca y tan lejos de San Lázaro

Visita seguido a la bancada de Morena, dice, pero se aleja la fecha de su comparecencia ante el pleno de los diputados. Que acudirá ¡hasta que se acuerde la reforma electoral! “Ahora tienen que dedicarse a la construcción de la reforma electoral que el país requiere y que el pueblo demanda, y eso les va a llevar un tiempo. No voy a ser tan imprudente de venir a comparecer, cuando ellos están muy ocupados”, deslizó el funcionario. PAN, PRI, MC y PRD reclaman ya su presencia, pero el secretario sostiene que “vamos a ver cómo están de ocupados los diputados”.

El cálculo de un experto

Ante la danza de cifras de ambos bandos sobre los asistentes a la marcha, el exdirector del Cisen Guillermo Valdés hizo sus propios cálculos. “Entre la glorieta de la Diana al Monumento a la Revolución son 4 kilómetros. Cuatro mil metros lineales. El ancho de los carriles de Reforma más las banquetas son alrededor 40 metros. Si multiplicamos 4 mil por 40 son 160 mil metros cuadrados. Si estimamos cuatro gentes por metro cuadrado tendremos 640 mil marchantes”. Algo sabrá quien estuvo a cargo del aparato de inteligencia en años anteriores…

A recibir el consejo de los sabios

Mientras en la ciudad que gobierna se movilizó una parte de la sociedad para rechazar la reforma electoral de su líder, Claudia Sheinbaum se fue a dar un baño de pueblos originarios. La corcholata preferida de Palacio acudió a Papantla a recibir “las enseñanzas del Consejo de Abuelos Totonacos, el Consejo de los Abuelos del Kanituán y el Consejo Supremo Totonaca”. Al acto ceremonial la acompañaron su fiel aliado Cuitláhuac García, góber de Veracruz, y Rocío Nahle, suspirante a la gubernatura veracruzana. “Fue un honor”, posteó. Y se aventó la puntada de que “Cuitláhuac es el mejor gobernador que ha tenido Veracruz”.

Lorenzo hace suya la marcha

Aunque no quería descalificar la marcha con su presencia, Lorenzo Córdova, presidente del INE, sí se apropió de la manifestación, al cambiar su foto de perfil en Twitter por una con el hashtag #ElINENoSeToca y una imagen de la movilización a la altura del Ángel.

División en Morena

Cómo andarán las cosas dentro de Morena que el fin de semana circuló, en redes sociales, una carta publicada por el senador Héctor Vasconcelos, en la que advierte a sus correligionarios que “la práctica maligna de autodenigrarnos, casi siempre originada en proyectos personales y politiquería, debe detenerse de inmediato antes de que los daños que causa se tornen en divisiones y rencores irreversibles dentro de nuestro movimiento”. El legislador considera que el mayor riesgo es la división interna de cara al 24. De acuerdo con el también diplomático, una previsible salida de Ricardo Monreal de Morena, tras los ataques de Layda Sansores, podría ser muy costosa para el partido en el poder.

El arte de hacer la barba

Donde se derramó miel fue en las cuentas de las corcholatas. “El mejor regalo es comprometernos a seguir por el camino que nos marca”, le dijo Adán López al Presidente en su cumpleaños. “Como antes, como ahora; claro y sencillo. Es un honor estar con Obrador”, dijo Sheinbaum. “Muy feliz cumpleaños desde Bali”, tuiteó Ebrard. Hasta Monreal se subió al barco: “Felicito al Lic López Obrador, presidente de todos los mexicanos”. Dos insisten en remarcar la cercanía, los otros se limitan a expresar sus felicitaciones.

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Estrictamente Personal

¡Felicidades, Presidente!/Raymundo Riva Palacio

El Financiero, 

Ni en un fin de semana familiar para celebrar su cumpleaños, el presidente Andrés Manuel López Obrador se contuvo. El sábado, como pie de una fotografía de él en su rancho cargando a sus dos nietos, apuntó que ya había empezado el “acarreo” para su celebración. Sabiendo de sus odios epidérmicos, se refería a lo que sucedería al día siguiente, cuando, pese a sus ataques, amenazas, insultos y sabotajes, miles de ciudadanos encontraron en el intento reaccionario que pretende la colonización del Instituto Nacional Electoral, la unión impensada para defender la democracia.

La reforma del INE, se ha discutido ampliamente, pretende acabar con su independencia, ya, para las elecciones presidenciales de 2024, donde López Obrador está seguro de que su candidata –hasta ahora– vencerá. Quiere destruir el servicio profesional electoral, vital en la organización y manejo de las elecciones. Busca eliminar la credencial de elector y que sea la Secretaría de Gobernación la que elabore las listas del padrón. Desea borrar, en suma, un largo proceso democrático que comenzó en 1977 y le permitió llegar a la Presidencia.

El Presidente tuvo, en la que cerró, una de las peores semanas de su gobierno, según se desprende de observaciones de funcionarios que interactuaron con él, pero en lugar de que lo atemperaran, lo dejaron irse, como podría decir él mismo un día de estos en su mañanera, como gorda en tobogán. No le gustó que lo desafiaran quienes desprecia y que se fueran a las calles, que toma como propias. Provocó a quienes querían ir a la marcha, pero no cayeron en la trampa. Las plumas a su servicio se volcaron toda la semana a denostar. Pero entre más agresión había, más se fueron sumando a la convocatoria de la marcha, como se vio ayer domingo.

La marcha fue el principal tema en Palacio Nacional, cuya molestia se fue haciendo más grande con el paso de los días. Un análisis que le entregaron mostró un creciente descontento de la ciudadanía por la reforma electoral. No ayudó a enfriarlo la encuesta de Morena donde el INE salió más popular que él. Para López Obrador, que mide su éxito no en resultados, sino en la fama, fue un golpe al ego. Y como suele reaccionar, lo vio como un complot en su contra y ordenó acciones inmediatas. Algunas de ellas sorprendieron a los propios:

1.- Revisar la relación y consideraciones con la escritora Elena Poniatowska, que lo ha apoyado por décadas, por sus críticas –que no son recientes– sobre la visión unidimensional del Presidente sobre los problemas mexicanos y por señalar su cerrazón a que lo asesore gente inteligente.

2.- Instruyó a la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, quitarle el apoyo al internacionalmente reconocido arqueólogo Eduardo Matos, quien le dio a México y al mundo el Templo Mayor, por defender al INE.

3.- Exigió retirar todos los estímulos y apoyos, que contempla la ley y están previstos en el Presupuesto, a quienes no defiendan incondicionalmente su proyecto.

4.- Ordenó un seguimiento especial a quienes llama los “opositores” durante la marcha del domingo, para conocer con detalle cuál fue su participación. Al Presidente le interesaba en particular lo que hicieran y dijeran los priistas, de lo que se puede inferir que piensa que está acordada una traición de la dirigencia para respaldar su reforma electoral, pero necesita saber el tamaño de la oposición interna que enfrenta.

La semana terminó peor. En el avión que lo trasladó a Mérida, donde hizo una escala rumbo a su rancho para revisar las obras del Tren Maya, una pasajera lo increpó duramente y animó a otros a gritarle, pero sin alcanzar el nivel de odio y decibeles de sus insultos matinales en Palacio Nacional. De cualquier forma, pocas cosas hay que lo desquicien más que lo increpen. López Obrador no puede procesar que no es querido ni respetado de manera genuina por todos, y que se debe a una conspiración mundial –porque así lo ha sugerido– en su contra.

El Presidente no acepta que las cosas le están saliendo mal. En la encuesta que le presentaron esta semana sobre su popularidad, desgastada y cayendo, también le dieron un dato que sumó a su enojo. El costo de sus megaobras ya permeó en la población, que las considera no sólo costosas, sino inservibles. Importante este punto, porque una parte central del discurso para reformar al INE es su costo.

Las cuentas del gobierno en las redes sociales se llenaron de comparaciones sobre el costo de la democracia en México y en otras naciones, sin considerar niveles de cultura política o sistemas electorales, pero fue respondido de la misma manera: infografías que muestran que el costo del INE es mucho más bajo que las pérdidas ocasionadas por sus acciones de gobierno.

Si a esto se le suma la percepción sobre esas obras y la posibilidad de que el Tren Maya no se complete ni se entregue a tiempo, que el aeropuerto Felipe Ángeles seguirá siendo un elefante blanco y que la refinería de Dos Bocas sigue aumentando su costo y no producirá petróleo en el corto plazo, el enojo del Presidente, como se apuntó líneas atrás, es justificado. Lo que no se justifica, pero está en su esencia de víctima sin capacidad autocrítica, es que vea las culpas en los de enfrente y no en sus errores e incapacidades.

Tras la marcha del desafío, las cosas se pondrán peor. Convocó a mucha más gente de la que se hubiera pensado, lo que debe haberle arruinado su cumpleaños, y habrá que esperar con qué virulencia se presenta en la mañanera de Palacio Nacional esta mañana. Sería formidable que López Obrador, como presidente de México, mostrara estatura y se congratulara de la expresión ciudadana en las calles, pero no pasará. Él no es Presidente de todos los mexicanos, sino de un segmento de la población y de incondicionales que irán dejándolo de ser conforme avance la agonía de su sexenio. O sea, a abrocharse los cinturones.

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El que tenga entendimiento, que entienda/Salvador García Soto

El Universal, 

La marcha ciudadana de ayer domingo resultó un rotundo éxito, no sólo por los números de personas y de ciudades de la República y hasta del extranjero en las que salieron a manifestarse los mexicanos, sino también porque el impacto que tuvo la convocatoria demostró que aun sin estructuras políticas de por medio, sin acarreos y sin dádivas, de manera tan espontánea que en la mayoría de los casos faltó organización y logística, los ciudadanos en México sí son capaces de movilizarse y salir a manifestarse cuando la causa que los convoca les parece justa y cuando se trata de frenar al abuso y la ambición de poder que amenaza derechos y libertades fundamentales.

 Esa fue la primera motivación y el primer motor que impulsó a una movilización multitudinaria de mexicanos de todo el país, pero no fue la única. Porque en los gritos, las pancartas y las consignas que se vieron y escucharon ayer por las calles, avenidas, parques y plazas públicas de toda la República, también emergió un profundo descontento con el actual gobierno y un rechazo explícito a la figura del presidente López Obrador, que aun con sus niveles de aprobación y popularidad en las encuestas, logró concitar con esta marcha un sentimiento de reprobación total y absoluta a sus afanes de control autoritario y de permanencia y continuidad de su movimiento por la vía del control y sometimiento de los órganos electorales.

En ese sentido, la marcha ciudadana de ayer fue una especie de “Ya basta” que gritó un amplio sector de la población mexicana al desbordamiento del poder presidencial que quiere dominarlo y controlarlo todo. Y fue también una respuesta directa y contundente a la prepotencia, la soberbia y la grosería con la que Andrés Manuel López Obrador despreció y ofendió a todos los que decidieran participar en esta movilización nacional llamándolos “clasistas, racistas, corruptos e hipócritas”, ofensas que calaron en los ciudadanos y que terminaron siendo una provocación y un aliciente para que más personas salieran a marchar en todo el territorio nacional.

Los mexicanos reaccionaron de esa forma ante el exceso y la violación de la investidura y la responsabilidad constitucional de quien, lejos de actuar como el presidente de todos los mexicanos, se comporta como el jefe de una facción, de una pandilla y de una secta en la que, a quien disiente y no está de acuerdo con lo que él dice y propone, en este caso su cuestionada y perversa reforma electoral, lo ataca, descalifica y amenaza desde el poder de su Presidencia.

Pero, aunque las consignas en defensa de la democracia, del voto libre y del INE se enfocaron mayoritariamente contra el presidente, en la participación masiva que se observó el domingo en la Ciudad de México —principal bastión morenista— lo mismo que en Guadalajara, Monterrey, Puebla, Cancún, Veracruz, Hermosillo, Durango, León y otras 36 ciudades de la República también hay un mensaje contundente para los diputados federales. Un mensaje de fuerza y músculo ciudadano que les dice a los legisladores de todos los partidos, especialmente a los de la oposición, que los están observando y que la decisión y la posición que tomen a la hora de votar la reforma electoral de López Obrador, tendrá un alto costo político y social para ellos y para sus partidos.

Y sin duda habrá que esperar la reprimenda y el entripado presidencial en la mañanera de este lunes. Y volverá la lengua flamígera del mandatario a descalificar, menospreciar y ofender a los que osaron manifestarse en las calles en contra de su propuesta política; y junto con la andanada de adjetivos, juicios y palabras disonantes que provendrán de quien debiera cuidar y proteger los derechos de todos sus gobernados, vendrán también las hordas de seguidores, analistas y propagandistas del presidente a descalificar con su discurso, también racista y clasista, a los cientos de miles de mexicanos que ayer salieron a las calles, a los que volverán a llamar “fifís”, “privilegiados”, “hipócritas” y demás palabras aprendidas y repetidas desde el poder, para tratar de invalidar y cancelar, con su pretendida “superioridad moral” de “pueblo bueno y sabio” los derechos y libertades de un amplio sector de la sociedad mexicana que disiente de este gobierno y sus propuestas, excesos, derroches y ocurrencias.

Pero al final, en medio del ruido y la distorsión de la violencia verbal en un país polarizado y dividido, lo que quedó muy claro ayer es que el arranque del quinto año de gobierno de López Obrador se adelantó por dos semanas. Y que, en contra del discurso de la invencibilidad del presidente y de su movimiento político, ayer volvió a quedar muy claro que, si bien las estructuras políticas y clientelares siguen siendo efectivas a la hora de ganar elecciones —sobre todo cuando se les alimenta con el dinero público y hasta con la intervención y el amedrentamiento del narcotráfico—, cuando la sociedad mexicana, usualmente apática y desentendida de lo público, se enoja y se decide a salir, ya sea a las calles o a votar, no hay partido que no pueda ser derrotado ni presidente invencible... Escalera doble mandaron los dados. La semana promete. 

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Yo, 'conservadora'/Denise Dresser

en REFORMA.., 

En 2017 escribí un artículo demoledor sobre el INE. Se llamó "Copa rota" y en él señalé todos sus vicios, todas sus omisiones. Cómo el Consejo General se había partidizado y politizado. Cómo no había fiscalizado lo suficiente ni sancionado lo necesario. Cómo la institución parecía estar sorda, ciega y muda ante la tropelía de trampas cometidas por todos los partidos. Incluso exigía la renuncia de Lorenzo Córdova, para poder encarar la crisis institucional que atravesaba la autoridad electoral. Y sigo creyendo que el INE, así como el sistema partidista, requieren reformas para funcionar mejor. Pero reconozco que mi crítica en aquella coyuntura era demasiado impaciente, demasiado estridente. Cargué sobre el INE culpas y responsabilidades que no le correspondían. Minimicé la mala actuación de los partidos y sus esfuerzos por controlar a la institución que los multaba. Pero más importante aún, no entendí que ese INE imperfecto y caro era preferible a su destrucción.

El domingo pasado que marché, rodeada de ciudadanos variopintos, tanto de derecha como de izquierda, comprendí la dimensión de la transición mexicana y la magnitud de lo logrado. Entendí el valor de la manifestación pacífica que permite ejercer el derecho a la discrepancia, el derecho a la preocupación, el derecho a la aspiración. Al escuchar el discurso de José Woldenberg, aprecié la importancia de defender lo conquistado. El peligro en el cual el antiinstitucionalismo lopezobradorista nos ha colocado como país. Por un lado, si las críticas que se hacían hace cinco años al INE, al INAI, a la CNDH, a la Cofece, al Ifetel hubieran conducido a construir una institucionalidad más robusta y más autónoma, probablemente AMLO no hubiera encontrado apoyo para su bola de demolición. Pero por otro, quizás muchos de nosotros exigimos excesivamente en muy poco tiempo. Nos ganaba la urgencia de acabar con el viejo régimen, cuando no habíamos prestado la suficiente atención a cómo reemplazarlo; con qué reglas, con qué personas, con qué instituciones. Caminábamos sobre cenizas y semillas, parafraseando a Héctor Aguilar Camín. Y a veces, los pequeños arbustos plantados desde los noventa nos parecían pequeños, insuficientes, poco frondosos. Ahora entiendo que son mejores al llano en llamas que López Obrador ha encendido desde Palacio Nacional.

Y por ello no tiene sentido entrar en este momento a un debate sobre lo bueno, lo malo y lo feo de la reforma electoral planteada por el Presidente. Reconozco algunas propuestas interesantes, pero también resalto la intencionalidad. El objetivo del partido/gobierno no es negociar, fraguar consensos, forjar cambios aceptables entre todas las fuerzas políticas, como ocurrió con las reformas de 1994 y 1996. El objetivo es controlar al árbitro, desnivelar el terreno de juego, romper la equidad, y quedarse con la mayor cantidad de poder que pueda. Regresarnos a la era del viejo PRI rebautizado como el nuevo Morena. Regresarnos a la época "del presidencialismo opresivo, de elecciones sin competencia ni opciones auténticas, de poderes constitucionales que funcionaban como apéndices del Ejecutivo". Mucho ha cambiado desde entonces. Quizás no lo suficiente para nosotros los juzgadores maximalistas, pero sí lo imprescindible para llamarnos una democracia germinal.

Abrazo, entonces, uno de los calificativos que López Obrador usa en estos tiempos para denigrar a cualquiera que lo contradiga. Admito ser "conservadora". Sí quiero conservar el patrimonio común de un sistema electoral erigido por muchos luchadores sociales de mi generación. Sí quiero asegurar que México no vuelva a una institución electoral alineada con el gobierno. Sí deseo conservar la posibilidad de un INE capaz de garantizar la imparcialidad en todo el proceso electoral. Sí quiero preservar las destrezas profesionales y los conocimientos adquiridos por parte de quienes hacen al INE posible. Sí quiero conservar mi credencial de elector, constatar que corresponda con mi nombre en el padrón, votar por un candidato de cualquier partido sin saber de antemano quién va a ganar. Sí deseo conservar la heterogeneidad y el pluralismo y la coexistencia y las garantías. Como escribe Robert Heinlen, el mundo está dividido entre quienes quieren ser controlados y quienes no tienen ese deseo. Y yo, como los miles que marchamos el domingo, quiero conservar mi libertad.

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Símbolo/Jesús Silva-Herzog Márquez

en REFORMA

El cuento del oficialismo se basa en la negación de la experiencia política reciente. No la crítica a la transición democrática sino su negación. La transición no ocurrió, dicen. Fue una farsa. Es necesario encerrarse en el hermetismo de la ideología para negar las muchas pruebas del cambio histórico que vivimos al arranque del siglo. ¿Cómo negar las alternancias en la Presidencia y las gubernaturas? ¿Cómo desentenderse de los gobiernos de minoría que contrastaban de manera tan notoria con aquel presidencialismo omnipotente? No es fácil decir que la transición no ocurrió cuando el pluralismo se convirtió en el escenario cotidiano de la política. ¿No tenemos fresco el recuerdo del desacuerdo entre poderes? En el Congreso era frecuente el rechazo de las iniciativas presidenciales; la Corte declaró la inconstitucionalidad de múltiples decisiones políticas; hay incontables ejemplos de sanciones y multas del árbitro electoral a los partidos políticos. Es la historia reciente, la experiencia fresca del pluralismo lo que el régimen pretende negar.

El discurso oficial es, en efecto, negacionista. Niega que el país, en términos políticos, terminó exitosamente el siglo XX. Le dio base institucional al pluralismo. Nos hizo vivir en la incertidumbre de la competencia. Terminó con el presidencialismo autoritario. Echó a andar la torpe maquinaria de los contrapesos. No fundó un régimen perfecto; no inauguró eficacia, ni legalidad, pero asentó un pluralismo que no habíamos conocido antes. Al abrigo de un órgano imparcial, México vivió la experiencia democrática.

El régimen niega lo que los ojos nos han mostrado desde el 2000 o, para ser más precisos, desde 1997. Los gobiernos pierden elecciones. Hay condiciones para derrotar a las mayorías de ayer y para confrontar las ambiciones de hoy. Quienes son gobierno en una parte son oposición en otra. El partido que ocupa el Ejecutivo se ve obligado a negociar con un Congreso opositor. La legitimidad de las oposiciones es la base del pluralismo. Se reconoció, no solamente en las leyes, sino también en el diálogo. Nadie se atrevía a declararse depositario exclusivo de la razón histórica, de la moral pública, de la voluntad del Pueblo. La democracia supone un pudor que el populismo desconoce.

Quienes ayer salieron a las calles no están dispuestos a tragarse el cuento oficial. No aceptan que el árbitro sea propiedad de quienes ganaron la última elección. Cuidan que la política siga siendo un juego abierto para mantener la vigilancia, para recoger la diversidad, para aplicar castigos y oxigenar la representación. El INE hizo posible este dinamismo. Lejos de ser una institución perfecta, ha sido reflejo de la diversidad y plataforma de la diversidad. Pueden hacerse muchas críticas al órgano, pero hay que decir que ninguna fuerza política lo ha capturado, ningún partido político lo ha convertido en su instrumento.

Hay que subrayarlo. La democracia elemental es una novedad histórica. Solo con el IFE y con el INE hemos visto alternancias. ¿Qué razón habría para desprendernos de ese patrimonio que tantos reconocen como común? Al árbitro de hoy lo reconocen ganadores y perdedores de los últimos veinte años. Lo respeta la gente como la institución civil más apreciada. Solo el régimen desconoce su aportación histórica y lo sueña sometido.

"El INE no se toca" fue el grito unificante. Podría parecer excesivo, antidemocrático incluso, el llamado a tratar a una institución como intocable. Pero la fórmula reconoce su carácter de símbolo. El emblema de la transición. Viejo proyecto de oposiciones de izquierda y derecha, producto de largas y complejas negociaciones, resultado de delicados equilibrios. Al exigirle al régimen que no toque al árbitro, se revela una nueva dimensión de la rivalidad política. La defensa del INE confronta el núcleo del relato populista. La transición no fue una farsa. El caudillo no es el padre de la democracia sino su mayor amenaza. La experiencia pluralista de los últimos lustros pudo haber sido, en muchos ámbitos, frustrante, pero fue real, profunda. Y merece defensa. El pluralismo que floreció al amparo del INE fue el fin del personalismo autoritario. La ciudadanía que ha salido a la defensa del órgano electoral no acepta que la democracia sea un paréntesis entre dos versiones del autoritarismo.

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¿Y ahora?

TOLVANERA / Roberto Zamarripa

en REFORMA

La marcha (las marchas) condensan voces que andaban dispersas; a los malos humores y enojos sobre distintos asuntos relacionados con la gestión del gobierno que pululaban separados o refunfuñaban distantes.

Su significado trasciende a los partidos y líderes cupulares aunque éstos quieran atribuirse el control o el legado. La conversación ciudadana durante la semana pasada culminó en un paseo masivo festivo, de atrevimiento y desahogo. Una representación de inconformidad y freno.

Es la primera manifestación que dibuja al gobierno federal un límite. El trazo de una raya que alerta.

En nombre del INE vino la cohesión. La defensa del INE, como fórmula genérica, es la atracción de voces diferentes, repelentes e incluso confrontadas.

Como institución, el INE es el edificio del acuerdo. Lo fue de origen y lo es ahora. José Woldenberg lo expresó en su discurso.

"Fue necesario edificar autoridades electorales autónomas, tribunales capaces de desahogar la aguda conflictividad, construir condiciones equitativas de la competencia, puertas de entrada y salida para las distintas corrientes políticas que cristalizaron en partidos, y de manera paulatina pero sistemática nos acostumbramos a la diversidad, a las contiendas competidas, a las alternancias en los Ejecutivos, a los congresos plurales y a los mecanismos de diálogo, negociación y de acuerdo que los mismos reclamaban", dijo.

La edificación de ese sistema que permitió el tránsito a comicios diferentes, de mayor confiabilidad y certeza, benefició a todos los partidos. Inicialmente perjudicó al partido que estaba en el gobierno cuando ese sistema comenzó a ponerse en práctica. Después todos los partidos quisieron encontrarle orificios, huecos, defectos de construcción. Intentaron edificar paralelamente túneles de burla y vulnerabilidad.

Se burló del INE y del sistema electoral el PRI con el Pemexgate o el PAN con Amigos de Fox; el Partido Verde con sus influencers y toda la camada política dominante con la espotización de las elecciones y el dominio de los comicios desde el poder de las televisoras; el tráfico de dinero en efectivo, la propaganda sucia y la compra del voto. Los mismos partidos desafiaron el sistema integrando consejos electorales con cuotas intentando pervertir el origen ciudadano del Instituto. Ese sistema electoral fue reformándose en cada uso que lo deterioraba.

En los distintos arreglos del sistema siempre imperó un tipo de acuerdo tripartita, de las tres patas de la mesa política: el PRI, el PAN y el PRD. A partir de 1988, cuando se quebró la confianza en el sistema electoral comenzaron a rehacerse las reglas y su mayor cristalización fue en 1996 con la consumación de la ciudadanización del Instituto Electoral.

Ese acuerdo se logró con el partido de izquierda en la mesa.

En 2006 vino otra fractura ocurrida con la elección presidencial de entonces que abrió una grieta de desconfianza hacia el INE y que quiso equipararse al fraude de 1988. Frente a ello se hizo una nueva reforma electoral para repararla pero fue insuficiente. Ese acuerdo también lo consintió la izquierda partidista.

La minoría agraviada entonces (Morena) ahora es gobierno y desde ahí toma desquite. Pero su iniciativa de reforma electoral no concurre con el acuerdo tripartita. Y ese parece ser el fondo de la divergencia ciudadana.

En veinte años la ciudadanía ha dado a tres corrientes la Presidencia y ha repartido de manera plural congresos, gubernaturas y alcaldías y esa convivencia democrática no se ha roto por medios violentos ni tampoco por intentos de violación de la ley.

El mensaje de las manifestaciones de este domingo 13 tiene que ver con el trazo del contorno ciudadano. Esa es la lección y ese parece ser el mensaje. Las elecciones no son asunto de un gobierno y frente a ellas los partidos deben tener las manos amarradas. Apabullar, atropellar, descalificar, insultar quedan fuera de ese perímetro. Los extremismos igualmente; las intolerancias, los fascismos. Ayer, a la cauda emocional le moderó la racionalidad democrática, de esencia ciudadana. Un mensaje de protección de un tesoro ciudadano para que no se convierta en un arcón del gobierno o un cofre partidista.

robertozamarripa2017@gmail.com

 



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