El Cartel de Sinaloa después de El Mayo: México teme un estallido de violencia tras la detención de Zambada
Entre versiones de una entrega pactada y una traición de Los Chapitos, el arresto de Zambada en EE UU abre varios escenarios posibles: guerras sucesorias, cambios en la estructura criminal y tensiones con el Cartel Jalisco Nueva Generación
Elías Camhaji
El País, México - 03 AGO 2024
Una rendición pactada, un engaño o un secuestro a manos de sus antiguos socios. Esas son las tres hipótesis principales que han emergido tras la caída de Ismael El Mayo Zambada, uno de los narcotraficantes más temidos y poderosos del mundo. Las certezas sobre su misterioso arresto se han desvanecido en los últimos días y las preguntas se multiplican también sobre las consecuencias de la detención y sus implicaciones en la cúpula del Cartel de Sinaloa. “Todos sabemos que se trata de grupos que llevan años dedicados a actividades ilícitas, son los más famosos en el país, por decirlo de alguna manera, y sin embargo aun cuando se trata un asunto delicado no ha habido confrontación entre grupos”, declaró el viernes el presidente, Andrés Manuel López Obrador. Una disputa por la sucesión, reacomodos y escisiones en la estructura de la organización criminal, y la reacción de agrupaciones rivales como el Cartel Jalisco Nueva Generación se mantienen como una posibilidad latente y han puesto en alerta a la población del noroeste del país, donde los hombres de El Mayo y El Chapo tienen sus bastiones.
“Lo que uno esperaría es que cuando cae el gran líder de una de las facciones, el resto va a intentar sacar provecho”, afirma Laura Atuesta, profesora del Centro de Investigación de Docencia Económicas y coordinadora del Programa de Política de Drogas. Esa es la hipótesis central que sobrevuela todos los análisis. Algo que, en todo caso, parece que todavía no ha sucedido. David Saucedo, analista de seguridad, tiene en la mira tres escenarios violentos tras la defenestración de Zambada: una guerra sucesoria entre la facción dirigida por El Mayo y el grupo comandado por Los Chapitos, los cuatro herederos de Joaquín El Chapo Guzmán; una disputa por el liderazgo acotada a las células ligadas a Zambada, y un enfrentamiento con el Cartel Jalisco, en un intento por aprovechar la debilidad de sus enemigos.
En los cálculos pesan también las detenciones de Ovidio Guzmán en 2019 y 2023, el primer chapito bajo custodia de las autoridades estadounidenses, que fueron respondidas con agresiones del cartel y un enfrentamiento abierto con las autoridades en Sinaloa, que dejaron episodios como el llamado Culiacanazo. Pesa también el antecedente del divorcio violento entre el Cartel de Sinaloa y el Cartel de los Beltrán Leyva, que hizo correr la sangre en los inicios de la guerra contra el narco, en el sexenio de Felipe Calderón. “Hasta el momento, en los Estados y municipios del imperio de El Mayo, no ha habido narcobloqueos, ataques contra la población civil ni actos de narcoterrorismo”, matiza Saucedo.
Desde que Zambada fue detenido el jueves de la semana pasada junto a Joaquín Guzmán López en un aeropuerto rural de Nuevo México, se ha registrado la llegada de unos 400 elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional a Sinaloa, de acuerdo con el semanario Ríodoce. Otros medios han dado cuenta de la presencia de alrededor de 3.400 efectivos en el Estado. López Obrador confirmó esta semana que se ha reforzado el despiegue preventivo, pero no ha dado una cifra de agentes o soldados destacados. Ese es uno de los factores atribuidas a que una supuesta venganza no se haya concretado.
Otro elemento disuasorio ha sido mostrarse débiles ante el Cartel Jalisco, percibido todavía como un enemigo común de Los Mayos y Chapitos, apunta Mike Vigil, exagente de la DEA. “Puede resultar en un baño de sangre porque hay muchos que pueden asumir el control en el cartel”, advierte. La agencia antidrogas ha identificado a otras dos facciones bajo el paraguas del Cartel de Sinaloa: los hombres que responden a Rafael Caro Quintero y quienes son fieles a Aureliano Guano Guzmán, hermano de El Chapo. La fuerza antinarcóticos aseguró hace meses que las tensiones entre los grupos ligados a Zambada y a Los Chapitos habían aumentado, un secreto a voces alimentado por la ambición de los hijos de El Chapo, que tomaron el liderazgo tras la extradición de su padre en 2017.
Ovidio y Joaquín Guzmán ya están en manos de Estados Unidos, pero Vigil asegura que no tenían tanto poder como sus otros dos hermanos, Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán, que siguen prófugos y tienen la reputación de ser más ambiciosos e impulsivos. Esos rasgos de personalidad han sido utilizados para argumentar que El Mayo no sospechó de Joaquín Guzmán, su ahijado, cuando le tendió una supuesta trampa para que abordara el avión. El abogado de Zambada habla directamente de una traición y un secuestro a manos del hijo de El Chapo. El debate sobre las teorías alrededor de la detención es relevante por sus posibles implicaciones y los mensajes que se envían al cartel. “Por eso, los Gobiernos de Estados Unidos y posiblemente México no quieren dar muchos detalles”, plantea el exagente de la DEA.
Se sabe mucho más de Los Chapitos que de los hijos de El Mayo. Una versión extendida es que Zambada pensaba desde hace años legar el control de su grupo a Vicente Zambada Niebla, su hijo. Vicentillo fue detenido en Ciudad de México en 2009 y extraditado un año más tarde a Estados Unidos, donde cooperó con las autoridades y salió en libertad tras ser un testigo clave en el juicio contra El Chapo de 2018. Después de que Vicente Zambada dejó la vida criminal, su padre puso sus ojos como posibles sucesores en Ismael Zambada Sicairos (o Siqueiros), alias Mayito Flaco, e Ismael Zambada Imperial, Mayito Gordo.
Los expedientes judiciales en Estados Unidos detallan que El Mayo trabajó durante años para preparar a sus vástagos. Mayito Gordo fue detenido en 2014 en Culiacán, extraditado en 2019 y condenado a nueve años en California en 2021 tras declararse culpable de varios delitos de narcotráfico. Zambada Imperial salió libre en julio de 2022 y deportado a México, aparentemente porque su sentencia consideraba los años que ya había purgado en México.
Mayito Flaco está en la lista de los fugitivos más buscados por la DEA y ha estado durante años bajo la mira de Estados Unidos, pero permanece activo. “A diferencia de Los Chapitos, El Mayo ha tratado que sus hijos no tengan una vida de influencers, que guarden un perfil bajo, que se alejen de los escándalos”, relata Saucedo. “Los fue formando desde la base, en sus orígenes fueron narcomenudistas y fueron ascendiendo en la organización con base en sus méritos y, por supuesto, el apoyo de su padre”, agrega el especialista. Serafín Zambada Ortiz, el menor, parece estar un escalón por debajo en el escalafón.
Los principales carteles mexicanos basan sus estructuras cupulares en relaciones familiares, incluido su yerno Juan Carlos Félix, casado con Teresita Zambada. Se habla también de que sus sobrinos pueden dar un paso al frente. José Luis González Meza, que se ha presentado durante años como abogado de la familia Guzmán, salió esta semana a apagar los rumores de una supuesta traición y aseguró que se había tratado de una entrega voluntaria. Lo primero que declaró en un escueto comunicado fue que la relación entre ambas familias ha sido “impecable”, “al grado de que existen compadrazgos y casamientos” entre ellas. La contracara es qué pueden pensar y cómo pueden reaccionar los hombres de El Mayo ante la posibilidad de que su jefe se entregara y de que cante o colabore en Estados Unidos.
Los Chapitos han crecido bajo la sombra de su padre, al igual que Los Mayitos. A menudo se ha comparado sus estilos de liderazgo y su éxito en comparación con los viejos tiempos. Vigil, por ejemplo, pone en duda que los herederos de Zambada puedan mantener el control de la organización y llenar esos zapatos. “Lo más probable es que Mayito Flaco tome el control, es el que estaba más fuerte”, asevera.
En esa discusión ha crecido la hipótesis de que El Mayo, cuyo estado de salud se reporta como deteriorado, planeó un plan de sucesión que ha amortiguado el golpe de su caída en su estructura operativa. “Si esto hubiera pasado hace un año, te diría que habría significado un cambio drástico en la geopolítica del narco en México, pero a raíz de un año para acá Zambada empezó a delegar varias tareas a sus hijos, creo que consideró la posibilidad de retirarse por su salud o de entregarse”, apunta Saucedo.
La consultora Lantia, del analista Eduardo Guerrero, afirma que Los Mayitos y Los Chapitos comparten presencia en Sinaloa, Durango, Sonora y Baja California. La gente de Zambada está extendida por separado en Zacatecas, Jalisco, Guanajuato, Querétaro y Michoacán, mientras que los hijos de El Chapo tienen a Ciudad de México y Quintana Roo como otras zonas de influencia, según este diagnóstico, considerado como uno de los más precisos.
“La gobernanza criminal de El Mayo es mucho más fuerte que la de Los Chapitos”, señala Atuesta. “Durango es un ejemplo impresionante, donde tienen un estado de paz y obediencia que, según entiendo, se atribuye a Zambada”, agrega. La especialista mapeó durante más de 15 años la evolución territorial de los grupos criminales, desde los primeros años de la guerra contra el narco hasta 2022, y afirma que hay que prestar atención en regiones de transición como Zacatecas.
“Zacatecas se convirtió en esta zona de guerra para proteger el triángulo dorado”, menciona la especialista a manera de hipótesis. El corredor del noroeste, donde ya se ha visto fracturas (como en el caso de Sonora) y peleas por las rutas hacia las ciudades fronterizas, son zonas de interés por una pugna interna dentro del Cartel de Sinaloa, complementa Vigil. De confirmarse el diagnóstico de Lantia, otros focos rojos pueden estar en Jalisco y en El Bajío, territorios en disputa con el Cartel Jalisco.
La especialista también señala que hay que prestar atención a las reacciones de los brazos armados del cartel, como en el caso de Gente Nueva, ligado a la estructura de Sinaloa en Chihuahua. La causa judicial de Texas, donde permanece detenido El Mayo, ahonda en las relaciones que Zambada y El Chapo tejieron para apoyar a esos socios con armas, drogas y dinero para pelear contra el Cartel de Juárez. Atuesta teme que pueda repetirse la historia que se vio con el Cartel del Golfo, que fue sustituido por Los Zetas, sus antiguos sicarios. Ante una aparente falta de liderazgo y la noción de un desorden interno, otra posibilidad es que “estos grupos tomen la decisión de fragmentarse o separarse y eso genere más violencia”, comenta.
Saucedo enlista cinco factores de alerta que pueden dar cuenta de cambios y reacomodos en la geografía criminal de México tras la detención. El primero son actos de narcoterrorismo contra la población civil en lugares visibles, donde a menudo las agresiones son para dejar mensajes, como centros comerciales, restaurantes o la vía pública. El segundo son ataques a jefes policiales de alto nivel, porque cuando un cartel invade un territorio intenta sobornar a agentes y funcionarios, y los asesina cuando no ceden a las presiones. El tercero son asesinatos a periodistas que cubren narcotráfico o que se prestan a difundir narrativas favorables de los distintos grupos criminales. El cuarto son los movimientos de las fuerzas de seguridad y el despliegue de elementos para reforzar ciertas zonas. Por último, las acciones que tomen agencias estadounidenses como la DEA en México: “cuando llegan agentes de la DEA todo mundo se entera”.
Una posible respuesta del cartel repercute también en el terreno político y diplomático, con un cambio de Gobierno en México y las elecciones presidenciales en Estados Unidos, en puerta, en noviembre próximo. Lo paradójico es que la noción compartida de múltiples especialistas es que la caída de Zambada no tendrá impacto en los flujos de drogas a Estados Unidos. Cayó la cabeza, pero las estructuras del cartel prevalecen.
En cambio, la detención sí puede alterar la seguridad en territorio mexicano, un país que ha pagado con cientos de miles de muertos la cruzada contra las drogas. Del otro de la frontera, decenas de miles mueren cada año por sobredosis, en un fenómeno a menudo reducido a las fuerzas de la oferta y la demanda de narcóticos. Esta misma semana, López Obrador llamó a la mesura a los grupos criminales involucrados. “Exhorto a que todos actúen de manera responsable”, dijo.
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