13 may 2008

Los extraditables de Colombia

ANÁLISIS Revista SEMANA On line.
¿Por qué el gobierno tomó la súbita decisión?
La extradición masiva no herirá de muerte los procesos de Justicia y Paz ni de parapolítica, pero sí se puede obstaculizar la verdad que empieza a aflorar.
SEMANA ON LINE Fecha: 05/13/2008 - La primera razón y la más obvia del por qué hasta ahora el gobierno se
hastió con estos jefes paramilitares y los extraditó tiene que ver con el simple y llano hecho de que, a su juicio, seguían delinquiendo desde la cárcel. Eso sólo es motivo suficiente para extraditarlos porque incumplieron el requisito básico de la Ley de Justicia y Paz. Y por la misma razón el primer efecto práctico de la extradición de los 14 paramilitares es que dejarán de delinquir en Colombia. Y en ese sentido hay aplauso general al presidente Álvaro Uribe. No deja
de resultar paradójico, sin embargo, que el gobierno de la Seguridad Democrática, que se precia de tener control sobre todo el territorio nacional, revele con esta medida que no era capaz de controlar a estos jefes en las propias cárceles. Pero ese no fue el único motivo. Dijo el presidente Uribe en su alocución que también consideraba que los ex jefes paramilitares no habían colaborado en nada con la reparación a las víctimas, pues habían sido reacios a entregar bienes y a revelar sus testaferros.
En efecto, los avances en esa materia han sido muy escasos. La otra razón que adujo el Presidente fue el hecho de que no estaban contando la verdad o la estaban contando distorsionada, salpicando inocentes y culpables a la vez.
Es también realista decir que no todos estaban colaborando con la justicia. El proceso de Justicia y Paz, creado a partir de una controvertida ley aprobada hace tres años, cojeaba en muchos aspectos y uno de ellos era la poca colaboración de algunos jefes paramilitares. A pesar del
esfuerzo casi titánico de la Fiscalía por hacerlo avanzar (ya van alrededor de 1.300 versiones libres recibidas y más de 5.000 hechos delictivos esclarecidos en esas audiencias), muchos de los jefes ahora extraditados duraron meses echando discursos vacíos, tratando de justificar sus crímenes atroces, e intentaron contar la menor verdad posible. También sabe la opinión pública que no todos los que quedaron finalmente cobijados bajo Justicia y Paz eran realmente jefes paramilitares. Personajes como Manuel Torregrosa (vinculado al narcotráfico en el Magdalena y Guajira) y Juan Carlos Sierra, alias El Tuso, era narcos pura sangre y la Fiscalía siempre consideró que al postularlos en Justicia y Paz, el gobierno les metió un embuchado. Por eso estos narcos no podían colaborar con el esclarecimiento de la verdad del paramilitarismo en Colombia ¿Cómo podrían si nunca pertenecieron a este? Y la otra paradoja: para qué el gobierno los postuló a Justicia y Paz, a sabiendas que eran narcos, y ahora en cambio ordena extraditarlos? Que siguieron delinquiendo, que no estaban colaborando con justicia y paz, que no estaban entregando bienes, que estaban contando verdades manipuladas… todas son razones valederas.
La pregunta que surge es si todo esto venía pasando desde hace meses ¿por qué hasta ahora, en pleno escándalo de la parapolítica, decidió el Presidente tomar esta sorpresiva y radical medida? Una razón puede ser simplemente que el gobierno no pudo controlar más sus actividades delictivas, que estas se salieron de madre y la decisión tenía que ser tajante. La segunda, que era una manera de poner distancia con el paramilitarismo, justo después de que los voceros oficiales propusieran disolver el uribismo, hoy tan manchado por posibles vínculos con paramilitares. La paraextradición masiva lanza el mensaje de que el Presidente nada les debe y tampoco les teme. La tercera razón es más suspicaz. De un solo golpe maestro, el gobierno mata varios pájaros: los que siguen delinquiendo, los que pudieron tener vínculos demasiado cercanos con uribistas connotados y los que querían ahora sí hablar. El caso que deja más dudas es el de Jorge 40, quien había anunciado hacía dos o tres semanas, que en su siguiente versión libre iba a contar lo que sabía sobre crímenes a sindicalistas, a indígenas y sobre masacres. Algo similar estaba pasando con Don Berna, que sólo en las últimas semanas había empezado a colaborar.
¿Se acaban la parapolítica y la Justicia y Paz?
A primera hora de la mañana se oyeron voces en el sentido de que con la masiva extradición se le ponía un freno significativo al proceso de la parapolítica que ya tiene a 67 congresistas investigados y a 31 de ellos en la cárcel. También que la verdad que estaba conduciendo a las víctimas a encontrar a sus seres queridos y a conocer por qué los mataron y dónde estaban, quedará truncada y el valioso proceso abortado prematuramente. Los gobiernos de Colombia y de Estados Unidos salieron a decir que el proceso con los paramilitares no se iba a truncar porque Estados Unidos prestaría total colaboración para que se siga el proceso de Justicia y Paz; es decir, los fiscales podrán viajar a Estados Unidos a escuchar sus versiones libres, y si entregan o les decomisan bienes estos irán a dar al Fondo de Reparación de víctimas. En este caso, del dicho al hecho habrá trecho.
Los costos de seguir con las audiencias, y luego con el juicio, serían altísimos, y salvo que Estados Unidos resuelva asumirlos en su totalidad, no se ve cómo se van a solventar. Hoy la Fiscalía se ve a gatas para conseguir el dinero para transmitir una audiencia en Medellín vía microondas a un salón de víctimas que está en Caucasia. Tampoco es fácil reproducir a la distancia y con fiscales estadounidenses, la dinámica que se estaba dando en el proceso colombiano en la cual, por el enorme conocimiento de cada bloque que tenían los fiscales y por la presencia física de las víctimas en las audiencias, los acusados terminaban contando más de lo que estaba en sus planes. Y eso que hasta ahora la mayoría estaba en versiones libres. Era de esperar que en la etapa de juicio contaran bastante más. El incentivo central de la Ley de Justicia y Paz, salir libres en corto tiempo, pierde ahora gran parte de su eficacia. Ya no saldrán libres sino después de muchos años. ¿Entonces para qué colaborar con la justicia? Con todo y eso, los 15 que extraditaron, incluyendo a Macaco, no van a hacer tan grande diferencia. Falta aún recibirles en versión libre las confesiones a 2.000 desmovilizados, y falta también finalizar el proceso con los otros 1200 que ya han dado sus versiones libres. Por eso la búsqueda de fosas continuará (los que en realidad tienen la información son los mandos medios), la gran mayoría de las audiencias podrán continuar y la reparación –que es lo más débil del proceso — no cambiará demasiado para mal o para bien. Es decir, el proceso de Justicia y Paz continuará tal vez ni mejor ni peor, sino con las fallas con las que nació. Se trató de un proceso de dejación de armas, con el único interés de bajarle la fiebre a la violencia que producía una federación de autodefensas y se logró reducir el número de masacres y desactivar el poderoso cartel de la muerte de las Auc. Pero en términos de desmotar las máquinas delictivas detrás de estos personajes se fracasó, y el gobierno ahora tuvo que darse por vencido y entregar a casi todos los principales jefes con los que firmó el acuerdo de paz de Ralito a que sean juzgados por Estados Unidos.
SEMANA dialogó con fuentes de la Fiscalía y de la Corte Suprema para determinar el impacto que la extradición puede tener sobre los procesos de parapolítica, y en ambos organismos consideran que la extradición no trunca lo que están adelantando. En el caso de la Corte, por ejemplo, los paramilitares extraditados ya han dado sus respectivas versiones sobre los políticos. Y cualquier otra declaración podría tomarse en Estados Unidos, tal y como se ha hecho con testigos como ‘Pitirri’, el primer ‘ventilador’ de la parapolítica, a quien los magistrados visitan en Canadá para ampliar su declaración. Lo que sí deja al descubierto la masiva extradición es la verdad de este proceso: el Gobierno al extraditarlos de cierta manera admite que no se negoció con paramilitares que actuaban en comunidades agobiadas por la guerrilla, sino con narcotraficantes que armaron sus ejércitos para su beneficio particular. Con el agravante, además, de que en la mesa de negociación no se trató para nada el tema del narcotráfico.
LA PARAEXTRADICIÓN
Así se ganaron el pasaje a Estados Unidos
Los 14 extraditados le pusieron trampas a la verdad y casi no contribuyeron a la reparación.
SEMANA O LINE Fecha: 05/13/2008 - No todos los 14 extraditados estaban cumpliendo el mismo papel en el proceso de Justicia y Paz, que les permitía, si colaboraban con la verdad, la justicia y la reparación, obtener una pena alternativa de apenas 8 años, así hubieran cometido delitos de lesa humanidad.
Manucuso ayudó a esclarecer más de 800 hechos delictivos que había estado en total impunidad. También dio la orden a sus subalternos en el Catatumbo, que contribuyeran a encontrar la fosas donde habían enterrado a las víctimas. Don Berna, el hombre que llegó a dominar los bajos mundos de Medellín y parte de Antioquia, que realmente no había colaborado en nada por más de un año, hace dos meses empezó a dar información que ha dado con el hallazgo de 300 desaparecidos y había prometido seguir contando. Hernán Giraldo, el ex jefe paramilitar de la zona de Sierra Nevada de Santa Marta y alrededores, está siendo extraditado con cuatro de quienes fueron sus lugartenientes: Nodier Giraldo, Eduardo Bengoechea, Edwin Gómez Luna y Martín Peñaranda. Giraldo que había llegado a Justicia y Paz con un libreto aprendido para no confesar nada, terminó entre él y sus hombres, revelando a dónde fueron a parar 246 desaparecidos. Jorge 40, alcanzó a confesar 528 crímenes. Y aunque por meses contribuyó muy poco a la verdad, hace unas semanas había empezado a cambiar y su abogado había pedido anunciado que en la sigueinte audiencia iba a contar en detalle sobre masacres y crímenes a sindicalistas y a indígenas. Es imposible saber si cumpliría lo prometido. Los otros jefes, como po ejemplo, Manuel Torregrosa, Juan Carlos Sierra, alias El Tuso, eran más narcos que paras, y en nada había colaborado. Tanto así que la misma Fiscalía había pedido que los excluyeran de Justicia y Paz. De todos modos, la colaboración de estos jefes había sido bastante accidentada y muy poco voluntaria.
Lo que terminaron confesando o esclareciendo, tuvo mucho que ver con la presión de los fiscales de Justicia y Paz, la presencia implacable de las víctimas ahí en la sala de al lado en cada audiencia exigiendo respuestas. También tuvo que ver con las confesiones que fueron haciendo sus subalternos, que en general han contribuido más con la verdad que los grandes jefes. Porque es innegable que le pusieron trampas a la verdad.
Veámos cómo:
1. En las primeras versiones libres los jefes paramilitares se comportaron como en un programa de farándula al que iban a dar grandes discursos políticos sobre las autodefensas. Se tomaron meses justificando sus crímenes, y haciéndole el vacío a las víctimas que reclamaban la verdad sobre sus muertos, sus desaparecidos y los bienes de los que habían sido despojados. Como si fuera poco, aplazaron cuantas veces quisieron las versiones libres, y algunas llevaban 2 años sin arrojar resultados satisfactorios en verdad.
2. Hicieron un manejo selectivo de la información que entregaron. En el caso de Salvatore Mancuso, por ejemplo, la información sobre la para-política fue entregada a cuentagotas y con un astuto cálculo para beneficiar a unos y perjudicar a otros, según su propia conveniencia. Otro de los jefes paramilitares que más tuvo que ver en política regional fue Jorge 40, quien se había negado sistemáticamente a contar lo ocurrido en este tema. Por eso el proceso que cursa en la Corte contra los congresistas cómplices de los paramilitares no sufrirá mayores traumatismos.
3. La información concreta sobre fosas comunes, que es uno de los grandes puntos positivos del proceso, pues ha permitido el hallazgo de 900 cuerpos de personas desaparecidas, la han brindado sobre todo mandos medios. Sin embargo, Hernán Hernández “H.H” y Rodrigo Pérez Alzate “Julián Bolívar” han hecho una entrega masiva. Diego Murillo “Don Berna” había comenzado a entregar fosas en las últimas audiencias. Y Hernán Giraldo, ex jefe de paramilitar de la zona de la Sierra Nevada que será extraditado con cuatro de sus lugartenientes, también contribuyó a que se encontraran fosas y a esclerecer crímenes.
4. Si bien algunos de los jefes paras dieron la orden a quienes fueron sus subalternos de colaborar con la justicia (como es el caso de Mancuso con sus homnbre en el Catatumbo) que llevaron a esclarecer muchísimos crímenes que estaban en la impunidad absoluta. No obstante otros no habían colaborado en lo más mínimo, como el Tuso Sierra y Manuel Enrique Torregrosa, que la misma Fiscalía había pedido excluirlos de Justicia y Paz. El peor conejo se lo pusieron a la reparación...Ni al momento de la desmovilización, ni a lo largo de las versiones libres, los jefes paramilitares mostraron voluntad de entregar los bienes que obtuvieron de su actividad como narcotraficantes y como defraudadores del Estado.
1. Los jefes paramilitares se burlaron de la reparación. Durante el proceso de negociación y mientras dilataban las versiones libres, existen evidencias de que lavaron gran cantidad de bienes, para no entregarlos a la justicia.
2. La entrega de bienes fue precaria. Hasta hace un mes Acción Social, que maneja el fondo de reparación, sólo había recibido bienes avaluados en 9.000 millones de pesos. Fincas que ya estaban en extinción de dominio, que habían sido robadas a las víctimas y por tanto son objeto de restitución a sus dueños originales, o bienes con gran cantidad de problemas jurídicos como deudas de impuestos.
3. Hicieron entrega de chécheres inservibles como un televisor viejo, ropa, motores destartalados, y helicópteros cuya recuperación es más cara que su venta como chatarra.
4. La justicia nunca pudo establecer la cantidad de bienes que tenían estos jefes ni la magnitud de sus redes de testaferrato. Dos fenómenos surgieron con la dinámica misma del Proceso de Justicia y Paz, la presión de los fiscales sobre los acusados, y la continua consulta de los subalternos con quienes fueron sus jefes como guía de sus propias versiones libres. Los dos se cortan de tajo con la decisión de la extradición.
Es imposible predecir hasta dónde esto afectará el Proceso de Justicia y Paz. Algunos que empezaban a confesar, quién sabe si seguirán haciéndolo ya presos en Estados Unidos y sin el incentivo de una pena corta en prisión. Otros, por el contrario querrán asegurarse de que luego de que cumplan con la justicia estadounidense no quieren que les espere otra larga pena en Colombia.
El extraditado Macaco, por ejemplo, envió en estos días una carta a quienes fueron de su Bloque central Bolívar para que sigan colaborando con Justicia y Paz y cuenten todo lo que saben. Cómo siguieron delinquiendo Desde que comenzaron las negociaciones en Santa Fé de Ralito, Córdoba, los jefes paramilitares desmovilizados utilizaron las zona de concentración para continuar con sus negocios ilegales: tráfico de drogas, lavado de dinero, manejos de prostitución y sobornos a la Fuerza Pública. Así lo denunció SEMANA hace un año. Otro episodio grave que indicaría que los jefes paras continuaban en sus andanzas criminales lo protagonizó Diego Fernando Murillo, alias Don Berna, acusado del crimen del diputado de Córdoba Orlando Benítez en abril del 2005. El Gobierno encontró sospechas tan graves de la responsabilidad de Don Berna que suspendió las negociaciones en Ralito y ordenó su detención. Don Berna se entregó a la policía y luego fue trasladado a prisión. Entre tanto sus compañeros fueron ubicados en la sede de un antiguo centro vacacional en La Ceja, Antioquia, conocido como Prosocial. De allí fueron sacados sorpresivamente en otro operativo relámpago por graves sospechas de que desde allí despachaban y continuaban al frente de sus empresas criminales. Fue así que Don Berna y sus pares se reencontraron en la cárcel de máxima seguridad de Itaguí. En mayo del año, cuando los principales jefes paras estaban recluidos allí, SEMANA reveló escandalosas comunicaciones en donde se evidenciaba cómo desde esa prisión, 17 de éstos jefes ordenaban asesinatos, extorsionaban, coordinaban sus negocios narcotráfico y hasta dirigían el rearme de los llamados grupos emergentes. Para adelantar estas acciones paramilitares como Salvatore Mancuso, Ramiro Vanoy, alias ‘Cuco’, y Fredy Rendón, alias ‘El Alemán’, contaban con celulares e internet dentro de la prisión que les permitía mantener una comunicación fluida con sus hombres de confianza. “Todo el mundo sabe que el que no venda la mercancía blanca a 22 , (2.200.000 pesos) se calienta. Usted sabe cómo es, ellos son blancos y entre blancos se entienden”, dice Mancuso en una llamada donde con su hombre de confianza la compra y venta de cocaína.
Otro subalterno en libertad conocido como ‘Goyo’, del Frente Elmer Cárdenas liderado por ‘El Alemán’ habla e imparte la orden de desenterrar los fusiles que no entregaron cuando se desmovilizaron y dicen que hay que seguir con el dominio de barrios y pueblos enteros que no están dispuestos a perder. “Usted sabe que ahí tenemos varias escopeticas de esas de repetición. Es que uno se azara pa’ meterlas por ahí, hay que tenerlas guardadas”. En el mismo informe también se reveló una llamada de la directora de la cárcel Yolanda Rodríguez en donde ésta muestra sus desespero por el descontrol que se vive en la prisión “Esto cada día se está poniendo peor. Aquí cambian de orden todos los días. Yo aquí digo que no y entonces ahí mismo llaman al director general, al Comisionado, al Ministro y si no, al Presidente”, dice la funcionaria en la llamada. También se revelaron las componendas y los negocios que los jefes desmovilizados tenían con políticos, hoy involucrados con el escándalo de la parapolítica. En unas conversaciones telefónicas que les grabaron las autoridades se encontró cómo alcaldes, gobernadores, congresistas acordaban con ellos contratos de salud pública, pactos de elecciones, entre otros. En febrero pasado la prisión de Itaguí produjo otro escándalo cuando una comisión del Inpec hizo un operativo sorpresa y halló una pistola, una granada y 9.5 millones de pesos en la zona donde estaban recluidos los jefes paras. Las primeros indicios indicaron que el armamento y el dinero pertenecía a ‘Ernesto Báez’, más adelante se conoció un comunicado unánime donde todos admitieron que el dinero pertenecía a un fondo común y negaron responsabilidad sobre las armas encontradas. Estos episodios y el discreto avance en las confesiones y la entrega de bienes en el proceso de Justicia y Paz indicaban que los jefes paras tenía otras intenciones prioritarias más allá de colaborar con la justicia. Hace apenas una semana el director de la Dijin, Coronel Cesar Augusto Pinzón, informó que avanzaba en una investigación especial a los desmovilizados que posiblemente seguían delinquiendo desde las cárceles del país. Es muy probable que los hallazgos del coronel Pinzón hayan sido la gota que colmó la paciencia del gobierno y lo llevó a tomar la decisión de extraditar súbita y masivamente a 14 de los más temidos jefes paramilitares.

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