27 jun 2008

Masacre en la discoteca

La masacre en la discoteca de los pobres destapa una cloaca de corrupción/Joaquim Ibarz, corresponsal de La Vanguardia en México,
Publicado en La Vanguardia on line, 26/06/2008 - 19:26 horas;
"¡Se chingaron al Rafita, Winie!", gritaba Raúl con voz entrecortada. Arrodillado, masajeaba el pecho de su amigo, que aún se convulsionaba a escasos tres metros de la entrada de la discoteca News Divine, ubicada en un barrio popular de la capital mexicana. Horas más tarde moriría en el Hospital La Villa. Winie, su amiga rubia de 16 años, jadeaba para recuperar el aliento perdido durante la estampida; sus lesiones fueron menores al poder esconderse bajo una mesa cuando los policías obligaban a unos 800 jóvenes a evacuar el local con gases y a punta de porra. Los chicos que llenaban la humilde discoteca no eran narcotraficantes ni pertenecían a grupos armados que secuestran o provocan actos terroristas. Eran jóvenes de familias humildes que con poco dinero festejaban el fin del año escolar. Para las autoridades que ordenaron el operativo eran peligros delincuentes.
Cientos de policías cercaron la News Divine en una zona populosa del norte de la capital de México, donde unos 800 jóvenes festejaban la llegada de las vacaciones. Muchos agentes llevaban armas largas, como si se tratara de asaltar una guarida de malhechores a las cuatro de la madrugada. En realidad, se celebraba una fiesta inocente de chavos, que se inició a primeras horas de la tarde. La redada comenzó apenas una hora después. La masacre se desencadenó cuando desde dentro del local los policías pedían el desalojo y desde fuera los uniformados impedían salir. Mientras los jóvenes empujaban por escapar, los agentes forcejeaban para evitarlo. El que los propios uniformados bloquearan la puerta de salida fue un crimen, provocando el atropello y la desesperación de cientos de muchachos apretujados en una superficie ínfima (120 metros cuadrados). Hubo doce muertes por golpes, pisoteos y asfixia, entre ellos una joven de 16 años y dos niños de 13 y 14. Los policías crearon su propia trampa mortal: tres agentes también fallecieron en el tumulto.
Minutos antes de desencadenarse la tragedia, los jóvenes estudiantes bailaban tranquilamente y brindaban por el fin de curso. "Ahora sí se me pasó bien rápido el semestre", debían comentar. De pronto, por los altavoces internos, el dueño del local interrumpió la música e informó que había un operativo de la policía y que la autoridad ordenaba el desalojo. Pidió guardar la calma y los invitaba a regresar gratis al siguiente viernes.
Un local modesto para chicos con pocos recursos
News Divine es un local modesto, la entrada costaba menos de dos euros. La discoteca era frecuentada por chicos del barrio de escasos recursos; de hecho, era su única alternativa de diversión. A esos jóvenes estudiantes les echó la policía encima la alcaldía de Marcelo Ebrard, el mejor discípulo del cacique populista Andrés Manuel López Obrador.
Tras la masacre, llegó la manipulación, el ocultamiento de información, la insensibilidad. Los videos del operativo fueron censurados por la alcaldía; muchas pruebas desaparecieron; el periódico "Reforma" de ayer publicaba una gran foto en la que se ve a policías que se limitan a observar a jóvenes heridos o agonizantes en la calle, sin hacer nada, como simples espectadores de la muerte. Ningún médico atiende a los chicos agonizantes. Son sus propios compañeros los que intentan socorrerlos.
Pese a tanta muerte y a tanta incompetencia, ningún funcionario aceptó responsabilidad alguna. Después de muchas presiones se destituyeron cuadros medios de la policía y el jefe de la delegación (alcaldía de distrito) se vio forzado a pedir licencia del cargo. Pero ni el jefe de la policía, Joel Acosta, ni el Alcalde, Marcelo Ebrard, asumen la más mínima culpabilidad. El vacío de autoridad ha sumido en una profunda crisis política y de valores al Distrito Federal (DF). El populismo y el juego de conveniencias políticas que han marcado la gestión de Ebrard cobraron ya la primera factura mortal.
La deshumanización rodeó a la tragedia. A José Alberto Jiménez le pidieron unos 8.000 euros para que el Hospital Infantil atendiera a sus hijas Jessica y Jenifer. En un vídeo que escapó a la tijera de los censores se ve a una muchacha que entrega una mordida de 50 pesos a los policías para evitar su detención.
El caso News Divine ha destapado una cloaca de corrupción, impunidad, insensibilidad y brutalidad policial, y ha puesto en evidencia la baja calidad humana y profesional de los funcionarios políticos y policiales. El funcionamiento del News Divine sólo pudo ser posible merced a la corrupción, dadas las graves fallas en materia de seguridad. Muchos locales de diversión funcionan en el DF con carencias semejantes.
La policía roba a los jóvenes todas sus pertenencias
Los policías quitaron a muchos jóvenes sus celulares para evitar que hicieran llegar a los medios de comunicación los videos que daban testimonio de lo que realmente había ocurrido (teléfonos móviles que se quedaron los agentes). Con el fin de controlar la información, la alcaldía distribuyó filmaciones editadas, censuradas y manipuladas; esta restricción fue criticada por los canales de televisión. El video entregado a los medios fue cortado, de manera que no se ve lo que ocurre a partir de la petición del dueño del local de que hay que evacuar. En las imágenes se observa que el llamamiento del propietario no provocó ninguna estampida. El vídeo facilitado a la prensa se reanuda cuando los jóvenes están fuera del local y la tragedia ya se ha consumado. Pese a que la alcaldía desplegó otro operativo de "control de daños" para que la tragedia no involucrara a Ebrard, el alcalde ha salido mal parado. ¿Por qué ese interés por ocultar los hechos? Está en juego la candidatura presidencial del edil para las elecciones… de 2012.
"Algo parecen tratar de ocultar las autoridades. De otra manera, habrían difundido el video completo", escribe el comentarista Sergio Sarmiento en el diario "Reforma". El analista Ricardo Alemán denuncia en el periódico "El Universal" que la alcaldía intenta esconder la verdad, porque "el tamaño de lo ocurrido no es un problema de ineficacia de la policía, sino una derrota cultural de la llamada izquierda mexicana que gobierna el DF desde 1997, pero cuyos métodos de reacción política, de responsabilidad social, de autocrítica, de combate a la corrupción e impunidad son los mismos que por décadas significaron a las nada democráticas alcaldías del Partido Revolucionario Institucional (PRI), de las que, por cierto, surgió el alcalde Marcelo Ebrard y de las que vienen una buena parte de sus colaboradores".
''Marcelo Ebrard y Joel Ortega, asesinos de izquierda'', se leía en una pancarta alzada justo en el momento en que el ataúd de Leonardo, uno de los jóvenes muertos, era sepultado. "¡Asesinos!, ¡asesinos!", gritaban deudos, amigos y vecinos de los adolescentes fallecidos. Jóvenes del barrio El Risco salieron el miércoles a la calle con una gran pancarta que decía "Destituyan al mata niños. Fuera Joel Ortega". Tres días después de la redada, más de 200 adolescentes bloquearon varias calles exigiendo la destitución y castigo para los altos dirigentes del gobierno de la capital. En las pancartas que colocaron junto a la discoteca y en el autobús de los policías antidisturbios se exigía justicia. Era tal la irritación de los jóvenes que pasaron de las agresiones verbales a las físicas en contra de los uniformados; a los policías les lanzaron botellas, vidrios, piedras y hasta botes de pintura roja en alusión a la sangre de las 12 víctimas.
El periodista Pablo Hiriart subraya en el diario "Excelsior" que las autoridades actuaron con saña contra los más débiles. El operativo de la policía no iba dirigido contra la discoteca. De haber sido así, bastaba un inspector para clausurarla. Pareciera que se trató de un ataque de intimidación contra jóvenes de un barrio popular, que culminó en una masacre. Hiriart insiste en que hubo un asunto de clase: la redada la hicieron con saña especial contra adolescentes de familias humildes.
"Nunca se hubieran atrevido a asfixiar a muchachos y a desnudar a niñas en un operativo a una discoteca a la que van los hijos de los altos funcionarios del gobierno capitalino. Las 34 chicas detenidas fueron vejadas porque eran pobres, nada más", dice Hiriart. Y agrega: "Sí, así funciona un Estado policial. Y se ensañan con los pobres, porque tienen pocas posibilidades de hacerse oír. Lo chocante es que esta agresión a muchachos de escasos recursos, que no cometían delito alguno, vino de un gobierno que se dice de izquierda".
La prensa afín al PRD minimiza la tragedia
Prensa y comentaristas aliados de la alcaldía del PRD, y que apoyan de manera incondicional a López Obrador, minimizan las consecuencias de la tragedia que provocaron jefes políticos y policiales. Si algo así lo hubiera hecho un gobierno del PAN o del PRI, las autoridades ya estarían quemadas en leña verde por los medios que supuestamente protestan por abusos del poder. Ahora callan ante este ataque criminal contra chicos de escasos recursos.
El fiscal Rodolfo Félix Cárdenas acabó con las mentiras que difundió el jefe de la policía, Joel Ortega: en la tragedia de la disco no hay más culpables que los mandos políticos y policiales de la seguridad pública. Cárdenas confirmó y amplió los abusos de policías y de los empleados de las fiscalías: fueron 34 las jóvenes desnudadas, fotografiadas y marcadas con tinta. Además, ratificó que la policía cerró la puerta y golpeó a los chamacos. Por último, afirmó que en el local no había drogas.
Fueron 24 horas de horrores para los muchachos detenidos y sus familias. Hubo vejaciones a las chicas, golpes a menores, malos tratos. La manera de reaccionar de la autoridad mostró su incomprensión e intolerancia con la juventud. Una actitud ideológica y política de quienes deben brindar protección y garantías, no humillar y lastimar.
Los testimonios recogidos en la madrugada del sábado 21 de junio son demoledores:
"No abrieron las puertas de la discoteca. Los policías no nos dejaban salir. Nos golpeaban muy feo con las pistolas. Echaban gas. Se reían de nosotros. Se burlaban. Ya tirados, nos empezaban a pegar y nos decían: se los va a cargar la chingada…"
"Los policías entraron pateando y gritando, burlándose y diciendo que no nos dejarían salir, pero del otro lado empujaban por salir. Fue horrible, yo casi me asfixio", narró Adrián, de 16 años. El joven no acudirá a declarar. Al igual que su familia, tiene miedo a incriminar a policías que actúan con tanta brutalidad. "Me contaron que algunas chavas que detuvieron en la disco luego las desnudaron ante policías buscando drogas o algo", dijo.
Los policías obligaron a las chicas a desnudarse
Efectivamente, chicas y niñas menores de 18 años declararon a medios locales que fueron obligadas a desnudarse delante de policías. Algunas fueron manoseadas. Embargadas de dolor por la muerte de amigos y por los abusos de los policías, narraron con rabia su traumática experiencia.
Wendy, de 16 años, comentó que la policía tiene registro de todos los detenidos, nombres, domicilios, pero sobre todo fotos que les tomaron vestidos y semidesnudos. "Si declaramos contra ellos nos perseguirán, mejor estar callados", dijo con resignación.
Luis, de 14 años, mostraba múltiples moratones y raspaduras en el cuerpo. Contó que los policías lo agarraron de la cabeza para meterlo al autobús de detenidos, pero como se negó le dieron dos golpes que le marcaron la frente.
"No me dejé porque ya me habían quitado mi celular, mi reloj y mis cadenas, traté de irme, pero me agarraron; un policía me dio dos cachazos para que me estuviera quieto", comentó al diario "Reforma".
La policía, los judiciales y los agentes de la fiscalía del DF, no contentos con la tragedia que provocaron, se ensañaron con los jóvenes detenidos, los vejaron y robaron. Ningún muchacho detenido era delincuente o sicario de un capo del narcotráfico, ni opuso resistencia. A los jóvenes, la mayoría menores de edad, no los llevaron a la fiscalía a que prestaran declaración sino que fueron conducidos a dependencias policiales, donde gozaban de total impunidad para sus desmanes. Allí resultaría más fácil robarles y abusar de ellos. Álvarez Icaza, defensor de los Derechos Humanos en la capital y el fiscal Rodolfo Félix Cárdenas coincidieron en que 34 chicas fueron marcadas con un número escrito en tinta negra en la mano derecha y después se les obligó a quitarse la ropa para ser fotografiadas. Álvarez Icaza dijo que al menos 106 jóvenes fueron detenidos y forzados a subir a un autobús de la policía. Cuatro agentes que participaron en los abusos sexuales han desertado.
"Tratos crueles, inhumanos o degradantes"
Álvarez Icaza consideró que la conducta de los policías podría ser calificada como de "tratos crueles, inhumanos o degradantes".
"Para hacernos el examen médico nos quitaron la ropa, nos ponían así con los brazos arriba a dar vueltas, con dos oficiales hombres en la sala y un doctor..., habíamos 13 mujeres dando vueltas, nos sentimos incómodas, estábamos indignadas ante las miradas y tocamientos de los policías", explicó Ceci N al salir del cementerio donde acababan de sepultar a dos amigos suyos.
La joven, de 16 años, detalló la serie de vejaciones a las que fue sometida durante la detención, traslado en autobús y en dependencias de la policía. Dijo que los agentes la amenazaron con quitarle la libertad, la comida, y todo lo que tenía porque se había metido en un problema muy grande.
"Hija de tu puta madre, te vamos a madrear hija de la chingada, súbete al camión culera. No mereces nada ni siquiera tu libertad ni tú ni tu pinche bola de amigos delincuentes", le decían los policías a la menor.
Sherlyn, también de 16 años, contó que los policías manoseaban a las chicas y que los sacaron a golpes de la discoteca.
"Me detuvieron de mala manera, me llevaron a un infecto local de la policía. Nos obligaron a desnudarnos, dieron que era para comprobar que no portábamos armas. Nos quitaron todo: mochila, ropa, celulares, no nos dejaron nada; los policías nos manosearon y nos desnudaron, de verdad fue u infierno", denunció.
"Yo quería salir, pero los policías no me dejaron"
Baby N, nombre con el que otra joven decidió llamarse para ocultar su identidad por miedo a represalias, dijo al diario "Crónica" que el News Divine estaba más lleno que en otras ocasiones, por lo cual el ambiente era insoportable.
"Antes de que llegara la policía, mucha gente ya estaba mareada. Yo quería salir pero los policías no me dejaron". Cuando empezó el operativo, los jóvenes se desesperaron. Cuando Baby N cayó al suelo, los policías la pisaron; después le robaron zapatillas, celular, aretes y mochila.
"A mí me manosearon los policías. Decían que me querían sacar, pero sólo me tocaban... después una agente me jaló de los cabellos y me subió a un camión, en la desesperación empezamos a romper los vidrios del autobús", dijo la adolescente, de 16 años.
A Luis B, otro joven que fue detenido, le presionaron para que presentara cargos contra los dueños de la discoteca. También se quejaba de que le robaron todas sus pertenencias.
"Alfredo, el dueño de la discoteca, ni nos alarmó ni nada, nos dijo: "Cooperen, así nos lo marca la delegación, se tienen que salir". Todos dijeron "nel, nel...", pero cuando dijo que el otro viernes sería gratis, aceptaron; cuando ya íbamos a salir los policías nos agarraron de los brazos y dijeron: "Pues ahora no", contó Rebeca Mohz, de 15 años. Esta estudiante de secundaria aseguró que la policía utilizó gas lacrimógeno dentro de la disco: "Estábamos amontonados, ya nadie podía respirar, cerraron la puerta y fue cuando aventaron el gas. Los del piso de arriba se saltaban y caían en el cemento, algunos rompieron vidrios porque ya querían respirar".
Los policías se desentienden de muertos y heridos
Sin importarles los jóvenes muertos tirados en el suelo, sin asistencia, los policías llenaban dos camiones con 106 jóvenes, niñas, niños. En los videos se observa que los uniformados trasladaron a los agentes heridos a las ambulancias, mientras que a los estudiantes los dejaron tirados en el suelo. Los chicos intentaban reanimar a sus compañeros y jamás se confrontaron con los policías. Pese a estar muy manipulada, el video no pudo ocultar que muchos adolescentes que murieron fueron sacados por los policías de la discoteca y en lugar de intentar reanimarlos o prestarles los primeros auxilios, simplemente los dejaron a mitad de la calle o sobre la acera.
En la fiscalía obligaron a las chicas a desnudarse y las hicieron caminar ante ojos lujuriosos, "para ver si estaban ebrias". Eran menores de edad, acababan de ver morir a sus amigos, pese a ello, estuvieron detenidos todo un día. Jorge Fernández Menéndez señala en el diario "Excelsior" que uno de los capítulos más indignantes de este drama son las violaciones y abusos cometidos contra los jóvenes, incluso después de salir del local.
Los chicos fueron perseguidos, gaseados, golpeados, robados, detenidos. Trataron como delincuentes a jóvenes por el delito de estar bailando en una discoteca popular. Los testimonios de las jovencitas desnudadas para su revisión son tan indignantes como la declaración del alcalde Marcelo Ebrard, quien afirmó que esas chicas tendrían que demostrar que esos vejámenes realmente sucedieron. El tema está en manos de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, que está decidida a participar a fondo en la investigación de los hechos.
"Mi hija murió por los golpes de la policía"
Rubén Tapia, padre de Isis, de 16 años, una de las 12 víctimas, denunció a través del canal Televisa que la autopsia demostró que su hija no murió por asfixia, sino por los golpes que le propinó la policía. Por tal motivo, Tapìa, profesor del Politécnico, exige la destitución de Joel Ortega, jefe de la policía de la capital: "Si el presidente Fox removió a Marcelo Ebrard cuando era el jefe de la policía por el linchamiento de dos agentes federales en Tláhuac, pues aquí hay más muertos. El presidente Calderón tiene que quitar a Ortega. No importa quién lo destituya, pero que se vaya. Aquí tiene que haber responsables de alto nivel. Esto no puede quedarse con los mandos medios. Son 12 muertos".
"Dicen que no nos aventaron plomazos (golpes), pero a mí me dieron dos, uno al aire y otro así, a la derecha, ya luego a todos los que no agarraban nos subían al transporte oficial y nos empezaban a agarrar a cachazos", decía Luis N, alias El Babo, de 14 años. En su cara mostraba dos heridas, producidas por golpes de la policía.
"Nos agarraron y nos subieron a una camioneta, nos echaron boca abajo, uno por uno, no podíamos respirar... una chava ya se nos iba a morir ahí. Al llegar a la fiscalía de San Juan de Aragón, nos robaron teléfonos celulares, carteras, dinero que ya no lo regresaron, ya no tengo celular".
Luis Antonio, 16 años, denunció que los golpearon como si fueran criminales sólo por querer festejar el fin de curso. "Nos trataron muy mal, llegaron a agredirnos. Lanzaron algo, no sé decirte qué era, pero nos picaba mucho; rompimos ventanas para poder respirar; si no lo hubiéramos hecho, quizá hubieran habido cien muertos", dijo con indignación. Aseguró que en la zona quedaron cabellos de jovencitas que fueron agarradas por policías.
Íngrid, 16 años de edad, estuvo detenida hasta las cinco de la mañana del sábado. "Los policías entraron agresivamente: "Órale cabrones, ¿querían desmadre?, van para afuera". Nos subieron a camiones y a muchos nos golpearon", recordó.
Mexicanos inmersos en la corrupción y la ilegalidad
La tragedia evidencia el comportamiento de la policía capitalina, que navega entre la corrupción, falta de preparación e ineptitud. Quizá lo sucedido en News Divine permita reconocer por fin que la falta de escrúpulos morales y el irrespeto a la ley tienen consecuencias mortales. Muchos mexicanos perciben todas estas aberraciones como parte del paisaje urbano, porque les fuerzan a vivir inmersos en la corrupción y la ilegalidad. Les resulta más cómodo y más fácil arreglar un problema con una mordida que cumplir con las reglas. Por ese clima generalizado de inmoralidad podía funcionar una discoteca que era una trampa mortal para quien entraba. Lo peor es que nada va a pasar. El dueño del establecimiento pagará una multa (y hará algunos otros pagos marginales); los jefes policiales que ordenaron el fatal operativo encontrarán pronto una nueva ubicación, y todo se normalizará en unos días. Y vuelta a empezar con nuevas redadas.
Los mexicanos se preguntan sobre la eficacia de esas redadas en centros de diversión, que acaban en decenas o centenares de detenciones de jóvenes inocentes. En el News Divine no se encontró ni un gramo de marihuana, mucho menos drogas más caras. El mayor delito de los detenidos pudo ser haber tomado una cerveza (el bolsillo no da para mucho más). El analista Jorge Silva Herzog denunció desde la televisión local que los operativos elevan las cuotas de la corrupción, ya que los padres de los jóvenes aprehendidos han de pagar cuantiosas mordidas si quieren liberar a sus hijos con prontitud.
De todos es sabido que los policías aprovechan los llamados operativos para desvalijar a jóvenes indefensos. Es la cuota que completa su sueldo. Las autoridades lo saben, pero callan y lo permiten, como toleran las extorsiones a los automovilistas. Las autoridades del distrito reciben dinero contante y sonante por permitir el funcionamiento de locales que no respetan mínimas normas de seguridad. Y si los dueños de las discos y tugurios no pagan a tiempo lo acordado, ahí les lanzan un operativo-redada. Probablemente es lo que sucedió en el News Divine. El retraso en el abono del soborno pudo motivar la entrada de la policía en el local.
¿Cuánto tuvo que pagar el dueño de la disco para poder operar?
"El problema comenzó mucho antes de este operativo y allí se pone de manifiesto un entramado de corrupción e incapacidad difícil de disimular. La corrupción, política y económica, está en el fondo de la tragedia. ¿Cuánto tuvo que pagar el dueño de la discoteca para poder operar en condiciones deplorables?", se pregunta el comentarista Jorge Fernández Menéndez.
Las autoridades de la capital se quejan de que en el Distrito Federal existen sólo 210 inspectores para revisar las condiciones en que funcionan 35.000 establecimientos mercantiles, que van desde las fondas hasta bares y discotecas. El analista Humberto Musacchio destaca que aunque resulta obvio que es insuficiente el número de inspectores, es más cierto que "los inspectores son una partida de asaltantes que se presentan con sus amigotes donde se les pega la gana, a comer en forma pantagruélica, a beber como perdidos en el desierto y, si es el caso, a exigir los servicios gratuitos de prostitutas, con la amenaza de aplicar los reglamentos si no les cumplen todos sus caprichos y además les sueltan una mordida". Amenazan con aplicar las reglas, pero se olvidan de la ley si consuman el cohecho en efectivo y en especie. Eso lo saben los ciudadanos y no pueden ignorarlo las autoridades. Forma parte del comportamiento de esos chacales que, a cambio de dinero, permiten cualquier barbaridad, como ocurrió en el caso de News Divine.

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