6 mar 2009

El Procurador de dos caras: EMM

El procurador de dos caras/Raymundo Riva Palacio
Columna Estrictamente Personal
Ejecentral.com, 06/03/2009;
Nadie puede dudar de la autoridad moral del procurador general Eduardo Medina Mora para hablar sobre la responsabilidad de los medios de comunicación en la lucha contra el narcotráfico y el compromiso con “una sociedad democrática viable”. Carece de ella.
Por eso, el procurador se enredó esta semana cuando hizo sus recomendaciones a la prensa para la cobertura sobre el narcotráfico. Mintió al afirmar que no pretendía coartar la libertad de expresión. Mintió al decir que reconoce el trabajo de investigación de los periodistas. Mintió cuando asegura entender la problemática por la que atraviesan los medios.
Dos primeros botones de muestra:
1. El espionaje telefónico a un periodista alertó a la PGR de que un diario se disponía a publicar el expediente sobre la corrupción en la SIEDO, la Subprocuraduría de Investigaciones Especializadas contra la Delincuencia Organizada, lo que le permitió a Medina Mora hablar con los propietarios para que se demorara un mes su difusión, pues de hacerse en ese momento, alegó, se corría el riesgo de que la investigación fracasara. En el fondo, Medina Mora salvó su trabajo. De haberse publicado el trabajo en ese momento, el presidente Felipe Calderón se habría enterado por la prensa y no por su procurador, del grado de penetración en la PGR.
2. Notoriamente nervioso en esos días por desconocer la procedencia del documento, Medina Mora presionó al director general del medio para que se lo mostrara. Cuando el director general se resistió, lo amenazó con llamarlo a declarar ante el Ministerio Público para divulgara ante él la fuente del expediente. Pese a no tener posibilidades de concretar esa amenaza por los precedentes que permiten a la prensa proteger sus fuentes, lo siguió amagando. Finalmente logró su objetivo y tuvo amplio acceso al documento antes de ser publicado.
Estas acciones contradicen el respeto que dice tener Medina Mora por la investigación periodística y la libertad de expresión, como otros dos botones demuestra desmienten también su aseveración reciente de que “no se trata… de unificar las voces de los periodistas y medios de comunicación, ni menos aún de disminuir el libre ejercicio de su vocación o de suprimir la crítica”, y de que “un estado democrático requiere de medios fuertes… independientes, con capacidad de análisis de la realidad y de crítica”:
1. Cuando un periodista publicó que agentes federales participaron en el secuestro del joven Fernando Martí, que no se había dicho aún, presionó al director del medio para que le dijeran la fuente. Como el reportero no quiso hacerlo, lo despidieron, con lo cual Medina Mora quedó satisfecho.
2. Cuando una periodista obtuvo el número del expediente de la investigación de la PGR en el secuestro de la joven Silvia Vargas, Medina Mora difamó a la periodista y se metió en su vida privada, con el propósito de que fuera despedida. No lo logró.
El discurso moral de Medina Mora esconde, paradójicamente, una inmoralidad. Se puede documentar un patrón de manipulación de los medios desde la PGR para minimizar las críticas sobre Medina Mora por los niveles de corrupción en la dependencia, y trasladar la cobertura negativa al secretario de Seguridad Pública Genaro García Luna. Otros dos botones de muestra:
1. Gerardo Garay era el comisionado interino de la Policía Federal Preventiva, y por sus manos pasaron los 250 millones de dólares de Zhenli Ye Gon, y muchos millones más en otras operaciones que encabezó. Él arrestó a Luis El Rey Zambada y su protector, el comandante Édgar Bayardo, quienes lo acusaron de robarse 500 mil dólares, por lo que la PGR lo encarceló. Atrás de ese arresto hay una operación de encubrimiento. Por exigencia del presidente Calderón, Medina Mora tuvo que retirar la protección al ex jefe de la SIEDO, Noé Ramírez Mandujano, y detenerlo por presuntos nexos relación con el narcotráfico.
Para tender cortinas de humo que lo dejaran impoluto, los operadores de Medina Mora, maximizaron la detención de Garay, y le sumaron otro delito de abuso de detenidos. Además, dijeron que se había detenido al ex delegado de Seguridad Pública en Colombia, Javier Garza Palacios; que estaba declarando por el caso de Garay el ex secretario de García Luna, Mario Velarde, y que habían llamado a declarar al subsecretario de la dependencia, Facundo Rosas. Los tres eran cercanos al secretario, y las tres informaciones eran falsas. Pero el revuelo que generó la PGR en la prensa con las mentiras, hizo que la detención de Ramírez Mandujano y la protección que le había brindado Medina Mora, pasara casi desapercibida.
2. Haber evitado que se publicara en su momento el expediente de la corrupción en la SIEDO, le permitió inventar lo que se llamó la “Operación Limpieza”. Medina Mora no tenía nada construido cuando el reportero obtuvo el documento. Al contrario: lo salpicaba. La investigación salió de Seguridad Pública y se fue a la DEA. El caso ya se hallaba en los tribunales, sin que el procurador hubiera informado al Presidente que todos los mandos que luchaban contra el narco en la PGR, presuntamente estaban en su nómina. El alto grado de improvisación de esa acción lo muestra un detalle: a menos de 48 horas de darse a conocer públicamente, la PGR bautizó el caso como “Operación Limpieza”, por sugerencia de un periodista.
Medina Mora dijo esta semana que “la acción mediática del crimen organizado aumenta la fuerza de un enemigo que también es enemigo de los profesionales de los medios”. Lo que no dijo es que él es más peligroso para los medios y la salud pública, por sus manipulaciones y tergiversaciones, que los propios cárteles. Con la delincuencia organizada, sabemos dónde está y qué persigue.
Con Medina Mora, sabemos qué no persigue -el control de los medios-, pero no qué persigue, ni cuáles son sus razones, objetivos y temores. Esa doble cara, como todas las dobles caras, es más peligrosa.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
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