9 feb 2010

Por que las alianzas

¿Por qué las alianzas?/ César Nava,
El Universal, 9 de febrero de 2010;
Más allá de la polvareda levantada con motivo de la discusión en torno a la formación de posibles coaliciones entre partidos, resulta oportuno plasmar las razones que han llevado y llevarían a Acción Nacional a decidir su participación en algunos estados en tal modalidad.
Nos hemos planteado cuatro criterios fundamentales para analizar y resolver caso por caso, a la luz de las realidades locales y de los principios que hemos sostenido durante setenta años. No se trata de un rasero generalizado para los catorce procesos electorales del año. Por ahora se centra el análisis en cuatro entidades: Durango, Oaxaca, Hidalgo y Puebla.
En primer lugar, existe un núcleo ético que claramente justifica la decisión. Valoramos la preeminencia de un interés superior a los intereses del PAN y de los partidos en su conjunto. Las condiciones de atraso político, económico y social en las que viven millones de mexicanos en estos estados ameritan la puesta en marcha de un esfuerzo extraordinario. Lo hemos sostenido desde 1939: no hay desarrollo posible sin democracia ni hay democracia sin alternancia. No es casualidad que la falta de condiciones para la vigencia de las libertades y derechos políticos sea acompañada de pobreza, marginación y escasas oportunidades para el desarrollo pleno de las personas. No es coincidencia, por ejemplo, que los primeros dos lugares del país en mortalidad infantil sean ocupados por Oaxaca e Hidalgo, respectivamente. El examen de la realidad nos obliga a dejar de lado nuestras diferencias para unirnos en la consecución de un fin mayor. Los anhelos y los sueños de muchos merecen la respuesta generosa y decidida de quienes, pensando distinto, compartimos la indignación que despierta la pobreza y apostamos por el cambio sin rencor.
En segundo término, subyace un núcleo político en nuestra consideración. Ante el dilema de presentar candidatos propios para realizar campañas testimoniales o de unir fuerzas para aumentar la competitividad y la viabilidad de la victoria, optamos por lo segundo. No podríamos limitarnos a buscar el bien para los habitantes de estos estados sin llevar al terreno de los hechos las condiciones necesarias para alcanzar el triunfo electoral. La alternancia pasa por el 4 de julio. Vamos mucho más allá, la victoria en las urnas es el primer paso.
Como tercer criterio, tenemos presente un núcleo programático. En todos los casos acompañaremos proyectos ciudadanos que nacen del impulso cívico y que trascienden a los partidos. No buscamos la aventura electoral. Buscamos la llegada al poder por la vía del voto para tocar y transformar profundamente las realidades de los estados. Más allá de coaliciones electorales, formaremos coaliciones de gobierno sustentadas en la participación amplia de la sociedad civil: gobiernos de transición que durante seis años realicen programas de gobierno que sienten las bases para la solución de los problemas más dolorosos, los males ancestrales que se han encarnizado de la mano del cacique en turno.
Finalmente, en todos los casos postularemos a candidatos que encarnen los tres elementos enunciados: la convicción profunda que nace del interés superior que nos une más allá de intereses personales o partidistas, el liderazgo necesario para encabezar esta lucha y llevarla a buen puerto, y el compromiso de dirigir un gobierno de transición que atienda de manera urgente los problemas más sensibles de la población, sobre la base de un mínimo común denominador que, a semejanza de la “Carta 77” checoslovaca, establezca parámetros suficientes para un cambio de fondo.
Enfrentaremos con decisión y energía a aquellos que basan su estancia en el poder imponiendo condiciones de pobreza e ignorancia a la población que gobiernan, aquellos que se distinguen por la impunidad y opacidad con la que operan desde hace más de ocho décadas. Cambiaremos el rostro político y social de esos estados de la mano de los ciudadanos organizados, de las fuerzas políticas que coinciden en la necesidad de dar un paso en firme hacia el bien de las comunidades por tanto tiempo rezagadas.
Esta tarea es, por definición, lo más incluyente posible. Todo lo haremos, como lo pedía Manuel J. Clouthier, para cambiar a México sin odio y sin violencia. Como lo hemos hecho siempre, sin más arma que la palabra y el voto.

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