El mensaje –deliberado o inopinado- había golpeado en el blanco. El despido, el silencio de MVS y la carta “escrita” en Los Pinos, demostraban que era un acto de censura y de ataque a la libertad de expresión. Los partidos políticos se montaron en el tema, lo reciclaron viralmente y convirtieron un asunto periodístico en un tema político nacional e internacional, que arrinconó al gobierno mexicano.
El jueves, la activista y politóloga Denise Dresser, colaboradora de Aristegui y cercana a ella, difundió una carta abierta a Joaquín Vargas, presidente de MVS, donde en medio de su crítica reveló que había sido él, no la Presidencia, quien escribió la carta que deseaba leyera Aristegui, como condición para mantener su trabajo. Ese elemento, que anula el dato factual de que el “berrinche” presidencial había sido la causa de su salida, fue ignorado. (la carta también fue difundida ayer en la revista Proceso)
En cambio, tres manifestaciones frente a MVS para pedir la restitución de Aristegui, pronunciamientos de varios líderes políticos –incluido López Obrador-, más un enorme eco nacional e internacional por el motivo de su despido, provocó que el tema del supuesto alcoholismo del Presidente se convirtiera en un asunto de conocimiento masivo donde dejó de ser importante si es real o no, pues se volvió en un pretexto para cuestionar la forma como toma decisiones.
El silencio de los dueños de MVS los dejó como timoratos, pero transfirió toda la responsabilidad política a la Presidencia, donde no pudieron articular un control de daños rápido y eficiente. Cuando pudieron haber empezado a hacerlo, hace más de dos años, al empezar el rumor, lo desestimaron y no hicieron nada. Peña Nieto y sus colaboradores también habían desestimado todos los rumores que hacían al gobernador culpable por la muerte de su esposa, y nunca quisieron hacer nada al respecto. Hasta la semana pasada.
En el mismo formato y a través del mismo vehículo a través del cual contó la historia romántica de su noviazgo con la actriz y actual esposa Angélica Rivera, volvió a ser entrevistado para entregar el parte médico de su esposa. No fue sólo una pregunta. Fue el documento. Si no estuvo preparado para esa pregunta, Peña Nieto debe ser un hombre tan precavido, que lleva todo tipo de documentación en su portafolio para lo que pueda salir.
El resultado es que ya ventiló ese tema, que empezaba a cobrar fuerza venenosa en las redes sociales en los últimos días. Vio lo que sucedió con Calderón, y pudo haber imaginado lo que sucedería con él, con una diferencia. Calderón va de salida de la Presidencia, y el daño, por muy grande que parezca, es marginal. Peña Nieto busca la Presidencia, y si no ataja los rumores en la campaña de guerra sucia que se avecina, el daño puede ser irreversible: perder la Presidencia ante la propaganda.
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